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Este es el motivo por el que tu vuelo europeo posiblemente se retrase 22,3 minutos
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¿NORMA O EXCEPCIÓN?

Este es el motivo por el que tu vuelo europeo posiblemente se retrase 22,3 minutos

Más de la mitad de las reclamaciones de España son debido al servicio de transportes, incluido la actividad de las aerolíneas, donde destacan Vueling y Ryanair

Foto: Prolongación de operación salida de agosto (EFE/Fernando Alvarado)
Prolongación de operación salida de agosto (EFE/Fernando Alvarado)

Si este verano tiene previsto viajar en avión (o si ya lo hizo), su vuelo tiene muchas posibilidades de retrasarse, que se cancele, que la mochila que compró con “medidas adecuadas para viaje” no encaje o sufran los sistemas informáticos un colapso.

No es un mundo distópico, es la realidad de miles de viajeros que en los últimos años han sufrido las consecuencias de unas infraestructuras que se enfrentan a un turismo creciente. De hecho, según el último informe de Eurocontrol, 2023 fue el año con mayores retrasos en las últimas dos décadas. El verano pasado, en Europa, el 34% de los vuelos se demoraron más de 15 minutos, frente al 27% en 2019 (año de referencia antes de Covid-19).

Los últimos registros apuntan a que, en junio de 2024, el retraso medio por vuelo a la salida fue de 22,3 minutos por vuelo. Esto supuso un aumento de 1,2 minutos por vuelo en comparación con el mismo periodo de 2023. Los expertos apuntan al aumento de la demanda como causante del problema.

“No es que se muevan los viajeros [es decir, que cambien de tren o cualquier otro vehículo a avión], sino que aparecen muchos más”, declara Juan Manuel Martínez Mourín, presidente de la Asociación Española del Transporte (AET). Añade que nuestro país cuenta con “unas instalaciones aeroportuarias muy potentes”, aunque se detecta ya cómo Madrid otea en el horizonte una posible reforma al encontrarse “cerca del 100% de su capacidad". Al final, los "colapsos" o las incidencias ocurren cuando la infraestructura no puede absorber un aumento de la demanda, atribuye el portavoz.

Una teoría que corrobora József Váradi, cofundador y director ejecutivo de Wizz Air: "No se han construido nuevos aeropuertos, por lo que los que ya estaban congestionados se han congestionado aún más. Si a esto se añaden los problemas con las franjas horarias [es decir, la cantidad de tiempo en que las aerolíneas pueden operar un vuelo], entonces tenemos retrasos".

Las cifras respaldan la opinión de los expertos. De los cien aeropuertos europeos con mayor tráfico de pasajeros en 2023, una quincena son españoles. El año pasado rozaron, en su conjunto, los 260 millones de viajeros. Todos, salvo el de El Prat (Barcelona), aumentaron el volumen de viajeros respecto a 2019, antes de la pandemia.

La previsión de ONU Turismo para este año apunta a una recuperación plena del sector a nivel internacional, con un aumento del 2% de las llegadas en relación con los niveles de 2019. En consonancia, los últimos datos publicados muestran a Europa como la mayor región de destinos del mundo, con 120 millones de turistas internacionales en los primeros tres meses del año.

Los (no) ejemplos de aeropuertos europeos

Este verano ha sido decisivo para los aeropuertos franceses. El 8 de julio de este año, los sindicatos de trabajadores aeroportuarios anunciaron una huelga a gran escala para el 17 de julio, justo antes de los Juegos Olímpicos. Una de sus principales reivindicaciones era la contratación de al menos 1.000 empleados, además de mejores compensaciones económicas para este periodo de alto ritmo, y la garantía de que podrán tomarse algunos días libres durante los JJOO, ante la previsión de un gran aumento del número de pasajeros/de un mayor tráfico aéreo.

El aeropuerto de Atenas, entre los más concurridos, es uno de los grandes damnificados en esto de la gestión de la capacidad. Si por alguna razón ha elegido viajar dentro del país heleno o en conexión con el extranjero solo tiene un 49,7% de posibilidades de salir puntual, según las últimas cifras actualizadas de la Agencia Europea de Seguridad de la Navegación Aérea, Eurocontrol. Sin embargo, la fiabilidad fluctúa por días. El pasado dos de agosto tenía un 34% de posibilidades.

Las aerolíneas afirman que los problemas no se deben a ellos, sino a las cadenas de suministro, las condiciones de los aeropuertos y los servicios de asistencia en tierra. “El control del tráfico aéreo es un gran problema en Europa, ya que el sistema carece de personal suficiente. Si miramos los últimos veranos, este ha sido el mayor problema”, identifica Váradi como primer motivo de los retrasos. La congestión en los aeropuertos y la ineficiencia en el desarrollo de infraestructuras son también responsables, según el directivo de Wizz Air, ya que solo producen que “aeropuertos que ya estaban sobrecargados empeoren aún más”.

