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Viaje a Alemania del Este, de país antifascista a patria de la ultraderecha
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Lo que quieren los ultras

Viaje a Alemania del Este, de país antifascista a patria de la ultraderecha

La política migratoria siempre ha sido un gran problema para Alemania. El Este se enfrenta a una nueva crisis por el ascenso de la extrema derecha tras los resultados de Turingia

Foto: La líder de AfD, Alice Weidel, durante una rueda de prensa. (EFE /Clemens Bilan)
La líder de AfD, Alice Weidel, durante una rueda de prensa. (EFE /Clemens Bilan)

José Paca llegó a Erfurt cuando todavía existía la RDA. Lo hizo como Vertrags Arbeiter (trabajador con contrato), el equivalente en el este del Gastarbeiter (trabajador invitado), enviado por el Gobierno marxista de Angola para que continuara su formación en uno de los países modelo del bloque socialista. José es uno de los miembros más destacados de la comunidad de migrantes en la región de Thüringen, habiendo recibido incluso la medalla al mérito por su actividad como trabajador social.

En 2007 concedió una entrevista a Der Spiegel en la que declaraba su confianza en el Este. Una confianza que la comunidad de migrantes empieza a perder, por lo que pudimos ver el pasado fin de semana en Erfurt a donde acudimos para grabar un episodio en vivo del podcast El Tercer Voto. La idea de emigrar a otro lugar suena cada vez más fuerte. La pregunta es dónde, si en casi todos los países no paran de crecer los partidos racistas. Y a esa pregunta le acompaña siempre la idea de no abandonar, de no darles a los ultras lo que están esperando.

Maggy, una mujer de origen colombiano que llegó con seis años a Alemania y lleva toda su vida en Erfurt, ha pensado varias veces en hacer las maletas, pero sus hijos nacieron aquí y piensa que sería muy duro para ellos tener que irse. Thüringen nunca fue el paraíso para las personas migrantes, pero la victoria el pasado 1 de septiembre del AfD de Björn Höcke es un mensaje muy claro: no son bienvenidas aquí.

La economía de la región, los servicios básicos, los hospitales necesitan de mano de obra extranjera, pero la política los señala como el gran problema. Las posiciones que hace diez años solo defendían partidos neonazis muy minoritarios se han normalizado por un porcentaje amplio de la sociedad y la mayoría de los partidos políticos. AfD los ha traído donde quería. Ese es su gran éxito, por encima de los resultados electorales, la renuncia de los partidos democráticos a plantear un relato de país diferente al que plantea la ultraderecha. Una narrativa nativista en la que todos los problemas, algunos de ellos muy graves y estructurales, se pretenden solucionar deportando inmigrantes.

AfD, de euroescepticismo al nativismo

AfD consiguió entrar al Bundestag en las elecciones federales de 2017. Solo siete años después ha conseguido dominar la política alemana, decidir los temas de los que se debate y los frames en los que se habla de estos temas, corriendo la Ventana de Overton hasta lugares que ningún analista pudo prever, en el país del holocausto y el Nie Wieder (Nunca Más). La victoria de AfD en Thüringen es la primera de un partido de ultraderecha desde el nazismo. El mundo se pregunta cómo hemos llegado hasta aquí. Y una buena forma de contestar a esta pregunta es tratar de explicar qué es hoy AfD.

Además de cuestiones contextuales y fruto de la multi crisis en la que vivimos, hay tres razones fundamentales para entender el éxito de AfD en el territorio de la antigua RDA. La primera es que han sido capaces de capitalizar y representar una identidad de ser del Este de Alemania. Una identidad que tiene más elementos negativos que positivos, como por ejemplo, sentirse ciudadanos de segunda clase o afirmar que la política y la economía del Este está dominada por personas que vienen del Oeste (es así para el 75% de los ciudadanos y ciudadanas que viven en el Este).

En Erfurt reiteraron que el odio a la Treuhand, el organismo que se encargó de desmontar la economía socialista de la RDA tras la reunificación, mantiene su intensidad y que ha ido mutando, especialmente en los últimos años, en odio al extranjero, a quien se le hace responsable de casi todos los problemas históricos que tiene el Este de Alemania, que precisamente son las regiones con menos porcentaje de población con historia migratoria, en torno al 8%, cuando por ejemplo en Berlín supera el 30%.

Foto: alemania-victoria-ultraderecha-elecciones-regionales

La segunda razón es que han sido capaces de dominar la agenda política, estableciendo los temas a discutir y los frames sobre los que se discuten esos temas, convirtiéndose en una fuerza hegemónica. El resultado de AfD en Thüringen, Sachsen y Brandenburg (las elecciones son este domingo) es la culminación de un proceso, que se ha ido gestando en los últimos años, que supone la entrega del relato de país a la ultraderecha por parte de los partidos democráticos. El único modelo que se ofrece es el nativista que propone AfD. Los partidos tradicionales, en un desesperado intento por recuperar electores, han vuelto a cometer el mismo error de siempre, pensar que proponiendo lo que propone la ultraderecha van a ganarse a sus votantes, cuando está comprobado científicamente que lo único que consiguen es alimentar sus posiciones, porque los electores optan siempre por el original.

