Más de 1.000 muertos por peregrinar en "negro": en Arabia Saudí, la fe no es para pobres
El Gobierno de Arabia Saudí ha admitido la muerte de más de 1.300 personas durante el Hajj —peregrinación a La Meca obligatoria para todos los musulmanes— de este año
“No son los muertos los que más me impactaron”, cuenta Usman, un peregrino de origen pakistaní de vuelta en Lahore. “Fueron todos aquellos que estaban tirados en el suelo esperando recibir ayuda que nunca llegaba. ¿Dónde está la compasión, dónde está la humanidad?”, se pregunta.
Este año, el Hajj —la peregrinación a La Meca, uno de los cinco pilares del islam y de obligatorio cumplimiento para los musulmanes de todo el mundo— se ha cobrado la vida de más de 1.300 personas en Arabia Saudí. De acuerdo con las autoridades, el reino, la mayoría de las muertes se debieron a los golpes de calor causados por las temperaturas extremas, que llegaron a alcanzar los 51 grados. Sin embargo, las cifras de este año superaron ampliamente los números usuales, incluso en años anteriores, cuando el Hajj se celebró en meses más calurosos como julio y agosto.
La otra gran razón señalada por el Gobierno saudí han sido las peregrinaciones “no autorizadas”, las cuales, afirman, representan el 83% de los fallecidos. "Caminaron largas distancias bajo el sol directo, sin refugio ni comodidad adecuada. Entre los fallecidos había varias personas mayores y con enfermedades crónicas", explica el relato oficial del Gobierno. No obstante, los esfuerzos del país por disimular el cúmulo de negligencias que resultaron en tragedia han sido en vano. Miles de voces críticas se han alzado en contra de Arabia Saudí y de su gestión.
"Las ambulancias llegaban a llevarse a los muertos, dejando a los vivos tirados en el suelo", relata Usman. "Muchos de nosotros estábamos perdidos, no sabíamos en qué dirección caminar. En el camino, había cadáveres cubiertos con paraguas que servían de sombrillas y personas desmayándose", asegura.
Peregrinos Ilegales
En un video muy crítico hacia Arabia Saudí, el activista y blogger Ahmed Behiry explica la campaña contra los peregrinos ilegales. Durante el último día de la peregrinación, en el día de Arafat, se permitió a los hajjis ilegales completar su Hajj yendo a la montaña, pero se les prohibió utilizar el transporte y las instalaciones reservadas para los peregrinos registrados.
Esto obligó a miles de peregrinos a caminar más de 20 kilómetros bajo temperaturas que superaban los 50 grados centígrados, sin guías ni ningún tipo de asistencia. Las redes sociales se llenaron de publicaciones de personas pidiendo auxilio o buscando a familiares desaparecidos. Hubo llamamientos a los ciudadanos de La Meca para que acudieran a ayudar. “El ambiente era de desesperación y confusión”, describe Usman. “Una imagen totalmente alejada de lo que debería ser el Hajj”.
Los argumentos del Gobierno saudí sobre el gran número de peregrinos en "negro" no se sostiene. “Este año, el número oficial de peregrinos fue de 1,8 millones y sumando los 300.000 peregrinos ilegales, el total sería de aproximadamente 2,1 millones”, explica Omar B., guía de grupos de peregrinos egipcios. "Esto es menos que en años como 2017 y 2019, cuando el número de peregrinos fue de alrededor de 2,3 millones y no hubo problemas similares. Por lo tanto, no se puede culpar a un número excesivamente alto de peregrinos por la falta de preparación y ambulancias suficientes".
La pregunta que muchos se hacen es por qué se permitió a estos peregrinos ilegales ir al Monte Arafat, pero no se les permitió utilizar el transporte público. “¿Fue un castigo?”, se pregunta Samih, ciudadano de la Meca. “¿Es la forma retorcida que tiene el gobierno para mostrar las consecuencias de peregrinar de manera ilegal?”.
Un laberinto de corrupción
“La Meca ha dejado de ser el lugar donde todos los musulmanes son iguales, independientemente de su raza, color de piel o riqueza. Antes, los pobres rezaban junto a los ricos. Ahora hay paquetes VIP y hasta el permiso más básico cuesta miles de euros”, se queja Saliha, hija de uno de los fallecidos durante el peregrinaje. "La mayoría de los fallecidos son peregrinos que sabían que jamás podrían permitirse lo que ha llegado a costar el Hajj. Son personas que tuvieron que encontrar otro modo de cumplir con el quinto pilar de nuestra religión, que pueden permitirse la peregrinación, pero no los gastos extravagantes que esta conlleva".
A pesar de los aparentemente estrictos procedimientos de control migratorio para asegurar que solo los peregrinos registrados puedan acceder a los lugares sagrados, casi medio millón de personas lograron realizar la peregrinación este año mediante agencias de Hajj no autorizadas o utilizando visas turísticas obtenidas antes de la peregrinación para acceder de forma no oficial.
