El 30 de septiembre habrá un nuevo asalto migratorio a Ceuta: ¿qué hará Marruecos para protegerla?
Hace 10 días, se produjo una frustrada entrada masiva de inmigrantes en la ciudad española. Ha suscitado un debate sobre emigración en la sociedad marroquí que quizás merme la eficacia de Rabat a la hora de frenar el siguiente asalto
¿Otro asalto migratorio a Ceuta el 30 de septiembre? Hace apenas una semana que los antidisturbios marroquíes acababan de disolver, en la madrugada del 16 de este mes, a los jóvenes que intentaban forzar la entrada en la ciudad autónoma, cuando ya empezaban a circular por las redes sociales llamamientos anónimos para intentarlo de nuevo, esta vez a finales de mes.
El frustrado intento de entrada masiva en Ceuta el 15 de septiembre constituye un viraje en la historia de la emigración irregular. Hasta ahora “los traficantes de seres humanos eran figuras siniestras que operaban en barrios sin ley y negociaban con sus clientes en cafés de mala muerte”, señala el diario marroquí Hespres. “Hoy son influencers con camisas de diseño y gafas de sol que venden sueños migratorios en las redes sociales”, concluye con una cierta dosis de exageración.
La “venta” funcionó porque fueron varios miles de jóvenes, quizás hasta 6.000, los que llegaron hasta Castillejos, la ciudad colindante con Ceuta, en vísperas de la cita. Unos 3.000 fueron, al final, los que pudieron salir del perímetro urbano e “intentaron emigrar ilegalmente” franqueando la verja que rodea la ciudad española, según Mustafa Baitas, portavoz del Gobierno marroquí. Ninguno entró por tierra y 152 fueron detenidos y puestos a disposición judicial.
¿Tendrá el mismo éxito la nueva convocatoria? Las autoridades marroquíes, al menos las religiosas, parecen habérsela tomado en serio como se tomaron la anterior a juzgar por el despliegue nunca visto de fuerzas de seguridad en torno a Ceuta y ciudades cercanas: 7.000 hombres, según la prensa marroquí.
"Actores hostiles"
El primer síntoma de que esta vez también están determinados lo han dado el Ministerio de Asuntos Islámicos que en una circular remitida a los imanes les pide que en su sermón del viernes 27 “aborden la cuestión de la inmigración ilegal con el fin de propagar tranquilidad y esperanza en el alma de los ciudadanos, además de poner de relieve las prácticas maliciosas de algunos actores hostiles al Reino que intentan desestabilizarlo (...)”.
La prensa oficialista señala sin tapujos a estos supuestos “actores hostiles”. En su columna del digital Le 360 la escritora Mouna Hachim denuncia “la ofensiva argelina con su diluvio de mensajes nocivos (...)”. “El intento de invasión de Ceuta fue orquestado primero desde Argelia”, asegura Hespress, el diario de mayor audiencia, que aboga por exigir visado a los argelinos que entren en Marruecos.
Hasta la Fiscalía de Tetuán ordenó esta semana el ingreso en prisión de una joven argelina que difundió, como tantos otros de otras nacionalidades, mensajes perniciosos por las redes sociales. Los primeros condenados, por incitación a emigrar saltándose la ley, fueron el martes cinco jóvenes marroquíes a los que les cayeron entre seis y tres meses. Entre los jóvenes que trataron de forzar la entrada en Ceuta había un puñado de argelinos, también subsaharianos, pero la mayoría eran marroquíes y venían de todo el país.
La novedad es que la prensa oficialista y también los pocos medios que aún conservan un pequeño margen de maniobra a la hora de publicar han encontrado a un segundo responsable del frustrado asalto a Ceuta: el Gobierno y, sobre todo, su primer ministro, Aziz Akhnnouch. Posee la mayor fortuna del país, unos 1.530 millones de euros, según Forbes, después de la del rey Mohamed VI.
“Los menores de edad que afluyeron a la frontera (...) encarnan todo aquello que Aziz Akhannouch niega: el fracaso de sus políticas sociales”, escribe Barlamane, el medio más afín a las fuerzas de seguridad. “Aziz Akhnnouch ha optado por ignorar estos dramas de la juventud porque le recuerdan sus fracasos al frente del Ejecutivo”, añade el semanario Tel Quel tras recordar que guarda silencio. “Si la insensatez continúa, la estabilidad de Marruecos acabará estando en juego”, concluye. El 35% de los jóvenes marroquíes están en paro y muchos otros tienen empleos muy precarios en el sector informal.
