Kursk revienta la baza de Putin en la mesa negociadora: "Es más importante que 100 cumbres de paz"
La incursión fronteriza de Kursk se ha interpretado como una posible moneda de cambio para Ucrania si decide pisar el acelerador de las conversaciones de paz
En el cantón suizo de Nidwalden, más de 80 líderes mundiales de diferentes países se reunieron el pasado junio para hablar sobre un acuerdo de paz que pudiera poner fin a la guerra de Ucrania. La única silla vacía fue la del presidente que ordenó el inicio de la invasión: Vladímir Putin. Hasta ahora, las negociaciones para el final del conflicto se vislumbraban como un laberinto de condiciones que alejaban un acuerdo en un corto y hasta mediano plazo.
En pocos días, las cosas han cambiado. Ucrania lanzó el pasado miércoles una incursión fronteriza en la región rusa de Kursk. La ofensiva ya está considerada como la más importante del Ejército de Kiev desde 2022 y que puede marcar el inicio de una nueva fase de la guerra. Este fin de semana, Rusia ha admitido que la incursión fronteriza de las fuerzas de Kiev en territorio ruso ha provocado la pérdida de 28 municipios, que supone un área de cerca de 12 kilómetros de profundidad y 40 kilómetros de ancho. En total, se calcula que han avanzado cerca de 30 kilómetros.
En la región fronteriza, más de 76.000 personas han sido evacuadas y las autoridades han declarado el estado de emergencia. Además, otras 11.000 personas han sido desplazadas en Bélgorod por la ofensiva que el presidente ruso ha calificado de "provocación". También ha anunciado la estrategia que cree que puede estar detrás. "Parece que el enemigo está tratando de mejorar sus posiciones de negociación", dijo Putin.
Los analistas militares y algunos funcionarios ucranianos apuntan a que uno de los objetivos de la operación es obligar a Rusia a retirar las tropas en frentes como el de Donetsk y Járkov para defender Kursk y, de esta forma, Ucrania puede aliviar la presión sobre sus soldados. Por otro lado, si los soldados de Kiev consiguen mantener el control de los territorios rusos atacados, podrían usarlos como moneda de cambio en unas hipotéticas negociaciones con Rusia.
A pesar de que Kiev no ha hablado directamente sobre la estrategia de la incursión de Kursk y las teorías han crecido en los últimos días, la idea de que esta misión podría llevar a un final más rápido de la guerra ha ganado impulso. La operación relámpago ucraniana ha conseguido, una semana después de llevarse a cabo, acabar con la idea prácticamente generalizada de que Putin tiene todas las cartas para marcar las condiciones de un alto el fuego.
Esta creencia ha empezado a tener un eco entre políticos ucranianos como el diputado Oleksiy Goncharenko, quien afirmó que la incursión es tan importante porque "nos acerca mucho más a la paz que 100 cumbres de paz". "Cuando Rusia necesita contraatacar en su propio territorio, cuando el pueblo ruso huye, cuando la gente se preocupa, esa es la única manera de mostrarles que deben detener esta guerra", dijo a la BBC.
Las declaraciones del diputado ucraniano se alinean con las recientes insinuaciones de Zelenski sobre qué podría estar dispuesto a negociar. "No tenemos que recuperar todos los territorios (por medios militares). Creo que eso también se puede lograr con la ayuda de la diplomacia", señaló.
Un acuerdo 'tierra por tierra'
La condición a la que Putin no ha querido renunciar a la hora de llegar a un acuerdo de paz consiste en que el Kremlin debe tener el control de los territorios anexionados en Moscú en 2022, así como la península de Crimea. En un escenario en el que Ucrania tiene el control de una parte, la negociación podría basarse en un intercambio. "Durante los primeros días de la incursión, hubo especulaciones sobre la posibilidad de que el objetivo principal de Ucrania fuera la planta nuclear de Kursk, con vistas a canjearla por la de Zaporiyia, ocupada por Rusia. Un eventual intercambio de tierras a una escala mucho mayor puede ser parte de los cálculos de Kiev", señala Peter Dickinson, investigador y editor del servicio UkraineAlert de Atlantic Council.
Hasta ahora, la carta a la que podía jugar el Gobierno ucraniano en unas hipotéticas negociaciones pasaba por un intercambio de tierra a cambio de paz. Ahora, ha pasado a un acuerdo de "tierra por tierra", como apunta Andreas Umland, analista del Instituto Sueco de Asuntos Internacionales, en un análisis publicado en Foreign Policy.
