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Los últimos defensores de Bajmut: "No dejan de mandar gente y no paramos de matarlos"
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"La fortaleza de la madre patria"

Los últimos defensores de Bajmut: "No dejan de mandar gente y no paramos de matarlos"

Una masacre a uno y otro lado que también se ha convertido en una guerra de números, donde las cifras secretas del recuento diario de muertos y heridos se ha convertido en el principal argumento sobre si Kiev debe dejar o no caer Bajmut

Foto: Soldados ucranianos llegan a Chasiv Yar después de luchar en Bajmut. (Amador Guallar)
Soldados ucranianos llegan a Chasiv Yar después de luchar en Bajmut. (Amador Guallar)

Las orugas del vehículo blindado de combate rechinan sobre el asfalto agrietado de una de las plazas de Chasiv Yar, ciudad militarizada. Desde aquí, a apenas siete kilómetros de la línea de contacto con el enemigo ruso, el Ejército de Kiev sigue organizando la defensa de Bajmut. Un grupo de soldados de refresco espera junto a un muro y observa con preocupación el mastodonte de metal. Cuando se detiene, cogen sus armas y macutos, listos a sustituir al grupo que sale exhausto del interior del vehículo.

"Hemos estado tres días combatiendo a escasos metros de los rusos. Están locos. No dejan de mandar a su gente y no paramos de matarlos", dice uno, mientras se quita el chaleco antibalas. "En Bajmut, luchamos en el infierno, pero seguimos aguantando", explica otro, sucio, con unas ojeras profundas, el uniforme arrugado y manchado de barro. A un tercero tienen que ayudarle a salir. Tiene la mirada perdida, alucinada, como si todavía estuviese en el matadero, esa "picadora de carne", en el que se ha convertido esa ciudad del frente del Donbás. Una masacre a uno y otro lado que también se ha convertido en una guerra de números, donde las cifras secretas del recuento diario de muertos y heridos se ha convertido en el principal argumento sobre si Kiev debe dejar o no caer Bajmut.

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Los soldados de refresco saben que, en pocos minutos, volverán al lugar donde la vida vale tanto como la suerte que tengas. ¿Han perdido a muchos compañeros? “A demasiados”, dice Dmytro, el único que acepta revelar su nombre. “Pero tenemos que volver, allí todo está en juego”, indica, declinando hablar sobre el número de bajas. El movimiento en la rotación de tropas y material militar demuestra que los ucranianos no dan, de momento, su brazo a torcer.

Los analistas internacionales, muchas veces dependientes de las fuentes de Inteligencia Abierta (Osint) o de los informes de las partes, están a ciegas en cuanto a las pérdidas humanas en las filas ucranianas. Ninguna organización internacional ha podido verificar siquiera una estimación. Desde hace una semana, el acceso a Bajmut está vedado a la prensa y a los no combatientes. Se han suspendido las evacuaciones operadas por voluntarios nacionales y extranjeros de los civiles que todavía quedan atrapados entre los dos fuegos.

Guerra de cifras

Hoy por hoy, el baile de cifras sobre los caídos en el frente de Bajmut, tanto en el lado ucraniano como en el ruso, es una incógnita basada en estimaciones e informes que son parte de la guerra de propaganda y seguridad nacional a ambos lados de la línea del frente.

Foto: Soldado ruso en el frente de Bajmut. (Reuters/Oleksandr Ratushniak)

Fuentes occidentales estiman que entre 20.000 y 30.000 soldados rusos han muerto o han sido heridos solo en la batalla de Bajmut desde el inicio del asedio el pasado verano. Según el presidente ucraniano, las fuerzas de Kiev habrían eliminado en la última semana "más de 1.100 soldados de Rusia y causado heridas graves a otros 1.500 militares invasores". En tan solo las 24 horas [del viernes pasado], Ucrania habría abatido a unos 220 soldados y 300 heridos, según declaraciones de un portavoz del estamento castrense ucraniano, Serhiy Cherevatyi.

La diferencia en esta ocasión es que Rusia también ha entrado al trapo de la guerra de cifras. Si bien hasta el momento ha informado en limitadas ocasiones de sus estimaciones de bajas ucranianas (frente a Kiev, que hace una estimación prácticamente diaria), el Ministerio de Defensa ruso ha defendido que, el mismo viernes, causó unas bajas de alrededor de 210 soldados ucranianos en el frente de la provincia de Donetsk. Según el ministro ruso Sergei Shoigu, Ucrania habría perdido 11.000 soldados solo en febrero.

"La indiferencia del régimen de Kiev hacia su propia gente es increíble", afirmó Shoigu, en lo que marca una nueva táctica rusa. En la guerra de cifras, la propaganda psicológica desde Moscú ha encontrado un filón: con cada vez más dudas tanto entre los aliados occidentales y, muy especialmente, los analistas Osint de los que beben la mayoría de los informes públicos, así como incluso entre las líneas ucranianas, se pueden abrir las primeras brechas en la confianza hacia la estrategia ucraniana.

Foto: Un soldado ucraniano, en una trinchera a las afueras de Bajmut. (Getty/John Moore)

En este contexto, algunos analistas temen que el Gobierno de Zelenski esté manteniendo la ciudad solo por el valor simbólico y que la defensa del enclave dificulte la contraofensiva ucraniana esperada en primavera. "Bajmut ya no es un buen lugar para desgastar a las tropas rusas. La tasa de desgaste empeoró una vez Rusia se hizo con el flanco norte [de Bajmut] a mediados-finales de febrero. La tasa de desgaste es peor en Bajmut que en ningún otro lugar. El porcentaje de bajas rusas de las unidades de élite es mayor en cualquier otro lugar", escribía Rob Lee, analista del Instituto de Investigación de Política Exterior.

