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El hombre de los 100.000 millones: Scholz elige a un 'fontanero' regional para acelerar los planes de Defensa
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El hombre de los 100.000 millones: Scholz elige a un 'fontanero' regional para acelerar los planes de Defensa

En enero de 2022, Kiev pedía ayuda a Occidente. La entonces ministra de Defensa alemana, Christine Lambrecht, aseguró que Berlín se sumaría al apoyo enviando… unos miles de cascos

Foto: Boris Pistorius, nuevo ministro de Defensa alemán. (EFE/Filip Singer)
Boris Pistorius, nuevo ministro de Defensa alemán. (EFE/Filip Singer)

Boris Pistorius, ministro de Interior en el estado federal alemana de Baja Sajonia, se ha convertido en el hombre de los 100.000 millones de euros. Según la prensa alemana, este abogado de 62 años habría sido el elegido por Olaf Scholz para liderar la cartera de Defensa, reventando las quinielas de los medios y las cortapisas de la paridad de Gobierno. El puesto viene con un extraordinario cheque para modernizar la vetusta Bundeswehr (las Fuerzas Armadas nacionales) y poner a Alemania en el mapa geoestratégico del siglo XXI. El canciller ha optado por un desconocido en la esfera internacional y sin experiencia en Defensa, pero con un atributo que destacan los perfiles de la prensa local: es un veterano fontanero de la Administración alemana que ejecuta planes y logra que se hagan las cosas. Y eso es lo que necesita Berlín. Que se hagan cosas.

El funcionario socialdemócrata lleva nueve años en su puesto, en el que ha manejado tareas de seguridad interna, cibercrimen, migración o deportes en el Gobierno de la rica región germana, de unos ocho millones de habitantes y una superficie similar a la de Aragón (47.600 km²), y sede de empresas como Volkswagen y TUI. Popular en su land como alguien visto como ejecutivo y eficiente. También como alguien renovador y con capacidad de comunicación que lideró una reestructuración de la policía para acercarla a los ciudadanos. Aunque nada de esto le asegura éxito en su nueva misión, en la que coge el relevo de la señalada Christine Lambrecht, cuya dimisión este lunes se produce tras 13 meses de pifias y críticas por su poca ambiciosa gestión.

Ahora recae sobre él materializar el histórico discurso que el canciller dio en los primeros compases de la guerra en Ucrania, cuando conjuró un Zeitenwende (cambio de era) en materia de defensa. Alemania se comprometía a dar un giro copernicano a seis décadas de una timorata política exterior militar y anunciaba un fondo especial con inversiones récord de más de 100.000 millones de euros para construir el Ejército convencional más poderoso de Europa. Un cambio de paradigma que exigía a la locomotora económica y demográfica de Europa muestras de decisión y compromiso en su flanco más desatendido: el músculo militar.

Foto: El canciller alemán, Olaf Scholz, en el Bundestag. (EFE/Clemens Bilan)

Los pilares para su consecución están puestos. Scholz negoció con sus socios de coalición, con la oposición y con su propio partido la ampliación de los límites constitucionales de déficit para acometer ese gasto extraordinario, y parecía dispuesto a cambiar su actitud hacia el incipiente conflicto, consciente de que Berlín fue, durante décadas, uno de los principales socios energéticos —y facilitador político— de Vladímir Putin. La dimisión de Lambrecht fue una clara señal de que la cosa no ha ido muy bien hasta el momento. A día de hoy, no hay rastro de los nuevos sistemas armamentísticos y equipos prometidos, y el cacareado cambio de época se ha quedado en un tímido proceso de evolución en línea con la anquilosada cultura de seguridad alemana.

Pese a la frustración entre algunos políticos y ciudadanos por el papel alemán, los analistas tratan de hacer ciertas ponderaciones. El apoyo financiero y militar de Alemania a Ucrania ha sido significativo, mientras que el esfuerzo de diversificación energética de Berlín para dejar de financiar las arcas de guerra de Putin ha sido encomiable. De importar más de la mitad de su gas de Rusia en 2021 a dejar de comprar gas ruso en septiembre de 2022. Sin embargo, a pocos se les escapa que la política en defensa de Scholz de revolucionaria no tiene nada.

“Todavía estamos en modo tiempos de paz. Tardar 10 meses entre el anuncio de los 100.000 millones del fondo especial para la Bundeswehr y gastarlo está bien en tiempos de paz. Pero no es apropiado para la situación actual”, consideró Ulrike Franke, analista del European Council of Foreign Affairs, en un análisis sobre el Zeitenwende publicado en Substack. “¿Liderazgo? ¿Qué liderazgo? Alemania continúa moviéndose a la velocidad de la vergüenza, arrastrada por otros. No hubo gran reforma por parte de una ministra de Defensa sin ambición. Veremos qué hace el próximo”, agregó.

El momento Leopardo

La primera prueba para Pistorius será esta misma semana, en la que Alemania debe tomar decisiones clave sobre su implicación en la guerra. Quizá la más relevante es la que atañe a los tanques alemanes Leopard 2. Varios países europeos, entre ellos Polonia y Finlandia, han pedido permiso para mandar estos carros de combate a la ex república soviética, pero Berlín duda. El nuevo ministro hereda la agenda de Lambrecht, quien tenía prevista una reunión con su homólogo estadounidense, Lloyd Austin, el jueves; antes de una cumbre el viernes con varios aliados occidentales de Kiev en la base militar estadounidense de Ramstein, en Alemania. Allí se espera que Scholz dé luz verde al envío de los Leopard. Para el sábado, habrá una reunión Francia-Alemania en la que se incluye el consejo de seguridad bilateral.

