Los refugiados ucranianos siguen llegando a España: "Para mí, son dos años de paréntesis"
La invasión de Putin desató una de las crisis de desplazados más fuertes de las últimas décadas en Europa. Nuestro país acoge a miles de refugiados que huyen del horror de la guerra
Los hay más jóvenes, como Aleksandr*, que llegó a España hace dos años: "Pensábamos que todo acabaría en unos días o semanas", y más mayores, como la abuela de Anastasiya E. P., que vino hace unos meses: "Mi madre fue a buscarla en mayo". Los refugiados de la guerra de Ucrania siguen llegando en un goteo constante, a pesar de que ahora estén apartados del foco mediático, desde aquel 24 de febrero de 2022, hace casi dos años y medio.
En marzo de aquel año, la Unión Europea habilitaba los mecanismos de protección temporal para los refugiados procedentes de Ucrania, que en la actualidad están prorrogados hasta 2026, tal y como anunció la UE el pasado junio. "Quienes huyeron de la agresión de Rusia pueden seguir contando con nuestra solidaridad", decía en un comunicado Nicole de Moor, secretaria de Estado de Asilo y Migración de Bélgica, país que por aquel entonces ocupaba la Presidencia del Consejo de la UE.
Con esta medida se buscaba dar una respuesta conjunta, rápida y eficiente para los refugiados ucranianos, otorgándoles permisos de trabajo, residencia y acceso a ayudas sociales, entre otras cosas. Actualmente, suman casi siete millones de personas desplazadas por todo el mundo según ACNUR, estando la mayoría en Europa.
España no tardó en cumplir la directriz supranacional de la Unión Europea, llegando hasta el día de hoy, donde en nuestro país se encuentran 207.155 refugiados ucranianos a fecha de 30 de junio, bajo el paraguas de la protección temporal y otros 2.500 con protección internacional, según el Observatorio Permanente de la Inmigración (OPI). Muchos de ellos han pasado por los CREADE (Centros de Recepción, Atención y Derivación) que se habilitaron en Madrid, Barcelona, Málaga y Alicante, así como otros puntos de recepción a lo largo del país. Estos son gestionados por varios actores, desde el propio Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, hasta varias ONG como Cruz Roja, CEAR o Accem.
Aleksandr (*nombre ficticio para preservar el anonimato, a petición del refugiado) fue uno de aquellos ucranianos que, con el estallido de la guerra, decidió irse de Ucrania. Lo hizo acompañado de su mujer y su hija menor de edad. "Como mucha gente, pensábamos que todo acabaría en unos días o semanas", cuenta a este diario.
Él y su familia llegaron a España en agosto de 2022, desde la capital, Kiev, después de estar tres meses en Polonia y otros tres en Croacia. Tomaron esta decisión cuando un amigo suyo que estaba ya en España les recomendó venir y les ofreció ayuda. A pesar de llevar aquí dos años, explica cómo siente que ha hecho "una pausa" en su vida y "un viaje muy largo". "Sé que debería aceptar la nueva vida y seguir, pero es difícil", expresa Aleksandr.
"Siento que he hecho una pausa en mi vida y un viaje muy largo"
Cuenta cómo la vida aquí les resulta complicada, con problemas para el acceso a la vivienda y para aprender el castellano, aunque ahora han podido asentarse en el sur del país. Durante su estancia aquí, ni Aleksandr ni su familia relatan episodios de xenofobia o derivados y habla de una buena acogida: "La gente es, sobre todo, amable y abierta. No porque seamos refugiados, sino porque son así con todo el mundo", lo cual agradece. "España hizo todo lo que pudo", explica.
Un caso distinto fue el de Anastasiya E. P., que relata a El Confidencial cómo su abuela llegó a España hace solo tres meses. Ella y su madre ya estaban viviendo en nuestro país años antes de que estallase la guerra, en una pequeña localidad gallega de la provincia de Pontevedra llamada Lalín.
