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Ucrania insiste en Kursk y abre nuevas líneas en territorio ruso: "Llevan 5 días pasando blindados"
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Nadie conoce el plan de Kiev

Ucrania insiste en Kursk y abre nuevas líneas en territorio ruso: "Llevan 5 días pasando blindados"

Kiev podría haber ganado más terreno, aunque la falta de información precisa dificulta conocer la situación exacta en tiempo real

Foto: Valentina y uno de sus vecinos. (Fermín Torrano)
Valentina y uno de sus vecinos. (Fermín Torrano)
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Valentina quiere seguir bebiendo chupitos de horilka (vodka) a las tres de la tarde. Tiene 83 años, dos dientes de plata y una casa grande en un pueblo semiabandonado. Pavlivka es tan pequeño que las bombas han dejado pocas viviendas intactas. Pavlivka es uno de los caminos por los que columnas de blindados ucranianos avanzan hacia Kursk. Pavlivka descansa a tres kilómetros de Rusia.

En la última semana, Ucrania ha creado tres nuevas brechas en la frontera nororiental con Rusia. Tres líneas de ataque dentro del territorio enemigo, justo cuando Moscú contraatacaba para recuperar el terreno perdido en el último mes y medio. Estos nuevos movimientos de Kiev han confundido a las tropas de la 'Z' en el momento oportuno. Las últimas estimaciones otorgaban al Kremlin una recuperación de 38 km². Al mismo tiempo, unas pérdidas de 191 por la retaguardia. Cinco días después, el saldo podría aumentar para Kiev, aunque el cerrojazo informativo impide conocer el control exacto en tiempo real.

La guerra en Kursk poco tiene que ver con las trincheras y posiciones fijas del Donbás. El terreno es desconocido y los soldados de ambos ejércitos temen emboscadas en cada avance. El control de estas zonas rurales extensas es relativo y cambia de manos por momentos. La escasez de hombres y la dificultad para proteger un frente tan amplio convierten la región en un campo de batalla incierto. Hay problemas de comunicación. Según el Centre for Defence Strategies (CDS), un think tank ucraniano especializado en seguridad, entre 35.000 y 40.000 soldados rusos han sido desplegados en la zona.

Valentina no sabe nada de estrategia militar. Y tampoco le importa. Hace días que no tiene luz, y cada vez que sale de casa ve “coches grandes” en la carretera que parte su pueblo en dos. Las nubes de polvo descubren en la distancia lo que la vegetación esconde. Cuando los disparos se intensifican y ruge la artillería, Valentina hojea un pequeño álbum rosa con los recuerdos de su vida. Fotos con su difunto marido, fotos con los difuntos vecinos, fotos con su difunta familia de Moscú y fotos con su difunto perro. Pero Valentina está viva y hoy tiene ganas de celebrarlo. Valentina quiere más chupitos.

placeholder Coches destruidos en la frontera con Kursk. (Fermín Torrano)
Coches destruidos en la frontera con Kursk. (Fermín Torrano)

"Un trago más y te marchas, ¿vale?", sonríe agarrando la botella que ella misma elaboró. "¿Seguro que no quieres llevarte una sandía? ¿Y queso?", insiste. A su lado, Leonid y Liliya se ponen las botas. Son dos vecinos más jóvenes pero con pocos dientes, que la ayudan con su huerta y sus animales. Comen, beben y bromean juntos. La fiesta termina al abrir la puerta azul del patio.

placeholder Valentina y sus dos vecinos. (Fermín Torrano)
Valentina y sus dos vecinos. (Fermín Torrano)

"¡Un dron! ¡Es un dron!", grita Valentina levantando la vista al cielo. El zumbido de la aeronave la petrifica. Sus ojos azules se inundan de miedo. La semana pasada estuvo a punto de morir. La metralla destrozó su ventana, atravesó la pared de la cocina e impactó en el tapiz de su habitación, encima de su cama. Valentina tuvo suerte, estaba en el salón. "He puesto un jersey oscuro y una cartulina con gatos para tapar el agujero. No se nota, ¿verdad?", dice, con una sonrisa de nuevo. No fue el único ataque.

