El peor momento del último siglo para ser niño en Cuba es hoy: "La indigencia es palpable"
La peor crisis socioeconómica en la historia de la isla pasa una factura más cara a los niños, obligados a trabajar y sin disponer de medicamentos, servicios de salud o comida
Un niño sostiene las riendas de un poni en el bulevar habanero de San Rafael y le explica a otro cuánto le cobra por dar un paseo. Una niña recolecta agua junto a su familia en Centro Habana para llevarla hacia su casa. Otros menores venden aguacates y verduras en carretillas por las calles de La Habana, Santiago de Cuba, Sancti Spíritus o cualquier otro rincón donde llega la pobreza. Un niño de siete años no asiste a la escuela en un poblado rural de Matanzas porque no tiene pan para desayunar.
Estas son las postales de la Cuba de hoy, empujada a la subsistencia hasta por sus habitantes más pequeños y vulnerables, quienes pagan la factura más grave del severo deterioro económico de la isla. El empeoramiento de las carencias materiales golpean el bienestar físico y mental de los menores de edad, que cada vez más salen a buscar dinero en las calles, donde además ha aumentado la inseguridad. El sistema educativo y sanitario están depauperados, no hay suficientes alimentos, y se han llegado a reportar casos de indigencia infantil.
Esto pesa más si se tiene en cuenta el contexto demográfico cubano: en 2023 se reportó la menor cantidad de nacimientos de las últimas seis décadas. Mientras decrece el número de niños, aumenta el de ancianos; el envejecimiento poblacional en la isla es uno de los más graves de Latinoamérica. Ahora mismo ni siquiera se sabe cuántos niños o menores de edad hay en Cuba, porque los últimos datos oficiales son de un censo de 2012 (el 21% de la población era menor de edad).
Aumentan los casos de niños y adolescentes cubanos que trabajan
El fotorreportero cubano Marcel Villa retrata las escenas de niños ganándose la vida en la capital: "Ahora mismo, sobre todo esta zona más marginal", los barrios de Centro Habana y Habana Vieja, "está llena de menores trabajando. Generalmente hacen cosas como vender aguacates u otros productos del campo". Dos fotografías realizadas por Villa para El Confidencial captan al menos tres menores de edad vendiendo alimentos en las calles de Centro Habana. Se trata de adolescentes que utilizan carretillas para moverse por la ciudad como vendedores ambulantes, algo poco habitual años atrás. Otra imagen muestra a un menor alquilando un poni a otros niños en el céntrico boulevard de San Rafael. El niño con el gorro rojo le cobraba a otros para que dieran una vuelta sobre el poni por el paseo comercial habanero.
Existen casos en los que los menores trabajan indirectamente, porque deben acompañar a sus padres en la búsqueda del sustento. Kendra Pineda, una madre cubana de 37 años, dijo a El Confidencial que solía ganarse la vida por la calle acompañada de su hijo: "Mi trabajo es cantar en el Malecón (de La Habana) a los transeúntes y me sentía muy nerviosa y estresada. Tenía que ir con el niño hasta el Malecón y regresar tarde en la noche con él. Hace ya un año y medio que mi hijo está sin mí (en el orfanato), y sigo cantando en el mismo Malecón".
El fenómeno de menores trabajando puede apreciarse también en otras ciudades del país. A mediados de junio, el periódico oficial de la provincia de Santiago de Cuba reconoció que "en la actualidad existen algunos casos (de niños que trabajan)", y mostró el ejemplo de "Luis", quien vende pan con solo 11 años y "no llega a tiempo a las clases del sexto grado que cursa". Hace pocos días, el Ministerio del Interior (MININT) aseguró que en Cienfuegos también "algunos (niños) se están dedicando a vender diferentes productos" por las calles.
El periodista independiente José Luis Tan Estrada, consultado para este reportaje, añadió: "En Camagüey he visto a varios menores trabajando y en Cuba ahora es algo normal, ya que los muchachos, sobre todo adolescentes, trabajan fundamentalmente en quioscos y pequeñas empresas". Lo que es común en otros países de América Latina es ahora una nueva realidad para Cuba. Durante décadas, el régimen se preció de blindar el bienestar de los menores dentro de su sistema comunista, pero ahora la realidad es otra.