Detrás de estas críticas a Akhnnouch, primer ministro desde hace tres años, hay un intento no solo de encontrar un chivo expiatorio, sino también exculpar a las fuerzas de seguridad tras la difusión de imágenes chocantes a ojos de buena parte de la población. Hay vídeos en los que se ve a los antidisturbios apresando sin violencia, a las puertas de Ceuta, a niños de unos 10 años.
También circuló masivamente una grabación en la que aparecen una veintena de jóvenes sentados en el suelo, junto a unas furgonetas policiales, con las manos detrás de la nuca, desnudos de cintura para arriba, casi todos con la espalda lacerada por golpes. Cayeron en alguna redada quizás el mismo 15 de septiembre o, en todo caso, unos días antes.
La Fiscalía también investiga este aparente maltrato que enoja a esa gran mayoría de jóvenes marroquíes que solo se informan a través de las redes sociales. Lógico que así sea. Todas las televisiones públicas han ignorado los sucesos de Ceuta aunque si han dado cuenta de algún rescate que otro por la Marina Real, siempre de subsaharianos en apuros cuando navegaban hacia costas españolas.
La acometida contra la verja de Ceuta, que los jóvenes rompieron en un punto, ha llegado incluso al Cámara de Representantes (Parlamento) de Rabat. Fatima Tamni, una diputada de la diminuta Federación de la Izquierda Democrática, preguntó por escrito a Akhnnouch. El Partido del Progreso y del Socialismo, otra pequeña formación, ha pedido incluso una sesión plenaria urgente con la comparecencia del ministro del Interior, Abdelouafi Laftit.
Por último, están los que cuestionan que, aunque cobre por ello, Marruecos deba impedir emigrar a su juventud sin futuro dentro de sus fronteras. “No le corresponde a Marruecos ser un mercenario disciplinado que reprima a su propia población por cuenta del presidente de Gobierno de un país extranjero”, escribe Ali Lmrabet, periodista exiliado en Barcelona. “¡Que España y la UE hagan ellos mismos ese sucio trabajo levantado muros (...)!”, concluye.
En un país cuya Constitución otorga al rey el grueso del poder ejecutivo, casi nadie formula reproches a Mohamed VI que desde el jueves a mediodía está de vacaciones en su palacete de París junto a la Torre Eiffel. Empalmó prácticamente esta estancia con dos meses de descanso veraniego en Rincón, una localidad al borde del Mediterráneo a 25 kilómetros de Ceuta. Ahora se especula con que, a su regreso a Rabat dentro de semanas, destituirá a Akhnnouch.
Solo el periodista marroquí Ali Anouzla, se atreve a recordar, en “Al Araby”, una publicación panárabe de Londres, que el fenómeno migratorio se reactiva “solo unas semanas después de que el rey Mohamed VI haya celebrado un cuarto de siglo de su entronización”. Su largo artículo lleva por título: “Tras un cuarto de siglo, el pueblo quiere largarse”.
Juan Jesús Vivas, el presidente de Ceuta, se preguntó preocupado en la cadena radiofónica COPE “si Marruecos puede mantener de manera constante el despliegue” policial que hizo a mediados de mes para proteger a su ciudad y también para mostrar a España y a Europa cuan eficaz es cuando quiere de verdad contener la inmigración irregular. Borró así ese recuerdo de mayo de 2021 cuando empujó a entrar en la ciudad a más de 10.000 “sin papeles”.
Tras las polémicas que han suscitado en Marruecos los acontecimientos del 15 de septiembre la duda que tenía Vivas cobra aún más sentido. Si la convocatoria del 30 o, quizás, la siguiente, en octubre, tienen éxito, ¿hará el aparato policial marroquí el mismo esfuerzo para parar en seco a esos jóvenes que huyen rumbo a ese supuesto El dorado europeo que empieza en Ceuta?
¿Otro asalto migratorio a Ceuta el 30 de septiembre? Hace apenas una semana que los antidisturbios marroquíes acababan de disolver, en la madrugada del 16 de este mes, a los jóvenes que intentaban forzar la entrada en la ciudad autónoma, cuando ya empezaban a circular por las redes sociales llamamientos anónimos para intentarlo de nuevo, esta vez a finales de mes.
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