Este cambio de paradigma puede poner a Vladímir Putin en un aprieto, porque la pérdida de control de una parte de su territorio supone una humillación para el líder que anunció una "operación especial" en Ucrania en 2022 prometiendo que duraría unos pocos días. A pesar de que el Kremlin considera que los territorios anexionados en Ucrania pertenecen a Rusia, en unas supuestas negociaciones tendrían prioridad aquellos lugares que forman parte de las fronteras legítimas.
"Sin embargo, nada de esto cambia el problema más fundamental de un resultado negociado: el hecho de que Rusia ha ignorado prácticamente todos los acuerdos que ha firmado con Ucrania. Pero para los ucranianos y sus partidarios occidentales que esperan el fin de la guerra, pronto pueden estar sobre la mesa algunas posibilidades interesantes", sostiene Umland.
Ucrania tener un as bajo la manga si se sienta con Rusia a negociar, aunque está llevando los detalles de la operación bajo un alto secretismo. Volodímir Zelenski mencionó este fin de semana tímidamente la incursión de Kursk y dijo que había sido informado sobre las acciones de su Ejército "por empujar la guerra hacia el territorio del agresor". "Estoy agradecido a cada una de las unidades de defensa que trabajan allí. Ucrania está demostrando que puede hacer justicia y ejercer presión en el agresor", añadió.
A pesar de las incógnitas, el interés por esta ofensiva podría ser una manera de allanar el terreno hacia unas negociaciones que podrían ser también una respuesta por parte del Gobierno de Zelenski después de más de dos años de guerra. La población y los soldados ucranianos muestra cada vez más signos de cansancio y desesperación en un momento en el que, además, Kiev está teniendo muchos problemas para contener los avances rusos. Esta situación ha derivado en que, por primera vez desde febrero de 2022, ha aumentado el número de personas que están a favor de unas conversaciones para llegar a un acuerdo de paz. Una encuesta publicada por el medio local Zerkalo Tizhnya el pasado julio arrojó que el 44% de los ucranianos están listos para las conversaciones de paz. Un año antes, solo el 23% estaba de acuerdo en dar este paso, según una encuesta similar publicada en ese momento, antes de que fracasara la contraofensiva ucraniana.
Por otro lado, Ucrania se enfrenta a un futuro poco alentador si Donald Trump gana las elecciones estadounidenses del próximo noviembre. El candidato republicano ha mostrado su intención de acabar con la guerra lo antes posible y su victoria pondría en peligro las ayudas estadounidenses. Ucrania tampoco lo tiene del todo fácil si Kamala Harris gana las elecciones, porque la demócrata puede tener cada vez más problemas para aprobar los futuros paquetes de ayuda si los republicanos mantienen su mayoría en la Cámara de Representantes.
Todos estos factores pueden haber ayudado a Zelenski a tomar alguna decisión que pueda acercar unas negociaciones que parecían muy lejanas antes de la incursión fronteriza en Kursk.
'Todo está siendo atacado de la misma manera'
Además de los objetivos estratégicos, esta operación también ha supuesto un subidón para la moral de los ucranianos. Los soldados de Kiev han conseguido acabar con los esfuerzos de Putin por evitar que la guerra llegara a su población. Y, además, la ofensiva sorpresa es un impulso para un Ejército que busca, ahora con dificultad, un éxito militar.
Mientras las tropas avanzaban en Kursk, en los otros frentes Ucrania continúa haciendo frente a la presión rusa. En la ciudad de Toretsk, en Donetsk, los soldados de Moscú han intentado seguir avanzando e intentaron atravesar las defensas ucranianas hasta cuatro veces. Dos ataques fueron repelidos y otros dos siguen en curso.
Este tipo de ataques chocan con la teoría de que la incursión de Kursk podría obligar a Rusia a redistribuir sus tropas y, con ello, aliviar la presión para Ucrania en frentes como el Donbás. Es posible que todavía sea demasiado temprano para ver unos cambios que los soldados ucranianos esperan angustiados. "No siento que haya disminuido la intensidad. Todo está siendo atacado de la misma manera", concluye Yevhen Strokan, teniente superior y comandante de una unidad de drones en Donetsk, a The New York Times.
En el cantón suizo de Nidwalden, más de 80 líderes mundiales de diferentes países se reunieron el pasado junio para hablar sobre un acuerdo de paz que pudiera poner fin a la guerra de Ucrania. La única silla vacía fue la del presidente que ordenó el inicio de la invasión: Vladímir Putin. Hasta ahora, las negociaciones para el final del conflicto se vislumbraban como un laberinto de condiciones que alejaban un acuerdo en un corto y hasta mediano plazo.
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