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La ofensiva de Kursk como síntoma: por qué a Putin se le está torciendo el verano
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Un nuevo giro de la guerra

La ofensiva de Kursk como síntoma: por qué a Putin se le está torciendo el verano

La incursión fronteriza se ha convertido en un nuevo desafío para un Putin que, hasta hace pocas semanas, tenía un panorama más que alentador por delante

Foto: El presidente ruso, Vladímir Putin. (Reuters)
El presidente ruso, Vladímir Putin. (Reuters)

Vladímir Putin no puede ocultar el semblante de preocupación. Está sentado junto al jefe del Estado Mayor, Valerii Gerasimov, para que le dé los últimos detalles de la incursión de las fuerzas de Ucrania en su territorio. En dos días, los soldados de Kiev han conseguido avanzar cerca de 25 kilómetros en la región de Kursk. A diferencia de ataques anteriores, no se trata de rebeldes rusos, sino de unidades de infantería que han cruzado, por primera vez, la frontera en la que puede ser la operación más importante de Ucrania desde octubre de 2022.

La incursión fronteriza ha sido descrita por el presidente como una "provocación a gran escala" y se ha convertido en un desafío para un Putin que, hasta hace pocas semanas, tenía un panorama alentador por delante. Las tropas rusas han conseguido avances en varios frentes, mientras las ucranianas, con recursos insuficientes y sobrecargadas, esperaban ayuda militar de Estados Unidos y sus aliados occidentales. Además, las señales de que la moral de los soldados de Kiev está muy baja son cada vez mayores dos años después del inicio de la invasión a gran escala.

Al mismo tiempo, no hace mucho, una victoria de Donald Trump en las elecciones estadounidenses del próximo noviembre parecía más que probable. El Kremlin no ha ocultado su predilección por el republicano y su candidato a vicepresidente, J.D. Vance, que han prometido poner fin a la guerra de Ucrania lo más rápido posible y sin descartar concesiones territoriales. Pero la retirada de Joe Biden de la carrera presidencial y la llegada de Kamala Harris ha puesto contra las cuerdas la ventaja republicana.

Putin se enfrenta ahora al inicio de lo que puede ser una nueva fase de la guerra de Ucrania. Si la incursión en Kursk tiene éxito y las tropas ocupan tierras rusas, Kiev podría usarlo como moneda de cambio en unas hipotéticas negociaciones de paz.

Ucrania no ha dado detalles de su operación transfronteriza, pero los analistas militares apuntan a un golpe duro para el Kremlin. “Es un esfuerzo muy importante por parte de las tropas de Kiev. El mando ucraniano siempre ha sido muy conservador y no desperdiciaría hombres ni material en la operación si no hubiera grandes posibilidades de éxito. Obviamente, hay pérdidas en ambos bandos. Sin embargo, hay indicios de que siguen avanzando y podrían tener en la ciudad de Sudzha bajo control en los próximos días”, explica el experto en inteligencia de código abierta (Osint) Uri, a El Confidencial.

Un nuevo frente para Rusia

El factor sorpresa ha sido definitivo para lograr que 33 militares de la 22ª brigada mecanizada de Ucrania lanzaran el ataque en la región de Kursk. No ha sido, sin embargo, un movimiento sin estrategia. Meses después de que empezara la ofensiva en Aviidvka, las tropas rusas han logrado mantener la iniciativa y avanzar en dirección hacia Pokrovsk, llegar hasta Niu York y asaltar Chasiv Yar. Además, han irrumpido en Járkov por dos puntos diferentes, cerca de las localidades de Vovchansk y Hliboke.

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En un momento crítico para las defensas ucranianas, la incursión fronteriza puede ser un intento de desviar a las unidades rusas de las líneas del frente para aliviar la presión sobre las tropas. "Los rusos ya se ven obligados a retirar reservas y unidades activamente comprometidas de otros frentes, incluido el de Járkov, para frenar el avance de los ucranianos", apuntaba Osint Uri en un artículo anterior publicado por este periódico.

