El peor verano de Cuba es un infierno: la crisis eléctrica ahoga y apaga la isla
La isla ha experimentado varios récords de temperatura en los últimos meses, combinados con humedad relativa de 90%
Ni un solo día de agosto ha transcurrido en Cuba con temperaturas por debajo de los 31 grados, algo que sería soportable, si no se combinara con una humedad relativa del 90%. El cóctel infernal que padecen los cubanos en este verano se complementa con los continuos apagones que dejan a miles de hogares sin electricidad por hasta 20 horas diarias.
El cambio climático está forzando los termómetros en muchos lugares del planeta y Cuba no ha sido la excepción. En abril pasado, un mes que no es de los más calurosos en la isla, se estableció un récord de temperatura máxima de 40,1 grados en Jucarito, localidad de la oriental provincia de Granma. En mayo se volvieron a alcanzar los 40 grados en la localidad de Bolivia, provincia de Ciego de Ávila, estableciendo así un récord para los registros de ese mes.
Según el servicio climático europeo, Copernicus, esto forma parte de un fenómeno directamente relacionado con el calentamiento global y el cambio climático. Junio de 2024 fue el mes más cálido desde que se tienen registros y el decimotercer mes consecutivo en el que se registran temperaturas récord. Por duodécimo mes consecutivo, el mundo se calentó 1,5 grados Celsius más que en la época preindustrial.
¿Cómo los cubanos pueden enfrentar estos aumentos de temperatura? En los últimos días, alrededor de la quinta parte de los hogares de la isla se han quedado sin electricidad. Los cortes suelen comenzar generalmente cuando cae la noche, en lo que el Gobierno denomina “horario pico”. La puesta del sol hace aumentar la demanda de electricidad para garantizar el alumbrado y esto coincide con el horario de cocción de los alimentos. Los equipos eléctricos son la principal herramienta que utilizan los cubanos en la cocina y los apagones atentan directamente contra la alimentación de las personas.
“A veces, cuando se puede, adelantamos las cosas antes de que se vaya la corriente (eléctrica) a las 6:00 PM”, cuenta Yenfri Sánchez Dorrego, un cubano que vive a las afueras del municipio Colón, provincia de Matanzas. “Anoche da la casualidad que se fue desde las 9:00 PM hasta las 12:00 AM. Cuando se va la corriente hay que estar ya comido, bañado y metido en la cama bajo el mosquitero con tremendo calor. En este tiempo hay muchos mosquitos y tenemos que cuidar a los niños para que no se enfermen”.
Hace poco un niño falleció en Colón por dengue hemorrágico, una enfermedad transmitida por el mosquito Aedes aegypti. Las autoridades sanitarias cubanas han reportado en los últimos meses elevados índices de contagio del dengue y la fiebre del Oropouche (otra enfermedad transmitida por mosquitos). Este último virus ha sido introducido en España recientemente por varios turistas que volvieron de Cuba infectados.
Sánchez Dorrego tiene dos hijos pequeños y debe extremar las precauciones para que la situación los afecte lo menos posible: “Mi niña mayor ya va a la escuela. Si no duerme bien por el calor, los mosquitos y los apagones, después se queda dormida en el aula. Así un niño no puede estudiar bien. Aunque ahora que ella está de vacaciones, entre mi esposa y yo tratamos de abanicarla a ella y a su hermano para que puedan quedarse dormidos rápido”.
Esta situación con la electricidad en la isla ha tenido diferentes altibajos en los últimos años. Desde que estalló la pandemia en marzo de 2020, el régimen que encabeza el Partido Comunista de Cuba (PCC) ha logrado encadenar unos pocos meses sin interrupciones en el servicio eléctrico. Las principales causas de este desastre energético recaen en la mala gestión de las termoeléctricas y en la escasez crónica de combustible.
La mayoría de las plantas cubanas generadoras de electricidad acumulan décadas de explotación sin los adecuados programas de mantenimiento. Ese desgaste se traduce en frecuentes averías que provocan la inhabilitación temporal de las industrias. El 23 de agosto, por ejemplo, unas siete termoeléctricas cubanas estaban rotas y sin producir energía.