Desde allí, intentaron mediar con su abuela para convencerla y traerla a nuestro país. Incluso en febrero de este año, fueron a Ucrania para visitarla e intentar que volviese con ellas, debido también a su estado de salud, pero sus esfuerzos no dieron frutos. No fue hasta unos meses después cuando la anciana cedió y vino a España, en un viaje "supertedioso", ya que su madre y su abuela tuvieron que esperar en la frontera con Polonia durante un largo tiempo, "cada vez ponen más problemas para cruzar", explica.
Una vez aquí, Anastasiya relata cómo su abuela pudo hacerse con la documentación pertinente y la tarjeta sanitaria para asistir a centros médicos, "porque tiene diabetes y lo necesita". Precisamente, uno de los tratamientos que escasean desde el inicio de la invasión rusa es la insulina.
No todo fueron buenas noticias cuando vino aquí, ya que la mujer de tercera edad debió de hacer frente a varios problemas cuando llegó. Las ayudas económicas le fueron denegadas por no cumplir con los requisitos y el proceso de adaptación a España no fue bueno. "Es un choque cultural muy fuerte para una persona tan mayor: no sabe el idioma, el estilo de vida es superdiferente…", cuenta Anastasiya. Esta situación ha hecho que la anciana se llegase incluso a replantear su estancia en el país.
Según Francisco Cansino, coordinador del CEAR (Comisión Española de Ayuda al Refugiado) en Andalucía Oriental, el colectivo de refugiados ucranianos de la tercera edad –que en la actualidad abarca a unas 15.000 personas según los últimos datos del OPI– es de los más vulnerables: "El más complicado es el de las personas más mayores, puesto que vamos a poder trabajar muy poco con ellos a nivel de inclusión".
Yolanda Mínguez, de la asociación "Voluntarios por Ucrania" de Madrid, los cita también como "especialmente vulnerables". En su agrupación tienen casos de ancianas que vinieron solas y relata cómo "es mucho más duro para ellas", entre otras cosas, por las dificultades para aprender el idioma. Otro colectivo que les preocupa es el de las mujeres que vienen con niños, la mayoría de casos.
Los CREADE y los voluntarios siguen trabajando
En marzo de 2022, España habilitó varios CREADE para dar respuesta a la primera atención y recepción de refugiados ucranianos. En ellos trabajan, además del Ministerio de migraciones, varias ONG. Por ejemplo, en el de Barcelona y Alicante está la Cruz Roja y en el de Málaga el CEAR y todos recibieron refugiados en mayor o menor medida desde el inicio de la invasión rusa.
"La acogida de las personas desplazadas por la crisis de Ucrania ha supuesto un reto muy importante para todo nuestro país. Sobre todo los primeros meses, donde una afluencia masiva de personas buscaban protección temporal aquí", explica Cristina Domínguez, del área de Migraciones de Cruz Roja y encargada de personas refugiadas y solicitantes de protección.
Francisco Cansino también lo recuerda: "El arranque fue muy complicado, empezaron a llegar de golpe y al principio hubo mucho descontrol. La gente nos avisaba con un par de horas de antelación y decían: Oye, vamos en un autobús con 40 personas y vamos a llegar a Málaga ya. Había que dar respuesta a todo eso".
Domínguez explica a este diario cómo en el pico más alto de la crisis que generó la invasión rusa prestaron alojamiento a casi 17.000 personas que huían del horror de la guerra. La situación se fue "estabilizando" y la apertura de los CREADE ayudó a ello, "empezamos a recibir personas de una manera más estable y con más previsión", señala el coordinador del CEAR. Solo por el centro de Málaga, han atendido desde 2022 a más de 22.064 ucranianos, esto es, cerca de 170 personas cada semana desde que empezó el conflicto.
A pesar de que a día de hoy la cantidad de refugiados ucranianos que llega a España es menor que antes, tanto el CEAR como Cruz Roja coinciden en que actualmente siguen atendiendo a personas. Cristina Domínguez afirma que entre todos los lugares de España en los que está presente Cruz Roja para atender a refugiados de Ucrania –tanto los CREADE de Barcelona y Alicante, como en otros puntos de 14 provincias–, en lo que va de año han atendido a 8.000 personas y a lo largo de todo el conflicto (desde 2022) atendieron a casi 140.000 ucranianos.
