El polvorín de las pensiones en Francia visto desde Europa

¡Hola desde París! El jueves pasado, después de nuestra reunión para European Focus, salí a las calles de París para protestar contra la reforma de las pensiones. Con compañeros de Libération, marchamos junto a cientos de miles de huelguistas.

Como suele ocurrir, la manifestación acabó mal. Volví a casa con los pulmones doloridos y los ojos enrojecidos por los gases lacrimógenos. Desde otro punto de vista que no sea francés, estas manifestaciones, que han durado más de dos meses, pueden ser difíciles de entender. A menudo se nos dice que los franceses tienen una de las edades de jubilación más bajas de Europa.

Comparados con otros países, somos unos privilegiados. No tengo que plantearme trabajar hasta los 78 años, como mi colega estonio, ni comprar un piso para asegurarme unos ingresos para mi vejez, como deben hacer algunos polacos.

Nuestros padres y abuelos lucharon por la financiación pública de las pensiones y la reducción de la jornada laboral que disfrutamos hoy. Si queremos conservar estos derechos, nos toca luchar a nosotros.

• Nelly Didelot - redactora jefe de esta semana

​En esta edición podrás leer estos temas: Los basureros rechazan la subida de pensiones, Mi plan de pensiones: trabajar y luego morir, Los mayores dicen a los jóvenes: trabajad más, Las pensiones polacas, en una trampa inmobiliaria, No suban mi pensión

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Los basureros rechazan la subida de pensiones

"No sé si el gobierno se da cuenta de que morimos antes que los demás", afirma Daouda, un basurero de 49 años. Desde el 6 de marzo, él y sus colegas parisinos están en huelga contra la reforma de las pensiones en Francia, que retrasa dos años la edad de jubilación.

En la actualidad, los basureros del sector público pueden jubilarse a los 57 años, debido al esfuerzo físico que exige su profesión. La nueva ley aumentará esta edad a 59 años. Para los empleados de empresas privadas, la edad pasará de 62 a 64 años.

"La gente no tiene ni idea de lo que implica esta profesión", dice Pascal, 64 años, basurero jubilado, que se unió al piquete en Ivry-sur-Seine, en los suburbios de París, para apoyar a sus antiguos compañeros de trabajo.

Isabelle Salmon, médico que ha escrito un doctorado sobre las condiciones laborales de esta profesión, sostiene que este trabajo "es probablemente uno de los más duros, porque combina limitaciones físicas con posturas incómodas y exposición al mal tiempo".

Hacer una huelga continua es una decisión difícil de tomar. David, de 49 años, trabajador de limpieza, dice que tendrá problemas para pagar el alquiler. Debido a su huelga, su jefe le retirará al menos 14 días de su salario mensual de 1.400 euros. Espera que merezca la pena y que el gobierno ceda finalmente a las reivindicaciones de los trabajadores.

Al igual que sus compañeros, David debe trabajar en todas las condiciones. Estos trabajadores no olvidan la mañana siguiente a los atentados terroristas de París, en noviembre de 2015, ni el primer cierre de covid, en marzo de 2020.

"En aquel momento, con Covid, el Gobierno prometió cambiar su política para los empleos de primera línea", recuerda Christophe Farinet, recolector de residuos y vicesecretario general de la Confederación General del Trabajo (CGT). "No solo para nosotros, sino también para los cajeros, guardias de seguridad y personal de limpieza, que hoy no pueden permitirse ir a la huelga. Tres años después, aquí es donde estamos".

• Anne-Sophie - periodista en Libération de París

​Mi plan de pensiones: trabajar y luego morir

Tendré 68 años y tres meses cuando pueda jubilarme en diciembre de 2056. Esto es lo que me dice la calculadora de pensiones de la página web de la autoridad de servicios sociales de Estonia.

La aplicación solo necesita saber mi año de nacimiento, 1988, para hacer el cálculo. 68 años podría considerarse mi edad de jubilación por defecto en el sistema estonio, que tiene en cuenta la esperanza de vida. Si la esperanza de vida aumenta, mi edad de jubilación también lo hará.

Podría optar por jubilarme hasta cinco años antes, a los 63 años. En ese caso, me quedaría con una mísera pensión equivalente a la cuarta parte de mi salario actual. De hecho, aunque me jubilara a los 68 años, mi pensión estatal (suponiendo que aumentara con la inflación) ni siquiera me alcanzaría para pagar el alquiler y los servicios públicos.

Margus Tsahkna, exministro de Asuntos Sociales que colabora en las negociaciones para formar la próxima coalición de gobierno de Estonia, admitió que el Estado no podrá pagar las pensiones de la misma manera en el futuro. "Es un mensaje brutal", dijo, y añadió que no hay alternativa a la reforma.

Jugué con la calculadora para ver cuánto necesitaba retrasar mi jubilación para sobrevivir solo con una pensión estatal. No era posible calcular una pensión más allá de los 78 años. Si me jubilara a los 78 años, recibiría dos tercios de mi salario actual, lo que me dejaría sin margen de maniobra financiero.

