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Kamala Harris logra poner contra las cuerdas a Donald Trump en un bronco debate electoral
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Duró 105 minutos en total

Kamala Harris logra poner contra las cuerdas a Donald Trump en un bronco debate electoral

El expresidente republicano estuvo a la defensiva en un debate similar a los de los últimos años: broncos, incómodos, con pocas cortesías

Foto: Donald Trump y Kamala Harris durante el debate presidencial. (EFE/EPA/Demetrius Freeman/Pool)
Donald Trump y Kamala Harris durante el debate presidencial. (EFE/EPA/Demetrius Freeman/Pool)
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Pocas veces las apuestas han sido tan altas en un debate presidencial, con el electorado diametralmente dividido y una oportunidad de oro para definir la recta final de esta campaña frente a decenas de millones de televidentes. Sobre todo para Kamala Harris, una candidata que sólo lleva mes y medio a la cabeza del ticket, que necesitaba brillar y definir su borroso perfil político, y que salió anoche a sacar de sus casillas a su adversario. Parece que, en parte, lo consiguió. Trump estuvo a la defensiva en un debate similar a los de los últimos años: broncos, incómodos, con pocas cortesías más allá del apretón de manos por iniciativa de Harris.

“La superviviente de un crimen de violación a su cuerpo no tiene el derecho de tomar una decisión sobre qué es lo próximo que le pasará a su cuerpo. Esto es inmoral”, dijo Kamala Harris al principio, capitalizando uno de los temas que más moviliza al electorado: el aborto. Uno de los factores que explican la notable brecha de género que reflejan las encuestas: el 56% de las mujeres dicen que votarán a Harris, frente al 41% que afirma que lo hará por Trump.

“Acabaremos en la Tercera Guerra Mundial”, dijo en otro bloque el magnate republicano, y definió la situación internacional como un paisaje de caos: desde la guerra en Ucrania a la retirada de Afganistán, pasando por la guerra de Gaza. Conflictos de los que culpó directamente al presidente Joe Biden y a Kamala Harris.

Las embestidas se dieron por toda la lista de temas: el aborto, la economía, la geopolítica, la inmigración, la raza, el derecho a portar armas y, por supuesto, la gestión de Joe Biden. Un político impopular con el que Harris ha tratado de poner distancia, pese a que la agenda que ha presentado es muy similar a la de Biden, de quien lleva siendo número dos más de dos años y medio. “Ella es Biden. La peor inflación que jamás hemos tenido. Una economía horrible”, declaró Donald Trump. Harris respondió. “No soy Joe Biden y desde luego no soy Donald Trump. Lo que ofrezco es una nueva generación de liderazgo para nuestro país”.

Foto: Kamala Harris en la Convención Demócrata en Chicago. (Reuters/Kevin Lamarque)

El debate duró 105 minutos en total, de los cuales Trump habló un poco más: 43 minutos. Cinco más que Kamala Harris. La demócrata, en cambio, dedicó una mayor proporción de su tiempo a atacar, según The New York Times. 17 de los 37 minutos.

Otro detalle del debate fue el formato: sin público y con micros cerrados fuera de las intervenciones. Los presentadores de ABC News, David Muir y Lindsey Davis, ejercieron las labores de verificación: con Donald Trump. Los periodistas aclararon que los índices de criminalidad en EEUU no están disparados y que los inmigrantes haitianos de la ciudad de Springfield no están comiéndose las mascotas de la gente, en referencia a un bulo que diseminan los republicanos en los últimos días.

Esta actitud atenta de Muir y Davis dio munición a Trump y a su equipo, que acusaron a la cadena organizadora del debate de ir en contra del republicano. Una frase que se repitió en el posdebate por los círculos conservadores fue esta: tres contra uno.

Cuando Trump hablaba, Harris lo miraba como quien mira a un cómico borracho dando tumbos por una calle. A veces sonreía o soltaba media carcajada, algo que Donald Trump ha reconocido detestar con todas sus fuerzas. La candidata demócrata se había estudiado minuciosamente, durante los cinco días en que preparó el debate encerrada en un hotel de Pittsburgh, con un escenario similar al del debate y hasta un trasunto de Donald Trump, las maneras de atacar al magnate. Y durante la hora y 45 minutos que duró el encuentro fue lanzando sus ataques.

Foto: La vicepresidenta de EEUU, Kamala Harris. (Reuters/Kevin Mohatt)

Una encuesta de Sienna College y The New York Times reflejaba hace días que el 28% de los norteamericanos no creía conocer realmente a Harris. Un déficit que la candidata intentó solventar en el debate retratándose de moderada, pese a haber defendido posturas progresistas en 2019 y en 2020 en cuestiones referentes a la sanidad pública universal, la prohibición del fracking, que ya no defiende, o las medidas referentes a la inmigración y el orden público.

Trump, en cambio, apenas la miraba. Después de pasar a la defensiva la mayor parte del encuentro, recuperó un poco de pie al final y cerró su alocución preguntando a Harris por qué no había hecho todas esas cosas maravillosas que promete estando en el poder y ligándola, una vez más, al peso muerto político que representa Biden.

Los aliados de Harris saltaron a defenderla en el posdebate, ese momento clave en el que los portavoces políticos intentan definir las percepciones de los periodistas y de la opinión pública. Resaltó el estratégico apoyo de Taylor Swift, una de las cantantes más seguidas de Estados Unidos, a Harris, manifestado poco después del encuentro.

Para el 47% de los norteamericanos, Harris ganó el debate, frente al 45% que piensa que venció Trump

Pese al más organizado desempeño de Harris, la ventaja general en estas elecciones no está de su lado. En 2016, Hillary Clinton sacaba tres puntos de ventaja en las encuestas a Donald Trump, y perdió las elecciones. En 2020, Joe Biden estaba muy por delante de Trump, unos siete puntos, pero ganó por márgenes muy exiguos en los estados clave. En la última encuesta nacional Donald Trump está por delante de Kamala Harris. Sólo dos puntos, pero esos dos puntos cuentan más de lo que parece: los demócratas calculan que, para ganar los delegados del Colegio Electoral, necesitan llevarse al menos un 3% de ventaja en el voto popular.

Además, Trump es técnicamente más popular ahora que en 2016 y en 2020. Sólo un poco más: un 46%. En el techo del apoyo que ha tenido desde que entró en política. Pero suficiente como para confirmar que, en los Estados Unidos contemporáneos, los espacios políticos son compartimentos estancos.

Una encuesta exprés de ABC News a nivel nacional refleja que, para el 47% de los norteamericanos, Harris ganó el debate, frente al 45% que piensa que venció Trump. Pero quizás la actuación de Harris fue más dirigida a su partido, el demócrata, donde, pese a la sofisticada operación para vender a la candidata como el brillante futuro de la nación, había dudas sobre su soltura y su competencia. Había celebración en los círculos progresistas anoche. La campaña de Harris dijo querer un segundo debate que podría celebrarse en octubre. Trump sugirió que con uno bastaba.

Pocas veces las apuestas han sido tan altas en un debate presidencial, con el electorado diametralmente dividido y una oportunidad de oro para definir la recta final de esta campaña frente a decenas de millones de televidentes. Sobre todo para Kamala Harris, una candidata que sólo lleva mes y medio a la cabeza del ticket, que necesitaba brillar y definir su borroso perfil político, y que salió anoche a sacar de sus casillas a su adversario. Parece que, en parte, lo consiguió. Trump estuvo a la defensiva en un debate similar a los de los últimos años: broncos, incómodos, con pocas cortesías más allá del apretón de manos por iniciativa de Harris.

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