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Donnez-moi un break: las protestas en Francia frustran la diplomacia 'real' de UK
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Donnez-moi un break: las protestas en Francia frustran la diplomacia 'real' de UK

Carlos III eligió Francia como destino para su primer viaje internacional, pero las protestas en París han obligado al monarca a cancelar su visita. Lo que deja a Macron en una situación embarazosa

Foto: El rey Carlos en una imagen de este jueves en Londres. (Reuters/Kirsty Wigglesworth)
El rey Carlos en una imagen de este jueves en Londres. (Reuters/Kirsty Wigglesworth)

Nada es casual en la agenda del responsable de una monarquía parlamentaria. Es el Gobierno, al fin y al cabo, quien marca las pautas. Por lo tanto, el hecho de que Carlos III hubiese elegido Francia y Alemania como destino para su primer viaje internacional manda un claro mensaje: tras años de turbulencias por el Brexit, Reino Unido está finalmente decidido a iniciar una nueva era con la UE. Eso sí, con lo que no contaba la corte inglesa es con un torbellino de huelgas y manifestaciones en Francia, que han obligado a posponer la visita del monarca, aunque según afirmó el Elíseo, esperan reprogramar la visita para "lo antes posible". Un golpe diplomático para Emmanuel Macron.

La llegada del rey y la reina consorte, Camilla, estaba prevista para este domingo a París, pero el guion no se ha cumplido. Las grandes protestas ante la polémica reforma de las pensiones que el mandatario francés ha aprobado por decreto para elevar la edad de jubilación de 62 a 64 años, han obligado a realizar cambios logísticos de última hora. El Palacio del Elíseo decidió posponer la visita —en concordancia con el representante británico— a raíz de que las protestas masivas hayan dejado 457 detenciones, así como 441 agentes heridos tras los enfrentamientos con las fuerzas del orden en la última jornada.

Foto: Huelga nacional en Francia contra el proyecto de reforma de las pensiones. (EFE / Yoan Valat)

Tras una conversación telefónica entre Macron y Carlos III, ambos líderes decidieron que no era una buena idea realizar la visita. Lo que suma, un estímulo más al caos gubernamental en el que se ha sumido Macron desde el 'decretazo' para ejecutar la reforma. Los manifestantes estaban dispuestos a aprovechar la ocasión para presionar aún más al mandatario galo, al que acusan de haber impuesto un enfoque monárquico de la presidencia de la república, pero no han tenido ocasión de retratar (aún más) el caos que enfrenta Macron.

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"El simbolismo es difícil de manejar"

Cuando todavía era un palacio real, Versalles fue invadido por una multitud durante la Revolución de 1789, cuando el rey Luis XVI y María Antonieta, su esposa, se vieron obligados a trasladarse al centro de París. Fueron guillotinados cuatro años después tras un intento fallido de huir de la capital. Tal y como aseguraba de manera anónima a la prensa francesa un parlamentario de la coalición centrista de Macron, "el simbolismo es difícil de manejar".

Con cada acto, visita o cena, los detractores de Macron tenían pensado un sabotaje para que el encuentro no fluctuase. Y aunque la agenda se haya trastocado, todo empaña, por tanto, la fotografía con la que Londres y París querían representar la nueva era en sus relaciones bilaterales, alejada de las tensiones de la etapa de Boris Johnson, cuando se vivió la peor crisis desde los acuerdos de la 'entente cordiale' de 1904.

Foto: Protestas tras aprobar el Gobierno la reforma de las pensiones sin votación parlamentaria. (EFE/Yoan Valat)

La animadversión personal que existía entre el presidente francés y la 'ambición rubia' iba más allá de las turbulencias generadas por las negociaciones del Brexit. Macron veía a Johnson como "un payaso", un socio engañoso y poco confiable. Y digamos que a Boris le divertía en cierto grado provocarle."Donnez-moi un break" (dame un respiro), recalcó tras la disputa creada con la firma del pacto de defensa Aukus.

Con la llegada de Rishi Sunak a Downing Street todo cambió. Cuando el nuevo primer ministro británico y el presidente francés se conocieron en persona por primera vez en la cumbre de la COP27 de Egipto el pasado noviembre, la coreografía no pudo ser más perfecta: abrazo efusivo y amplias sonrisas. La buena armonía ha permitido que ambos cerraran este mes un pacto migratorio para afrontar la crisis del Canal de la Mancha en la primera cumbre bilateral que se celebraba en cinco años.

Pese a un euroescepticismo marcado ya desde los años escolares, Sunak es ante todo pragmático y moderado. La UE ha encontrado un interlocutor en el que finalmente siente que puede confiar. De ahí que se haya podido sellar ahora el 'Marco de Windsor', la pieza definitiva para dar por concluido, ahora sí, el histórico divorcio.

Foto: Un póster de Emmanuel Macron arde durante las protestas en París. (EFE/Teresa Suárez)

Aunque el impacto más directo del nuevo acuerdo está centrado en Irlanda del Norte, tiene un significado más amplio para las relaciones entre Reino Unido y el bloque. No obstante, es importante tener claro qué oportunidades se crean, pero también qué restricciones permanecen.