La edad de 78 años es 23 años más que el número de "años sanos" que vive un estonio medio, según las estadísticas estatales. Esto significa que la apreciación de Tsahkna sobre la crisis de las pensiones es acertada, pero aún no hay solución, salvo exclamar: "¡Sálvese quien pueda!".

• Herman Kelomees - periodista de Delfi en Tallin

​ Los mayores dicen a los jóvenes: trabajad más

"El trabajo no es una granja de ponis", advirtió recientemente Andrea Nahles, directora de la Agencia Federal de Empleo alemana, a la generación más joven en unas declaraciones que se hicieron virales en las redes sociales. El comentario puede traducirse en español como "el trabajo no es un paseo por el parque" y la exministra socialdemócrata de Trabajo indicaba que los jóvenes deberían prepararse para trabajar más.

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Pero no quieren hacerlo. Lo que quieren es un mejor equilibrio entre trabajo y vida privada. En una encuesta realizada el año pasado, el 57% de los jóvenes de entre 16 y 29 años afirmaron que su vida privada era más importante para ellos que su carrera profesional.

Con la jubilación de la generación "boomer", Alemania se enfrentará a una falta de siete millones de personas en la población activa de aquí a 2035. Esto también plantea un reto para la financiación de las pensiones. Es probable que el Estado financie gran parte de la diferencia, y alguien tiene que pagar impuestos por ello.

• Teresa Roelcke - periodista en Tagesspiegel

​Las pensiones polacas, en una trampa inmobiliaria

Es una verdad poco corriente: en Polonia, pocas personas contarán con una pensión decente en el futuro.

Hace una década, el Ministro de Economía, Waldemar Pawlak dijo sin rodeos: "No creo demasiado en las pensiones estatales. Intento asegurar mi futuro mediante el ahorro y una buena relación con mis hijos. Esto será más seguro que estas diversas soluciones quiméricas del Estado".

La creencia de que el Estado pagará una pensión decente después de 1989 nunca ha sido especialmente fuerte en Polonia.

Muchos polacos se han tomado la justicia por su mano, tal como el sistema capitalista les había enseñado a hacer. Sabiendo que no tendrían una pensión decente, invirtieron en el mercado inmobiliario.

Tras la caída del comunismo, volcar capital en el sector inmobiliario se ha convertido en el deporte nacional de los polacos. Los precios han subido a un ritmo tremendo, sobre todo en las ciudades más grandes de Polonia. Los préstamos baratos han hecho posible comprar un piso sin mucho capital.

Muchos lo trataron como una inversión. Algunos compradores individuales tenían más de una docena de pisos a crédito. Pero este proceso ha empeorado otro problema: el acceso a la vivienda.

Se construyeron cada vez más pisos, pero hasta dos millones de ellos están vacíos. Una gran parte de ellos son pisos que la gente ha comprado como inversión, con vistas a venderlos con beneficios.

Como consecuencia, también han subido los precios de los alquileres. Hoy en día, solo una pequeña minoría puede permitirse una hipoteca. Por lo tanto, la mayoría de los polacos estarán condenados a cualquier pensión que el Estado les ofrezca en el futuro.

A los que se incorporan actualmente al mercado laboral les espera un futuro aún más sombrío. En 2060, apenas recibirán el equivalente al 25% de su último salario como pensionistas.

• Michał Kokot - periodista en Gazeta Wyborcza

​No suban mi pensión

"Los abuelos que ayudan a sus hijos a independizarse o pagan el colegio de sus nietos son la prueba de que el sistema no funciona. Este año, mi pensión crecerá un 8,5%, pero a ti probablemente no te subirán el sueldo, y si te lo suben, será como mucho un 3%".

Es injusto que nosotros sigamos cobrando pensiones cada vez mejores: solo para empezar, yo me he comprado mi casa, mientras que mi hijo pierde el 40% de su sueldo en alquileres".

Mariano Guindal, de 72 años, es un pensionista de Barcelona que se siente un privilegiado. Cobra la pensión máxima (que supera los 3.000 euros al mes), y no para de subir.

Pero le parece injusto: en su opinión, los pensionistas son un grupo social "protegido", mimado por los sucesivos gobiernos con fines electoralistas. En España hay diez millones de mayores, lo que supone diez millones de votantes de un total de 36 millones.

Gracias por leer la 25ª edición de European Focus,

Espero que le haya gustado la edición de esta semana. Si quiere saber más sobre nosotros y sobre las pensiones en nuestros distintos países, únase al Espacio Twitter de European Focus el jueves a las 18:30 CET. Mis compañeros de Italia, España, Ucrania, Alemania y Hungría debatirán una pregunta sencilla pero fundamental: ¿Durante cuánto tiempo debemos trabajar? Nos vemos el próximo miércoles.