“El Hajj es un laberinto de corrupción”, cuenta Omar B. “No solo se beneficia el gobierno vendiendo el derecho religioso como un lujo turístico, sino también las pequeñas mafias de las que se tiene conocimiento y a las que se les permite operar. Estas mafias se aprovechan de que muchos musulmanes no puedan permitirse las cifras astronómicas impuestas por el gobierno. Así son muchos los visitantes que deciden prescindir de las facilidades, pensando que podrán enfrentar la peregrinación por sí mismos, sin guía, sin asistencia y sin seguros médicos especiales. Tan solo pagan a las agencias fantasma para asegurar su entrada y después se encuentran abandonados a su suerte".
¿Mártires o víctimas?
En Pakistán, es tradicional celebrar la partida de los peregrinos. Durante esta ceremonia, el viajero se despide de su familia y amigos, pide perdón por sus faltas y trata de dejar todo arreglado en vida. “Siempre ha sido una peregrinación complicada”, explica Saliha. “Normalmente, uno realiza el Hajj en una edad avanzada, cuando pueden permitírselo sin poner en riesgo la economía familiar, pero eso también supone una pérdida de fortaleza física y el riesgo de no volver”. El padre de Saliha murió el día de Arafat, en los brazos de su madre, mientras ella suplicaba a las ambulancias que le socorrieran, sin éxito.
Según el Islam, morir y ser enterrado en La Meca se considera una bendición. “Se dice que morir durante el Hajj se considera una forma de martirio”, explica Hussein E.H., un imán saudí. “Sin duda, morir durante el Hajj conlleva un gran honor, pero no es adecuado afirmar que los fallecidos sean mártires o que vayan directamente al Paraíso”.
Over 1,300 Muslim pilgrims have reportedly died during Hajj, the annual pilgrimage in Saudi Arabia. Unmitigated exposure to extreme heat is likely at root of many of deaths, & why its essential Saudi gov't implement heat protections for all people at risk https://t.co/4kEIOJaqgc pic.twitter.com/54k05dRnGx
— Michael Page (@MichaelARPage) June 25, 2024
Sin embargo, muchos familiares de los fallecidos en el peregrinaje de este año encuentran consuelo en el simbolismo del lugar de la muerte. “Mi padre siempre dijo que deseaba morir en La Meca”, confiesa Saliha. “Al final, su deseo se ha hecho realidad y eso es un motivo de alegría. No hay lugar para la tristeza por los fallecidos en el Hajj”.
Muchos participantes de la peregrinación sagrada rehúyen de la versión edulcorada de la tragedia. “Veías caer hombres y mujeres sin poder hacer nada para ayudar”, relata Usman. “El resto de los peregrinos seguía su camino. ¿Cómo puede uno concentrarse en la peregrinación rodeado de sufrimiento ajeno? ¿Cómo podemos priorizar completar las etapas necesarias para finalizar el Hajj dejando de lado la humanidad?”.
Dinero por derechos humanos
Las voces que piden respuestas y responsabilidad al gobierno no cesan. ¿Por qué se permiten las mafias que facilitan el paso de peregrinos ilegales? ¿En qué momento el Hajj se convirtió en un conglomerado de resorts religiosos con hoteles de cinco estrellas, restaurantes exclusivos y transporte con aire acondicionado para quienes pueden permitírselo? ¿Cómo puede el Hajj, pilar del islam, haberse transformado en una experiencia de lujo?.
“No podemos hablar de víctimas del cambio climático. Tampoco podemos poner la responsabilidad en los peregrinos ilegales”, asegura Samih. “La única responsabilidad recae en el gobierno corrupto que permite que algo así tenga lugar en pleno Hajj”.
Otra de las críticas se dirige al presidente egipcio, Abdel Fattah Al-Sisi, uno de los peregrinos VIP de este año. A pesar de que más de 600 egipcios fallecieron y más de 1.400 están desaparecidos, el presidente agradeció al gobierno saudí la organización del Hajj.
Ahmed Behiry, junto a otros activistas, habla de la necesidad de boicotear al gobierno saudí, proponiendo que la administración del Hajj sea manejada por un comité de países islámicos. “Arabia Saudí solo se mueve por intereses económicos”, recalca Omar B. “No hay ningún interés religioso, ni siquiera cultural, tras esta pantomima en la que lo más importante es regular los precios y construir complejos hoteleros y turísticos donde comprar souvenirs caros y comer con vistas a la Kaaba".
El calor extremo es un factor innegable en pleno junio saudí. También es innegable que existen mecanismos, instalaciones y servicios para prevenir una tragedia de semejante magnitud. “Al final, todo se reduce a lo de siempre: En los países árabes, solo hay una forma de que te consideren digno de los Derechos Humanos: pagando”, denuncia Samih. “Es una vergüenza que esto ocurra incluso durante la peregrinación sagrada. Es haram. Es un pecado”, concluye.
“No son los muertos los que más me impactaron”, cuenta Usman, un peregrino de origen pakistaní de vuelta en Lahore. “Fueron todos aquellos que estaban tirados en el suelo esperando recibir ayuda que nunca llegaba. ¿Dónde está la compasión, dónde está la humanidad?”, se pregunta.
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