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"Se te congela la sangre": el gran negocio criminal de Latinoamérica ya no es el narcotráfico
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Disminuyen los robos y aumenta la extorsión

"Se te congela la sangre": el gran negocio criminal de Latinoamérica ya no es el narcotráfico

La extorsión se ha convertido en uno de los principales problemas que atraviesa Latinoamérica. Mientras que en Colombia ha ascendido un 300%, países como Guatemala o Honduras empiezan a afrontar esta problemática

Foto: Operativo policial para frenar extorsiones de grupos delictivos a productores de limón en Apatzingán (México). (Reuters/Iván Arias)
Operativo policial para frenar extorsiones de grupos delictivos a productores de limón en Apatzingán (México). (Reuters/Iván Arias)

Bogotá, tres de la mañana de una fría noche de marzo. Los empleados de una popular carnicería preparan el género para atender desde muy temprano a sus clientes. Nadie se imagina la tragedia que estaba a punto de ocurrir. De repente, dos hombres descienden de dos motocicletas que se habían estacionado en las inmediaciones del negocio, desenfundan sus pistolas y comienzan a disparar indiscriminadamente al interior del local. Su objetivo es el dueño del negocio, de 58 años, que fallece en el acto. Por el camino acaban heridos seis empleados.

Son los brutales efectos de la extorsión, que está aumentando de forma muy preocupante en América Latina debido al tamaño creciente de las bandas criminales y a los cambios en las dinámicas del tráfico de drogas después de la disminución reciente del precio de la cocaína. Decenas de bandas criminales exigen a millones de ciudadanos en toda la región pagos periódicos que pueden ir desde unos pocos dólares a miles, a cambio de una supuesta protección y de una seguridad que ellas mismas han arrebatado.

Don José, dueño de la carnicería atacada en Bogotá, se había negado a pagar el monto que le habían pedido. La respuesta fue el tiroteo a su negocio. El abono de la ‘vacuna’ — como se conoce a la extorsión en Colombia — o del derecho de piso, como se lo llama en México, está al alza en esos dos países. También en otros como Guatemala, Ecuador, Venezuela y Chile, persistiendo en Honduras.

Supone una fortísima afectación a las economías locales, especialmente a la de los micro y pequeños empresarios, que muchas veces están ya en situación de vulnerabilidad, resultando en una perpetuación de la pobreza.

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En los telediarios locales es ya tristemente común ver locales atacados con artefactos explosivos, con tiros en las persianas a modo de aviso. También de secuestros de comerciantes que se han rehusado a pagar. Algunas veces, como en el caso de la carnicería, los asesinatos son captados por las cámaras de seguridad del local.

“Uno se asusta demasiado. Después de lo de la carnicería uno siempre anda con temor, con el miedo y empieza a tomar precauciones”, confiesa a El Confidencial un ferretero de Kennedy, el humilde barrio bogotano donde tuvo lugar el asesinato del carnicero.Se niega a revelar su identidad por temor a represalias. Él también recibió la llamada fatídica y también decidió no pagar, poniéndose en un evidente riesgo.

Foto: Un soldado en las calles de Ciudad Juárez durante la campaña presidencial. (Reuters/Jose Luis Gonzalez)

“Cogieron todos los números de los comercios de la zona y comenzaron a llamarnos sistemáticamente. A nosotros nos pidieron 40 millones de pesos colombianos, unos 10.000 euros al cambio. El mío es un negocio de ferretería pequeño”, asegura entre herramientas de metal el comerciante, mientras el bullicio de Kennedy y la música proveniente de los altavoces de los negocios cercanos se cuela por la puerta de la estancia.

Allí la extorsión se ha disparado un 200% este año, según un informe al que tuvo acceso Noticias Caracol. No es ni siquiera el barrio donde más ha crecido. En Bosa, otra zona popular del occidente de la ciudad, aumentó un 328%. El total para la capital colombiana en 2024 es un incremento del 90% y el delito ya ha llegado a zonas hasta ahora consideradas tranquilas como Teusaquillo y La Soledad, donde el nivel de vida es mucho mayor al del suroccidente de la urbe.

