Habla el cronista de la guerra de la desinformación en México: "Somos el laboratorio del mundo"
El activista contra la desinformación Alberto Escorcia lleva años desenmascarando el negocio de la manipulación digital. Ha tenido que exiliarse en Suecia por las amenazas
El 17 de octubre de 2019, la ciudad mexicana de Culiacán fue engullida por la violencia cuando los narcos del Cártel de Sinaloa se movilizaron para liberar a tiros al hijo del Chapo Guzmán, Ovidio, que acababa de ser detenido en un operativo militar. Durante el llamado "Culiacanazo", la ciudad se convirtió en un auténtico teatro de guerra, hasta que a las pocas horas las autoridades mexicanas, superadas por la potencia de fuego de los narcos, accedieron a liberar al 'Chapito' Guzmán. Y mientras esto ocurría, las redes sociales ardían en todo México.
Según un estudio de Signa Lab, una institución de análisis de redes sociales vinculada a la Universidad Jesuita de Guadalajara, apenas diez minutos después del inicio de los disparos ya se estaban generando contenidos relacionados atacando o defendiendo al gobierno de Andrés Manuel López Obrador. Hashtags como #AMLORenunciaYa, #MexicoNoTienePresidente o #EstadoFallido chocaban contra otros como #AMLOEstamosContigo o #AMLOElPuebloTeApoya. Una guerra digital que explotaba una tragedia real para promover ciertas agendas políticas.
Uno de los que observaban con desazón cómo se iban desarrollando los acontecimientos tanto en el plano real como en el virtual era el activista contra la desinformación Alberto Escorcia. "Durante un par de días Culiacán permaneció cerrado, la gente no sabía qué hacer, hubo escasez, pánico", describe. "Creo que era un momento de solidaridad de todos los mexicanos, de admitir que obviamente hay un fallo en el gobierno, pero que lo más importante en ese momento es informar sobre qué lugares son seguros, por dónde hay que escapar. El que se haya politizado tan rápido y no se haya priorizado la cuestión humanitaria, el facilitar el rescate, fue muy irresponsable. Creo que en estos momentos la desinformación es criminal", nos dice. Por desgracia, ese tipo de prácticas han llegado para quedarse. Y no solo en México.
Escorcia lleva años desenmascarando estructuras coordinadas de manipulación de la opinión pública en redes sociales, un negocio floreciente en el que México es pionero. Lo cuenta en detalle en su libro "Memorias de la guerra digital", publicado hace unos meses. "Según la información que tengo yo, y varios investigadores con los que he compartido estas observaciones, México es el origen de las industrias de desinformación digital, ya desde los años 2006-2009", dice a El Confidencial. "Aunque hay antecedentes en otros países, México es La Meca de estas prácticas", asegura, aportando un dato tras otro. Por ejemplo, que Quintana Roo, el estado del Caribe mexicano donde se encuentra Cancún, es uno de los epicentros.
"México exporta muchas técnicas, y muchos mexicanos están desinformando por todo el mundo. En Suecia, en Alemania, en El Salvador, donde están con Bukele…", asegura. La referencia a Suecia no es casual: una vez destapadas estas estructuras, la política de las plataformas suele ser desmantelarlas, lo que ha hecho que gente muy poderosa pierda mucho dinero. Amenazado de muerte, Escorcia se ha visto obligado a autoexiliarse por largas temporadas, la última de ellas en este país escandinavo, desde donde nos atiende por videoconferencia.
Cómo manipular las redes
"Todos los poderes fácticos, todo aquel grupo que tenga la capacidad de manipular a la población, lo va a hacer, y lamentablemente a través de los medios digitales ahora es posible", sostiene. "La manipulación digital se ha convertido en una herramienta porque es fácil y barata y no requiere de tantos intermediarios como el cabildeo u otros métodos". Escorcia explica cómo se hace: "Es demasiado fácil crear una tendencia, por los mecanismos y los algoritmos con los cuales una red social detecta que algo es importante. Pongamos que sucede algo y la gente empieza a tuitear, y ocurren varias cosas: una aceleración de los mensajes, una masa crítica. Esos indicadores de detección son muy fáciles de burlar. Tú, junto a 50 cuentas de bots, puedes empezar a tuitear algo al mismo tiempo y simular que hay interés en eso. El mecanismo de detección de lo viral puede ser engañado y que tú crees 'trending topics', y mucha gente conoce muy bien esos mecanismos. Entonces basta con tener un pequeño grupo de personas para hacer una tendencia y marcar la agenda del día. No es tan difícil y por eso se ha vuelto una industria".