Durante décadas, el régimen se preció de blindar a los menores dentro de su sistema comunista
La Constitución cubana, en su Artículo 66, prohíbe el trabajo de niñas, niños y adolescentes. Además, la Isla forma parte de varios acuerdos internacionales que condenan el trabajo infantil. Sin embargo, también se han reportado casos de menores indigentes. En enero de 2024, varios medios independientes expusieron a algunos niños deambulando por las calles de ciudades como Holguín (al oriente de la isla) o La Habana “en busca de comida, ropa o limosnas para sobrevivir".
Otra fotografía hecha recientemente por Villa captó a tres menores tratando de convencer a un portero del Hotel Parque Central para que los dejara entrar. Querían tener acceso a los turistas y a las monedas, ropas o golosinas que les pudieran regalar. En Centro Habana, Villa fotografió a otro niño pidiendo dinero a las afueras de un restaurante. Cerca de una ventana del local, el pequeño hacía ademanes para llamar la atención de los comensales.
"La indigencia es palpable", explica a El Confidencial la socióloga Helen Ochoa Calvo, residente en la ciudad de Cienfuegos, en la costa sur de Cuba. La experta asocia las causas de este fenómeno a "las condiciones surgidas después de la pandemia de covid-19 y al reordenamiento económico emprendido por el Gobierno de Miguel Díaz-Canel".
Las zonas rurales son aún más afectadas por la crisis
Las carencias y necesidades golpean a la gran mayoría de los cubanos, pero se ceba con la población infantil. Hacia el interior de la Isla, esa desventaja se acrecienta e impacta con más fuerza en los menores.
El Confidencial conversó con Robert Herrera, un joven de 30 años residente en Banagüises, una localidad rural del municipio Colón en la provincia de Matanzas. Este campesino enfrenta serias dificultades para mantener a sus tres hijos pequeños: "El tema del transporte es algo que está pésimo. La guagua que entraba aquí la suspendieron ahora en las vacaciones. Cuando he tenido que ir de urgencia al hospital con un niño me ha llevado mi padrastro en el auto que él maneja".
"El campo cubano y sus habitantes están totalmente abandonados"
Ochoa alerta de lo retadores que resultan estos escenarios con una economía esencialmente agrícola: "La escasez de médicos y la falta de adecuados servicios de salud son problemas que golpean a toda la isla, pero en las zonas rurales el desastre es ya a niveles inimaginables. El campo cubano y sus habitantes están totalmente abandonados por parte del Gobierno cubano. A la crisis alimentaria, energética o de salubridad, se suma el mal estado de las carreteras que van hacia las zonas más alejadas de las ciudades. Esto agrava el nivel de inseguridad y empeora la calidad de vida de la población, sobre todo niños, y provoca hasta tristes desenlaces".
La socióloga se refiere a los múltiples casos de cubanos que han fallecido después de esperar horas para recibir atención médica especializada. A finales de marzo de 2022, por ejemplo, una niña de seis años murió en el municipio Mella de la provincia de Santiago de Cuba porque no hubo una ambulancia que la asistiera después de estar tres horas convulsionando.
El sistema sanitario no garantiza la asistencia
Como ha trascendido en los últimos años y ratifica Ochoa, las instituciones de salud cubanas carecen de los insumos y servicios elementales para la atención, el diagnóstico y la intervención. No hay médicos ni medicinas. "Esa es una realidad de la que no escapan los niños", alerta la socióloga.
El colapso de la sanidad cubana, otrora bandera del discurso tradicional oficialista, ha provocado protestas públicas de algunos padres en las inmediaciones de la sede del Ministerio de Salud Pública. Otros padres han pedido visas humanitarias para atender en el extranjero a sus hijos. Algunos niños han fallecido esperando esas visas.
Cuando los niños de Herrera se enferman, tiene que "comprarlo todo por la calle al precio que sea a los particulares (contrabandistas)".
Tampoco hay ambulancias. En caso de urgencia, el transporte es "lo que aparezca"
La hija de dos años de Andrielis Guerrero, cubana de 21 años residente en la ciudad de Las Tunas, al oriente de la isla, ha enfrentado una situación similar. Esta madre asegura que lo único que puede hacer en ocasiones es seguir los consejos de los ancianos: "remedios caseros y cocimientos de hierba". La joven dice que "no hay medicamentos en ningún lugar".
Tampoco hay ambulancias. En caso de urgencia, el transporte es "lo que aparezca" y hay que llevar la "javita" (regalo) al médico, cuenta un padre habanero que ofreció su testimonio a este diario bajo condición de anonimato.
