Starmer inicia en Berlín el primer deshielo con la UE de la era pos-Brexit
El primer ministro laborista inicia una gira por el eje franco-alemán para “resetear” las tormentosas relaciones de los últimos años a ambos lados del canal de La Mancha.
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En política los gestos importan casi tanto como las palabras. Si el conservador Rishi Sunak tardó un año y medio en visitar Berlín, su sucesor, el laborista Keir Starmer lo ha hecho durante su primer mes en el cargo. El primer ministro británico estrecha las manos del canciller Olaf Scholz con la ambición de comenzar una nueva página en las relaciones entre la isla y la UE cuatro años después del Brexit. Ambos se emplazan a concluir un tratado de cooperación que prevé echar a rodar a comienzos del próximo año.
“Alemania y el Reino Unido comparten una fuerte amistad, valores comunes e intereses mutuos. Somos aliados cercanos en Europa, en la arena internacional y en la OTAN. Hoy, teniendo en cuenta los desafíos comunes que nuestros dos países afrontan, estamos convencidos de que ha llegado el momento de llevar nuestra relación bilateral al siguiente nivel”, reza la declaración conjunta.
Scholz y Starmer se instan a aumentar la cooperación en política exterior, paz y seguridad; en el ámbito económico; la lucha contra la inmigración irregular; las acciones con el cambio climático; o los programas educativos, tecnológicos y de investigación. Durante toda la campaña electoral, el británico puso el foco en el crecimiento económico de su país. Y con esta prioridad ha visitado este miércoles a su segundo socio comercial más importante.
En la visita de Estado han comenzado los trabajos para culminar un tratado bilateral que tomará forma en los próximos meses. “Reflejará el estatus de aliados próximos en Europa con la cooperación bilateral más fuerte en los asuntos que preocupan a nuestros ciudadanos. Reflejará los ricos vínculos entre nuestros dos países, pueblos y gobiernos a lo largo de nuestra relación bilateral, en plena conformidad con la membresía de Alemania en la UE y la relación del Reino Unido con la UE”, coinciden ambos líderes. Este bebe del espejo del tratado que ya en 2010, Londres y París firmaron para fijar una cooperación de defensa a 50 años vista.
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La gira continúa el jueves con parada en el otro gigante europeo, Francia. Reino Unido, en línea con la mayoría de países europeos, se encuentra bajo el desafío de la presión migratoria. Por lo pronto, Steimer ha echado abajo el polémico 'Plan Ruanda' de su predecesor, que consistía en deportar al país africano a los migrantes para cursar fuera de sus fronteras sus peticiones de asilo. En la reunión del Elíseo los cruces de personas a través del canal de la Mancha se anticipa como uno de los temas candentes. Será el segundo encuentro de ambos mandatarios tras la visita del presidente galo cerca de Londres en el marco de la cumbre de la Comunidad Política Europea.
Starmer abogó por el ‘remain’ (permanecer) durante la campaña sobre el referéndum de salida del Reino Unido de 2016. Sin embargo, entre sus planes actuales no se encuentra abrir el melón de reingreso al club comunitario, permitir la libre circulación de ciudadanos comunitarios en la isla o reincorporarse al Mercado Único. Pero sí está determinado a pasar la página de las ásperas relaciones que han marcado estos años y restablecer la confianza con sus socios europeos.
"Tengo muy claro que queremos un ‘reset’ con Europa, un "reset con la UE", ha afirmado desde la capital germana mostrando su interés en fortalecer las relaciones en materia económica y seguridad. Estas son precisamente las materias que más interesan en los pasillos de poder de la capital comunitaria: unir fuerzas en la defensa del orden multilateral o la protección de la ayuda a Ucrania. Pero la visita a los jefes del eje franco-alemán llegan con sus liderazgos tiritando. Scholz y Macron sienten el aliento de la extrema derecha en sus países y unas elecciones clave en 2025 y 2027 respectivamente.
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El segundo paso que anhela el segundo primer ministro británico es el de renegociar el acuerdo comercial sellado por Boris Johnson, el premier que ejecutó la marcha del Reino Unido de la UE, y que debe revisarse dentro de dos años. Y en la capital comunitaria no tienen mucho apetito. En los pasillos de Bruselas la partida voluntaria del primer miembro de su historia se vivió como un shock. Por aquel entonces, fue la madre de todas las crisis. Tras el referéndum llegaron cumbres infinitas, negociaciones muy tensas para pactar las condiciones de salida y la relación futura y una despedida de las más emotivas que se recuerdan en el Hemiciclo del Parlamento Europeo.
Pero no muchos después llegó la pandemia del coronavirus o la guerra en Ucrania y — sus consecuentes coletazos económicos — y el bloque comunitario sacó pecho y se hizo fuerte ante la adversidad mientras en el otro lado del canal de la Mancha se agolpaban las crisis políticas y la incertidumbre económica. De hecho, tras el laboratorio del Brexit, muchos partidos de extrema derecha — como la propia Marine Le Pen—, que antes abogaban por el Frexit o el abandono del euro, comenzaron a cambiar de estrategia tras comprobar que fuera de la bandera de las doce estrellas hacía mucho frío.
En política los gestos importan casi tanto como las palabras. Si el conservador Rishi Sunak tardó un año y medio en visitar Berlín, su sucesor, el laborista Keir Starmer lo ha hecho durante su primer mes en el cargo. El primer ministro británico estrecha las manos del canciller Olaf Scholz con la ambición de comenzar una nueva página en las relaciones entre la isla y la UE cuatro años después del Brexit. Ambos se emplazan a concluir un tratado de cooperación que prevé echar a rodar a comienzos del próximo año.