Holanda pide perdón por la esclavitud… pero le sigue pintando la cara de negro a Pedrito

"En nombre del Gobierno holandés, pido perdón por las acciones del Estado holandés en el pasado". Son las palabras pronunciadas por el primer ministro holandés, Mark Rutte, en vísperas del 150 aniversario de la abolición de la esclavitud en las colonias holandesas en 2023. Quedan solo unos días para que se acabe el año y el premier se dio prisa para que esas palabras resonaran a la vez en Surinam, Curazao, Sint Maarten, Aruba, Bonaire, Saba y San Eustaquio. Las declaraciones no han llegado por casualidad y se enmarcan antes de las elecciones regiones de marzo, que pueden provocar divisiones en el Ejecutivo que harían más difícil disculparse por el temor a perder votantes.

Rutte ha decidido adelantarse y quitarse un problema de encima. Además de pedir perdón en nombre de todo el país, ha calificado la esclavitud como un "crimen contra la humanidad". Ha ido incluso más allá y afirmó que este gesto "es una coma, no un punto". Sin embargo, una de las cuestiones que más recuerda a ese pasado oscuro de Holanda llega cada Navidad. Con labios gruesos y rojos, melena afro, cara pintada de negro y un disfraz folclórico con una bolsa llena de obsequios. Es Pedrito el Negro (Zwarte Piet).

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En realidad, son todo un ejército de Pedritos que acompañan a un hombre indudablemente blanco, de barbas blancas y largas, acicalado con un traje rojo. Es San Nicolás, el protagonista de la leyenda que cuenta que un hombre llega cada diciembre en un barco que zarpa desde España, bañado en regalos para los niños holandeses. Son sus pajes, esos sirvientes negros, quienes le ayudan a repartirlos y bajarlos por las chimeneas de las casas holandesas. Luego le acompañan a pie durante las cabalgatas por las calles del país.

La apariencia de los Pedritos es el centro de un debate feroz en Holanda, sobre todo porque muchos lo ven como una referencia al pasado esclavista. No es un paje, es un esclavo negro de San Nicolás, consideran. A lo largo de los últimos años, ha habido críticas regulares a la forma en la que se retrata a Zwarte Piet. Se le ve como un estereotipo más, un blackface en toda regla, porque pintarse la cara de negro se interpreta como una burla contra los afroamericanos.

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El Comité de la ONU para la Eliminación de la Discriminación Racial también pidió al Gobierno holandés un cambio en la figura de Pedrito el Negro porque justifica la discriminación y el uso de estereotipos negativos. "Muchas personas afrodescendientes ven esto como un remanente de la esclavitud, que daña el valor y la autoestima de los niños y adultos afrodescendientes", según el Comité. La celebración de San Nicolás solo era una pequeña parte del informe, el resto instaba a un plan de acción nacional contra la discriminación racial por casos de perfiles étnicos, el acoso racista en las escuelas y la subrepresentación de los grupos minoritarios en la policía y el poder judicial.

En el informe anterior, de 2010, Zwarte Piet aún no era visto como un problema social. El debate estalló en las Navidades de 2013, cuando la asesora de la ONU Verene Shepherd se pronunció al respecto. El grupo Fuera Pedrito el Negro es una de las voces más fuertes contra esta figura pintada de negro en Holanda. Defensores y detractores de pintarle la cara de negro se manifiestan cada año a la llegada de San Nicolás. Y, en los últimos años, muchas organizaciones locales, tiendas y creadores de programas han optado por adaptar la apariencia de los Pedritos, por ejemplo, manchándoles la cara de color con restos del hollín para dejar caer que, en realidad, se había manchado al deslizarse por la chimenea.

