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Un pequeño aeropuerto 'de provincias' clave para sostener el esfuerzo occidental en Ucrania
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Un 'hub' inesperado

Un pequeño aeropuerto 'de provincias' clave para sostener el esfuerzo occidental en Ucrania

El ritmo de los vuelos al aeródromo de Rzeszow mide el ritmo de llegadas del apoyo a Ucrania. Ayuda humanitaria, refugiados, traslados médicos... y material de defensa

Foto: Un policía junto al aeropuerto de Rzeszow-Jasionka. (Reuters/Hannah McKay)
Un policía junto al aeropuerto de Rzeszow-Jasionka. (Reuters/Hannah McKay)

Un Airbus A330 de la compañía española Correos, el Milana Bonita, aterrizaba en el aeropuerto de Rzeszow-Jasionka, en el sur de Polonia, a unos 90 kilómetros de la frontera ucraniana. Dentro, más de 40 toneladas de ayuda humanitaria para el Gobierno de Kiev. Como el rastro de un caracol, la ruta que siguió el Milana Bonita quedó grabada en los registros de seguimiento de vuelos. Un hilo que queda prácticamente oculto entre la enorme madeja de una miríada de puntos desde Europa y Estados que han ido tejiendo los centenares, si no miles, de vuelos con los que ha tenido —y sigue teniendo— que lidiar este pequeño aeropuerto de una provincia al sur de Polonia.

De la noche a la mañana, el aeropuerto de Rzeszow se convirtió en uno de los principales hub o centro logístico de la ayuda occidental a Ucrania. Por sus pistas, antes reservadas casi en exclusiva a vuelos de Ryanair o LOT Polish Airlines, han pasado toneladas de ayuda humanitaria, refugiados, enfermos y heridos para ser tratados en otros países europeos —desde septiembre se ha establecido un centro específico para facilitar esos traslados médicos—, pero también, aunque con menos bombo y platillo, armas y otro material de defensa desde países occidentales que luego cruzan la frontera hacia el frente de Ucrania.

Foto: Militares ucranianos disparan con un sistema de cohetes de lanzamiento múltiple BM21 Grad en primera línea en la frontera de las regiones de Kharkiv y Lugansk. (Reuters/Vitalii Hnidyi)

"Simplemente, estábamos (y estamos) cumpliendo con nuestro trabajo. Y nuestra proximidad a la frontera oriental de la OTAN básicamente nos obliga", explica Waldemar Mazgaj, portavoz del aeropuerto. "Todos hemos estado a la altura de las circunstancias para sobrellevar el enorme aumento de tráfico. No solo los empleados del aeropuerto, sino también controladores de tráfico aéreo, logística… todos han contribuido para este esfuerzo sin precedentes", añade. Sin embargo, no da datos concretos, más allá del tráfico de pasajeros. El cargo es información clasificada.

El ritmo de los vuelos al aeródromo mide el ritmo de llegadas del apoyo a Ucrania. En una popular imagen del tráfico aéreo del 1 de octubre al 1 de noviembre, una espesa madeja demuestra que el nivel de ayuda sigue siendo alto. Pero la entrega de armamento, que siempre ha sufrido desfase entre lo que se promete y cuándo se entrega y llega al campo de batalla, sufre ahora un nuevo revés en los problemas de producción militar para ir renovando las existencias de los arsenales europeos y occidentales. Esta semana, el ministro de Exteriores ucraniano, Dimytro Kuleba, instó a que los países de la OTAN multiplicaran urgentemente su producción de armamento. "Mientras luchamos las batallas de hoy, tenemos que pensar en cómo estaremos luchando las batallas de mañana", afirmó en una entrevista con el medio Politico.

Pese al secretismo habitual en este tipo de operaciones, el rol de Rzeszow para sostener el esfuerzo occidental con Ucrania cae casi por su propio peso. Desde la carretera fuera del aeródromo se pueden ver camiones sin marcar, pero con ese color militar característico, que van hacia la frontera. Soldados estadounidenses han sido desplegados para proteger el aeródromo. Aquí y allá el nombre de Rzeszow en esta o aquella declaración de políticos europeos. "Al principio [los primeros refuerzos de soldados estadounidenses llegaron antes incluso de la invasión] fue sorprendente ver tanto militar, e incluso baterías de misiles y otro armamento que no tapaban. Ahora son más cuidadosos, pero se siguen viendo camiones salir hacia la frontera", sostiene Jan, quien trabaja cerca del aeropuerto.

