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Macron se enfrenta a una moción por su 'despotismo' en la reforma de las pensiones
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Huelgas en París

Macron se enfrenta a una moción por su 'despotismo' en la reforma de las pensiones

Emmanuel Macron enfrenta una moción de censura tras la polémica reforma de la jubilación aprobada por un decreto y sin la votación del Parlamento francés

Foto: Protestas tras aprobar el Gobierno la reforma de las pensiones sin votación parlamentaria. (EFE/Yoan Valat)
Protestas tras aprobar el Gobierno la reforma de las pensiones sin votación parlamentaria. (EFE/Yoan Valat)

Se ha dibujado a Emmanuel Macron en múltiples ocasiones como un "rey Sol" desconectado de las calles, creyéndose con una verdad más pura y cierta que sus gobernados. Nunca durante sus mandatos ese retrato ha estado más cercano de la realidad. Ahora, también grupos que le apoyaban le están abandonando. La decisión del presidente de aprobar su reforma de las pensiones a través del artículo 49.3 de la Constitución —que permite al Gobierno aprobar leyes sin votarlas en el Parlamento— ha obrado de hecho el milagro de unificar a sus detractores a izquierda y derecha.

Desde la extrema izquierda a la extrema derecha, pasando por muchos en el centro-derecha e izquierda, parecen dispuestos a dejar a un lado sus profundas diferencias para bloquear este movimiento juzgado como "autoritario". Están incluso dispuestos a unirse para tumbar al Ejecutivo, sea cual sea el resultado. Este viernes se ha presentado en la Asamblea Nacional la primera moción de censura contra el presidente francés. La moción fue firmada por 91 diputados de varios partidos, anunció el presidente del grupo parlamentario centrista y regionalista Liot, Bertrand Pancher, pero no recibió el respaldo escrito de ningún diputado del partido conservador LR, cuyos apoyos serán necesarios en el momento en que se vote para que tenga éxito.

Antes de las primeras medidas contra el Gobierno francés, Macron transmitía su decisión política a través de su "fusible", su primera ministra, Élisabeth Borne, que se ha visto en el ingrato papel de defenderla en la Asamblea Nacional. Ha sido abucheada, interrumpida y reprendida por los grupos parlamentarios.

Foto: Votación en la Asamblea Nacional francesa de la ley de reforma de las pensiones en París. (EFE / Yoan Valat)

Su imagen solitaria en la tribuna, apenas respaldada por los recesos de la presidenta de la Asamblea, era un trasunto de la soledad del Elíseo. Los diputados de la izquierda, agrupados en el grupo Nupes, han arrojado una Marsellesa a la primera ministra, cantando a voz en cuello el himno nacional, mientras sostenían carteles en contra de la extensión de la edad de jubilación de los 62 a los 64 años mientras Borne intentaba dar su discurso.

En las calles francesas, la reacción espontánea de rechazo a esta decisión ha sido multitudinaria. Las encuestas muestran que los franceses se oponen claramente a la reforma de las pensiones, especialmente al tema de la edad de jubilación, y se nota por la velocidad con la que los manifestantes se han concentrado en lugares como la plaza de la Concordia, a un puente de distancia de la Asamblea Nacional, que ha sido rápidamente acordonado por la policía, y donde se han reunido espontáneamente más de 6.000 personas, la punta de lanza de las diversas manifestaciones que de Marsella a Burdeos han mostrado con rapidez el rechazo de la calle.

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Frente a la sede de la soberanía nacional han estallado los disturbios y los enfrentamientos con la policía, que ha terminado por dispersar con gases lacrimógenos y porras la concentración. Horas después de que terminasen los altercados, 258 personas fueron detenidas en París tras la manifestación en la Place de la Concorde. Pero esto no ha sido motivo suficiente para desconvocar las manifestaciones previstas para la jornada previa a la moción. También en Marsella, Nantes y Rennes se han producido bloqueos y se han quemado contenedores y atacado sucursales bancarias. La rabia ha estallado por todas partes.

Los sindicatos, que ven en esto una nueva manera de impulsar la resistencia, se han reunido de urgencia y han comparecido juntos y unidos para declarar la utilización del 49.3 como un "fracaso" para Emmanuel Macron, y han llamado a manifestaciones masivas el 23 de marzo.

Pero no habrá que esperar a la semana que viene para ver la fuerza de este rechazo. La empresa de ferrocarriles SCNF ha llamado a una huelga continuada hasta el lunes, lo que puede significar la paralización del país, incluida la capital, París, que ya se encuentra en una situación crítica por la acumulación de basura por la huelga de los basureros.