Roma, una niña de un año y medio residente en Cárdenas, provincia de Matanzas, suele enfermarse. El padre, Rolando Vázquez, detalla cómo se obtienen los fármacos en Cuba: "Cuando mi hija ha enfermado hemos buscado los medicamentos en redes sociales o aplicaciones como Telegram. Ahí hay grupos de compra y venta de medicamentos importados. Ahora casi nunca hay nada en las farmacias. Las filas de personas son bastante grandes, por lo que ahí ni voy. Lo negativo de estos medicamentos que venden en redes sociales es que quizás se producen sin muchos requisitos de calidad".
"Cuando mi hija ha enfermado hemos buscado los medicamentos en redes sociales o aplicaciones como Telegram"
La escasez de medicamentos también puede influir de otras formas en el entorno de los menores. Pineda, la madre habanera que no puede vivir con sus dos hijos, explica: "El motivo principal por el que mi niño terminó en el orfanato fue que me descompensé al no tener los medicamentos, porque no había para comprarlos. Ahora no hay la inyección que yo necesito y me quedan dos nada más".
En 2023, un estudio de la encuestadora independiente Cubadata arrojó que el 55,8% de los consultados, cubanos residentes en la Isla, calificó de "imposible" el acceso a medicamentos. Otro bosquejo de esa misma entidad arrojó que a un 82,5% de los entrevistados le preocupa la falta de alimentos en el país. Esa encuesta de seguridad alimentaria determinó que en el 70,8% de los hogares datados alguien comía menos o se saltaba comidas.
La escasez de alimentos debilita a los niños
Las dificultades para conseguir comida en Cuba pueden ser incluso mayores que para hallar medicamentos. El hijo menor de Pineda vive en el orfanato porque, además de la enfermedad de su madre, allí al menos "le garantizan las comidas", reconoce ella. Con sus ingresos no puede permitirse alimentarlo: "El Estado me da una ayuda de 1.500 pesos mensuales (4,5 euros), pero me compro un paquete de pollo y se acaba todo".
A principios de junio de 2024, Cuba fue incluida por primera vez en el Informe sobre Nutrición Infantil que realiza el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF). Ese documento precisa que el 9% de la población infantil de la isla sufre "pobreza alimentaria grave". Según los procedimientos seguidos por la UNICEF, esto quiere decir que esos menores cubanos solo cubren hasta dos de los ocho grupos de alimentos considerados necesarios para una vida sana.
El informe de la UNICEF incluye a 12 países latinoamericanos y, de esos, Cuba es el sexto con peor índice. En la región, solo Haití (32%), Surinam (23%), Ecuador (23%), Guyana (20%) y Honduras (10%) presentan más pobreza alimentaria infantil que Cuba.
Para indagar en las consecuencias que pueda traer este panorama en los niños, El Confidencial consultó a Aurora García Morey, una doctora en Ciencias Psicológicas y profesora de la Universidad de La Habana que se ha especializado en psicología infantil: "Si en el entorno de los niños hay tensiones, migraciones y escaseces, la falta de una buena alimentación también provoca la falta de un fortalecimiento adecuado físico y mental. Está claro que en cualquier hogar donde haya grandes problemas económicos para el acceso a las necesidades básicas, tiene que haber una afectación para los menores".
Guerrero, la madre de Las Tunas, explica las complejidades que le supone dar de comer a su hija: "Garantizar la alimentación para uno mismo, que es un adulto, es difícil, así que imagínate para un niño. Antes mi esposo era el que trabajaba y buscaba el alimento de la casa", explica. El pasado mes de marzo, el MININT lo encarceló por hacer una publicación en Facebook. "Ahora tengo que planificarme para que a la niña no le falte el desayuno y las meriendas”, añade la madre.
El habanero que habló bajo anonimato con este diario tiene un hijo de nueve años que cursa el cuarto grado. Gracias a su taller de bicicletas puede cubrir los gastos escolares y los entrenamientos de fútbol del niño: "Yo trato siempre de que no llegue al extremo de faltar a la escuela por no contar con los recursos para asistir, pero sí he visto a muchos padres que se han visto en esa situación. Las condiciones de la escuela son malísimas en todos los sentidos: pobre alimentación, pésimo estado físico de las aulas, y faltan maestros".
