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Kiev-Moscú-Mar a Lago: Orbán pasea su 'plan de paz' para Ucrania hasta el mismísimo Trump
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Una carta filtrada

Kiev-Moscú-Mar a Lago: Orbán pasea su 'plan de paz' para Ucrania hasta el mismísimo Trump

El jueves, el primer ministro húngaro planea volar a Mar-a-Lago para reunirse con Donald Trump. Orbán busca negociar un acuerdo de paz sin consultar a otras naciones de la UE ni a la administración de Biden

Foto: Foto de archivo del primer ministro húngaro, Viktor Orbán, junto al entonces presidente de EEUU, Donald Trump. (Reuters/Carlos Barria)
Foto de archivo del primer ministro húngaro, Viktor Orbán, junto al entonces presidente de EEUU, Donald Trump. (Reuters/Carlos Barria)

Cuando el primer ministro húngaro, Viktor Orbán, se presentó por sorpresa en Kiev para encontrarse con el presidente ucraniano Volodímir Zelenski, muchos levantaron las cejas. Era su primer viaje desde que estrenaba la presidencia rotatoria del Consejo de la UE, el primero a Ucrania desde la invasión rusa y el líder húngaro no ha ocultado sus desavenencias en el seno de la Unión Europea con la estrategia de la Unión con su apoyo al país. En Kiev, las cámaras grabaron el momento en el que Zelenski se adelanta para darle la mano, que Orbán no le tiende.

Tras Kiev, el siguiente viaje fue a Moscú, donde se reunió con Vladímir Putin. Después, Pekín, donde se reunió con Xi Jinping. Los homólogos europeos estaban lívidos: una cosa son viajes personales del que se ha convertido en el gobierno más descarriado del consenso europeo y otra, confundir las líneas entre primer ministro húngaro y su presidencia rotatoria de la Unión. Después, Washington, a la cumbre de la OTAN que concluyó este jueves. Y entonces, última parada en los apenas 12 días que llevamos de julio: Mar-a-Lago.

El plan de Orbán cristalizó.

El encuentro de este jueves con Donald Trump en su residencia de Florida ha sido la última etapa de lo que su equipo ha llamado públicamente "misión de paz" del líder húngaro. "Hemos discutido maneras de hacer la paz. La buena noticia del día: ¡él solucionará el problema!", escribió Orbán en la red social X, junto a una foto en la residencia del expresidente de EEUU en Mar-a-Lago. En otra publicación, el premier húngaro añadió que Trump ha demostrado durante su presidencia que es un hombre de paz. "¡Lo volverá a hacer!", aseguró.

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No hay más datos sobre cuál sería la fórmula exacta que Orbán planea para la paz en Ucrania, pero más allá del historial del húngaro, que se ha posicionado en numerosas ocasiones en contra de la ayuda militar directa de la OTAN y la UE a Ucrania, que ha bloqueado durante meses el proceso de adhesión al club comunitario y que, este mismo jueves en la cumbre de la Alianza, ha rechazado cualquier acercamiento a la “misión ucraniana”, la última pista está en una carta filtrada.

En una misiva, dirigida al presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, y fechada unos días después de visitar Moscú, Orbán desarrolla sus impresiones sobre la posición rusa y apunta a los próximos pasos que debería dar la Unión Europea, “mientras en EEUU están con su campaña electoral”. El texto completo ha sido obtenido por varios medios europeos como el Financial Times, Politico, y un medio de investigación en ruso opositor con sede en Praga, Current Time TV. Estos han publicado fragmentos del texto, que permiten esbozar el enfoque de Orbán, que repite punto por punto muchos de los elementos más propagandísticos de la narrativa rusa.

Según Orbán, la UE debería liderar una iniciativa —”en el espíritu de la autonomía estratégica europea”— para un alto el fuego, “o en los próximos dos meses veremos mayores pérdidas dramáticas y desarrollos militares en las líneas del frente como no habíamos visto antes”. Todas las cifras que utiliza para apoyar esta afirmación, desde presuntas pérdidas ucranianas a avances rusos, y así lo admite abiertamente en la carta, son las ofrecidas por Putin en Moscú.

Orbán no hace referencia a la conferencia de paz celebrada en Suiza el pasado mes, con presencia ucraniana pero no rusa ni el apoyo, entre otros, de China. El día de antes de celebrarse, Putin aseguró que ofrecería un inmediato alto el fuego tan pronto como Ucrania retirara sus tropas de cuatro regiones parcialmente anexionadas por Moscú en el este y sur del país, pero donde todavía se mantienen combates: la ‘oferta’ rusa incluía que Ucrania cediera a Rusia dos importantes ciudades; Jersón, de la que Rusia se retiró en el otoño de 2022, y Zaporiyia, bajo control ucraniano durante toda la guerra, así como zonas que nunca ha llegado a ocupar.