Macron, en su Versalles particular

El presidente francés había sostenido en un Consejo de Ministros extraordinario en la mañana del jueves que "no se puede jugar con el futuro del país" y que el país "se enfrenta a riesgos financieros demasiado grandes" como para posponer la reforma. "Mi intención ha sido buscar una votación", ha concluido Macron, al tiempo que reconocía a los miembros de su Gobierno como los que de verdad "se juegan el cargo con esta aprobación".

Pero no hay duda, la reforma parece un asunto capital para el presidente. Parece dispuesto a aplicar el lema del despotismo ilustrado, "todo para el pueblo, pero sin el pueblo". Macron se muestra dispuesto incluso a presionar el botón nuclear: la disolución de la Asamblea si fuera necesario, y la convocatoria de elecciones. Una decisión que tendría efectos impredecibles en un escenario político tan fragmentado y polarizado como el francés, con dos grupos extremos fuertes ya presentes en la Asamblea. Aunque, si sus enemigos se ponen de acuerdo, este intento puede terminar en el caos.

¿Moción de censura triunfante?

El presidente de la República se ha visto beneficiado hasta ahora de dos factores parlamentarios para llevar adelante su agenda. El primero ha sido la división de la oposición entre la extrema izquierda (Francia Insumisa) y la extrema derecha (Agrupación Nacional, el ex Frente Nacional), y el segundo, la cercanía a su mayoría relativa del grupo de centroderecha Los Republicanos, en medio de un proceso de renovación. Ambos han impedido los bloqueos y facilitado la aprobación de su agenda. El viento está a punto de cambiar de dirección.

La aplicación del 49.3 permite la presentación de al menos una moción de censura si lo propone un décimo de los diputados, y esta vez —el Gobierno de Borne ha utilizado este artículo 10 veces— hay posibilidades de que caiga el Gobierno.

Foto: El presidente francés Francois Hollande pasea con ministros en el Palacio del Elíseo en París. (Reuters / Philippe Wojaze)r

El presidente del grupo independiente Libertades, Independientes, Ultramar y Territorios (Liot) puede servir de puente entre ambos extremos y desmantelar la ventaja "divide y vencerás" del presidente. Liot ya anunció que sopesaba presentar moción de censura antes de hacerlo este viernes ante la "sordera de un Gobierno incapaz de construir compromisos". Y esta moción sería perfectamente digerible para los electorados de los extremos. Problema para Macron.

Ante las acusaciones de "antidemocrático", el Gobierno había alegado, con cierto cinismo, que, de hecho, "se va a votar la reforma de las pensiones en forma de moción de censura", mientras culpa a la derecha de Los Republicanos de poner sobre la mesa "demandas irracionales" a la hora de consensuar un texto con la mayoría presidencial que pudiera ser votado en la Asamblea. El diputado centrista Karl Olive ha hablado de "traición".

Foto: El vapor surge de las torres de refrigeración de la central nuclear de Belleville-sur-Loire, en Francia. (Reuters/Benoit Tessier)

El líder de Los Republicanos, Éric Ciotti, afirmó que no van a votar a favor de una moción de censura, aunque ha rechazado que se apruebe la reforma por decreto, pero dentro de su partido ya hay voces que proclaman que Macron ha perpetrado "una ruptura democrática", como ha dicho el diputado Aurélien Pradié, que ha afirmado que, "si el Gobierno hubiera avanzado, si hubiera escuchado al país, no estaríamos aquí hoy. Nuestro país está en un momento difícil. Macron no puede estar ausente y ser espectador de esta situación que ha provocado".

La debilidad de Macron

Los analistas franceses apuntan a que este pulso planteado por Macron nace de una "debilidad" del presidente, frustrado por la imposibilidad de aprobar una reforma que considera fundamental. Según Le Monde, su primera ministra estaba en contra de utilizar el 49.3; también el secretario general del sindicato CFDT, Laurent Berger, normalmente más tendente al acuerdo que a la huelga. Ambos advirtieron al presidente contra el uso de este artículo. Ahora, Borne se ve obligada a defenderlo y Berger está del lado de los que protestan. Lo que parece palpable es que el presidente está cada vez más solo. Una llamada a las urnas podría dejar su mayoría en minoría. ¿Ha cavado Macron su propia tumba política por no aceptar una derrota en la Asamblea Nacional?

Se ha dibujado a Emmanuel Macron en múltiples ocasiones como un "rey Sol" desconectado de las calles, creyéndose con una verdad más pura y cierta que sus gobernados. Nunca durante sus mandatos ese retrato ha estado más cercano de la realidad. Ahora, también grupos que le apoyaban le están abandonando. La decisión del presidente de aprobar su reforma de las pensiones a través del artículo 49.3 de la Constitución —que permite al Gobierno aprobar leyes sin votarlas en el Parlamento— ha obrado de hecho el milagro de unificar a sus detractores a izquierda y derecha.

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