Ucrania abre en el corazón de África un segundo frente contra Rusia

Combatir a Rusia militarmente no solo en el territorio ucraniano invadido sino en otros lugares del mundo donde ha puesto pie. ¿Es esta la nueva estrategia de Kiev? El portavoz de la inteligencia militar ucraniana, Andrii Yusov, dejó caer a finales de julio que su país había tenido algo que ver con la primera gran derrota que los rebeldes tuaregs acababan de infligir a los mercenarios rusos de Wagner —ahora rebautizados Africa Corps— en el norte de Mali.

Los milicianos del Centro Estratégico para la Defensa del Pueblo del Azawad (CSPDPA, según sus siglas en francés), un amalgama de grupos rebeldes mayoritariamente tuaregs, tendieron una emboscada en Tinzaouatene, muy cerca de la frontera con Argelia, a una columna del Ejército maliense y de mercenarios rusos que pretendía reconquistar la zona.

Los tuaregs aseguraron en un comunicado que, entre el 25 y el 27 de julio, habían matado a 84 rusos y a 47 soldados malienses, un balance imposible de comprobar aunque los vídeos de su victoria que pusieron en circulación sí muestran numerosos cadáveres de blancos y varios presos, incluido un comandante. También se ve el material incautado al enemigo y cómo un mercenario herido, que intenta escapar, es acribillado a balazos.

El portavoz Andrii Yusov dejó caer poco después que esa victoria era, en parte, achacable a su ayuda: “Los rebeldes han recibido las informaciones necesarias, y no solo las informaciones, que les han permitido desarrollar una operación militar contra los criminales de guerra rusos”. Además del asesoramiento, los ucranianos les estarían impartiendo formación en el pilotaje de drones, según el diario Le Monde.

La prensa de Kiev publicó fotos, probablemente filtradas por sus servicios secretos, en las que se veía a un puñado de hombres armados exhibiendo, en pleno desierto, las banderas del Azawad y Ucrania. En el grupo, tres rostros aparecen pixelados lo que hace sospechar que son asesores militares ucranianos que no quisieron ser identificados.

Por si aún cabían dudas, Yurii Pyvarovov, embajador de Ucrania en Senegal, que está también acreditado en Mali, subió a sus redes sociales un vídeo de la batalla de Tinzaouatene y ensalzó el éxito de los rebeldes. Fue convocado el sábado por la ministra senegalesa de Asuntos Exteriores, Yassine Fall, que le exigió que no se injiriese en los asuntos de los países vecinos.

Al día siguiente por la noche, la Junta militar que gobierna Malí anunció, por boca de su portavoz, el coronel Abdoulaye Maïga, la ruptura de relaciones diplomáticas con Ucrania a la que acusó de estar implicada en la derrota de su Ejército en Tinzaouatene. Su complicidad “viola la soberanía de Mali (...) y constituye un apoyo al terrorismo internacional”, declaró.

Si los movimientos armados tuaregs, que luchan por la independencia del Azawad (norte de Malí), no pueden ser considerados como terroristas, en la misma zona geográfica opera también el Grupo de Apoyo al Islam y a los Musulmanes (GSIM, según sus iniciales en francés). Es el nombre con el que Al Qaeda actúa en el Sahel desde que en 2017 se fusionaron los cuatro grupos armados que le eran afines. Sus yihadistas se apuntaron en el último momento a la batalla de Tinzaouatene para dar la puntilla a los rusos y quedarse con parte de su armamento.

Los terroristas de Al Qaeda muestran a sus rehenes rusos

Del lado de los tuaregs, su portavoz, Mohamed Elmaouloud Ramadane, reconoció mantener “intercambios” con los servicios secretos ucranianos, pero también con los de EEUU y Francia, la antigua potencia colonial a cuyos militares, dedicados a la lucha antiyihadista, la Junta castrense acabó expulsando de Malí hace ahora dos años.

Alekandr Ivanov, uno de los jefes del Africa Corps, ya se le había anticipado declarando a la agencia estatal rusa TASS que, en realidad, Occidente dirigía a rebeldes. Por eso, según él, “la emboscada a la que se enfrentaron [rusos y Ejército regular maliense] estaba mucho mejor preparada que las anteriores”. En realidad, la meteorología también les jugó una pasada porque impidió el empleo de drones para repeler el ataque.