Foto: Aeropuerto de Madrid Barajas. (EFE/Rodrigo Jiménez)

Por su parte, otras zonas de Europa como Lituania dan un mejor ejemplo. “Las cancelaciones y retrasos de más de unas horas son más bien excepciones aisladas y sólo representan alrededor del uno por ciento, o incluso menos, de todos los vuelos", aclara T. Vasiliauskas, portavoz de los aeropuertos lituanos (LTOU). Añade que “alrededor del 90% de los vuelos en nuestros aeropuertos nacionales llegan a tiempo” aún habiendo aumentado el tráfico de pasajeros. Según los últimos datos de Lithuanian Airports para junio muestran que un total de 653.000 pasajeros pasaron por los tres aeropuertos del país báltico, lo que supone un 15% más que en el mismo mes del año pasado.

Vasiliauskas también señala que la gestión del fuerte crecimiento del tráfico se ha convertido en uno de los mayores desafíos para los aeropuertos en los últimos tiempos, por lo que el desarrollo de la infraestructura es quizás el foco principal.

Hay una relación directa entre el aumento del tráfico aéreo y la pérdida de calidad. Y aquí España puede tener un problema ya que es el segundo país europeo con mayor número de vuelos comerciales. Las reclamaciones son un buen termómetro. De las 1.755 quejas de transporte publicadas por el Centro Europeo del Consumidor, el 69,8% estaban relacionadas con el transporte aéreo.

“Huelgas de personal de la aerolínea como son los tripulantes de cabina y los pilotos, problemas técnicos y retrasos de la aeronave que va a cubrir la ruta”, detectan, desde la plataforma española Reclamador, como principales motivos de retraso o cancelación.

Destacan las incidencias de Vueling y Ryanair, que fueron las compañías con más reclamaciones en 2022. Una de cada cuatro quejas a Vueling se atribuyen a cancelaciones y retrasos. Y el 22,7% presentadas a Ryanair se asocian principalmente a los seis meses de huelga de los tripulantes de cabina.

Ante restricciones, trucos

"Los usuarios suelen desconocer la normativa y la mayoría de las compañías aéreas no suelen facilitar información sobre este derecho. También hay ocasiones en las que los usuarios, aunque conozcan la normativa o parte de ella, no saben cómo reclamar", asegura Miguel Ángel Serrano, vicepresidente de FACUA - Consumidores en Acción. Esto se une a que en la mayoría de casos han detectado una falta de información por parte de las aerolíneas a sus consumidores pese a estar obligados a notificarles su derecho de reclamación, sostiene.

Aunque este tipo de organizaciones de consumidores no entran a valorar la calidad del servicio ofrecido por este tipo de compañías, sí que mantienen la lucha para el cumplimiento de mínimos. “Hay dos grandes retos: el primero es el cumplimiento de la normativa vigente por parte de las aerolíneas y la batalla por cobrar por el equipaje de mano", sentencia Serrano. Hace ya diez años, el Tribunal de Justicia de la UE sentenció que las aerolíneas no deberían cobrar un suplemento por equipaje de cabina, siempre que este cumpla “requisitos razonables en términos de peso y dimensiones, y cumpla con los requisitos de seguridad aplicables”. A día de hoy, la situación sigue igual, pese a los intentos de las instituciones europeas por atajar el problema.

Foto: Cómo organizar la maleta para que quepa todo (Surface para Unsplash)

Mientras tanto, los usuarios comienzan a normalizar las condiciones impuestas por la oferta low cost. Pese a las restricciones de equipaje, el precio del billete sigue siendo una ventaja competitiva “Al final si me puedo ahorrar dinero a costa de ir un poco incómoda tiendo a ahorrarlo. Lo ideal sería que no fuese así, pero la vida está muy cara y de momento no soy rica”, aclara Ainhoa, una joven cántabra de 24 años.

Como ella muchos usuarios en redes sociales comparten su opinión. De hecho, el proceso de aceptación va de la mano con los vídeos sobre consejos para viajar en esta normalidad. Mochilas milagrosas con compartimentos que cumplen con las medidas exactas, bolsas de compresión o al vacío o botes para encajar en los mililitros requeridos.

Todo un mar de posibilidades para encajar en los requisitos de las aerolíneas. Más de uno busca sus alternativas para evitar un posible exceso de equipaje, ya que una maleta de mano se les queda corta cuando se habla de un mes de vacaciones a un precio económico.

“A mí me parece estupendo poder pagar menos por viajar”, confiesa Irene una joven de 26 años que lleva desde su mayoría de edad siendo usuaria habitual. Sabe que al acudir a una compañía de bajo coste el servicio no es el mismo y el tiempo de espera aumenta, pero “el coste global del viaje acaba disminuyendo significativamente”. A ella le es indiferente el tema del espacio, tiempo o comodidad aunque le gustaría acceder a ese nivel de servicios con un precio competitivo porque “eso sería lo ideal”.

Si este verano tiene previsto viajar en avión (o si ya lo hizo), su vuelo tiene muchas posibilidades de retrasarse, que se cancele, que la mochila que compró con “medidas adecuadas para viaje” no encaje o sufran los sistemas informáticos un colapso.

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