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Unas protestas diferentes: qué implica el mayor desafío a Xi Jinping hasta la fecha
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Unas protestas diferentes: qué implica el mayor desafío a Xi Jinping hasta la fecha

Aunque las manifestaciones han cesado tras el fin de semana, el Gobierno chino ha recibido su mayor advertencia en décadas por parte de una población hastiada

Foto: Protesta en Pekín durante el fin de semana. (Reuters/Thomas Peter)
Protesta en Pekín durante el fin de semana. (Reuters/Thomas Peter)

Por primera vez en 33 años, China experimentó protestas simultáneas en diferentes ciudades donde ciudadanos pidieron abiertamente el fin de la formación comunista que gobierna el país desde 1949 y la dimisión de su líder, Xi Jinping, al tiempo que reclaman más libertades y democracia.

El principal motivo para estas protestas, sin precedentes desde las manifestaciones estudiantiles de 1989 en la plaza de Tiananmén, es la estricta política de covid cero, impuesta desde 2019 por el presidente Xi y que consiste en confinamientos imprevisibles y masivos, cuarentenas interminables y test diarios. Las medidas han sido implementadas como solución ante los bajos niveles de vacunación y la carencia de unidades de cuidados intensivos (UCI) para afrontar la pandemia. Esta política está asfixiando también a la segunda economía mundial, que este año crecerá a su nivel más bajo, un 3,2%, según Reuters (frente al 5,5% previsto por Pekín y el 8% de 2021), mientras que el desempleo entre los jóvenes alcanza ya el 20%.

Foto: Dos personas caen al suelo durante las manifestaciones antirrestricciones covid en China. (Reuters/Tyrone Siu)
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Aunque las protestas parecen haberse calmado después del fin de semana, en Guangzhou se tornaron violentas en la noche del martes, con ataques por parte de los manifestantes contra las fuerzas de seguridad, que respondieron con gases lacrimógenos. Esta escalada localizada se produce después de que la policía china tomara las calles de las principales ciudades donde se están concentrando las protestas, como Pekín, Shanghái, Urumqi, Xian, Hong Kong o Nankín, y de que el Partido Comunista de China (PCCh) haya anunciado tolerancia cero contra lo que consideran un “comportamiento ilegal” por parte de “fuerzas hostiles”, sin mencionar públicamente las protestas, al tiempo que indicaban una ligera flexibilización de la política de covid cero.

Las protestas son típicas cuando se oprime tanto a la gente y durante tanto tiempo. Es normal que haya quejas. Ahora mismo está más tranquilo, y la política de covid cero parece que va a ser un poquito más tolerante, pero todavía tengo que hacerme test cada día”, señaló un residente de Shanghái de 65 años y apellidado Chen a El Confidencial.

William Hurst, profesor asociado de la Northwestern University, ha estado analizando las protestas en China en los últimos 25 años. De hecho, en ese periodo se han producido miles de protestas en el gigante asiático, por motivos laborales, por parte de campesinos, estudiantes y por minorías étnicas como la tibetana o la uigur. En estas manifestaciones aisladas, los obreros protestaban por haber perdido su empleo en empresas estatales, o exigían sueldos atrasados, pensiones y seguro social; los campesinos se quejaban de expropiaciones de tierras; mientras que las de estudiantes se han centrado más en problemas dentro del campus o filosóficos. En las zonas urbanas, las protestas que se han registrado en las últimas décadas se centraban en exigir servicios públicos básicos y contra la contaminación.

Sin embargo, explica Hurst, las protestas del fin de semana desencadenadas contra las medidas anticovid son diferentes, al ser generalizadas en distintas provincias y ciudades e integrar varios de los agravios anteriores: salarios impagados, restricciones de movimientos, quejas de estudiantes, los confinamientos y, en algunos casos, el propio Xi Jinping. Los manifestantes son de clase media, obreros y estudiantes, cantan La Internacional y el himno nacional chino, lo que indicaría cierta lealtad al Estado, pero también portan carteles sin inscripción alguna como símbolo contra la censura del régimen —lo que ha provocado que las protestas sean bautizadas como “la revolución del papel en blanco”—.

“Es un poco pronto para saber lo que sucederá. El Estado está respondiendo de una manera muy cuidadosa y calibrada, señalando costos lo suficientemente altos como para disuadir a muchos manifestantes”, señala el experto a El Confidencial. “La unidad de los diferentes motivos de queja difusos bajo el marco general de las medidas anticovid puede que también se esté deshilachando. Puede que las protestas continúen, pero los riesgos se han intensificado”, agrega.

Al mismo tiempo que las fuerzas de seguridad están tomando las calles, todo parece indicar que se suavizarán algunas medidas de covid cero, pero Hurst no tiene claro si esto significa una concesión por parte de Xi Jinping, autoproclamado líder por tercera vez en octubre. “No está claro que sea una concesión de Xi, dado que los bloqueos y las medidas anticovid son diferentes en cada localidad en China. Ciertamente, es posible que algunas reglas se suavicen, al menos parcialmente, en algunos lugares. El enfoque oficial es, de hecho, un covid cero dinámico, por lo que siempre se pueden hacer ajustes y luego venderlos como concesiones si eso es del interés del Gobierno”.

