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El "doble rasero" de los disturbios que divide a UK: ¿más mano dura contra los blancos?
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La naturaleza del doble rasero

El "doble rasero" de los disturbios que divide a UK: ¿más mano dura contra los blancos?

La teoría (falsa) en redes de vigilancia de "dos niveles", tratando las protestas de británicos blancos con más dureza que los manifestantes pro Palestina, incrementa la tensión

Foto: Manifestantes en Rotherham (Reino Unido). (Danny Lawson/PA)
Manifestantes en Rotherham (Reino Unido). (Danny Lawson/PA)
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Joel Budd, el editor de asuntos sociales del reputado The Economist, predijo que el desorden civil volvería a las calles de Reino Unido cuando pasara más de una década desde los disturbios de Londres de 2011. No se equivocó. Este mes de agosto, el país ha sufrido la peor violencia por parte de la extrema derecha desde la Segunda Guerra Mundial. El número de arrestos ya ha superado los 1.000, entre ellos, un niño de tan sólo 11 años en Belfast por vandalismo y un joven de 22 años, Jordan Parlor, quien se ha convertido en la primera persona enviada a prisión por publicaciones en redes sociales incitando al odio racial.

El pasado 4 de agosto, tras los ataques al hotel Britannia de Leeds, que se utilizaba para alojar a solicitantes de asilo, Parlor publicó en Meta (antes Facebook) un mensaje asegurando que “todos los hombres y sus perros deberían destrozar” el edificio. No tenía intención de atacar el hotel él mismo, pero argumentó que se sentía frustrado porque los contribuyentes pagan por los inmigrantes que “violan a nuestros hijos y tienen prioridad”. El 9 de agosto, fue condenado a 20 meses de prisión.

Los disturbios —desencadenados por el asesinato de tres niñas en Southport a manos de un joven de 17 años hijo de inmigrantes— parecen haber disminuido. En parte por las contra protestas ciudadanas. El distrito multicultural de Walthamstow lideró con 8.000 personas las contra manifestaciones pacíficas plantándose ante los radicales. En cualquier caso, el gobierno sigue en alerta máxima.

El laborista Keir Starmer, que apenas lleva un mes en Downing Street, no destaca precisamente por su carisma. Pero el que fuera fiscal general del Estado sabe cómo poner en marcha el sistema judicial y ahora ha llevado a cabo una respuesta rápida y contundente, tal y como evidencia el plazo de apenas cinco días desde que Parlour escribiera su mensaje en redes sociales hasta que fuera mandado a prisión.

Foto: Agentes de guardia cerca de la escena del crimen. (Reuters/Manon Cruz)

En 2011, cuando las violentas revueltas se extendieron por todo el país tras el asesinato policial de un hombre negro, Starmer, entonces al frente de la fiscalía, ayudó a encarcelar a aproximadamente 1.300 personas. Pero admitió que la respuesta inicial de la policía, fue demasiado lenta y demasiado blanda. Por lo tanto, ahora, convertido en primer ministro, ha actuado sin dilación. La mitad de los detenidos ya han sido acusados en juicios rápidos.

Eso ha generado un debate en el que algunos consideran que el Ejecutivo practica una vigilancia policial de "dos niveles", tratando las protestas de los británicos blancos con más dureza que otras, por ejemplo, las protestas de 'Black Lives Matters' de 2020 o las marchas pro Palestina más recientes.

En Internet circulan vídeos de jóvenes musulmanes que se reúnen y comienzan peleas, supuestamente ofreciendo pruebas de que la policía sólo está interesada en arrestar a blancos. Es una teoría que defiende, entre otros, el populista Nigel Farage, líder del partido de derecha radical Reform UK, que en las elecciones de junio consiguió sus primeros cinco escaños, algo realmente destacable considerando lo difícil que pone el sistema electoral británico a las nuevas formaciones la entrada en Westminster.

El propio Elon Musk, propietario de X (antes Twitter) —que el martes entrevistaba a Donald Trump en un encuentro marcado por la excesiva amabilidad— también ha utilizado las redes sociales para denunciar un supuesto sistema judicial en Reino Unido de "dos niveles".

Sin embargo, el reputado think tank Instituto Real de Servicios Unidos (Rusi) ha realizado una investigación al respecto y defiende todo lo contrario, señalando que “a menudo se clasifica la violencia de extrema derecha como un mero grupo de matones”, mientras que actos equivalentes cometidos por islamistas “rápidamente son etiquetados como terrorismo”.

