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Dictocracia: yo voto y las élites deciden lo que les da la gana
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Cambio de paradigma

Dictocracia: yo voto y las élites deciden lo que les da la gana

En los próximos años, la llegada al poder o no de ciertos partidos extremistas o movimientos populistas a ciertas democracias pueden hacer crecer ese sistema híbrido

Foto: La primera ministra tailandesa. (ZUMA Press/Adryel Talamantes)
La primera ministra tailandesa. (ZUMA Press/Adryel Talamantes)

¿Es Tailandia una democracia o una "dictocracia" u "olicracia" (mezcla de dictadura u oligarquía con democracia)? La pregunta es pertinente para este país asiático y para una enorme cantidad de países que permiten los votos, pero los centrifugan después. "No importa nuestra voz. No importa lo que votamos. Esto no es una real democracia", responde a esa pregunta Setthasak, un joven tailandés, director de una clínica en Bangkok, que ha vivido y estudiado en el extranjero. "Occidente tiene democracias diversas, pero a la mayoría de la gente aquí le importa más la economía que los temas de libertades", explica el doctor ante el sorprendente giro político de su país en las últimas semanas. ¿Empieza a extenderse este modelo a nivel global?

Con la caída del muro de Berlín y las revueltas de Tiananmén en Pekín, Occidente creyó que el sistema de democracias liberales se impondría de forma natural en todo el mundo. Sin embargo, 35 años después de esos sucesos parece que son las verdaderas democracias las que corren riesgo de desaparecer.

Y lo son porque se ha devaluado el término, se ha convertido en simple coartada o ha perdido al menos en algunas partes su predominio intelectual y ético entre corruptelas y desigualdades. Hoy no se discute sobre el autoritarismo en Pekín, se discute sobre la democracia en Washington. Ante esa dicotomía, muchas naciones están optando por una vía intermedia entre autoritarismo y libertad: dictaduras que permiten algunas votaciones y democracias que restringen algunos derechos.

Volvamos al ejemplo tailandés para entender el complejo ecosistema de una democracia "intervenida". En Tailandia se celebraron elecciones generales libres en mayo de 2023 tras varios años de Gobierno militar. Entonces, un partido nuevo, Move Forward, considerado revolucionario para los estándares conservadores del país, resultó el más votado. Un año después, esa formación política ha sido disuelta por el Alto Tribunal, compuesto por magistrados nombrados por el monarca. Además, los magistrados decidieron también que su joven líder, Pita Limjaroenrat, no podrá volver a la política en los próximos diez años. En ambos casos, la Justicia ha estrujado normas muy polémicas para justificar una decisión que se sabe que tiene detrás un contenido político.

Foto: Paetongtarn Shinawatra, la nueva primera ministra de Tailandia. (EFE/Rungroj Yongrit)

Poco tiempo después de la disolución de Move Forward, el pasado 14 de agosto, el Alto Tribunal decretaba también la destitución del Primer Ministro, Srettha Thavisin. Otra vez los magistrados se acogían a una norma algo enrevesada y en una votación con cinco votos a favor y cuatro en contra decretaban el cese del mandatario.

Las poderosas élites tailandesas parecían recobrar el poder del país y entre bambalinas maniobraban para defender sus intereses. Lo hacían con algunos cambios previos que apuntaban a que habría una mejora del sistema democrático. El resultado final parece otra cortina de humo.

Foto: Turistas en la plaza de Registán, en Samarcanda (Uzbekistán). (EFE/Ignacio Ortega)

Por un lado, se había eliminado a los 250 senadores elegidos a dedo por los militares, lo que era un paso adelante para democratizar las votaciones en una sistema bicameral de 750 representantes (en las urnas se elige a los otros 500 parlamentarios). Y por otro, los nuevos 250 senadores se han votado entre ellos mismos entre una selección de profesionales contrastados de diversas ramas. Se aceptó la candidatura abierta de todos los que cumplían ciertos requisitos previos y en la votación final se descubrió que había candidatos con cero votos, no se habían votado ni ellos mismos, en lo que parece un simple engorde del censo para votar ciertas personas que resultaron elegidas. El resultado es que de nuevo un tercio de las personas que eligen al primer ministro no han sido votadas por el pueblo.

Sin embargo, la sorpresa es que en la votación de ambas cámaras ha salido elegida la joven Paetongtarn Shinawatra, de 37 años, líder del segundo partido en las urnas, Pheu Thai, e hija del ex primer ministro y prófugo de la Justicia Thaksin.

Una democracia "intervenida"

Todo parece un movimiento orquestado en los despachos, con negociaciones que se han llevado bajo cuerda, y que han acabado con la hija del millonario que fuera mayor enemigo de la Casa Real y del establishment ocupando la poltrona.

Foto: Sesión de meditación en un centro en Shanghai. (EFE/EPA/Alex Plavevski)

¿Es un teatro todo lo ocurrido? ¿Se ha respetado la voluntad popular dentro de un sistema parlamentario o las élites han vuelto a decidir el destino de un país con negociaciones ajenas a la voluntad de los ciudadanos?

La olicracia tailandesa es una vía de en medio entre sistemas como el de Moscú y Caracas, que pese a la simulación de colocar urnas se les identifica como regímenes totalitarios, y democracias como la danesa o neozelandesa con su pulcro sistema de libertades y equilibrio de poderes.

La revista The Economist publicó su índice de democracias de 2023. Según la revista occidental de corte liberal, solo hay 24 democracias plenas en el mundo por 59 regímenes autoritarios. Lo interesante es que califica a 49 estados como democracias imperfectas y a 35 como regímenes híbridos, eso que en este texto llamamos dictocracias u olicracias.

"Occidente tiene democracias diversas, pero a la mayoría de la gente aquí le importa más la economía que los temas de libertades"

En los próximos años, la llegada al poder o no de ciertos partidos extremistas o movimientos populistas a ciertas democracias pueden hacer crecer ese sistema híbrido. No serán quizá dictaduras como las de antaño, el pueblo tendrá una capacidad de voto, pero el poder final estará en manos de ciertas élites o líderes.

Muchos analistas advierten de que liderazgos fuertes como el del presidente de El Salvador, Nayib Bukele, o el indio Narendra Modi, se quedan en la frontera entre el autoritarismo y la democracia. La gente acepta la renuncia a ciertas libertades, la falta de derechos de algunas minorías, o la influencia del ejecutivo en temas religiosos, judiciales o ideológicos, a cambio de un gobierno más pragmático o que defienda sus intereses. Tailandia, India y El Salvador, con sus diferencias entre ellas, no son desde luego una dictadura, pero, ¿son una democracia igual que la noruega o la uruguaya? ¿Importa eso hoy? ¿Importará en el futuro?

¿Es Tailandia una democracia o una "dictocracia" u "olicracia" (mezcla de dictadura u oligarquía con democracia)? La pregunta es pertinente para este país asiático y para una enorme cantidad de países que permiten los votos, pero los centrifugan después. "No importa nuestra voz. No importa lo que votamos. Esto no es una real democracia", responde a esa pregunta Setthasak, un joven tailandés, director de una clínica en Bangkok, que ha vivido y estudiado en el extranjero. "Occidente tiene democracias diversas, pero a la mayoría de la gente aquí le importa más la economía que los temas de libertades", explica el doctor ante el sorprendente giro político de su país en las últimas semanas. ¿Empieza a extenderse este modelo a nivel global?

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