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No puedo imaginar ninguna situación en la que no se dé consentimiento de forma rápida”, aseguró el mismo lunes el primer ministro polaco, Mateusz Morawiecki, a periodistas, justo antes de viajar a Berlín para reunirse con “políticos alemanes de todo el espectro” para lograr el consenso. “Polonia está preparada a enviar Leopards para dar ejemplo”, dijo después el asesor presidencial polaco Marcin Przydacz a una radio local.

Pero Alemania está lejos de dar ejemplo. El país lleva toda la guerra arrastrando los pies a la hora de aportar armas a Ucrania, pese a que el ritmo y el monto se han ido incrementando con el paso de los meses. La semana pasada, Berlín finalmente autorizó el envío de 40 vehículos blindados Marder y una batería de defensa antiaérea Patriot. En los últimos meses, Alemania ha aportado cañones howitzers, artillería antiaérea autopropulsada Gepard y sistemas de misiles aire tierra IRIS-T. Sin embargo, muchos, incluso en el propio seno de la coalición de Gobierno, lamentan la actitud dubitativa de Scholz para acelerar el trasvase de armas.

Foto: Blindado cazacarros AMX-10 RC. (4e RCh)

El domingo, el primer ministro británico, Rishi Sunak, confirmó que Londres mandará un escuadrón de 14 tanques Challenger 2 “en las próximas semanas” a Ucrania y una treintena de baterías de artillería autopropulsada AS90 poco después. “Excelente anuncio y en el momento perfecto. Esto aumentará la presión para el 20.º Grupo de Contacto. Si Alemania no libera los Leopards este viernes, su reputación en Europa, en la OTAN y en Estados Unidos está frita”, aseguró Ed Arnold, analista de seguridad europea en el centro de análisis RUSI.

Mientras, el ritmo de reformas e inversiones prometidas para la Bundeswehr —las Fuerzas Armadas alemanas— ha sido más que decepcionante; mientras la hemeroteca sobre su lamentable estado sigue engordando en la prensa local. El mes pasado, 18 vehículos de infantería Puma tuvieron que ser retirados de unos ejercicios por dificultades técnicas, a pesar de que sobre el papel son uno de los equipos más avanzados de los que dispone el Ejército. En los últimos años, hubo episodios tan vergonzosos —y delirantes— como soldados alemanes con palos de escoba en vez de fusiles en unas maniobras de la OTAN o un submarino que era incapaz de sumergirse.

Foto: Desfile militar en Bucarest por el día nacional de Rumanía. (EFE/Robert Ghement)

Los desequilibrios de la sucesión

Scholz ha buscado un reemplazo expedito y ha sorprendido. La prensa alemana barajó los nombres de Eva Högl, diputada encargada de cuestiones sobre el Ejército federal y una de las que llevan tiempo documentando el calamitoso estado militar del país, o la secretaria de Estado de Defensa, Siemtje Möller, de 39 años, quien ha servido en el Comité Parlamentario de Defensa desde 2018 y copreside el grupo parlamentario de amistad Alemania-Ucrania. Ambas opciones le permitían mantener la cuidada paridad en el Gobierno que el canciller ha asegurado querer preservar. Tampoco ha sido ninguno de los considerados favoritos, como Lars Klingbeil, copresidente del SPD y con vínculos en las Fuerzas Armadas, o Wolfgang Schmidt, ministro de la Cancillería y uno de los más cercanos aliados del canciller.

Foto: El canciller Olaf Scholz, junto a un Gepard. (EFE/Morris MacMatzen)

Las mujeres han sido habituales en los últimos años en Defensa. Ursula von der Leyen ocupó —no sin críticas— la cartera más de cinco años y medio, entre 2013 y 2019, puesto que dejó para pasar a ser presidenta de la Comisión Europea, y Annegret Kramp-Karrenbauer (AKK), la delfín de Merkel caída en desgracia, estuvo dos años y medio, hasta 2021. Sin embargo, hasta la guerra no era considerado uno de los ministerios más estratégicos. Ni socialdemócratas, ni verdes, ni liberales parecían ansiar la cartera en el momento de las delicadas negociaciones para tejer la decisión. Alemania ha tenido 20 ministros de Defensa desde la Segunda Guerra Mundial y solo uno, Helmut Schmidt, llegó a canciller.

Desde ciertos sectores militares y políticos conservadores presionaban a Scholz para que el equilibrio de género no tuviera más peso en esta decisión trascendental que el currículo o las capacidades de los potenciales candidatos. Ahora queda por ver si el canciller acometerá cambios más amplios en su gabinete para recuperar la paridad perdida al acomodar el puesto de Defensa.

Boris Pistorius, ministro de Interior en el estado federal alemana de Baja Sajonia, se ha convertido en el hombre de los 100.000 millones de euros. Según la prensa alemana, este abogado de 62 años habría sido el elegido por Olaf Scholz para liderar la cartera de Defensa, reventando las quinielas de los medios y las cortapisas de la paridad de Gobierno. El puesto viene con un extraordinario cheque para modernizar la vetusta Bundeswehr (las Fuerzas Armadas nacionales) y poner a Alemania en el mapa geoestratégico del siglo XXI. El canciller ha optado por un desconocido en la esfera internacional y sin experiencia en Defensa, pero con un atributo que destacan los perfiles de la prensa local: es un veterano fontanero de la Administración alemana que ejecuta planes y logra que se hagan las cosas. Y eso es lo que necesita Berlín. Que se hagan cosas.

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