La crisis también dificulta la educación de los niños
Este padre cuenta que muchos docentes se han marchado del país o se dedican a otras labores por las malas condiciones del sistema educativo. "Materiales tampoco hay", continúa. "Ahora mismo tuve que comprarle los cuadernos y el uniforme a los revendedores. Para el fútbol le compré una camiseta en 10.000 pesos", unos 27 euros al cambio. "La mamá le compró una pelota hace poco, pero es de las más baratas, esa le dura un mes. Hay que hacer sacrificios para que pueda seguir en el fútbol. Si no tiene tacos no lo dejan jugar, y él es el capitán del equipo, imagínate la presión".
"Me gusta mi escuela, pero las aulas no tienen pintura, las paredes están un poco rotas y yo quiero que eso cambie", dijo a El Confidencial con autorización de su padre el niño. Sus palabras evidencian cómo el deporte que practica también está permeado por la escasez: "Voy a cumplir diez años. Me gusta el fútbol. En las prácticas siempre hacemos pases y muchas cosas más. Nos gustaría tener camisetas personalizadas. Se diferencia un equipo del otro por la vista, porque la gente se conoce. No tenemos camisetas para identificarnos. Me gustaría tener un muñeco de algún futbolista".
Guerrero, la madre de Las Tunas, ahora se tiene que enfrentar al preescolar de su hija: "Ha sido super difícil encontrar las cosas imprescindibles como la mochila, los zapatos o simplemente los calcetines. En estos momentos todas esas cosas tienen precios demasiado excesivos y nos ha costado reunir el dinero para comprarlas".
"Se diferencia un equipo del otro por la vista, porque la gente se conoce. No tenemos camisetas para identificarnos"
El comercio minorista cubano, controlado en su mayoría por el Estado, que no es capaz de garantizar los productos básicos para la vida de la población, tiene una bajísima oferta de insumos como ropa y zapatos. De ahí que vestir y calzar adecuadamente a un niño en Cuba termine siendo una tarea titánica para muchos padres.
Herrera, el joven padre matancero, solo tiene al mayor de sus hijos en edad escolar, pero le preocupa que la crisis se mantenga o empeore cuando los otros dos comiencen a estudiar: "Los apagones son duros con los niños dentro de la casa. A veces nos pasamos la noche entera sin electricidad. Sin ventilación, el calor dificulta dormir. Se levantan muy cansados al otro día".
José Daniel a veces no puede ir a la escuela después de pasar la noche sin dormir por el calor y los mosquitos. Una semana el niño faltó varios días porque no había pan para el desayuno ni la merienda. Cuando no hay corriente tampoco pueden ver el televisor y no se pueden entretener ni siquiera con eso. "Como casi no tienen juguetes, ellos juegan a las canicas con coquitos pequeños de las palmeras. En estos meses de verano no he podido llevar a los niños a ningún lado. Tampoco hay lugares a donde pueda llevarlos. Un viaje a la playa cuesta cualquier cantidad de dinero. No he podido sacarlos ni podré, porque la cosa está dura", añade el padre.
Tampoco tienen pleno acceso al agua potable
Los medios propagandísticos del régimen no suelen exponer a familias como la de Herrera, y jamás hablan de pobreza para describir la situación que viven esos núcleos. La esposa de este campesino estuvo un año pidiendo una ayuda económica que el Gobierno debe garantizar a madres con tres o más hijos. Aunque ya está cobrando ese dinero, sigue sin recibir la vivienda digna que también deben entregarle. En la casa de esta familia no funciona el servicio de acueducto y los niños beben agua de un pequeño pozo artesanal que hay en el patio, potable o no.
Según un informe reciente del Observatorio Cubano de Auditoría Ciudadana, más del 67% de la población de la isla no recibe agua de manera diaria, y más de 475.000 cubanos reciben agua a través de camiones cisterna de manera permanente.
Una fotografía tomada por Villa hace poco en La Habana muestra a una niña pequeña recolectando agua de una toma en medio de la calle. La menor aparece sosteniendo una botella de plástico mientras el resto de su familia llena baldes de agua.
A García, psicóloga que se ha especializado en el trabajo con niños, le preocupa el impacto que genera en los menores un escenario como este: "Por lo general hay desviaciones de la conducta en menores con entornos en tensión. Pueden portarse mal, estar irritables, presentar problemas para dormir, inapetencia, problemas de socialización en la escuela. Cada familia es diferente y los síntomas variarán de una a otra".
Un informe reciente emitido por UNICEF señala que el 41,6% de los niños, niñas y adolescentes cubanos de uno a 14 años sufren algún método violento de disciplina. Como suele ocurrir en sociedades con crisis socioeconómicas enquistadas, la violencia en las calles y la inseguridad ciudadana han aumentado en Cuba en los últimos años. Así lo ha reconocido en julio de 2024 el propio Miguel Díaz-Canel ante el parlamento cubano.