Polémica tras polémica

La polémica de estos actos se junta con la que hubo después de que Mark Rutte pidiera disculpas. El primer ministro eligió la fecha con prisas, sin tener en cuenta la opinión de los grupos de interés y de quienes representan a las personas esclavizadas, ni de los gobiernos de las tierras afectadas. En su discurso no han faltado menciones al racismo y la discriminación heredada del pasado colonial, y aseguró que el Ejecutivo buscará que la sociedad tome conciencia de este problema. Para ello, destinará fondos a la educación, el arte, la investigación, y el debate social. También ha prometido la apertura de un Museo Nacional de la Esclavitud en Ámsterdam, al que aportará 29 millones de euros y trabajará en resaltar el sufrimiento de millones de personas durante 250 años.

Quizá lo más llamativo es que afirmó que hará frente a los prejuicios, estereotipos y suposiciones incorrectas sobre la superioridad de ciertos grupos de población a través de la legislación, las políticas y las acciones institucionales. Su objetivo, subrayó, es combatir la idea diferenciada que existe en la sociedad, ese "nosotros y ellos" que quedó tan arraigado en la sociedad y que todavía no ha desaparecido por completo.

Uno de los mejores ejemplos es uno de los mayores escándalos políticos en Holanda. El Gobierno tuvo que dimitir en bloque por admitir su responsabilidad en el caso que implicaba a las autoridades fiscales con acusaciones sin fundamento de fraude a decenas de miles de padres con orígenes migratorios. Familias enteras se quedaron en la calle endeudadas, divorciadas, con problemas psicológicos o con hijos retirados por los servicios sociales porque tuvieron que pagar al Estado cantidades ingentes de dinero que no tenían. Son padres que acabaron en listas negras de Hacienda por sus orígenes. El Gobierno de Rutte lo llamó en junio "racismo institucional", que se extiende también al mercado laboral, a la vivienda y la educación.

Es un problema social y Rutte lo reconoció en su discurso. “Durante mucho tiempo pensé que la esclavitud es una historia del pasado que ya habíamos dejado atrás, pero estaba equivocado. Porque siglos de opresión y explotación afectan el aquí y el ahora; en estereotipos racistas, en patrones discriminatorios de exclusión, en la desigualdad social”, afirmó. También admitió: "No quiero imponer nada a nadie, porque soy un auténtico liberal", matizó el propio Rutte. Y sin imposición, dijo, buscará "el diálogo, el reconocimiento y la sanación" de una sociedad que aún se enfrenta al legado negativo del pasado esclavista que enriqueció al país.

Una historia milenaria... y conflictiva

Con la época navideña llega también uno de los personajes más polémicos de la historia de Holanda. Las primeras imágenes que existen de Pedrito el Negro datan de 1850. Es un libro ilustrado del profesor neerlandés Jan Schenkman sobre San Nicolás y su sirviente, un chico negro con ropa colorida. Ese libro también mejoraba la figura de San Nicolás porque pasó de ser un hombre del saco a un caballero respetable con barba y capa roja.

Su criado aparece vistiendo un traje comparable a la indumentaria de los pajes moriscos del siglo XVI, con pantalón abullonado y boina. Los pajes moriscos fueron servidores norteafricanos de la nobleza española, y también vivieron y trabajaron en Holanda en aquella época. Hay teorías que señalan que lo que realmente inspiró a Schenkman es una adquisición por parte de la princesa Marianne de Oranje-Nassau, quien compró en 1850 un niño nubio por 150 florines en un mercado de esclavos de Egipto.

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Ambos llegaron a Holanda en un barco de vapor y la hazaña salió en los periódicos, tanto como para inspirar un libro sobre San Nicolás. Además, a partir de esas fechas, Pedrito también adquirió el rol del malo, de la figura que "castiga" a los niños traviesos y los mete en el saco, mientras que San Nicolás se caracteriza por ser el bueno en esta historia.

Países Bajos quiere intentar hacer frente a su historia y combatir una de las lacras históricas más importantes del país. Más allá de las polémicas antes y después de las disculpas, las declaraciones del primer ministro holandés han lanzado una pregunta al aire. ¿Cambiarán las disculpas esta tradición? "No podemos cambiar el pasado, pero sí hacerle frente", prometió Rutte.