Y la tercera razón, que está muy conectada con la segunda, es que por primera vez en la historia de este partido, hay mayor porcentaje de votantes que lo han hecho por convencimiento que por decepción con el resto de fuerzas políticas. AfD está formando una clientela fija, que en tiempos de volatilidad política y electoral les asegura un piso firme desde el que seguir creciendo. En el Este y más allá de las fronteras de la antigua RDA.

Brandenburg y el resto del Este

Todo indica que AfD repetirá este domingo en Brandenburg los buenos resultados de Sajonia y Thüringen, en una región tradicionalmente socialdemócrata cuyo ministro presidente, Hubert Dietmar Woidke, mucho mejor valorado que las siglas de su partido pidió sutilmente al canciller Scholz no aparecer por la región llena de lagos y bosques en toda la campaña. Para culminar la hegemonía de la ultraderecha en el Este, si hoy se celebrasen elecciones en Mecklenburg-Vorpommern (donde actualmente gobierna el SPD con Die Linke) y Sachsen-Anhalt (que cuenta con un gobierno encabezado por la CDU con SPD y FDP como socios), AfD sería la fuerza más votada. Es un hecho que se ha convertido en el partido hegemónico en el Este de Alemania, por ahora lo es también que a pesar de ello no podrá gobernar en ninguna región, mientras el cordón sanitario del resto de los partidos mantenga su vigencia. Ya hay algunas grietas, pero la clave está en si la CDU mantendrá la posición que fijó Angela Merkel, precisamente tras las elecciones regionales de 2019 en Thüringen, o algunas de las voces que ya se escuchan en el partido conservador a favor de repensar esa posición acaban triunfando.

Solo un año para las elecciones federales

Que la CDU del recién elegido candidato Friedrich Merz ganará las próximas elecciones en Alemania, a celebrar el 28 de septiembre de 2025, no lo pone en duda nadie. Tampoco que necesitará un socio de coalición para poder gobernar. Tal y como están las encuestas ahora mismo, es posible que no pueda contar con su compañero de viaje tradicional, los liberales del FDP, que se quedarían tal y como sucedió en 2013, fuera del Bundestag. Parece difícil que puedan entenderse con Los Verdes, a quienes nombraron enemigo público número uno desde el primer día de gobierno semáforo y con quien Markus Soder, el otro hombre fuerte de la Unión, no puede sentarse ni a comer una Bratwurst.

El desastre socialdemócrata, en torno al 15% en todas las encuestas, haría inviable también una vuelta a la Große Koalition, y ya hay voces muy respetadas en el panorama del análisis político alemán, como el politólogo Karl Rudolf Körte, que empiezan a hablar de la coalición Brombeer, formada por la CDU, el SPD y el partido de Sarah Wagenknecht. La CDU, que siempre descartó cualquier tipo de acuerdo con Die Linke, se abre a pactar con el partido de Sarah Wagenknecht, dirigente de Die Linke hasta hace cuatro días. El nuevo partido, que ha irrumpido con fuerza en las elecciones de Thüringen y Sachsen, logrando la tercera posición a costa de terminar de desangrar a Die Linke, comparte con AfD su visión nativista de la sociedad y su alineamiento con el régimen de Putin, lo cual hasta para una CDU desesperada por gobernar y un SPD loco por resistir puede ser demasiado.

Las calles de Erfurt

Ajenas a estos dilemas, las calles de Erfurt muestran la viveza de un sábado de otoño recién llegado. Las ciudades del Este aún se resisten a la idea racista de sociedad que propone la ultraderecha, que se abre paso sin demasiados problemas en las zonas rurales. Paseando por el centro de la ciudad, una belleza de época medieval, te olvidas por un instante de estar en territorio AfD. Las personas con historia migratoria tratan de seguir adelante con su vida navegando en un mar de sentimientos de miedo, incertidumbre, frustración e incredulidad.

Muchas se preguntan si merece la pena seguir aquí, una de cada cinco se plantean mudarse, lo que irónicamente sería la muerte definitiva para una parte del país cuya economía se sostiene por el aporte de las personas que llegaron de otros países. Contar lo que pasaría en Alemania si las ideas de AfD se llevaran a la práctica debería ser la tarea principal de partidos políticos, medios de comunicación y sociedad civil. Está demostrado que la única manera de reducir su influencia es ofrecer un relato de país más atractivo, mejorar desde las instituciones la calidad de vida del mayor número de electores y explicar con detalle qué pasaría si la ultraderecha llegase al gobierno. Una posibilidad en la que las personas migrantes que hacen comunidad y son parte de la resistencia democrática no quieren ni pensar. Ellas serán el cordón sanitario cuando el resto de los partidos haya perdido todos sus valores.

José Paca llegó a Erfurt cuando todavía existía la RDA. Lo hizo como Vertrags Arbeiter (trabajador con contrato), el equivalente en el este del Gastarbeiter (trabajador invitado), enviado por el Gobierno marxista de Angola para que continuara su formación en uno de los países modelo del bloque socialista. José es uno de los miembros más destacados de la comunidad de migrantes en la región de Thüringen, habiendo recibido incluso la medalla al mérito por su actividad como trabajador social.

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