Después de semanas controlando la situación del frente, ahora Rusia deberá reorganizar una estructura ofensiva militar que estaba dando resultado para intentar expulsar a los soldados ucranianos de su territorio. Es, además, un recordatorio de que las tropas rusas son vulnerables y capaces de ser derrotadas.

A pesar de llevar la iniciativa, las ganancias territoriales de las fuerzas del Kremlin han sido limitadas y no han conseguido romper las líneas defensivas de Kiev. Por otro lado, Rusia debe hacer frente a las enormes pérdidas de recursos humanos y equipamiento. Más de 70.000 soldados rusos murieron o resultaron heridos en mayo y junio, según un informe de una agencia de inteligencia militar británica. De acuerdo con la misma fuente, más de 1.000 perdieron la vida en julio.

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Los blogueros militares rusos han criticado en varias ocasiones la estrategia militar del Kremlin en el frente y la incursión en la región de Kursk potenció su descontento. "La región de Kursk vivía, como Moscú, sin pensar en el hecho de que había un enemigo cerca que no dormía”, apunta un bloguero llamado Ravreba en su canal de Telegram. "Sabíamos que las Fuerzas Armadas de Ucrania iban a ir a la región de Kursk. Sabíamos que estaban reuniendo fuerzas. Lo sabíamos todo como siempre, los militares informaron, pero los superiores no hicieron nada", critica, por su parte, la bloguera Anastasia Kashevarova.

La férrea respuesta de Putin (que nunca llega)

La ofensiva fronteriza tiene una gran importancia militar pero también simbólica porque, en el momento en el que los soldados ucranianos cruzaron la frontera, estaban cruzando también una de las líneas rojas de Putin. No es la primera vez que pasa. El presidente ruso prometió una dura respuesta si Occidente enviaba los HIMARS a Ucrania. Lo mismo ocurrió el envío de los tanques Leopards y los cazas F-16, recién llegados a Ucrania.

Putin ha amenazado con una acción nuclear si se llega a cruzar alguno de los límites que considera que pueden suponer una amenaza existencial para el Estado, aunque no ha especificado en qué consistiría esta amenaza. Un informe del Institute for the Study of War (ISW) indicó que las líneas rojas son “una técnica de control reflexiva destinada a obligar a Occidente a autodisuadirse de proporcionar a Ucrania ayuda militar adicional".

El analista Osint Emil Kastehelmi añadió que Rusia no ha escalado el conflicto con Occidente en las otras ocasiones y que posiblemente tampoco lo hará después de la ofensiva de Kursk. “El poder de Rusia ya está firmemente ligado a Ucrania y actualmente no dispone de fuerzas suficientes para llevar la guerra a un nivel completamente nuevo", sostuvo.

Malas noticias del otro lado del mundo

Los problemas para Putin van más allá de sus fronteras y las ucranianas. La apuesta del presidente ruso para ganar la guerra siempre ha tenido en cuenta quién ocupará la Casa Blanca a partir del año que viene.

En Estados Unidos, el Partido Republicano, a día de hoy, es una formación cuya ideología dominante en política exterior es un aislacionismo feroz en todo aquello que no sea contra China o a favor de Israel. Durante meses, los conservadores han aprovechado su mayoría en la Cámara de Representantes para boicotear la práctica totalidad de los paquetes de ayuda militar a Ucrania, lo que ha afectado seriamente a la capacidad de Kiev para defenderse de las ofensivas rusas.

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No es ningún secreto quién ha sido el principal responsable de este giro hacia el aislacionismo. La llegada de Trump a la Casa Blanca marcó el fin de la era neo-con de los republicanos y su transformación en el partido del “America First”. Desde el inicio de la invasión de Ucrania, el magnate se ha mostrado extremadamente crítico con el respaldo proporcionado por la administración Biden al Gobierno de Zelenski y ha movilizado los votos en contra. Durante la Convención Nacional Republicana que lo encumbró como candidato, Trump reiteró su promesa de poner fin al conflicto, evocando el mismo lenguaje de Putin al advertir sobre el peligro de una “Tercera Guerra Mundial”.