Foto: Un manifestante sostiene una hoja en blanco en las manifestaciones de Hong Kong. (Tyrone Siu/Reuters)

La mayoría de expertos en China están perplejos ante unas protestas en las que, por primera vez en tres décadas, se pide “democracia” y que solamente tienen parangón con las sucedidas en mayo y junio de 1989 en la plaza de Tiananmén y en las principales ciudades chinas, las cuales fueron aplastadas por el Ejército en una represión que provocó la muerte de cientos o miles de estudiantes. Aunque los actuales manifestantes no tienen memoria de esa matanza, porque está totalmente censurada por el PCCh, algunos de los eslóganes del pasado fin de semana evocaban aquel verano: “Abajo Xi Jinping, abajo el Partido Comunista”, “No a un presidente vitalicio”, “Sin libertad, prefiero morir”. Quiso la coincidencia que este mismo miércoles falleciera el expresidente chino Jiang Zemin, que fue elegido para liderar el país tras las manifestaciones de Tiananmén. Otro eco que resuena.

El sinólogo francés Michel Bonnin cree que estos eslóganes son una consecuencia de los 10 años de gobierno represivo de Xi. “La crítica pública contra Xi Jinping y el PCCh es un evento histórico que tendrá consecuencias a largo plazo”, explica a El Confidencial. “Cualquiera que sea el destino a corto plazo de la actual revolución del papel en blanco, no se disipará por sí misma. Diría que las autoridades usarán una combinación de concesiones sobre el confinamiento y una represión del movimiento con el fin de suprimirlo”, agrega. Puede, por ejemplo, que las autoridades decidan que los estudiantes se tomen vacaciones antes de tiempo y ayudarlos con el transporte para que se reúnan con sus familias y abandonen los campus. “La cuestión de la represión será más compleja que esto. Algunos [manifestantes] ya han recibido amenazas y han sido detenidos. Esto podría desencadenar un movimiento de solidaridad hacia ellos. Está claro que las autoridades intentarán evitar una masacre como la de Tiananmén. Intentarán suprimirla con discreción antes de que las cosas se vayan de las manos”, vaticina Bonnin.

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También intentarán “demostrar” que este movimiento está siendo manipulado por “fuerzas hostiles extranjeras”, señaló Bonnin horas antes de que el régimen usara, este miércoles, ese mismo término. “Pero la gente está cada vez menos dispuesta a aceptar esa excusa, porque los problemas que enfrentan, unidos a la absurda política de covid cero y a graves problemas económicos y laborales, continuarán estimulando su descontento y enfado contra el régimen. Y Xi, que ha conseguido convertirse en el líder único en el país, será el blanco de esa ira. De manera que creo que estamos solamente al principio de una lucha a largo plazo entre Xi y una población distanciada, y puede que también con sus enemigos dentro del Partido, si todavía tienen alguna fuerza tras la expulsión de Hu Jintao del congreso de octubre”, concluye el experto.

El autor de Banderas rojas: por qué la China de Xi Jinping está en peligro, George Magnus, está de acuerdo en que las manifestaciones agrupan diversos agravios junto con el covid. “Las protestas creo que son una evidencia de una indignación generalizada contra la implacable rutina de los confinamientos por el covid y otras restricciones”, explica Magnus a El Confidencial. “Pero también parecen fusionar la ira popular del covid con otro resentimiento dirigido al propio Xi y a las políticas de su régimen”, agrega.

Foto: Charles Michel, presidente del Consejo Europeo, durante una cumbre virtual con China. (Reuters)

Uno de los principales motivos de Pekín para instaurar los confinamientos es que China desarrolló una vacuna propia que no es tan eficaz como las de ARN extranjeras. Por lo que la tradición china de “salvar la cara”, no reconocer los errores, está saliendo costosa. “Para aliviar la situación, China necesita vacunas de ARN e inyectarlas en más brazos”, explica Magnus, pero, “incluso así, las políticas de covid cero son para el PCCh una forma de control social que es reacio a abandonar por completo”, añade.

Un estudio de la revista Nature indica que la campaña de vacunación de marzo de 2022 en China es insuficiente contra la variante ómicron, y de no haberse llevado a cabo el brutal confinamiento se habría producido un auténtico tsunami pandémico, con 1,5 millones de muertos, y la epidemia habría superado en más de 15 veces la capacidad actual de UCI de la segunda potencia económica. Además, solamente un 38% de los mayores de 60 años está totalmente vacunado, lo que supone un alto riesgo. En lo que parece ser una concesión a las protestas, el martes, el Consejo de Estado publicó un plan de trabajo para incrementar la vacunación entre los más mayores, los octogenarios, con el fin de reabrir el país a la economía.

La presencia masiva de policía, los arrestos y la falta de una organización central entre los manifestantes parecen haber suavizado las protestas desde el fin de semana. "Es posible que hayamos visto un estallido repentino que ahora se disipará. Pero si la política de covid cero persiste, las protestas pueden revivir. Es un poco pronto para concluir qué sucederá, pero lo seguro es que el Gobierno está en shock y debe abordar los motivos económicos y sociales profundamente arraigados de esta inestabilidad", concluye Magnus. Hasta que esa reacción se produzca, Pekín recurre a su habitual censura. Desde esta semana, los telespectadores chinos no pueden ver ciertos planos de las gradas durante la retransmisión del Mundial de Fútbol en Qatar. No vayan a darse cuenta de que, mientros ellos viven un confinamiento extremo, el público de este evento multitudinario no lleva mascarillas.

Por primera vez en 33 años, China experimentó protestas simultáneas en diferentes ciudades donde ciudadanos pidieron abiertamente el fin de la formación comunista que gobierna el país desde 1949 y la dimisión de su líder, Xi Jinping, al tiempo que reclaman más libertades y democracia.

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