Indudablemente, hay un respiro al haber evitado la guerra comercial que se llegó a barajar cuando Boris Johnson se mostró dispuesto a violar unilateralmente lo pactado en su día con Bruselas. La ansiedad al otro lado del Canal de la Mancha comenzó cuando el excéntrico político mostró poco interés en participar en medidas técnicas para hacer que el inicial Protocolo para Irlanda del Norte funcionara y creció cuando propuso un proyecto de ley en Westminster para anularlo directamente.

Más allá de mejorar las relaciones con los países europeos, el 'Marco de Windsor' promete también eliminar una fuente importante de tensión con los Estados Unidos. El presidente Joe Biden siempre ha enfatizado la importancia del 'Acuerdo de Viernes Santo' y la necesidad de soluciones conjuntas para abordar la crisis política que se vive ahora en Belfast. En cualquier caso, Reino Unido no necesariamente asciende en el orden jerárquico. Washington abrió recientemente negociaciones con la UE a raíz de la Ley de Reducción de la Inflación, pero rechazó las propuestas de Londres.

Por lo tanto, no es todo tan idílico como parece. Y con el bloque quedan aún puntos de fricción. El Proyecto de Ley para revocar más de 4.000 normativas que Reino Unido tiene aún derivadas de la UE (terminar con una relación de más de cuatro décadas no es fácil) sigue tramitándose en Westminster y Bruselas observa atenta para garantizar que cualquier divergencia resultante no infrinja las disposiciones de igualdad de condiciones fijadas en el Acuerdo de Comercio y Cooperación (TCA), el pacto cerrado 'in extremis' en la Nochebuena de 2020 con el que se evitó realmente el Brexit duro. De momento, algunos comités del TCA ya han planteado algunas preocupaciones al respecto.

Por otra parte, la posibilidad de que Reino Unido abandone el Tribunal Europeo de Derechos Humanos por su polémico plan para denegar asilo a todos los inmigrantes que lleguen por rutas irregulares podría poner en peligro el propio Acuerdo de Retirada (pacto Brexit) y el TCA. Downing Street ha admitido que no puede decir "con absoluta certeza" que su plan sea compatible con sus compromisos internacionales.

En definitiva, una cosa es la visión final de la relación que Reino Unido quiere tener con la UE y otra muy distinta la que en realidad puede lograr. En la reciente actualización de la 'Revisión Integrada', su estrategia exterior y de seguridad, Downing Street señala la intención de comprometerse con sus homólogos europeos y da la bienvenida a la 'Comunidad Política Europea' como un "nuevo foro para la cooperación en todo el continente".

Foto: El Primer Ministro británico Rishi Sunak y la Presidenta de la Comisión Europea Ursula von der Leyen ofrecen una rueda de prensa en Windsor Guildhall. (Reuters)

Fue precisamente Emmanuel Macron el propulsor de un club donde los líderes de los Veintisiete, junto con países candidatos (como Ucrania, Balcanes Occidentales y Turquía), y vecinos que no quieren estar dentro de la UE (como Noruega, Suiza o el propio Reino Unido), pudieran discutir cuestiones que afectan al Viejo Continente.

La fugaz Liz Truss no dudó en acudir a la primera reunión el pasado octubre. Pero, como el primer estado miembro reconvertido ahora en un "país tercer", Reino Unido no tiene un modelo a seguir. Una integración formal más estrecha, al estilo de Noruega o Suiza, estaría plagada de dificultades. A pesar de la creciente cooperación con la UE en materia de energía, medio ambiente y defensa a Ucrania, Londres tiene ahora mucha menos influencia una vez ha salido del bloque. Dado que Reino Unido no forma parte de las discusiones de la UE sobre adquisiciones militares conjuntas, por ejemplo, su industria podría salir perdiendo.

El ministro para Europa, Leo Docherty, ha indicado que Londres estaría dispuesto a establecer una cumbre formal UE-Reino Unido. Enfatizó que "está haciendo todo lo posible" para construir relaciones con los estados miembros del bloque más grandes y más pequeños. No obstante, dado que el TCA proporciona precisamente el marco general para estos vínculos, las posibilidades son limitadas. En definitiva, todo es aún un trabajo en proceso.

Nada es casual en la agenda del responsable de una monarquía parlamentaria. Es el Gobierno, al fin y al cabo, quien marca las pautas. Por lo tanto, el hecho de que Carlos III hubiese elegido Francia y Alemania como destino para su primer viaje internacional manda un claro mensaje: tras años de turbulencias por el Brexit, Reino Unido está finalmente decidido a iniciar una nueva era con la UE. Eso sí, con lo que no contaba la corte inglesa es con un torbellino de huelgas y manifestaciones en Francia, que han obligado a posponer la visita del monarca, aunque según afirmó el Elíseo, esperan reprogramar la visita para "lo antes posible". Un golpe diplomático para Emmanuel Macron.

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