En su carta, Orbán asegura que Moscú está “dispuesto a considerar cualquier propuesta de alto el fuego que no sirva para la reubicación y reorganización oculta de las fuerzas ucranianas”. Hace un mes, la agencia Reuters publicó una exclusiva en la que afirmaba que Putin estaría dispuesto a detener la guerra en Ucrania con un alto el fuego negociado que reconociera las actuales líneas del frente de batalla y congelar así la guerra.

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Las autoridades ucranianas son también conscientes del peso del reloj y lo que la llegada de Trump a la Casa Blanca podría significar para el apoyo estadounidense. Además de su escepticismo hacia la OTAN como alianza militar, Trump se ha jactado en numerosas ocasiones de su cercanía a Putin, que su “muy buena relación” con el mandatario ruso habría evitado la invasión, pero que, en cuanto llegue a la Casa Blanca, “solucionará” la guerra en poco tiempo.

Así que, no tanto por los desarrollos en el frente, pero sí acuciada por problemas económicos, energéticos y de tensión social, Kiev está paralelamente incidiendo en la posibilidad de nuevas conferencias de paz, esta vez con la presencia de Rusia, pero que no implique “ultimátums” ni que “sirva para la reorganización de las tropas rusas” antes de volver a presionar en el frente.

Moscú ya se ha negado, según ha adelantado este jueves el viceministro de Exteriores ruso, Mijail Galuzin, a la agencia RIA Novosti.

En su carta, Orbán no se inclina por estas iniciativas ucranianas. Se apoya en su lugar en los dos momentos que, según Putin, se podría haber llegado a establecer parámetros de una posible paz o tregua. El primero son los llamados “Acuerdos de Estambul”, de 2022, explicados en profundidad por este periódico en artículos anteriores. Este documento, al que Putin se refiere a menudo, incluía una cláusula que fue la que, en última instancia, echó por tierra las negociaciones: toda salvaguarda internacional a Ucrania —que debía mantenerse neutral, lejos de la OTAN— de asistencia militar en caso de nueva invasión vendría solo aprobada por estados garantes, con derecho a veto… y entre los que se encontraba la propia Rusia. Es decir, Rusia podía vetar la ayuda militar a Ucrania en caso de invasión rusa.

El segundo documento del que Orbán habló con Putin —siempre según la carta—, sería el “Plan de Paz Chino-Brasileño”. El comentario es, sin embargo, conciso: “está siendo considerado por la parte rusa”.

La 'foto' con Trump

Reunirse con Trump ahora es un asunto delicado. Aunque no ha estado físicamente en los pasillos de la OTAN, varios líderes o ministros occidentales han aprovechado para encontrarse con posibles futuros miembros del gabinete del republicano si ganara las elecciones presidenciales de noviembre de este año.

El asesor de seguridad de Trump, Keith Kellogg, afirmó que ha recibido 165 solicitudes de reuniones informativas por parte de funcionarios de otros países desde el pasado noviembre, y que había concedido 100 de ellas. A pesar de que no habla en nombre del expresidente estadounidense, Kellogg es un exgeneral experto en seguridad nacional y una de las posibles figuras importantes en un hipotético Gobierno republicano.

El primer ministro noruego, Jonas Gahr Støre, fue uno de los mandatarios que admitió que había tenido conversaciones a puerta cerrada con Donald Trump o con miembros de su campaña. “No me creerían si dijera que no”, dijo a The Washington Post.

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En el contexto de un Biden cada vez más debilitado, con la presión sobre su propia candidatura en máximos y con las encuestas colocándolo muy por detrás de Trump en los estados clave, la tentación de reunirse con Trump como posible nuevo presidente de EEUU es evidente, incluso cuando Biden todavía ocupa el sillón de la Casa Blanca.

Ante lo que podría ser una cercana victoria de Trump, los países miembros de la OTAN han empezado a urdir sus estrategias para afrontar la posibilidad de que su líder más importante sea, de nuevo, un escéptico de la Alianza. El pasado febrero, Trump dijo abiertamente que animaría a Rusia a atacar a los socios de la OTAN que no pagan suficiente, asegurando que Moscú puede hacer “lo que quiera” con estos países. "Tienen que pagar sus deudas", aseguró el republicano, que en anteriores ocasiones ya ha amenazado con abandonar la Alianza.

Así que Orbán es quizá el más obvio, lanzándose a tomar un avión a Florida cuando todavía se está barriendo la alfombra azul de la Cumbre del 75 aniversario de la OTAN y encontrarse con el magnate ese mismo jueves, pero no el único que está ya midiendo sus cartas ante la segunda venida de Trump.

Cuando el primer ministro húngaro, Viktor Orbán, se presentó por sorpresa en Kiev para encontrarse con el presidente ucraniano Volodímir Zelenski, muchos levantaron las cejas. Era su primer viaje desde que estrenaba la presidencia rotatoria del Consejo de la UE, el primero a Ucrania desde la invasión rusa y el líder húngaro no ha ocultado sus desavenencias en el seno de la Unión Europea con la estrategia de la Unión con su apoyo al país. En Kiev, las cámaras grabaron el momento en el que Zelenski se adelanta para darle la mano, que Orbán no le tiende.

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