Así es Bang Kwang, la cárcel en la que podría ingresar Daniel Sancho: una de las más peligrosas del mundo

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Este jueves 29 de agosto se dará a conocer la sentencia del caso de Daniel Sancho, el ciudadano español acusado de asesinar y descuartizar al cirujano colombiano Edwin Arrieta en la isla tailandesa de Koh Phangan. La sentencia es decisiva para determinar si Sancho enfrentará la pena máxima, lo que podría implicar su traslado a una de las prisiones más temidas de Tailandia.

Actualmente, Sancho se encuentra recluido en la cárcel de Koh Samui, en el módulo hospitalario, un entorno relativamente tranquilo en comparación con otros centros penitenciarios del país. Sin embargo, si se le declara culpable, podría ser trasladado a la prisión de Bang Kwang, también conocida irónicamente como el 'Bangkok Hilton' o, con mayor acierto, 'el gran tigre', una de las cárceles más peligrosas del mundo.

La prisión de Bang Kwang

Bang Kwang es conocida por sus duras condiciones de vida, albergando a los presos más peligrosos de Tailandia, incluidos aquellos condenados a muerte. Estos reclusos son sometidos a una estricta vigilancia, con cámaras de seguridad que los monitorean las 24 horas del día. La sobrepoblación es un problema crónico en esta prisión, con más de 8.000 reclusos en un espacio diseñado para apenas 3.500. Los reos deben compartir celdas diminutas con entre 50 y 60 personas, lo que agrava la ya precaria situación sanitaria y de seguridad dentro del penal.

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La vida en Bang Kwang es particularmente difícil debido a la escasez de alimentos, la falta de higiene y las constantes agresiones entre los presos. La alimentación consiste en un único cuenco de arroz al día, y los reclusos deben enfrentarse a enfermedades contagiosas sin la debida atención médica. Estas condiciones han llevado a que la prisión tenga una tasa de mortalidad alarmantemente alta, especialmente entre aquellos que no pueden permitirse costear una mejor alimentación o cuidados adicionales.

Condiciones infrahumanas

Las denuncias de tortura, corrupción y abusos por parte de los guardias son comunes en esta prisión, donde los reclusos viven en condiciones que han sido calificadas como infrahumanas por organizaciones de derechos humanos. Los testimonios de antiguos presos describen un entorno donde la supervivencia es un desafío diario, con la constante amenaza de violencia tanto por parte de otros reclusos como de las propias autoridades penitenciarias.

El futuro de Daniel Sancho depende ahora de la decisión del tribunal. Si es condenado y trasladado a Bang Kwang, se enfrentará a un destino que pocos en el sistema penitenciario tailandés logran soportar sin sufrir graves consecuencias físicas y psicológicas.