La asociación madrileña de "Voluntarios por Ucrania", situada en la calle Azcona 53, lleva en funcionamiento "desde el inicio" del conflicto, señala Yolanda Mínguez. Se encargan de dar apoyo a los refugiados que ya están en España, sobre todo en la Comunidad de Madrid.
Entre otras cosas, ofrecen a los refugiados distintas ayudas para aprender el idioma, para que los niños tengan material escolar, proporcionan ropa, alimentos, muebles y todo tipo de facilidades para las familias.
Al igual que en los CREADE, "siguen llegando refugiados ucranianos". En lo que va de 2024 pasaron por la asociación 114 familias, "lo que ocurre es que la mayoría de la gente en la calle no se lo imagina", explica Mínguez. Otro punto que cuenta es que las asociaciones parecen estar yendo a menos "varias refugiadas me comentaban que han cerrado muchas asociaciones", algo que contrasta con el principio cuando "irrumpieron muchas asociaciones de ayuda".
"Siguen llegando ucranianos, lo que ocurre es que la mayoría de la gente en la calle no se lo imagina"
Sobre la adaptación a España, tanto desde el CEAR como desde Cruz Roja, detectaron un patrón similar en los perfiles de refugiados y es que, sobre todo al principio, pensaban que estarían de forma temporal y que pronto podrían volver a Ucrania (como en el caso de Aleksandr).
Esto afecta a la inclusión y adaptación en el país con cierto impacto negativo para los ucranianos, tanto a nivel de su salud mental como para el día a día. La situación fue cambiando con el tiempo, al ver que el conflicto se alargaba, los refugiados iban involucrándose más en la búsqueda de empleo y en aprender el idioma.
Hubo también puntos positivos, desde el CEAR citan la "gran comunidad ucraniana" que había antes de la guerra asentada en España y que facilitó la adaptación de los refugiados. Desde Cruz Roja que se tratasen de perfiles con gran formación, mejorando así sus perspectivas de integración e inclusión en el mercado laboral.
Incertidumbre para el resto de solicitantes de protección
La experiencia en los CREADE con la coordinación entre varios actores (ONG, organismos gubernamentales…) ha supuesto "una lección muy positiva" de cara a la gestión de la crisis de refugiados. "Creo que ha funcionado muy bien y bueno, ojalá pudiera extenderse el modelo para otras crisis y otros perfiles y no solamente a personas ucranianas", explica Cristina Domínguez.
"Parece que no huían personas de una guerra desde la invasión de Ucrania", sentencia Francisco Cansino. El coordinador de CEAR en Andalucía Oriental explica que en España se reciben personas huyendo "de las mismas atrocidades" desde hace mucho tiempo, pero en el caso ucraniano "la población se ha identificado más con el problema".
Él no dice que no haya que sensibilizar, "de hecho estamos totalmente sensibilizados, pero creemos que no se deben olvidar otras guerras". Lo cual se tradujo en cierta prioridad y en "resoluciones instantáneas" de las solicitudes de protección en el caso ucraniano.
En este sentido, Domínguez también comenta que lo adecuado sería que este modelo se extendiese a otras crisis y perfiles, además del ucraniano. Algo que podría no estar tan lejos: "Me consta que es un poco la planificación que tiene en la cabeza el Gobierno", debido a esta experiencia exitosa. "Habrá que ver si al final es así o no", concluye.
Los hay más jóvenes, como Aleksandr*, que llegó a España hace dos años: "Pensábamos que todo acabaría en unos días o semanas", y más mayores, como la abuela de Anastasiya E. P., que vino hace unos meses: "Mi madre fue a buscarla en mayo". Los refugiados de la guerra de Ucrania siguen llegando en un goteo constante, a pesar de que ahora estén apartados del foco mediático, desde aquel 24 de febrero de 2022, hace casi dos años y medio.
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