En las redes sociales empieza a aflorar esa cooperación entre tuaregs y el Ejecutivo de Volodímir Zelenski. Se suben vídeos en los que los tuaregs resaltan con canciones que ambos pueblos son “hermanos” en una misma lucha. Otro portavoz tuareg confirma que “han capturado un número significativo de mercenarios de Wagner” que quieren entregar a Ucrania “como símbolo de apoyo y solidaridad”. Es un brindis al sol, porque es prácticamente imposible que los puedan sacar de Mali.

Si Ucrania está involucrada, como apuntan múltiples indicios, en la guerra que libran los tuaregs, es porque cuenta, como mínimo, con el beneplácito de EEUU y quizás con la complicidad de Francia, la potencia occidental que mejor conoce el terreno. Mali fue su colonia desde 1892 hasta 1960, pero hasta hace solo un lustro continuó ejerciendo una gran influencia sobre el país.

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Jesús M. Pérez Triana*

La batalla de Tinzaouatene no habría sido el estreno de los servicios de inteligencia ucranianos en África. Una investigación de la cadena de televisión CNN sostuvo, en septiembre de 2023, que los ataques con drones cerca de Jartum contra las Fuerzas de Apoyo Rápido, una milicia respaldada con Wagner, fueron también obra de los ucranianos. A diferencia de lo sucedido ahora en julio, hace 10 meses nadie en Kiev sacó pecho del éxito de esa operación.

La derrota de Tinzaouatene no ha sido el único revés sufrido por los rusos en el Sahel. Una semana antes Al Qaeda apresó a dos rusos en Mbanga, a unos 60 kilómetros al oeste de Niamey (Níger). Youri y Greg, los dos rehenes, aparecen en un vídeo difundido el pasado fin de semana por la organización terrorista. Se expresan en inglés con acento ruso. Uno de ellos es geólogo. Se disponían a visitar una mina de oro, según la prensa local.

Ambos cautivos no se desplazaban, probablemente, solos, sino con una escolta a la que los yihadistas eliminaron. Del vídeo no se deduce si eran miembros de Wagner o pertenecían a una de sus empresas afines con las que, extrayendo por ejemplo minerales, financian su presencia en África y sus jefes se embolsan unos ingresos adicionales.

Avance del yihadismo en el Sahel

La toma de rehenes rusos demuestra el deterioro de la seguridad y los avances de los yihadistas en un país como Níger, cuya Junta militar expulsó a franceses y norteamericanos para poner, a partir de mayo, la lucha antiterrorista en manos de varios centenares de hombres de Wagner.

A los zarpazos cada vez más intensos de Boko Haram y de la rama local del Estado Islámico — el 21 de junio asesinaron a 21 militares y civiles — se han añadido ahora en Níger los del Frente Patriótico por la Justicia (FPJ) y del Frente Patriótico de Liberación (FPL). Ambos luchan por el restablecimiento en el poder del presidente Mohamed Bazoum, elegido democráticamente, pero derrocado por los militares golpistas en julio de 2023. Desde entonces permanece cautivo en un ala de su palacio.

El FLP reivindicó en junio el sabotaje del oleoducto que une Níger con Benín, desde donde se exporta el petróleo a China. Télé Sahel, la televisión pública nigerina, mostró imágenes de una amplia superficie de sabana cubierta de combustible con los cadáveres flotando de cientos de pájaros. A cambio de no volver a volar el oleoducto, el FLP exigió a Pekín que no otorgase “un préstamo de 400 millones de dólares” prometidos a los golpistas.

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Parece improbable que el chantaje surta efecto, pero entre ataques contra sus instalaciones y amenazas de destrucción del oleoducto, la petrolera china CNPC anunció el 24 de julio que suspendía sus actividades en el país. En tiempos en que la lucha antiyihadista corría a cargo de estadounidenses y franceses, no paró, en cambio, de afianzar su presencia en Níger.

La presencia militar rusa empezó en África por el Este de Libia y la República Centroafricana, pero, a partir de 2021, la retahíla de golpes de Estado militares en Malí, Burkina Faso y Níger abrió las puertas al Wagner so pretexto de luchar más eficazmente contra el terrorismo. El resultado, sobre todo en los dos últimos países, ha sido más bien el opuesto.