Las mujeres iraníes desafían a Jamenei en las urnas: "Ir a votar es aceptar al régimen"
Desde la muerte de Mahsa Amini, las mujeres han dado un paso adelante contra el régimen de los Ayatolas. De cara a la segunda vuelta electoral, son muchas las que deciden no acudir las urnas tras considerarlas una "farsa"
La sociedad iraní está cansada del régimen teocrático de los ayatolás y de sus líderes políticos. Así lo han reflejado los resultados de la segunda vuelta electoral, celebrada tras la muerte de Ebrahim Raisi en un accidente de helicóptero, que evidenciaron que tan solo 34,42 millones de personas (el 49,8% de la población iraní), de los casi 89 millones, salieron a votar, convirtiéndose en la cifra más baja de participación hasta la fecha.
A pesar de esta escasa participación, las urnas han hablado y ahora el poder recaerá sobre la figura de Masud Pezeshkian, nuevo presidente electo de Irán, que se ha impuesto en esta segunda manga con un 53,6% de los votos, mientras que el candidato apoyado por Jamenei, Said Jalili, se ha quedado con el 44,3% de los sufragios. Pese a que las dos candidaturas puedan parecer diferentes, defienden por igual los intereses del líder supremo, esto es, mantener un sistema teocrático en el que el islam rige tanto la política como las normas sociales.
A pesar de ser una elección popular, la República Islámica de Irán es una teocracia gobernada por el régimen de los ayatolás, es decir, por los líderes religiosos que se encargan de que el islam chií más radical penetre tanto en la política como en las normas sociales. De hecho, es el Consejo de Guardianes, cuyos 6 de sus 12 miembros son elegidos directamente por Jamenei, el que tiene la labor de aceptar o rechazar a cualquier candidato que se presente a las elecciones, por lo que solo permite la candidatura de aquellos que mantienen una ideología conservadora, afín al régimen islamista.
En este contexto político y social, las mujeres son las que más se ven afectadas por estos códigos. El uso del hiyab, el velo islámico, es obligatorio para todas las mujeres en el país persa desde que estas cumplen nueve años. Ante las nulas medidas que los candidatos electorales proponen en cuanto a la no obligatoriedad del velo, son muchas las que deciden libremente no ir a votar para no formar parte de un sistema que, dicen, les "anulan".
"Aquí vivimos en una plena dictadura. Desde las revueltas que se llevaron a cabo hace dos años, contra la muerte de Mahsa Amini, es difícil hablar y pensar libremente", confiesa a El Confidencial una ciudadana iraní desde Teherán que pide mantenerse en el anonimato por miedo a las represalias del régimen.
"Las directrices que da el líder supremo son de obligado cumplimiento para todos. Hay gente como yo que no ha participado y que no va a participar en las elecciones. Creemos que ir a votar es aceptar a este régimen. Aunque es nuestro derecho, no participamos en esto, no les validamos. Los colegios electorales estaban vacíos. Desde nuestro punto de vista, venga quien venga, no va a hacer nada", se lamenta. "Si Jalili, que es tan radical como Trump, consigue llegar al Gobierno, nos puede llevar hasta a un enfrentamiento con EEUU", opina. "Pezeshkian puede ser un poco más reformista, pero no va a realizar ningún cambio en la política del uso del hiyab o en otras cuestiones como la inflación o la vivienda".
El hiyab como mecanismo de control
Para las mujeres iraníes, modificar la obligatoriedad del velo es una de las prioridades políticas que los candidatos deberían de atender, además de las cuestiones económicas relacionadas con la inflación y el escaso poder adquisitivo de la población. La iraní, Medis Tavakoli, vive ahora en Madrid desde el año 2022. Como consecuencia de su activismo durante las protestas se vio obligada a huir de su país.
Tavakoli explica en una entrevista con El Confidencial que "el hiyab está directamente conectado con la República Islámica de Irán. El régimen aplica en todos los aspectos las normas del islam. Según esta religión, el hiyab es obligatorio. En otros países extremistas, como Arabia Saudí o en Afganistán, ocurre lo mismo. El hiyab está conectado con el régimen y, al ser un sistema totalitario, tienen que utilizar todo lo que puedan para controlar a la gente".
"Las mujeres en Irán piden libertad y democracia. Por ello el régimen está en una guerra total contra las mujeres. Intentan usar al hiyab como un símbolo y mostrárselo al resto del mundo, lanzándoles el mensaje de que esa es su cultura y que no pueden cambiarla", añade. "En las elecciones no se va a producir ningún cambio en este sentido y la gente lo sabe. Incluso las personas que podían ser afines al régimen ya no van a votar porque han visto como su vida ha empeorado. Los precios de los bienes más básicos son altísimos y los salarios son cada vez son más bajos. La calidad de vida es cada día peor. Hay muchísima gente que está sufriendo por esta situación financiera y por este contexto en general".
Precisamente ha sido la cuestión del hiyab la que desencadenó, en el año 2022, una serie de protestas multitudinarias que, bajo el lema Jin, Jina, Azadi, (Vida, Mujer, Libertad), se oponían abiertamente al uso obligatorio del hiyab. La llama que encendió el movimiento social fue el asesinato de la iraní de origen kurdo, Mahsa Amini, a manos de la "policía de la moral", un cuerpo policial que se encarga del "correcto" cumplimiento de las normas islámicas. Su crimen, a ojos del Gobierno del país, fue no llevar bien puesto el velo.