En las inmediaciones de su casa hay agujeros de bombas aéreas rusas. Muescas de proyectiles de 152mm y cohetes Grad que no acertaron a frenar a las tropas de Kiev. Ninguna de estas le asusta tanto como un dron sobrevolando el cielo.

Esperando al plan de Kiev

Los vídeos de aeronaves filtrados con días de retraso son una de las pocas fuentes información contrastables para conocer mejor qué sucede en el interior de Rusia. Y en este inicio de mes han ocurrido muchas cosas. Algunos analistas criticaron la incursión en agosto y la enterraron en septiembre. Otros dieron por bueno un contraataque de Moscú que ya parece haberse ralentizado. Lo único claro, seis semanas después, es que nadie conoce el plan de Kiev ni su principal propósito. La incursión en Kursk ha logrado sacar tropas del resto de frentes, levantar la moral de una Ucrania exhausta y reactivar los intercambios de prisioneros —con tres nuevos acuerdos, cuando apenas sumaban dos en todo 2024—.

placeholder Valentina esconde con un papel de flores el agujero de un bombardeo. (F.T.)
Valentina esconde con un papel de flores el agujero de un bombardeo. (F.T.)

"Un [nuevo] grupo de miles de reclutas rusos corre el riesgo de ser rodeado", anunció el grupo Khorne, que apuntala desde el aire los avances en el interior de Rusia. El número exacto se desconoce. Las nuevas brechas ucranianas (en los pueblos de Medvezh'e, más al este, y Tetkino y Veseloe, hacia el oeste) a 30 kilómetros de la principal, empujan a las tropas de Moscú desde el suroeste hacia el río Seym mientras otras brigadas ucranianas espolean desde el este. Los bombardeos a puentes militares móviles agravan la situación para las tropas de Putin. Si Kiev logra conquistar ese terreno, no solo ampliará su control en el sur de la región, sino que obtendrá una importante barrera natural dentro de Rusia.

placeholder El album de fotos de Valentina. (Fermín Torrano)
El album de fotos de Valentina. (Fermín Torrano)

"Llevamos cinco días viendo pasar Leopards y Bradleys", apunta Leonid, sacando agua de un pozo en Pavlivka. La presencia de estos blindados estadounidenses en dirección a Kursk no se ha visto, aunque el grupo Khorne sí ha compartido vídeos de columnas avanzando sobre el territorio ruso. Y se aprecia abundante material occidental, incluidos tanques alemanes, máquinas de desminado o vehículos suecos CV-90. Para frenarlos, elementos de tres brigadas de paracaidistas rusas pelean alrededor de aldeas como Novy Put y Veseloe, según el Instituto para el Estudio de la Guerra.

Como sucede en el juego del topo y la maza, cuando Moscú intenta tapar el agujero en el norte, la amenaza surge en el sur. Y cuando la atención vira al sur, las fuerzas armadas ucranianas penetran más al oeste. Así sucedió la pequeña aldea de Tetkino. Y podríamos verlo a mayor escala en todo el país. Para frenarlo, el Kremlin multiplica los bombardeos en suelo ruso. También sobre los pueblos fronterizos de Sumy. Pero no es suficiente. Putin necesitará más hombres y cambiar sus planes si aspira a recuperar su propio territorio. Bien lo saben los habitantes de Pavlivka.

Leonid, Aleksandr y Liudmila intentan despedirse junto a la carretera, pero un silbido corta el aire. Sus miradas se cruzan, el miedo regresa. El segundo proyectil obliga a buscar refugio y el tercero a reptar por el suelo. Que Ucrania recupere la iniciativa no termina con peligros ni problemas, pero plantea una pregunta: ¿está el Ejército ruso preparado para correr de un lado a otro en un frente de guerra que no deja de crecer tras un año de ofensiva?

Valentina quiere seguir bebiendo chupitos de horilka (vodka) a las tres de la tarde. Tiene 83 años, dos dientes de plata y una casa grande en un pueblo semiabandonado. Pavlivka es tan pequeño que las bombas han dejado pocas viviendas intactas. Pavlivka es uno de los caminos por los que columnas de blindados ucranianos avanzan hacia Kursk. Pavlivka descansa a tres kilómetros de Rusia.

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