“La naturaleza de la violencia de extrema derecha, que a menudo se considera de bajo impacto e inconexa, junto con prejuicios institucionales y racismo, significa que históricamente la violencia de extrema derecha no ha desencadenado las mismas respuestas de políticos, servicios de seguridad y medios de comunicación como extremismo violento yihadista”, señala el informe. “Existe un claro doble rasero, o enfoque de dos niveles, en cómo se abordan las diferentes formas de extremismo, particularmente cuando se comparan las respuestas jurídicas y de seguridad al extremismo violento islamista y de extrema derecha”, añaden los autores de la investigación en un artículo publicado en The Guardian.

La realidad que se vive en los tribunales apoya su teoría. Las minorías étnicas tienen más probabilidades de ser víctimas de una actuación policial discriminatoria: entre 2021 y 2022 tenían 2,4 veces más probabilidades de ser arrestados que los blancos y 3,5 veces más probabilidades de ser víctimas de violencia policial.

¿Por qué, entonces, el argumento contrario tiene tanta repercusión en redes sociales? Sólo el 7% de los británicos, según una encuesta de More in Common, cree que la policía ha sido “demasiado dura” con los manifestantes, mientras que sólo el 18% está de acuerdo en que trata a las minorías étnicas de manera más favorable que a los blancos. La popularidad del populista Nigel Farage ha caído de -35 a -42.

La decepción hacia la Policía

Con todo, muchos británicos se sienten decepcionados por la policía: menos de la mitad piensa que están haciendo un trabajo bueno o excelente, en comparación con el 63% hace una década. Los influencers de extrema derecha explotan con facilidad este sentimiento y personas como Musk se convierten en su eficaz altavoz, evidenciando cómo las redes sociales han transformado la política en una batalla permanente por el control de la narrativa.

Hace apenas dos años, la extrema derecha parecía incapaz de reunir en Reino Unido una manifestación. Ahora, sin embargo, ha demostrado que puede atraer a un gran número de personas para atacar mezquitas y hoteles de asilo con actos de vandalismo que destrozan todo lo que se pone en su paso. Julia Ebner, académica en la Universidad de Oxford experta en radicalización, advierte que las conversaciones en los foros de internet a principios de agosto le recordaron la preparación para los ataques del 6 de enero de 2021, cuando los partidarios de Donald Trump irrumpieron en el Edificio del Capitolio.

No es que Reino Unido, según los analistas, se haya convertido de la noche a la mañana en un país racista. Pero las tensiones comunitarias han ido creciendo desde hace algún tiempo, basándose en un núcleo duro de intolerancia.

La cláusula que obligaría a las compañías de redes sociales a eliminar la información errónea de sus webs está descartada

En este sentido, la regulación de las redes sociales adquiere más protagonismo que nunca. La semana pasada, el nuevo gobierno laborista apuntó que estaba considerando cambios a la nueva Ley de Seguridad Online antes de que entre en vigor el próximo año, lo que obligaría a los gigantes tecnológicos a eliminar contenido “legal, pero dañino”. Pero ahora los ministros temen que hacer cambios tan significativos pueda retrasar la implementación de la normativa, por lo que la revisión tendrá lugar una vez que entre en vigor. Por lo tanto, la cláusula que obligaría a las compañías de redes sociales a eliminar la información errónea de sus webs está descartada por el momento.

La cláusula fue ya eliminada por el anterior gobierno conservador por preocupaciones sobre la libertad de expresión. Y todo apunta que el nuevo ejecutivo se enfrentará al mismo desafío. Si se pide a los gigantes tecnológicos que controlen todo su contenido para identificar la información “errónea”, lo primero que se tendría que determinar es qué se puede considerar “dañino”. El incentivo para corregir y eliminar contenido es obvio y crea además una extraña zona gris entre legalidad e ilegalidad. En definitiva, un debate complejo que, sin embargo, según expertos, no puede posponerse mucho más.

Joel Budd, el editor de asuntos sociales del reputado The Economist, predijo que el desorden civil volvería a las calles de Reino Unido cuando pasara más de una década desde los disturbios de Londres de 2011. No se equivocó. Este mes de agosto, el país ha sufrido la peor violencia por parte de la extrema derecha desde la Segunda Guerra Mundial. El número de arrestos ya ha superado los 1.000, entre ellos, un niño de tan sólo 11 años en Belfast por vandalismo y un joven de 22 años, Jordan Parlor, quien se ha convertido en la primera persona enviada a prisión por publicaciones en redes sociales incitando al odio racial.

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