Sin embargo, Ucrania mantiene la posición con el objetivo de seguir desgastando al máximo a la punta de lanza de las fuerzas rusas, el Grupo Wagner, que concentran en la ciudad su ofensiva, mientras Kiev espera los refuerzos del material militar occidental prometido y el regreso de los miles de soldados recibiendo entrenamiento en el exterior, en preparación a una posible contraofensiva.

placeholder Un soldado ucraniano, sobre el blindado que los transporta desde Bajmut a Chasiv Yar. (Amador Guallar)
Un soldado ucraniano, sobre el blindado que los transporta desde Bajmut a Chasiv Yar. (Amador Guallar)

Ante la perspectiva de la caída de Bajmut, anunciada agoreramente desde hace semanas, pero que todavía resiste a la embestida rusa, Chasiv Yar se ha convertido ya en la siguiente línea de defensa. Parapetada tras una serie de pequeñas colinas, las alturas de Chasiv Yar son más fáciles de defender. Pero la cuestión de Bajmut ya no tiene solo que ver con los mapas militares sobre la mesa.

“Bajmut es la fortaleza de la madre patria”, explica Constantin, uno de los soldados descansando en Chasiv Yar, mientras hace cola para comprar comida en una de las pocas tiendas abiertas que quedan. “Es un paseo agradable antes de que me toque volver allí dentro”, dice, mientras varias explosiones retumban cerca. A su lado, un soldado con cara de niño observa a sus compañeros mientras sujeta la ametralladora que parece gigantesca en sus manos pequeñas y endebles. "Mientras Europa y Estados Unidos nos sigan ayudando, nosotros seguiremos poniendo nuestra carne en la batalla", añade Constantin, convencido y con una sonrisa sincera y sin un ápice de remordimiento. “Todos hemos perdido a muchos compañeros, pero si ahora nos retiramos sería una victoria demasiado grande para el enemigo. No podemos dejar que eso suceda”, concluye.

"Bajmut es la fortaleza de la madre patria"

Constantin no es el único soldado cuyo espíritu parece hecho de acero. No obstante, para muchos el orgullo es un escudo tras el que esconder el miedo de cualquier persona que pasa de una vida normal a luchar en una batalla que pasará a los libros de historia y que recuerda a la de las matanzas en Stalingrado o las Ardenas durante la Segunda Guerra Mundial. Un miedo y desgaste psicológico que también están causando bajas, tal y como confirma el teniente Yuri, quien tan solo hace un año era “un granjero en los alrededores de Kiev, donde cultivaba espárragos”, y ahora es un oficial de una unidad de asistencia psicológica para los soldados que vuelven del frente.

“Nuestra tarea es fundamental. Los combates están siendo muy duros y la brutalidad aumenta cada día. Eso tiene un efecto en todos los soldados. Aunque sean gente dura y con un gran espíritu, nadie está a salvo de sufrir un colapso mental. Nosotros nos encargamos de tratar a los que presentan signos de fatiga de combate. Velar por sus mentes es tan importante como hacerlo por sus cuerpos”, explica.

Foto: Soldados ucranianos disparan un Howitzer contra posiciones rusas en Bajmut. (Reuters/Anna Kudriavtseva)

“En mi compañía hemos perdido a bastantes hombres, pero no te puedo decir el número”, explica Taras, apostado en la "carretera de la muerte", como la denomina, una de las dos rutas que quedan abiertas para entrar y salir de Bajmut desde Chasiv Yar. “Desde aquí veo pasar muchas ambulancias. La lucha en la ciudad ha alcanzado una brutalidad que pocos de los soldados que llevan años sirviendo en el Donbás han experimentado antes”.

Los lobos de Da Vinci

“¿Quién liderará ahora a los lobos de Da Vinci?”, se pregunta Yure, un miembro de las fuerzas especiales. Habla del comandante Dmytro Kotsiubailo, alias Da Vinci, de 27 años, abatido el pasado 7 de marzo, rostro de las pérdidas ucranianas en Bajmut y "el líder más joven y cercano al soldado de a pie". Yure está convencido de que su pérdida “será un gran escollo en el desarrollo de futuras ofensivas contra los rusos”. Rostros y nombres de los caídos que ahondan en el pesimismo de los más críticos con la estrategia de Kiev de mantener la posición en Bajmut.

Una brutalidad que también sufren en el lado ruso. El líder del Grupo Wagner, Yevgeny Prigozhin, confesó el lunes que "la situación es muy difícil" en su intento por conquistar las ruinas de Bajmut. "El enemigo está peleando por cada metro, y cuanto más cerca estamos del centro de la ciudad, más duras son las batallas. Los ucranianos lanzan reservas interminables. Pero estamos avanzando", concluyó.

El tiempo dirá si tiene razón, pero, de momento, Bajmut aguanta y el Ejército ucraniano se prepara para contraatacar.

Las orugas del vehículo blindado de combate rechinan sobre el asfalto agrietado de una de las plazas de Chasiv Yar, ciudad militarizada. Desde aquí, a apenas siete kilómetros de la línea de contacto con el enemigo ruso, el Ejército de Kiev sigue organizando la defensa de Bajmut. Un grupo de soldados de refresco espera junto a un muro y observa con preocupación el mastodonte de metal. Cuando se detiene, cogen sus armas y macutos, listos a sustituir al grupo que sale exhausto del interior del vehículo.

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