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Esto sí que es una guerra cultural y no la de los toros: "Rusia busca erradicarnos"
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'La terrible venganza' y 'Kateryna'

Esto sí que es una guerra cultural y no la de los toros: "Rusia busca erradicarnos"

El Teatro Nacional de Leópolis y la Ópera Nacional de Odesa reabrieron sus puertas tras muchos meses cerrados por la invasión. En sus programaciones, nada de ruso y solamente artistas ucranianos

Foto: Una bailarina calienta antes del concierto de gala de la Ópera Nacional de Ucrania. (EFE/Roman Pilipey)
Una bailarina calienta antes del concierto de gala de la Ópera Nacional de Ucrania. (EFE/Roman Pilipey)

Cuando cayeron las primeras bombas sobre Ucrania hace un año, el Teatro Nacional de Leópolis y el Teatro Nacional de Ópera y Ballet de Odesa resistieron el primer embiste de la invasión, convirtiéndose en la trinchera cultural del país. Armaron barricadas, dieron esperanza a los ciudadanos, hicieron una labor humanitaria y apoyaron a las tropas. A pesar de todo, tras un tiempo, se vieron obligados a cerrar sus puertas temporalmente. "La dirección, junto con artistas, compositores y músicos, se unieron para colaborar en la defensa de la ciudad", explican a El Confidencial desde la Ópera Nacional de Odesa. Desde este punto, establecieron el caldo de cultivo dónde sembrar el espíritu ucraniano. Los mitos y leyendas nacionales resurgieron de la mano de compositores y músicos para abrir otro frente a Vladímir Putin: la batalla por la identidad nacional.

¡La cultura y el arte son armas fuertes en la guerra contra el agresor!"

"¡La Ópera de Odesa mantiene su frente artístico y resiste a la guerra con cada representación, con cada estreno! ¡La cultura y el arte son armas fuertes en la guerra contra el agresor!", explica la dirección del teatro. Fue en julio (tras cuatro meses de bombardeos), cuando se hizo la primera representación en la ciudad. Pero esta no se realizó en su totalidad: "El número de entradas que se permite vender corresponde a la capacidad de un refugio antiaéreo especialmente certificado", declaran. Aun así, la dirección reconoce que "a pesar de los apagones y los ataques, el teatro es un lugar de fuerza para la nación ucraniana, de apoyo y esperanza para la victoria".

Foto: Las fuerzas prorrusas de Donetsk disparan fuego de mortero en Bakhmut. (EFE/EPA/Alessandro Guerra)

Por su parte, el Teatro Nacional de Leópolis, reabrió más tarde que sus compatriotas del sur. A principios de noviembre, la Ópera pudo estrenar su primera producción. Un espectáculo que, como muchos otros, se gestó durante los meses más crudos de la contienda en Ucrania. "Desde los primeros días de la guerra hemos reclamado estar en el frente de la guerra cultural. Pensamos que sobre todo esta guerra es una batalla entre dos civilizaciones diferentes: la cultura rusa contra la ucraniana. Moscú no solo busca destruir nuestras infraestructuras y nuestras ciudades. También busca erradicar nuestra identidad nacional", manifiesta a este diario Vasyl Vovkun director general y artístico de la Ópera Nacional de Leópolis.

La cultura es parte de la identidad de todos los países. Pero, ¿hasta qué punto el nacionalismo cultural y la identidad ucraniana pueden llegar a ser importantes para hacer frente a Putin? Escuchar un poco de música, sentarse en la butaca de un teatro y prestarle solamente atención al escenario no parece el arma definitiva para la victoria de Ucrania, pero sí que es un factor importante para un pueblo cansado de la guerra que solo busca escapar. Aunque solo sea entre el compás de la primera y la última nota.

La guerra de las notas musicales

La importancia de la cultura en tiempos de guerra ha sido reiterada desde la cúpula del poder ucraniano. "Debemos dar una señal clara de que el mundo no hará la vista gorda ante la destrucción de nuestra historia común, nuestra cultura común, nuestro patrimonio común", dijo el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, a los 58 estados miembros del organismo de control cultural de la ONU.

Resaltar las diferencias culturales entre Ucrania y Rusia se ha convertido en una prioridad en Kiev para hacer frente a la narrativa rusa impulsada por su presidente, Vladímir Putin, de que la nación ucraniana no existe como tal. "Los ucranianos son culturalmente diferentes de los rusos. El idioma ucraniano no es el mismo (tiene más palabras en común con el bielorruso y el polaco que con el ruso), su cultura es diferente, su música es diferente, sus códigos visuales y la vestimenta nacional son diferentes", explicaba en The Economist Volodímir Yermolenko, un reputado filósofo ucraniano. "Ucrania tiene un increíble espíritu de independencia. Este espíritu ha estado allí durante siglos, pero ahora se muestra con toda su fuerza", recalcaba el pensador.

