Alemania vuelve a perder su Este: el nuevo telón de acero es el que deciden las urnas
Las elecciones regionales del próximo 1 de septiembre evidencian una brecha que, 35 años después de la caída del Muro de Berlín, no solo persiste, sino que parece estar ensanchándose a pasos acelerados
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F452%2F2c8%2F1bb%2F4522c81bb4bee5f95ee721c7ba3c74c4.jpg)
Para la ultraderecha alemana, la conmoción no podría haber llegado en mejor momento. A las puertas de tres elecciones estatales en las que se espera que Alternativa para Alemania (AfD) experimente su mayor auge hasta la fecha, un ataque con cuchillo que causó la muerte de tres personas, presuntamente perpetrado por un solicitante de asilo sirio, ha devuelto el debate sobre la migración a su posición más común durante los últimos años: la primera fila.
Pese a suceder en Solingen, una localidad de la occidental Renania del Norte-Westfalia, el triple asesinato ha encontrado su mayor resonancia en los länder orientales del país. Especialmente en los estados federados de Turingia y Sajonia, cuyos habitantes acuden a las urnas este domingo, y en Brandenburgo, que celebrará sus elecciones el próximo 22 de septiembre. En estas regiones, donde el rechazo a la inmigración hace tiempo que se convirtió en uno de los principales factores a la hora de decidir el voto, la AfD ha escalado hasta el primer puesto en las encuestas.
"Ya no quiero ver a mis habitantes de Turingia expuestos a los riesgos de seguridad de experimentos sociales autodestructivos. En vista de los titulares diarios sobre la violencia por parte de extranjeros, ya no es posible decir que tales eventos sean impredecibles y sorprendentes," escribió en X (antes Twitter) Björn Höcke, el candidato principal de AfD en Turingia y una de las principales estrellas del partido. En Sajonia, donde el servicio de inteligencia clasificó a la filial local de la AfD como extremista, los carteles electorales del partido promueven la "remigración" y controles fronterizos con los países vecinos de la UE, en desafío al espacio Schengen.
Pero el ascenso de la ultraderecha no es el único fenómeno político que está redefiniendo el paisaje en el este alemán. El nuevo partido fundado por la populista de izquierdas Sahra Wagenknecht, el BSW (que lleva sus siglas), también está ganando terreno rápidamente con un discurso de rechazo a la inmigración. Tras el presunto ataque islamista en Solingen, la líder política pidió un “punto de inflexión en la política de refugiados”. “El canciller debería dar la señal de alto al mundo: la cultura de acogida se acabó”, sentenció esta semana Wagenknecht, cuya formación podría obtener hasta un 20% de los votos en Turingia.
Este porcentaje de apoyo, como el de la ultraderecha, está muy alejado de los resultados generales obtenidos en las últimas elecciones europeas celebradas el pasado 9 de junio, en las que votó todo el país y en las que los democristianos fueron los claros vencedores. No obstante, ya en aquel entonces, AfD fue la fuerza más votada en las regiones orientales de Alemania, con un 29,7% de los votos, mientras que en la parte occidental solo logró un cuarto lugar con un 13%.
Este domingo, la AfD y el BSW, dos partidos abiertamente antiinmigración, antisistema y anti-OTAN, podrían reunir cerca del 50% de los votos en el este de Alemania, una cifra inimaginable en las regiones occidentales del país. Un pronóstico que evidencia una brecha que, 35 años después de la caída del Muro de Berlín, no solo persiste, sino que durante los últimos años parece estar ensanchándose a pasos acelerados.
La frontera persiste
Franco Delle Done, analista político especializado en Alemania y director del proyecto Epidemia Ultra, considera que el probable triunfo de la AfD y el ascenso del BSW son producto de la frustración generalizada en el Este de Alemania. Una región en la que el progreso económico y material desde la reunificación del país es innegable, pero que continúa a la zaga de sus antiguos vecinos occidentales.