Revertir este desastre resulta inasumible para las menguadas arcas del régimen cubano, único administrador del sistema eléctrico nacional. Según reveló el informe "Cuba colapsa y también se apaga", realizado por el economista independiente Emilio Morales, para reconstruir la capacidad de generación termoeléctrica en Cuba se requieren unos 10.000 millones de dólares y casi una década.
Para informar a la población de cómo se desarrollan los apagones, cada día la empresa eléctrica emite un parte con el déficit de generación eléctrica previsto. A partir de ahí, las instituciones y medios de comunicación oficiales de cada provincia detallan en qué zonas y horarios se van a concentrar los cortes de electricidad. Los cubanos viven pendientes de esa información. Cuando se rompe una de las termoeléctricas grandes, muchos comienzan a prepararse para los días de apagón que se avecinan.
“A nosotros nos perjudicaron bastante los apagones en estos días, por cuenta de que estaba parada la Felton (termoeléctrica situada en Holguín)”, explica Sánchez Dorrego. “Ya salió la Felton a trabajar y ahora está rota la Guitera (termoeléctrica ubicada en la ciudad de Matanzas). Es complicado, pero hay que aprender a luchar con las dificultades. Qué vas a hacer, es del carajo. Hay que combatir con lo que venga y acostumbrarse a los horarios”.
En esos sitios aislados la vida suele precarizarse mucho más para los cubanos
En La Habana son raros los apagones. El régimen trata de no realizar cortes de electricidad en las ciudades con mayor población. Esa lógica también se aplica en las provincias, siendo las zonas rurales las más carentes de fluido eléctrico. Sánchez Dorrego vive en uno de los barrios menos perjudicados del municipio de Colón, pero sabe que otras zonas no corren la misma suerte: “Lo que es La Luisa, Banagüises, San José y México (localidades rurales pertenecientes al mismo municipio), llevan más de 72 horas sin corriente. Unos dicen que fue que se robaron el aceite de un transformador, y otros dicen que fue falta de mantenimiento, pero allí siempre se va más la corriente que aquí”.
En esos sitios aislados la vida suele precarizarse mucho más para los cubanos. La socióloga Helen Ochoa Calvo, residente en la ciudad de Cienfuegos, en la costa sur de la isla, explica a El Confidencial: “El propio diseño de la estructura política y administrativa cubana, copiada del sistema socialista soviético, no permite que una zona o provincia se desarrolle unilateralmente. Todo depende de la Administración central. Eso se traduce en que los mayores recursos se concentran en La Habana, las capitales de provincia y las cabeceras municipales. Así el embudo se va estrechando hasta llegar a las comunidades más alejadas de los centros de poder administrativos. Según esta lógica, como los ciudadanos dependen absolutamente del Estado, mientras más alejado estés del centro, menos posibilidades tienes de acceder a los recursos”.
“El sector rural cada vez está más deprimido”, continúa la socióloga. “Los resultados de esa depresión son exponencialmente más desgarradores por su nivel de invisibilidad en comparación a las zonas urbanas, donde incluso las redes están constantemente mostrando el desastre de este fracaso de sistema”.
Sánchez es licenciado en Optometría y trabaja en el hospital de Colón, uno de los más grandes de la provincia de Matanzas. Con lo que gana allí no puede sustentar a su familia y decidió emprender para obtener un ingreso extra. Ahora combina su profesión con un negocio de panadería: “A mí los apagones también me impiden mantener mi negocio. Desde noviembre (de 2023) estoy con una pequeña panadería que compré a la mitad con un amigo mío. No tengo casi harina y mañana vamos a ir a La Habana para comprar un poquito. Estamos organizando el viaje. Es difícil porque los equipos con los que trabajamos son eléctricos y estos apagones nos impiden hacer el pan”.
Ni un solo día de agosto ha transcurrido en Cuba con temperaturas por debajo de los 31 grados, algo que sería soportable, si no se combinara con una humedad relativa del 90%. El cóctel infernal que padecen los cubanos en este verano se complementa con los continuos apagones que dejan a miles de hogares sin electricidad por hasta 20 horas diarias.
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