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La 'doctrina Von der Leyen' para China choca con el sálvese quien pueda de los socios europeos
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NUEVA ESTRATEGIA con PEKÍN

La 'doctrina Von der Leyen' para China choca con el sálvese quien pueda de los socios europeos

La estrategia de la Comisión Europea con China, más dura que la de 2019, choca con unos Estados miembros divididos y que intentan retener sus lazos con Pekín

Foto: La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, tras una cumbre UE-China. (EFE/EPA/Pool/Yves Herman)
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, tras una cumbre UE-China. (EFE/EPA/Pool/Yves Herman)

Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, visita Pekín este jueves junto a Emmanuel Macron, presidente francés, con una recién estrenada doctrina hacia China en la que pide “reducir riesgos” ante el gigante asiático. Su estrategia, en todo caso, choca con la falta de unidad por parte de los Estados miembros y con un Gobierno chino que sabe que las capitales se dividirán en cuanto crean que está en riesgo su comercio con el país asiático. En Bruselas, el embajador chino, Fu Cong, ya ha advertido a los países europeos del riesgo de endurecer su postura hacia Pekín.

La reacción del embajador Fu Cong llegó como respuesta a un discurso del pasado jueves en el que Von der Leyen marcó las nuevas líneas maestras de una estrategia hacia China más dura que la doctrina de 2019, en la que se señalaba que Pekín era al mismo tiempo un “socio” en intereses globales, un “competidor económico” y por último un “rival sistémico en busca del liderazgo tecnológico”. Desde entonces, las relaciones con China se han tensado y Estados Unidos ha redoblado sus esfuerzos para que los Veintisiete tomen posturas mucho más duras con Pekín, intentando acercarlos a su nuevo objetivo de una rivalidad centrada en volver a recuperar por completo la “ventaja tecnológica” respecto a Pekín.

Von der Leyen trata de diseñar una tercera vía con China de la que se ha hablado mucho en Bruselas, una estrategia propia separada de la de Estados Unidos, pero indudablemente más dura que la que hasta ahora había sobre la mesa, porque es mucho más concreta, menos retórica y más práctica. Esa tercera vía pasa por rechazar la “desvinculación” o “desconexión” a favor de una “reducción de riesgos”. Von der Leyen insiste en que China es un socio fundamental, muy importante, pero señala claramente que los Estados miembros deberán tomar decisiones difíciles, como limitar el comercio en algunos sectores críticos. “Sabemos que hay algunas áreas donde el comercio y la inversión representan riesgos para nuestra seguridad económica o nacional, particularmente en el contexto de la fusión explícita de China de sus sectores militar y comercial”, explicaba Von der Leyen.

Foto: El presidente del Consejo Europeo estrecha la mano del presidente chino. (Reuters)

La presidenta de la Comisión Europea, muy clara sobre ese cruce entre el comercio y los intereses militares de Pekín, piensa en casos como el de Países Bajos, que, tras meses negociando con Estados Unidos, ha anunciado medidas de restricción de exportación a China de su tecnología avanzada para microchips. Desde el año 2020, la Comisión Europea se toma también más en serio las inversiones directas de China en la Unión y existe un mecanismo de monitoreo de las inversiones extranjeras en el club comunitario que puedan dirigirse a sectores críticos o que puedan poner en riesgo la seguridad nacional.