En Colombia la extorsión no es un problema nuevo. Ya la llevaban a cabo las guerrillas y los grupos paramilitares en el ámbito rural, pero en la última década las denuncias se han cuadruplicado. Ahora parte importante de ese delito ha escapado al control de esos grandes grupos armados y es llevado a cabo por organizaciones más pequeñas.

Foto: Hachís incautado en una operación de la Policía Nacional. (PN)

Es también muy relevante el papel que juega tanto en Colombia como en Perú y Chile el Tren de Aragua, la banda criminal transnacional originada en Venezuela que el Gobierno de Nicolás Maduro considera desarticulada pero los países del pacífico sudamericano ven muy viva y muy preocupante.

La problemática afecta considerablemente al desarrollo económico. No sólo porque muchos micro y pequeños empresarios desembolsan grandes sumas mensuales para poder operar — algunos analistas advierten que ya es tan común que algunos ni siquiera le dan ya tanta importancia, ni siquiera lo llaman ‘vacuna’ y lo anotan como un coste operativo más — sino porque, además, para muchos supone un freno a la hora de pensar en expandir el negocio.

Austeridad en los negocios por seguridad

Que te vaya bien supone, como dicen en Colombia, “dar papaya”, es decir, darle motivos a los criminales para que vayan a por ti. “Yo quería hacer una remodelación. Darle más imagen al negocio. Lo pospuse. Me dije que mejor dejaba el negocio así. No le meto plata, que no sea tan llamativo, porque a un negocio más llamativo le van a llegar estos grupos”, lamenta el ferretero de Kennedy.

Foto: Vista de la ciudad de Medellín. (Ángel Villarino)

Es un castigo directo al éxito”, subraya Ramón, presidente de la asociación de comerciantes del barrio. “Usted no puede pretender ser grande, hacer crecer su negocio, o dar más empleo, pues es más propenso a las extorsiones y teme que eso pueda llevar a una desgracia. Entonces más bien lo que se busca es quedarse como está e incluso recogerse un poquito y quedar solamente con un mostrador, o un solo carrito”, añade.

Provoca también desplazamiento. “Mucha gente se va de la ciudad, cierra el negocio, lo vende o se ausenta del mismo, quedando los empleados, que llegan a ser lesionados también aunque no tienen nada que ver con las finanzas directas de la empresa”, considera.

“La extorsión castiga el trabajo y le pone al sector productivo una cuota más de dolor”, destaca, por su parte Cuautémoc Rivera, líder de la Alianza Nacional de Pequeños Comerciantes (ANPEC) de México.

Foto: Peritos forenses trabajan en una zona en la que se cometió un crimen en México. (EFE/Luis Torres) Opinión

“Afecta no solo por los resultados que obtienes finalmente, sino por lo que dejaste de hacer, por miedo o porque estuviste empleando tu energía en salir de ese tipo de apuros. Eso supone frenar el desarrollo económico del país”.

Disminuyen los robos pero aumentan las extorsiones

Genera, además, grandes pérdidas para el erario público y para los bolsillos de los ciudadanos, porque impulsa la inflación. Los comerciantes trasladan, en muchas ocasiones, la cifra que piden los criminales a los precios finales y en algunas regiones los carteles incluso controlan los precios de productos como el pollo, el cerdo, las típicas tortillas mexicanas o los huevos.

La extorsión ha crecido un 26% anual en México entre 2018 y 2023, según un análisis del Instituto Belisario Domínguez (IBD), adscrito al senado, al tiempo que han disminuido otros delitos como robos, secuestros y homicidios. Una situación similar a la que ocurre en Colombia y en Venezuela y que está espoleada por el cambio de las dinámicas criminales.

Foto: Sofía Vergara, buscando respeto máximo en la serie. (Netflix)

El modus operandi en el país norteamericano también incluye las llamadas telefónicas, que se realizan muchas veces desde la cárcel, algo que también es común en el resto de Estados afectados por el flagelo.