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2Fea0%2F9f5%2F0ac%2Fea09f50accc81c33d81f49f113104fea.jpg)
Según cifras de 2021, los alemanes del este todavía tienen un 11% menos de ingresos disponibles que los del oeste y heredan solo aproximadamente la mitad de la riqueza. "Pasaron 35 años desde la caída del muro y muchas promesas no se han cumplido. Existe una percepción generalizada de que los partidos tradicionales no han sido capaces de sostener las expectativas de mejora, lo que ha llevado a la mayoría del electorado a refugiarse en la abstención o a buscar alternativas radicales”, indica el experto a este periódico.
El sentimiento de identidad propia se ha mantenido fuerte entre los habitantes de las regiones alemanas que antaño se encontraban tras el telón de acero, donde un 40% de la población se identifica explícitamente como “alemán del este” en contraste con solo un 18% de los alemanes del oeste. Este sentir ha demostrado ser una mina para la AfD, que ha invertido considerablemente en su presencia a nivel local, organizando centenares de eventos y conectando directamente con los votantes a través de discursos que apelan a la nostalgia y el resentimiento hacia el Oeste.
Una encuesta realizada por la empresa de sondeos Forsa para la revista Stern revela un creciente escepticismo sobre la unidad alemana. Solo el 37% de los encuestados cree que las dos regiones se han unido en una sola nación, mientras que el 60% percibe más división que unidad. Esta cifra contrasta notablemente con un estudio similar realizado en 2019, cuando el 51% veía al país avanzando hacia la cohesión. La desconfianza es especialmente alta entre los residentes de la antigua RDA, donde el 75% destaca la persistente división. Unos resultados que marcan el nivel más pesimista desde 2008.
"La AfD ha sabido capitalizar la identidad 'alemán del este' al posicionarse como el partido que entiende y defiende las particularidades y el resentimiento de una región que se siente constantemente marginada por el gobierno central y las élites occidentales”, señala Delle Done.
La incógnita Wagenknecht
La pregunta que todavía nadie sabe responder es qué papel jugará Wagenknecht en la política alemana si se cumplen las encuestas. Nacida en Alemania del Este, formó el BSW a principios de este año a su imagen y semejanza, y aunque no tiene gran presencia en el oeste, su mezcla de carisma, simpatía por Rusia, retórica antiinmigración y políticas sociales de izquierda le ha ganado un apoyo significativo en el este. Su postura crítica sobre la guerra en Ucrania resuena especialmente aquí donde hay poco apoyo al respaldo militar que Berlín ha dado a Kiev.
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2Fc8e%2Fd4d%2F98d%2Fc8ed4d98d177c5fbf28228058c154d3c.jpg)
Algunos analistas sugieren que su partido podría convertirse en el mayor comodín las coaliciones futuras contra la extrema derecha, especialmente en los estados donde los ultras tienen una presencia dominante. Otros consideran que, aunque la política ha rechazado cualquier cooperación con la AfD, los pactos entre ambas formaciones no pueden descartarse, especialmente a nivel local, donde las necesidades políticas suelen dar luz a alianzas pragmáticas difíciles de replicar a nivel nacional.
"Es posible que veamos a nivel comunal acuerdos puntuales entre el BSW y la AfD, aunque a nivel federal la situación es más complicada. Alemania todavía está lejos de un escenario como el de Italia [donde el partido populista antisistema Movimiento 5 Estrellas y la ultraderechista Liga se unieron para formar Gobierno], pero no es imposible que en el futuro veamos movimientos que antes habrían sido impensables”, sentencia Delle Donne.
Para la ultraderecha alemana, la conmoción no podría haber llegado en mejor momento. A las puertas de tres elecciones estatales en las que se espera que Alternativa para Alemania (AfD) experimente su mayor auge hasta la fecha, un ataque con cuchillo que causó la muerte de tres personas, presuntamente perpetrado por un solicitante de asilo sirio, ha devuelto el debate sobre la migración a su posición más común durante los últimos años: la primera fila.