Pero Von der Leyen sabe bien que los intereses económicos de los Estados miembros están muy entrelazados con China. Lo demostró el viaje a Pekín de Olaf Scholz, canciller alemán, en noviembre de 2022, el primer líder occidental en visitar a Xi tras su inédita reelección. El viaje generó mucha tensión en Bruselas, porque se consideró un acto precipitado de Scholz para remarcar el carácter de Berlín como socio prioritario de China, una imagen que se reforzó por la negativa de Scholz de viajar junto a Emmanuel Macron, como ahora hace Von der Leyen. El canciller, en cambio, forzó el permiso para que la gigante naviera china Cosco adquiriera parte del puerto de Hamburgo, en contra del análisis de su ministro de Economía, y viajó a Pekín acompañado por una cohorte de grandes empresas alemanas. El viaje fue tan polémico que algunos de los CEO de las empresas alemanas más importantes decidieron no viajar.

placeholder Von der Leyen, tras una cumbre entre la UE y China. (EFE)
Von der Leyen, tras una cumbre entre la UE y China. (EFE)

Por eso, Von der Leyen apuesta, como parte de esa tercera vía, por separar aquellos sectores que son críticos y aquellos que no representan ningún riesgo. “Si bien los desequilibrios aumentan, la mayor parte de nuestro comercio de bienes y servicios sigue siendo mutuamente beneficioso y sin riesgos”, explicó Von der Leyen en su discurso. La idea es que la Unión Europea no debe abandonar el comercio con China, pero sí revisarlo. Por ejemplo, la alemana señala que el Acuerdo Integral de Inversión (CAI, por sus siglas en inglés), que Alemania cerró a marchas forzadas al finalizar su presidencia rotatoria del Consejo de la Unión Europea, requiere una revisión.

La respuesta china ante esta estrategia es clara: convencer a los Veintisiete de que su comercio es un paquete. Que con Pekín no hay adaptaciones posibles: es todo o nada. “¿Quién en su sano juicio abandonaría un mercado tan próspero como China?”, se preguntaba el embajador chino ante la Unión Europea en una entrevista con el Financial Times. No es el mensaje que está enviando Von der Leyen, que en ningún caso habla de abandonar el mercado chino, pero sí es el que está enviando Pekín. Si se intenta reducir el comercio en aquellos sectores críticos y de interés para China, los socios europeos arriesgan todo su comercio.

Foto: Gente paseando por el distrito central de negocios de Pekín. (EFE/Mark R. Cristino)

El gigante asiático utiliza el comercio como una de sus principales armas en una política exterior cada vez más agresiva. Lituania afronta restricciones comerciales desde que permitió la apertura de una oficina comercial de Taiwán en el país, que Pekín considera que forma parte de la República Popular China. En Bruselas, temen represalias similares contra Países Bajos por su reciente restricción de importación de microchips a Pekín, y de hecho por ello los legisladores europeos están concluyendo los trabajos sobre una nueva herramienta comercial que permitirá a la Unión Europea tomar represalias en casos de “extorsión comercial”.

La estrategia china va muy bien dirigida: muchos de los Estados miembros no están dispuestos a perder acceso al mercado chino, por mucho que exista una competencia tecnológica con Pekín, y por mucho que la guerra en Ucrania haya demostrado la importancia de reducir dependencias en sectores críticos. No hay una postura común entre los países europeos, como la propia Von der Leyen admitió en el discurso en el que intentó establecer las líneas maestras de una nueva estrategia hacia China. Por eso, la alemana aseguró que “una política europea fuerte sobre China se basa en una fuerte coordinación entre los Estados miembros y las instituciones de la UE”, algo que, a día de hoy, no existe, “y en la voluntad de evitar las tácticas de ‘divide y vencerás’ que sabemos que podemos enfrentar” por parte de Pekín, precisamente utilizando ese miedo de las capitales a perder el acceso al mercado chino.

Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, visita Pekín este jueves junto a Emmanuel Macron, presidente francés, con una recién estrenada doctrina hacia China en la que pide “reducir riesgos” ante el gigante asiático. Su estrategia, en todo caso, choca con la falta de unidad por parte de los Estados miembros y con un Gobierno chino que sabe que las capitales se dividirán en cuanto crean que está en riesgo su comercio con el país asiático. En Bruselas, el embajador chino, Fu Cong, ya ha advertido a los países europeos del riesgo de endurecer su postura hacia Pekín.

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