Este activista aporta un ejemplo de hasta qué punto México es hoy un centro neurálgico en este tipo de prácticas: durante el referéndum en Cataluña en octubre de 2017, Escorcia encontró redes organizadas desde México (y Venezuela, otra de las grandes potencias de la desinformación de alquiler) que promovían mensajes tanto a favor como en contra de la independencia, presumiblemente porque habían sido contratadas para ello. "Había de los dos bandos, a favor y en contra del referéndum, pero se notaba que no se mezclaban con la conversación. Era como una especie de spam masivo, una comunicación muy arcaica, era simplemente compartir links a favor o en contra del referéndum", explica. "Creo que más bien el objetivo, haciendo una especie de conjetura, era como dar una visión de que había o no había apoyo por el referéndum, pero a nivel internacional", nos dice.
Escorcia sostiene además que México es el gran laboratorio del mundo, el lugar donde se ponen a prueba determinadas iniciativas socioeconómicas que después se exportan a otros países. "Creo que la desinformación es una parte de toda esa experimentación", afirma. "Muchas cosas que están ocurriendo ahora mismo en Europa, en el primer mundo, ya ocurrieron antes en México", dice, y pone el ejemplo del espionaje masivo, "que en México se empezó a dar desde el 2007 con el programa FinFisher, y luego con Pegasus en 2015". En su libro, Escorcia detalla cómo él mismo trabajó para una importante agencia de inteligencia digital, cuyo nombre no revela, que puso a su disposición una poderosa herramienta de análisis de redes, supuestamente por solidaridad en la lucha contra la desinformación, pero que en realidad buscaba aprender de los métodos de activistas como él y "perfeccionar lo que quizá ahora vemos en Ucrania".
Le preguntamos al respecto: "En cuanto estalló la invasión rusa de Ucrania, me puse a monitorizar varios acontecimientos importantes. Recuerdo muy bien un ataque con misiles a un edificio de apartamentos en Kiev, y noté una gráfica muy parecida a la de los eventos que ocurrían en México. Este comportamiento de redes se puede graficar, y hay ciertos patrones de desinformación que son propios de ciertos sistemas. Y empecé a ver varias similitudes. Creo que mucho de lo que experimentamos en México se está aplicando en Ucrania", explica. Según él, este conflicto tiene una importante dimensión digital, en la que ambos bandos tratan de manipular el espacio virtual para ganar la batalla ante la opinión pública global. "Telegram tiene un papel determinante. Yo he detectado que en al menos unos veintitantos, treinta canales que he analizado hay una manipulación, tanto del lado ruso como del lado ucraniano", añade.
De los Peñabots a los Morenabots
Según Escorcia, todo empezó con la llamada 'guerra de los blogs' en 2005 y 2006. Por aquel entonces, los blogs eran muy populares en México, especialmente un par de sitios que apoyaban al entonces candidato López Obrador, 'el Peje'. "Poco a poco se empezó a notar que había muchos comentarios atacando a la gente que llegaba a comentar, y con el tiempo se supo que venían de una parte de una oficina del gobierno de la Presidencia de entonces para tratar de acallar esas protestas digitales. Digamos que es el primer caso documentado de represión digital", comenta. "Muchos de esos blogueros abrieron su cuenta de Twitter con la pandemia de la influenza porcina en 2009, que presuntamente tuvo su origen presuntamente en México, donde también hubo confinamientos y todo. Entonces, como una forma de comunicarse y contrastar la realidad de lo que decía el gobierno, muchas personas crearon cuentas en Twitter, streamings, muchos canales de YouTube, etcétera. Fue una especie de revolución digital", indica.
