Revelación 'bomba' en el Nord Stream: Zelenski habría autorizado el sabotaje
La idea del sabotaje surgió una noche de mayo de 2022, durante una cena en la que un grupo de altos cargos militares y empresarios ucranianos celebraban el éxito de su país a la hora de detener la invasión rusa
Apenas 24 horas después de que se hiciese público que las autoridades alemanas buscan a un instructor de buceo ucraniano como sospechoso en el sabotaje del gasoducto Nord Stream, el diario estadounidense The Wall Street Journal publica una auténtica bomba: la voladura habría sido una operación ucraniana aprobada al más alto nivel (aunque con matices), ejecutada por un pequeño grupo de buceadores militares y civiles y financiada por empresarios privados, según el testimonio de cuatro fuentes directas que participaron en el plan o con conocimiento directo de este.
“Siempre me río cuando leo especulaciones en los medios sobre alguna gran operación que involucraba servicios secretos, submarinos, drones y satélites”, dice un oficial que estuvo involucrado en la trama, según el WSJ. “Todo surgió de una noche de borrachera y de la determinación férrea de un puñado de personas que tuvieron el valor de arriesgar sus vidas por su país”.
De acuerdo con este medio, la idea del sabotaje surgió una noche de mayo de 2022, durante una cena en la que un grupo de altos cargos militares y empresarios ucranianos celebraban el éxito de su país a la hora de detener la invasión rusa. “Animado por el alcohol y el fervor patriótico, alguien sugirió un siguiente paso radical: destruir Nord Stream”, dice el artículo.
El general Valery Zaluzhni, entonces comandante en jefe de las fuerzas armadas ucranianas, habría sido puesto a cargo de la operación, y el presidente Volodimir Zelenski la habría aprobado unos pocos días después. Pero antes de que pudiese ser puesta en práctica, los servicios de inteligencia holandeses -que desde el derribo del avión MH17 de Malaysia Airlines sobre el Donbás, en el que la mayoría de los pasajeros fallecidos eran de nacionalidad holandesa, ha desarrollado una importante red de información en Ucrania- se enteraron del plan e informaron a la CIA.
Siempre según el relato del WSJ, Washington se habría dirigido entonces a Zelenski y le habría exigido que abortase la iniciativa. Al ver expuesta la operación, le habría dicho a Zaluzhni que la cancelase, pero este siguió adelante de todos modos. De acuerdo con tres fuentes familiarizadas con dicha conversación, Zaluzhni le habría dicho al presidente ucraniano que ya estaba en marcha y que el equipo de sabotaje estaba incomunicado y no se podía contactar con él sin exponer toda la operación. “Se le dijo que era como un torpedo: una vez que lo disparas contra el enemigo, ya no puedes volver a traerlo, sigue adelante hasta que hace ‘boom’”, explicó un alto funcionario ucraniano con conocimiento de la conversación.
Una operación más “sencilla” de lo que se creía
Los datos sobre la ejecución del sabotaje coinciden en gran medida con lo que ya había sido publicado anteriormente. Se habría utilizado el Andromeda, un yate civil que zarpó desde el puerto alemán de Rostock y navegó por el Báltico haciendo paradas en Dinamarca y Suecia, pasando varias veces por encima del trazado de los gasoductos. Tras devolver la embarcación de nuevo en Rostock, sus ocupantes salieron precipitadamente de Alemania sin limpiarla en profundidad, lo que permitió a los investigadores alemanes obtener muestras de ADN, explosivos y otros datos.
La voladura habría sido supervisada por algunos de los mejores oficiales de operaciones especiales del ejército ucraniano, entre ellos el coronel Roman Chervinsky, antiguo miembro del SBU, el principal servicio de inteligencia ucraniano, cuyo nombre ya había aparecido en la investigación en 2023. La operación habría costado unos 300.000 dólares, aportados por varios empresarios ucranianos, dado que el ejército carecía de fondos para este tipo de acciones.
Para el sabotaje se creó un equipo de seis personas, civiles y militares, todos ellos con experiencia marítima y de buceo, incluidos cuatro hombres entrenados en inmersiones a gran profundidad. El equipo incluía también a una mujer treintañera, una buceadora civil, que aportaría credibilidad a la cobertura de que se trataba de un simple grupo de amigos que salían a navegar por diversión. En septiembre de 2022 zarparon de Rostock en el Andromeda, alquilado a través de una agencia de viajes polaca que había sido establecida por la inteligencia ucraniana casi una década antes para que sirviera de tapadera para transacciones financieras.
En el barco, según el WSJ, solo llevaban equipos de submarinismo, aparatos de navegación por satélite, un sonar portátil y mapas elaborados mediante fuentes abiertas sobre el trazado de los gasoductos. El explosivo utilizado fue HMX, conectado a detonadores de tiempo, que los buceadores habrían colocado trabajando en parejas. La cantidad utilizada habría sido mucho menor de lo que se pensaba en un principio, puesto que incluso una pequeña explosión habría bastado para quebrar unas tuberías sometidas a una presión enorme.
Se esperan reacciones
La operación no careció de dificultades, empezando por la propia inmersión a esa profundidad, que requiere un periodo intenso de descompresión para no poner en peligro la vida del buceador. El mal tiempo estuvo a punto de dar al traste con la operación, e hizo que uno de los buceadores dejase caer accidentalmente uno de los explosivos en el fondo del mar. El equipo se vio obligado a atracar en el puerto sueco de Sandhamn y llegó a plantearse abortar el plan, pero finalmente siguió adelante después de que la tormenta amainase.
El mal tiempo estuvo a punto de dar al traste con la operación, e hizo que uno de los buceadores dejase caer uno de los explosivos
Como nuevo embajador de Ucrania en Londres, Zaluzhni no puede ser imputado por estos hechos. Pero es de esperar que la publicación de este artículo, cuyos detalles coinciden con lo revelado por la propia investigación, provoque una reacción en Alemania. “Un ataque de esta escala es razón suficiente para activar la cláusula de defensa colectiva de la OTAN, pero nuestra infraestructura crítica fue volada por un país al que apoyamos con envíos masivos de armas y miles de millones en efectivo”, declara al WSJ un anónimo alto funcionario alemán conocedor de la investigación.
Sorprendentemente, pese a las implicaciones negativas que para Ucrania tienen todos estos hechos, Rusia ha mantenido en todo momento que el sabotaje fue obra de EEUU, calificando de “maniobra de intoxicación” las diferentes revelaciones periodísticas y los indicios hechos públicos por la fiscalía alemana que apuntaban a una probable autoría ucraniana. Las cosas no parecen haber cambiado en ese sentido: este mismo jueves, la versión en inglés del portal estatal ruso Sputnik abría con un artículo titulado “EEUU intenta evadir la responsabilidad por el sabotaje del Nord Stream”, en el que se asegura, como el gobierno ruso y el propio Vladimir Putin llevan meses haciendo, que la versión de los hechos publicada por el periodista estadounidense Seymour Hersh es la correcta.
Apenas 24 horas después de que se hiciese público que las autoridades alemanas buscan a un instructor de buceo ucraniano como sospechoso en el sabotaje del gasoducto Nord Stream, el diario estadounidense The Wall Street Journal publica una auténtica bomba: la voladura habría sido una operación ucraniana aprobada al más alto nivel (aunque con matices), ejecutada por un pequeño grupo de buceadores militares y civiles y financiada por empresarios privados, según el testimonio de cuatro fuentes directas que participaron en el plan o con conocimiento directo de este.
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