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La presa cae, la contraofensiva sigue: ¿ha malgastado Rusia su as en la manga?
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¿Actuó como consecuencia del pánico?

La presa cae, la contraofensiva sigue: ¿ha malgastado Rusia su as en la manga?

La extensión de la superficie cubierta por las aguas va a obligar a ambos bandos a adaptarse y supondrá un replanteamiento de la estrategia ucraniana. Sin embargo, Ucrania mantiene su contraofensiva

Foto: Militares ucranianos evacúan a residentes de Jersón tras las inundaciones provocadas por la voladura de la presa de Nueva Kajovka. (Reuters/Ivan Antypenko)
Militares ucranianos evacúan a residentes de Jersón tras las inundaciones provocadas por la voladura de la presa de Nueva Kajovka. (Reuters/Ivan Antypenko)

Todavía no hay evidencias incuestionables sobre a quién cabe culpar por la destrucción de la presa de Nueva Kajovka, en la región ucraniana de Jersón, pero ha empezado a formarse cierto consenso entre los observadores y políticos occidentales acerca de la presunta responsabilidad de Rusia. El martes por la tarde, fuentes de la Administración Biden aseguraron a la cadena NBC News que los servicios de Inteligencia de EEUU tienen información que apunta al Ejército ruso, y que trabajan para desclasificarla lo antes posible. Tanto el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, como el jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, han atribuido este suceso de forma inequívoca a “la brutalidad” y “las atrocidades” de Rusia.

Entre los indicios, está el hecho de que en octubre de 2022, un miembro de la 205ª Brigada Motorizada de Fusileros del Ejército ruso —la misma a la que la Inteligencia ucraniana acusa de estar detrás de la voladura de la presa— habló en un canal de Telegram de posibles planes para minar la estructura del embalse, dando instrucciones a los residentes locales sobre cómo actuar en caso de que este fallase. El 22 de diciembre de ese año, otro soldado aseguró en una entrevista con un bloguero militar ruso que ya habían colocado los explosivos, y que había planes para hacerlos estallar en Año Nuevo.

Varios especialistas en ingeniería y explosivos entrevistados por el diario The New York Times señalan que la causa más probable es una detonación desde el interior de la central hidroeléctrica de la presa, en manos rusas. Y otros expertos en el Financial Times indican que Rusia es quien más se beneficia de todo ello, puesto que la consiguiente inundación dificulta e incluso imposibilita una ofensiva a través del río Dnipro en el sur del país, lo que permite a Moscú concentrar sus fuerzas en el frente este y limita las opciones de Kiev para un contraataque.

La extensión de la superficie cubierta por las aguas va a obligar a ambos bandos a adaptarse, y supondrá un replanteamiento forzoso de la estrategia ofensiva ucraniana. En ese sentido, de confirmarse la responsabilidad de Rusia, ¿no habría gastado Moscú una de sus mejores bazas defensivas de una manera apresurada? Tal vez, aunque podría haber obtenido otras ventajas más intangibles. Las previsibles complicaciones —aunque no a corto plazo— para mantener el enfriamiento de la central nuclear de Zaporiyia penden ahora sobre el territorio ucraniano, como una amenaza velada de consecuencias aún más graves si Kiev insiste en confrontar al invasor ruso.

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O no tan velada. El grupo Wagner, de hecho, ha publicado en su canal de Telegram un mensaje dejando caer que Rusia podría volar otra presa, la que queda al norte de Kiev, lo que causaría una inundación masiva de la ciudad. “La presa de Kiev es una bomba de tiempo, y el reloj está en marcha”, afirma el post. “La presa es vieja, está podrida y oxidada. No necesitas muchos misiles para matar a cientos de miles de kievitas en un instante”, añade. En una guerra en la que se han cruzado demasiadas líneas rojas, hacer saltar por los aires otro embalse no sería sino una atrocidad más, sin importar lo terrible de sus consecuencias, para frenar la esperada contraofensiva ucraniana.

Porque todo parece indicar que esta contraofensiva ya ha comenzado. El Gobierno estadounidense ha señalado que se inició el pasado lunes, con un avance simultáneo en varios ejes. Los resultados iniciales, según han indicado funcionarios de EEUU, fueron mejores de lo esperado, porque las tropas ucranianas habrían logrado penetrar entre cinco y 10 kilómetros en algunas áreas del frente, abriendo la puerta a la posibilidad de avanzar hacia las localidades de Mariúpol, Melitópol y otros lugares estratégicos. Esto permitiría romper el corredor terrestre que conecta el suroeste de Rusia con la península de Crimea en la ribera occidental del mar Negro.