"Ucrania tiene un increíble espíritu de independencia. Este espíritu ha estado allí siglos, pero ahora se muestra con toda su fuerza"

Desde el mundo artístico de muchos músicos, pintores y escritores, se reclama el ansia de libertad de un pueblo que estuvo durante muchos años a la sombra de Rusia. Aunque una parte de la población de Ucrania se declare más cercana a Rusia —especialmente en las regiones de Donetsk y Lugansk—, la gran mayoría de los ciudadanos se sienten con identidad propia. Desde la guerra, este sentimiento se ha vuelto más importante que nunca. Es por eso que la gente busca más símbolos patrióticos ante el invasor, marcando distancias con su autoritarismo y sus valores iliberales. "La cultura política ucraniana se basa en valores antitiránicos, democráticos y republicanos. La mayoría de los rusos tiende a aprobar a su zar; los ucranianos se identifican con la oposición a él", aclara Yermolenko.

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Otro de los rasgos que menciona el filósofo es la pluralidad de Kiev, la cual choca radicalmente con Putin. "No se centran exclusivamente en una sola identidad étnica, lingüística o religiosa. Puede ser un hablante ucraniano, un hablante de ruso o un hablante de tártaro de Crimea y estar listo para defender Ucrania. Puedes ser ortodoxo, ucraniano, greco-católico, católico, romano, protestante, musulmán o judío y defender hombro con hombro a este país", explica el filósofo.

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Esta división es la que busca resaltarse desde la trinchera cultural en Ucrania. Mediante la ópera, los dos teatros unen los valores ucranianos para defender lo que ellos consideran como una "guerra cultural" frente al enemigo que les intenta imponer su propia moral e identidad.

Dos óperas para entender la guerra

Aunque desde hace unos años la producción cultural rusa en Ucrania ha disminuido casi a cero, la guerra ha sido el punto de inflexión para romper definitivamente los lazos con el arte procedente de Moscú. Rusia tiene un gran peso en el ballet clásico y suplantar representaciones como El Lago de los Cisnes es una tarea complicada, pero los compositores del país se están centrando en el refuerzo de la identidad ucraniana para compensarlo.

Foto: 'Suprematismo místico', Kasimir Malévich, 1920-22. (Stedelijk Museum)

La terrible venganza es un título bastante acertado para transmitir el sentimiento de la invasión rusa. Su compositor, Yevhen Stankovych, narra una historia sobre el castigo de unos crímenes que reflejan los acontecimientos contemporáneos en el contexto de la "venganza colectiva". En su reparto, solamente músicos ucranianos y europeos, ningún nombre ruso. "Esta ópera demuestra que seguimos trabajando para rechazar todo lo que rusia nos ha hecho", menciona el director Vasyl Vovkun. Como esta obra, muchas otras producciones en Leópolis, tratan temas que se asemejan a la realidad que sufren hoy sus habitantes.

"A pesar de la terrible guerra, hemos vuelto más fuertes que nunca y estamos tratando de mantener nuestra cultura viva"

A su vez, Odesa eligió Kateryna, de Olexander Rodin, para romper la sequía artística. Esta ópera se basa en la herencia creativa de Taras Shevchenko, el poeta, humanista y pintor ucraniano que fue el precursor de la literatura moderna en el país. El escritor siempre trata en su mundo artístico la visión de una Ucrania separada de Rusia, incluso en el siglo XIX, cuando escribió su obra. El poeta también narra las historias e imágenes bíblicas, creando un mito nacional para abordar momentos de memoria e identidad colectivas. Sobre las líneas temáticas del Teatro Nacional de Ópera y Ballet de Odesa, la dirección comenta: "El repertorio del teatro se compone de representaciones de clásicos ucranianos y europeos, así como de obras modernas de ópera y ballet. Se presta especial atención a obras que suenan a códigos de identidad nacional".

Tanto en Leópolis como en Odesa, han apostado por la esencia del mundo ucraniano para hacer frente a Rusia. Las producciones culturales que una vez fueran hermanas se han separado para siempre. Y desde la trinchera cultural del ballet y la ópera se está construyendo una identidad popular desde los mitos y leyendas. "A pesar de la terrible guerra, hemos vuelto más fuertes que nunca y estamos tratando de mantener nuestra cultura viva", recalca el director del Teatro Nacional de Leópolis, Vovkun. "Incluso cuando los cañones dispararon, las musas de la Ópera de Odesa no guardan silencio", concluye la directora Nadiya Babich desde el Teatro Nacional de Ópera y Ballet de Odesa.

Cuando cayeron las primeras bombas sobre Ucrania hace un año, el Teatro Nacional de Leópolis y el Teatro Nacional de Ópera y Ballet de Odesa resistieron el primer embiste de la invasión, convirtiéndose en la trinchera cultural del país. Armaron barricadas, dieron esperanza a los ciudadanos, hicieron una labor humanitaria y apoyaron a las tropas. A pesar de todo, tras un tiempo, se vieron obligados a cerrar sus puertas temporalmente. "La dirección, junto con artistas, compositores y músicos, se unieron para colaborar en la defensa de la ciudad", explican a El Confidencial desde la Ópera Nacional de Odesa. Desde este punto, establecieron el caldo de cultivo dónde sembrar el espíritu ucraniano. Los mitos y leyendas nacionales resurgieron de la mano de compositores y músicos para abrir otro frente a Vladímir Putin: la batalla por la identidad nacional.

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