En la plaza principal del pueblo, unos operarios se afanan a última hora de la tarde para terminar de montar las decoraciones navideñas. "¡El alcalde está muy liado estos días!", avisan desde el ayuntamiento. Pero la preparación de las fiestas ha sido lo de menos, admite luego el regidor. Como muchas otras ciudades fronterizas polacas, la ciudad tuvo que hacer frente a la oleada de refugiados ucranianos, pero también la llegada de toneladas de ayuda humanitaria, personal de ONG y agencias humanitarias, el despliegue de un número reforzado de tropas de Estados Unidos. Pero, puntualiza, de la parte militar no sabe nada. "[La verdad es que] no me esperaba que nos fuera a tocar gestionar algo así", añade.

Foto: Apagón en Lviv. (EFE/Mykola Tys)
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El Gobierno ucraniano ha otorgado a Rzeszow el galardón de "ciudad refugio", por su "increíble apoyo" a los ucranianos que huyeron de la invasión rusa, la primera ciudad en recibir semejante título.

Ahora Polonia se enfrenta a una nueva posible oleada de refugiados del frío. Las autoridades de Varsovia estiman que podrían llegar hasta 500.000 nuevos refugiados huyendo de los cortes de energía en Ucrania. Pero las circunstancias ya no son las mismas de las de febrero y marzo. Polonia se enfrenta a una de las peores tasas de inflación de la Unión Europea, los tipos de interés de las hipotecas se han disparado tanto que el Gobierno ha tenido que aplicar moratorias y los ya escasos fondos del Gobierno polaco para la gestión de refugiados están agotados.

En este contexto, la ayuda humanitaria desde Occidente que llega a través del aeropuerto de Rzeszow cobra una nueva importancia. Las promesas de los países occidentales ya no son solo de armamento, sino materiales térmicos y generadores.

Foto: Un tanque ucraniano en Bakhmut. (Reuters/Zohra Bensemra)

Y a Polonia le interesa. Pese a que han asegurado que se están preparando para la posible llegada de los refugiados del frío cuando avance el invierno, declaraciones como las de Agnieszka Ścigaj, miembro del Consejo de Ministros del país, apuntan a que están esperando que la oleada no llegue a producirse: "Los políticos ucranianos están haciendo todo en su mano para asegurar que la migración tiene lugar internamente [de las zonas más atacadas hacia las menos afectadas]". "Los ucranianos no están esperando evacuaciones a gran escala, pero por supuesto, tenemos que estar permanentemente preparados para todo tipo de emergencias", matizó.

Pero Rzeszow muchos están orgullosos de su papel. "En República Checa ves ya a algunos están cansándose de los ucranianos. Solo nosotros seguimos ayudando", asegura orgulloso Michal, tendero de unos cincuenta años, nacido y criado en la ciudad. Michal se refiere a las recientes manifestaciones en Praga que han llegado a congregar a unos 100.000 manifestantes, de extrema derecha y extrema izquierda, bajo el lema "Czech Republic First" para "acabar con la dilución de la nación". Aunque según una reciente encuesta publicada por el medio de investigación polaco OKO cerca del 69% de los encuestados ven positivamente la llegada de ucranianos al país (“muy bueno” el 17, “bastante bueno” el 52%), Polonia no ha sido ajena a este tipo de manifestaciones.

Con los costes subiendo a pasos agigantados por la inflación, algunos refugiados ucranianos en el propio Rzeszow, como María, temen que el apoyo de los polacos acabe desfalleciendo en medio de la tensión que está sufriendo el país. Ucrania necesita el apoyo social… pero que tampoco paren de llegar esos vuelos.

Un Airbus A330 de la compañía española Correos, el Milana Bonita, aterrizaba en el aeropuerto de Rzeszow-Jasionka, en el sur de Polonia, a unos 90 kilómetros de la frontera ucraniana. Dentro, más de 40 toneladas de ayuda humanitaria para el Gobierno de Kiev. Como el rastro de un caracol, la ruta que siguió el Milana Bonita quedó grabada en los registros de seguimiento de vuelos. Un hilo que queda prácticamente oculto entre la enorme madeja de una miríada de puntos desde Europa y Estados que han ido tejiendo los centenares, si no miles, de vuelos con los que ha tenido —y sigue teniendo— que lidiar este pequeño aeropuerto de una provincia al sur de Polonia.

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