García considera que ese incremento de la violencia alrededor de los menores forma parte de la actual crisis que atraviesa la isla: "En la medida en que se está viviendo una situación tensa desde el punto de vista social y económico, lógicamente eso puede tener un efecto en la violencia que padecen los niños en la familia, la escuela y el barrio, que son los tres entornos vinculados directamente con los menores".
La psicóloga alerta sobre las posibles consecuencias: "Si aumenta la violencia aparecen muchos síntomas. Pueden tener problemas con el comportamiento en el hogar, con otros niños en la escuela. Esos problemas pueden manifestarse en los hábitos alimentarios, de sueño-vigilia, de comportamiento o de expresión. La violencia puede hacer que los menores bajen el rendimiento escolar y sufran aislamiento. Los síntomas varían, pueden ser tan amplios como las alteraciones o psicopatologías que expresen".
La represión del régimen comunista también incluye a los niños
La hija de Guerrero ha sufrido mucho la ausencia de su padre, Víctor Manuel Hidalgo Cabrales, quien lleva más de cinco meses encarcelado en Las Tunas por haber realizado una publicación en Facebook contra el Gobierno. Su caso forma parte de la ola represiva desatada por el régimen contra la disidencia. "La niña no estaba en la casa el día que arrestaron a mi esposo, pero aún así ha repercutido mucho en ella. Ha tenido muchas pesadillas desde ese día. A veces, cuando nos sentamos en la mesa, me dice que sin su papá no quiere comer. Ella es muy apegada a él. Cada vez que lo ve le pregunta cuándo va para la casa con nosotras", explica Guerrero.
Como si representaran poco las penurias económicas, los niños y adolescentes cubanos están expuestos a que el Gobierno encarcele a sus padres o a ellos mismos. Más de 40 menores de edad fueron detenidos en Cuba a raíz de las protestas del 11 de julio de 2021.
"Ella está jugando a veces en la casa y de momento coge el teléfono de juguete para decir: "Papito ven, te extraño, ven para la casa ya"
En el caso de Asdrúbal Kindelán, un padre preso político de Santiago de Cuba, su encarcelamiento también ha afectado a sus tres hijos. Arlet Perera, la esposa de Kindelán y madre de su niña más pequeña, lo explica a El Confidencial: "Esto le ha sido a mi hija un poquito duro, porque la niña siempre dependía de su papá para dormir y estaban juntos siempre. Ella está jugando a veces en la casa y de momento coge el teléfono de juguete para decir: 'Papito ven, te extraño, ven para la casa ya'. Duele ver a una niña de dos años extrañando a su papá así. Duele cantidad".
García valora los efectos que puede provocar esa separación entre padres e hijos: "Siempre que hay una distancia, una separación, hay un daño y un impacto emocional. El niño se cría con esa ausencia y aparentemente puede tener un desarrollo perfectamente sano, pero puede reaccionar ante comentarios, preguntas o comparaciones que le hagan otros niños. En los casos de estos presos (políticos) hay otros tonos y consecuencias, porque ahí tú no puedes controlar ni la prensa ni el entorno y el niño está viendo que su papá pertenece a esas personas que están teniendo 'conductas negativas'".
Hugh Dieter Pupo Santana, un niño de 11 años hijo de un antiguo preso político de la provincia de Matanzas, enviaba conmovedoras cartas a su padre. En septiembre de 2023, seis meses antes de que su padre fuese excarcelado, el niño escribió: "Te extraño mucho. Todos preguntan por ti y dicen que seis meses no es nada, claro ellos no han visto lo triste y flaco que estás, ni cómo son tus días en ese infierno de lugar, no sé, pero para mí es una eternidad. Sueño que llegas a casa y me abrazas y me siento tan feliz, pero despierto y no estás".
Un niño sostiene las riendas de un poni en el bulevar habanero de San Rafael y le explica a otro cuánto le cobra por dar un paseo. Una niña recolecta agua junto a su familia en Centro Habana para llevarla hacia su casa. Otros menores venden aguacates y verduras en carretillas por las calles de La Habana, Santiago de Cuba, Sancti Spíritus o cualquier otro rincón donde llega la pobreza. Un niño de siete años no asiste a la escuela en un poblado rural de Matanzas porque no tiene pan para desayunar.
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