Como consecuencia de estas protestas, la República Islámica aprobó por 152 votos a favor el proyecto de ley "Apoyo a la cultura de la castidad y el velo" que endurece, aún más, las sanciones contra las mujeres que no llevan el velo. Estas implican multas, torturas, agresiones e incluso ir a prisión. Además, permiten al régimen controlar más a las mujeres y a sus cuerpos.
Ser una mujer en Irán es la forma más sencilla de morir a manos del régimen
"Irán lleva luchando 45 años por la libertad y en contra de la teocracia. Con el asesinato de Mahsa Amini todo cambió. Las personas vieron el verdadero aspecto de la república islámica", explica. "Murió simplemente porque es una mujer. Ser una mujer en Irán es la forma más sencilla de morir a manos del régimen. Somos sus objetivos. Murió por eso. En la república torturan, violan y matan a las mujeres. Como no les cuestionan nada desde dentro del régimen, tienen impunidad. Justo después de que la matasen, la gente se levantó porque sabían que los únicos que pueden luchar por sus derechos son ellos mismos. Solo nos tenemos a nosotras. Nadie lo va a hacer por nosotras".
La ciudadana iraní que prefiere mantenerse en anonimato afirma, en la misma línea que Tavakoli, que "el velo es una herramienta para controlar a las mujeres. Al ser un sistema teocrático, basado en las leyes del islam, es un país sumamente machista. Para la República Islámica de Irán el velo y controlarnos como mujeres lo es todo. Si las mujeres se quitan el velo, ya no puede controlarlas y el país lo pierde todo. Están haciendo todo lo posible para impedir que el movimiento siga adelante, pero sinceramente, no lo han conseguido".
Esta iraní explica que, antes de estas revueltas, las mujeres podían quitarse el velo en los centros públicos, llevándolo solamente sobre los hombros. Sin embargo, desde el inicio de las revueltas sociales, no pueden quitarse el velo ni siquiera en los coches. "Me pillaron por sorpresa y me confiscaron el coche por un mes. Me llevaron a la comisaría, como si fuese una delincuente", recuerda."Me dijeron que lo que había hecho [conducir sin el hiyab] iba en contra de la ley y me hicieron pagar una multa carísima, además del coste de la grúa", explica. "Cuando fui a recogerlo", afirma, "mi coche estaba en pésimas condiciones. Ni siquiera podía arrancarlo".
Las mujeres, al frente del cambio
Para esta residente en Teherán, este hecho tuvo un efecto muy positivo "a ojos del régimen", explica. "Como cabeza de familia, de la que dependen de mí mis dos hijas, tras divorciarme de mi exmarido, no podía permitirme que ocurriese otra vez". Por esta razón decidió volver a ponerse el velo. "A mis hijas les pido que se pongan el velo cuando estamos juntas en el coche, aunque esté en contra de él. Hay muchísimas cámaras que nos vigilan".
Sin embargo, otras mujeres siguen atreviéndose a desafiar al régimen llevando al hiyab sobre sus hombros. Desde el asesinato de la joven kurda, en todos los centros de ocio iraníes hay carteles que recuerdan que, dentro de los establecimientos, es obligatorio ponerse el velo. "Hay mujeres que ven estas indicaciones y deciden marcharse, aunque eso signifique no poder entrar", explica. "La lucha aquí sigue. Cuando las mujeres dicen que no quieren ponerse el velo, no se lo ponen".
Después del año nuevo iraní, la policía estuvo informando desde los medios de comunicación que iba a controlar seriamente a las mujeres que iban sin el velo por las calles y en los automóviles. Y así lo hicieron. Además de la vigilancia a través de las cámaras y de la policía de la moral, estas mujeres también se enfrentan al férreo control de las llamadas "guardianas del hiyab", que como su nombre indica, se encargan del correcto uso de esta prenda. Además, desde las esferas más conservadoras, el régimen ha implementado un proyecto conocido como "Nour", "luz", diseñado para combatir únicamente a las mujeres que no quieren llevar el hiyab.
"Las guardianas están por todas partes. En especial en los parques y en las calles más concurridas. Cuando les dices que no te quieres poner el velo, te hacen fotos con su móvil y te abren un expediente. A partir de ese momento empiezas a tener problemas y te impiden, incluso, poder salir del país". Sin embargo, hay otras veces que las mujeres sin hiyab son tantas que "no pueden hacer nada contra ellas".
"Antes gente como yo tenía miedo, pero ahora ya no. Ahora me atrevo a reunirme sin llevar el velo con mi familia más conservadora y lo tienen que aceptar. Sobre todo con mis tías, que ellas llevan hasta el chador", afirma. Es un acto muy heroico cuando las mujeres deciden no llevar el hiyab en Irán porque saben perfectamente a lo que se están enfrentando. La muerte trágica de Mahsa Amini nos ha dado valentía", asegura esta ciudadana.
La sociedad iraní está cansada del régimen teocrático de los ayatolás y de sus líderes políticos. Así lo han reflejado los resultados de la segunda vuelta electoral, celebrada tras la muerte de Ebrahim Raisi en un accidente de helicóptero, que evidenciaron que tan solo 34,42 millones de personas (el 49,8% de la población iraní), de los casi 89 millones, salieron a votar, convirtiéndose en la cifra más baja de participación hasta la fecha.