Contraofensiva en marcha… y respuesta rusa

Hay signos claros de que la contraofensiva ya está en marcha. Por ejemplo, las grandes declaraciones del presidente Zelenski y los altos mandos ucranianos, combinadas con una insistencia en que todavía no ha llegado parte del armamento prometido, y con un intento de asegurar los suministros de sus socios”, señala Hennadiy Maksak, director ejecutivo del laboratorio de ideas Ukrainian Prism Foreign Policy Council, de visita en España en un evento organizado por la ONG Ukraine World Español. “También los reemplazos militares. Las unidades en el frente están exhaustas después de meses de combates, pero las reservas ya están listas. Además, estas nuevas unidades han recibido entrenamiento adicional, no de forma individual sino grupal, bajo los estándares de la OTAN y con su armamento y equipamiento. Son tropas frescas, armadas y listas, tanto moral como psicológicamente”, añade Maksak.

Foto: Explosión de la presa Nova Kajovka, cerca de la ciudad de Jersón. REUTERS

“Todo eso los rusos lo saben, y por eso están incrementando los ataques aéreos. Mayo ha sido una pesadilla para Ucrania, hemos tenido misiles nocturnos prácticamente a diario”, comenta este analista. “Es un intento de distraer a Ucrania de sus objetivos principales” relacionados con la contraofensiva, asegura.

Mariia Koval-Honchar, experta en el Programa de Estudios Europeos en la misma institución, coincide: “Los ataques aéreos son una especie de operación psicológica. Suelen tener lugar entre las dos y las seis de la mañana, lo que se traduce en noches sin poder dormir. Es una especie de terror, para mostrarle a la población ucraniana que incluso si avanza, todavía tiene la capacidad de aterrorizarla a voluntad”, dice. “Su otro objetivo son los soldados, que tienen a sus familias en la retaguardia, y cuya capacidad de combate siempre será mayor si saben que todo está bien en casa”, asegura.

Estos bombardeos aéreos también tendrían un propósito militar claro. “Atacando las ciudades, como Odesa o Kiev, obliga a poner los sistemas de defensa aéreos en un rango diferente, concentrándolos alrededor de las ciudades, lo que limita las oportunidades de utilizarlos en la ofensiva. Es por eso por lo que Ucrania está pidiendo una coalición de cazas F-16 que puedan utilizarse en acciones de ataque”, apunta Koval-Honchar.

Desinformación y amenazas

Otro elemento que parece apuntar a la culpabilidad de Rusia es el extraño manejo que los medios rusos están haciendo del incidente. La agencia TASS, por ejemplo, negó este miércoles las informaciones sobre el ahogamiento de los 300 animales del zoo de Nueva Kajovka, asegurando que “no hay ningún zoológico” en dicha localidad, cuando lo cierto es que una simple búsqueda en Google prueba la existencia de este recinto.

Además, se ha puesto en marcha una campaña de desinformación similar a la que ha acompañado otros episodios graves en esta guerra, que incluye un bombardeo de mensajes diferentes —e incluso contradictorios—. Afirmaciones como que la población en el lado occidental del río Dnipro está en pánico, mientras que en la orilla controlada por Rusia todo está en calma, que Kiev ha volado la presa en un atentado de falsa bandera para asegurarse el apoyo occidental o que la planta hidroeléctrica en Nueva Kajovka tenía importancia estratégica para Rusia y solo Ucrania se beneficia de lo sucedido.

Lo cierto es que la destrucción de la presa y la inundación posterior van a tener un enorme coste humano. La oficina del presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, ha indicado que el incidente ha dejado a cientos de miles de personas sin acceso a agua potable. Todavía se desconoce el número de víctimas que podrían haber perecido ahogadas en ambas márgenes del río, así como el balance final de los daños materiales. Y no solo afecta a Kiev: según el testimonio de militares ucranianos citados por CNN, soldados rusos también habrían sido arrastrados por el torrente de agua causado por la rotura de la presa.

Todavía no hay evidencias incuestionables sobre a quién cabe culpar por la destrucción de la presa de Nueva Kajovka, en la región ucraniana de Jersón, pero ha empezado a formarse cierto consenso entre los observadores y políticos occidentales acerca de la presunta responsabilidad de Rusia. El martes por la tarde, fuentes de la Administración Biden aseguraron a la cadena NBC News que los servicios de Inteligencia de EEUU tienen información que apunta al Ejército ruso, y que trabajan para desclasificarla lo antes posible. Tanto el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, como el jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, han atribuido este suceso de forma inequívoca a “la brutalidad” y “las atrocidades” de Rusia.

Entre los indicios, está el hecho de que en octubre de 2022, un miembro de la 205ª Brigada Motorizada de Fusileros del Ejército ruso —la misma a la que la Inteligencia ucraniana acusa de estar detrás de la voladura de la presa— habló en un canal de Telegram de posibles planes para minar la estructura del embalse, dando instrucciones a los residentes locales sobre cómo actuar en caso de que este fallase. El 22 de diciembre de ese año, otro soldado aseguró en una entrevista con un bloguero militar ruso que ya habían colocado los explosivos, y que había planes para hacerlos estallar en Año Nuevo.

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