Pero el verdadero punto de inflexión lo marcó la aparición de Enrique Peña Nieto y su ejército digital, los llamados Peñabots. "2012 supuso la llegada de la maquinaria industrial de la desinformación", explica Escorcia. "Cuando se decide que Peña Nieto va a ser el candidato a la presidencia, aparecen 27.000 cuentas de bots, que no eran personas, pero que creaban rápidamente un trending topic. Entonces no había competencia contra eso", asegura. "Lo que hicieron fue esparcir rumores económicos, como que si ganaba la izquierda se iba a devaluar el peso, que iba a haber expropiaciones, etcétera", relata, lo que en su opinión logró que muchos mexicanos se pusiesen en contra del candidato de la oposición. "Ahí llegó la industria, que primero eran oficinas del gobierno, y ya con los siguientes años se fueron creando subcontrataciones y toda la pesadilla que vivimos hoy en México". Peña Nieto no solo ganó con facilidad las elecciones de ese año, sino que los Peñabots se dedicaron a tratar de silenciar a sus críticos, hostigando y amenazando digitalmente a quien se atreviese a cuestionar al presidente en redes.
Seis años después, Escorcia jugó un papel fundamental a la hora de impedir que se repitiese un escenario semejante. Un día de 2018, la Ciudad de México amaneció cubierta de publicidad de una página llamada Pejeleaks.org, que supuestamente contenía información sobre casos de corrupción de López Obrador. La web llevaba a una página con estética ciberactivista, pero el análisis del contenido supuestamente escandaloso mostraba que no existían pruebas. Alberto y otros activistas y periodistas rastrearon los elementos de la página —incluyendo una billetera de bitcoins para recibir donaciones—, y descubrieron que se trataba de una operación política con intención de desacreditar al entonces candidato. Además, Escorcia rastreó varias redes coordinadas de manipulación y las notificó a plataformas como Twitter, que tumbó alrededor de un millón de cuentas poco antes de los comicios, sin que los responsables tuviesen tiempo para reconstruirlas. Según él, "2018 fueron las únicas elecciones sin desinformación" en la historia reciente de México, que llevaron al poder a López Obrador y su alianza MORENA.
Desde entonces, los problemas son otros. López Obrador cuenta hoy con sus propios ejércitos digitales con los que ataca a sus enemigos en redes, la llamada Red AMLO. "De un grupo de apoyo ciudadano en 2006, la Red AMLO se fue transformando en una red de ataque y de represión, que no necesariamente está bajo las órdenes del presidente, pero ellos sienten que tienen que defenderlo desde una posición muy fanática. Muchos están financiados con recursos públicos", detalla Escorcia. "Es una red que se volvió muy paranoica, muy brutal, muy violenta y que ahora mismo es un problema en México", asegura. De hecho, muchos de los antiguos Peñabots son hoy Morenabots tras poner sus actividades mercenarias al servicio de un nuevo pagador.
Este año, México ha sido también el campo de pruebas de otra técnica de desinformación: la difusión de falsos audios creados mediante inteligencia digital, como los que afectaron al ministro de exteriores Marcelo Ebrard durante las primarias para suceder a López Obrador, o al senador opositor Martí Batres. En el último caso, Escorcia reconoce que no fue capaz de discernir si se trataba de un audio real o falso, y solo pudo hacerlo porque se hacía referencia a un conocido suyo que nunca estuvo en ese lugar. "El peligro de los deepfakes es que si tú haces un intento con un personaje, el siguiente va a ser mejor porque queda el antecedente. La inteligencia artificial aprende de ejemplos anteriores, y si tú la entrenas va a ser más sencillo la próxima vez", dice. Algo que ya estaría empezando a ocurrir. "Aunque no creo que sea tan catastrófico como se dice. Creo que la inteligencia artificial solamente hace lo mismo que cualquier desinformador, solo que más barato, más rápido y más asequible. Ya no tienes que contratar a una agencia para hacer un audio falso, porque lo puedes hacer con una aplicación que te cuesta cien dólares". La democratización de la desinformación, con México, una vez más, como punta de lanza.
El 17 de octubre de 2019, la ciudad mexicana de Culiacán fue engullida por la violencia cuando los narcos del Cártel de Sinaloa se movilizaron para liberar a tiros al hijo del Chapo Guzmán, Ovidio, que acababa de ser detenido en un operativo militar. Durante el llamado "Culiacanazo", la ciudad se convirtió en un auténtico teatro de guerra, hasta que a las pocas horas las autoridades mexicanas, superadas por la potencia de fuego de los narcos, accedieron a liberar al 'Chapito' Guzmán. Y mientras esto ocurría, las redes sociales ardían en todo México.
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