Rusia cuenta con un claro interés en que las urnas den la victoria al magnate y, especialmente, al que sería su vicepresidente, el senador por Ohio J. D. Vance, quien afirmó recientemente a Fox News que, de ganar las elecciones del próximo 5 de noviembre, buscará un rápido final de la guerra en Ucrania “para que Estados Unidos pueda centrarse en el problema real, que es China”. De acuerdo con Bloomberg, el ministro de Asuntos Exteriores de Rusia expresó poco después de esa entrevista que la postura de Vance era precisamente lo que Moscú necesitaba.

La decadencia de Biden, tanto mental como en las encuestas, fue recibida con entusiasmo por el Kremlin, que durante meses había dado por hecha un triunfo de Trump en noviembre. Sin embargo, su cambio por la vicepresidenta Kamala Harris al frente de la boleta demócrata ha dado un giro drástico a las encuestas, que tras meses de dar al candidato republicano como favorito, ahora apuntan en dirección contraria. Los sondeos de esta semana han dado una media aproximada de tres puntos de ventaja a Harris frente a su rival.

Foto: El nuevo candidato demócrata a la vicepresidencia de EEUU, Tim Walz. (TNS/ZUMA Press Wire/Glen Stubbe)

Si Harris regresa a la Casa Blanca tras las elecciones, en esta ocasión para sentarse en el Despacho Oval, se espera que retenga a gran parte del equipo de la administración Biden y que, por lo tanto, mantenga la misma línea en política exterior. "El presidente Biden y yo continuaremos trabajando para asegurar los recursos y las armas que necesitan para tener éxito", aseguró la vicepresidenta en su discurso en la Conferencia de Seguridad de Múnich de este año, dirigiéndose a Zelenski. "Trabajaremos para que Rusia pague los daños a Ucrania. Y, en última instancia, queremos ver a Ucrania emerger de esta guerra como una nación libre, democrática e independiente", sentenció.

Más allá de las promesas, una victoria de Harris en las urnas probablemente iría acompañada de la recuperación de la mayoría demócrata en la Cámara de Representantes, lo cual eliminaría el principal obstáculo para aprobar nuevas ayudas económicas y militares para Ucrania. El Gobierno ruso, que confiaba en una reducción en el envío de armamento a Kiev desde Occidente para sus planes de guerra, mira las encuestas de EEUU con preocupación.

De vuelta al continente europeo, tampoco hay buenas noticias para Putin. La Unión Europea, que en el pasado se había mostrado cauta ante la posibilidad de que el armamento que donan sus Estados miembros a Ucrania fuera utilizado para atacar territorio ruso, no parece ahora tener problema alguno al respecto. "Creemos que Ucrania está librando una guerra legítima de defensa contra una agresión ilegal. Y en el marco de este derecho legítimo a la defensa, Ucrania tiene derecho a atacar al enemigo donde lo considere necesario: en su territorio, pero también en el territorio del enemigo", declaró este jueves ante periodistas Peter Stano, portavoz de la Comisión Europea.

Incluso Alemania, uno de los países con más reticencias sobre la posibilidad de que el conflicto se salga de control, no ha mostrado ninguna pega a que tanques y vehículos de infantería alemanes estén siendo utilizados en el frente de Kursk. "Quien inicia una guerra de agresión contra un país vecino convierte su propio territorio en una zona de guerra. El ataque de Ucrania a Kursk es totalmente legítimo y tiene sentido militar", publicó en X (antes Twitter) Marcus Faber, presidente del comité de defensa del Bundestag. “No podemos sino desearle mucho éxito a los defensores ucranianos, también en Kursk”, sentenció.

Vladímir Putin no puede ocultar el semblante de preocupación. Está sentado junto al jefe del Estado Mayor, Valerii Gerasimov, para que le dé los últimos detalles de la incursión de las fuerzas de Ucrania en su territorio. En dos días, los soldados de Kiev han conseguido avanzar cerca de 25 kilómetros en la región de Kursk. A diferencia de ataques anteriores, no se trata de rebeldes rusos, sino de unidades de infantería que han cruzado, por primera vez, la frontera en la que puede ser la operación más importante de Ucrania desde octubre de 2022.

Vladimir Putin