“Híjole, se te congela la sangre”, asegura a este diario Arturo Hernández, un comerciante extorsionado de una zona de clase media de Ciudad de México. El cobro del derecho de piso llega incluso a las calles aledañas al Zócalo, el corazón del país norteamericano.

“Te da mucho temor. Me sentí muy vulnerable a una agresión”, revela el tendero, dueño de un pequeño comercio de ultramarinos. Él tampoco ha pagado y anda con miedo. “Yo hubiera querido cerrar la tienda porque me dieron miedo las llamadas. Me dio temor durante semanas salir a la calle. Volteaba a mirar a todos lados para ver si me seguía alguien. Si esto se hace más fuerte voy a dudar en seguir mis planes como empresario”, lamenta.

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En México extorsionan los carteles pero también decenas de organizaciones más pequeñas que en muchas ocasiones no responden a los grupos más grandes e incluso llegan a aprovecharse de su nombre.

En Perú y en Ecuador la extorsión también ha crecido más de un 400% en los últimos dos años, según datos obtenidos por la agencia AP. El venezolano Tren de Aragua es señalado en territorio peruano por el drástico aumento del delito, mientras que el vecino del norte vive en los dos últimos años sumido en un conflicto con decenas de grupos armados adscritos a los carteles mexicanos de la droga que también recurren a la extorsión para financiar sus actividades delictivas.

Existe además un efecto de imitación. Las mafias locales de cada país están copiando modelos que reconocen como exitosos en otras naciones en un contexto en que el narcotráfico ya no les basta a algunas de las organizaciones. La mayoría de las personas o negocios sujetos a la extorsión no denuncian con lo cual las cifras reales son probablemente mucho mayores. Algunos analistas creen que el 99% de las extorsiones en México no aparecen en los registros.

La mayoría de policías implicados están entre los bajos rangos de la institución

Otro problema son las mismas autoridades. Numerosos empresarios y analistas en México y Colombia denuncian que policías y juzgados están coludidos con los extorsionadores. Por eso pocos denuncian. “Muchas veces hay policías que incluso trabajan de la mano con estos criminales. Incluso se prestan para llegar a los comercios y amedrentar”, lamenta el representante de los comerciantes de Kennedy.

Destaca, eso sí, que la mayoría de policías implicados están entre los bajos rangos de la institución. En su barrio los comerciantes están llevando a cabo un programa de protección vecinal reforzado con la división antiextorsión de los Grupos de Acción Unificada por la Libertad Personal (GAULA) de la Policía, un cuerpo de élite, que sí está dando buenos resultados en las últimas semanas.

La extorsión sí ha sido reducida en un 57% en El Salvador, después del régimen de excepción declarado por el Gobierno de Nayib Bukele en 2022 que ha acabado con las pandillas criminales que sembraban el caos en el país pero ha sido muy criticado, a la vez, por numerosas asociaciones que señalan violaciones a los derechos humanos y cuyo modelo, consideran parte de los analistas, es difícilmente exportable a países más grandes y con diferentes dinámicas criminales.

Preocupa, además, que aumente la conflictividad social en los países más afectados por el flagelo. En Texcapilla, una localidad rural del Estado de México, que rodea a la capital, un enfrentamiento entre pobladores hartos de la extorsión y los criminales dejó, el pasado enero, a diez extorsionadores y cuatro vecinos muertos. Hasta ahí llegó la desesperación de los campesinos porque el grupo conocido como la Familia Michoacana les cobraban incluso por sus plantaciones de habas y guisantes. Los ciudadanos estuvieron cinco meses encerrados en sus casas por miedo a represalias.

Bogotá, tres de la mañana de una fría noche de marzo. Los empleados de una popular carnicería preparan el género para atender desde muy temprano a sus clientes. Nadie se imagina la tragedia que estaba a punto de ocurrir. De repente, dos hombres descienden de dos motocicletas que se habían estacionado en las inmediaciones del negocio, desenfundan sus pistolas y comienzan a disparar indiscriminadamente al interior del local. Su objetivo es el dueño del negocio, de 58 años, que fallece en el acto. Por el camino acaban heridos seis empleados.

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