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Intimidación y secretismo: la táctica silenciosa de Xi para minar las protestas
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"El ambiente es escalofriante"

Intimidación y secretismo: la táctica silenciosa de Xi para minar las protestas

Después de las intensas jornadas de protestas, la policía china ha interrogado a los manifestantes y ha revisado sus teléfonos móviles para evitar que se propaguen

Foto: Un manifestante sostiene una hoja en blanco en las manifestaciones de Hong Kong. (Tyrone Siu/Reuters)
Un manifestante sostiene una hoja en blanco en las manifestaciones de Hong Kong. (Tyrone Siu/Reuters)

Han sido unos días de confusión, pero China ha vuelto a ser China. Después de varios días de manifestaciones históricas contra la política de cero covid de Xi Jinping, las autoridades ya han advertido que acabarán con "las actividades de infiltración y sabotaje de fuerzas hostiles, así como los actos ilegales y criminales que perturban el orden social", dijo Chen Wenqing, un exoficial de inteligencia que es un alto líder en la Comisión Central de Asuntos Legales y Políticos, a la agencia Xinhua.

Los líderes del Partido Comunista habían evitado mencionar directamente las protestas en las que varios manifestantes han apuntado directamente a Xi con hojas en blanco cargadas de simbolismo. Desde que las marchas empezaron a cobrar relevancia este fin de semana, los enfrentamientos con las fuerzas del orden fueron relativamente menores y Pekín ha empezado a tomar medidas en respuesta a los reclamos, como relajar las medidas de confinamiento en algunas regiones del país y acelerar la vacunación para personas mayores.

Foto: Dos personas caen al suelo durante las manifestaciones antirrestricciones covid en China. (Reuters/Tyrone Siu)
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Sin embargo, este pequeño indicio de que China podría estar abriendo la mano contrasta con las duras medidas que está tomando para minar las manifestaciones. El vasto aparato de seguridad empezó a funcionar con máxima eficacia y la policía ha patrullado las calles, revisado teléfonos móviles y hasta ha llamado a algunos manifestantes para advertirles de las consecuencias de sus actos.

En Shanghái, un manifestante vio a la policía pidiendo los teléfonos a los viandantes y preguntando si habían instalado en sus dispositivos redes privadas virtuales (VPN) con las que pueden burlar la censura digital en el gigante asiático. También revisaban si contaban con Twitter o Telegram, dos redes sociales prohibidas en el país, pero que están siendo utilizadas de todas formas como altavoz de las protestas. "Había perros policía. Todo el ambiente era escalofriante", dijo un manifestante anónimo a CNN. El control llegó a los vagones de metro, donde las autoridades también estuvieron interrogando y revisando los móviles, según vídeos difundidos en Twitter.

Otro manifestante fue arrestado y estuvo incomunicado durante 24 horas. Fue finalmente liberado, pero el arresto fue interpretado como otro aviso. También lo fue el caso de un estudiante al que visitó un grupo de policías que le indicaron que, si continuaba participando en las protestas, presentarían un informe para que fuera expulsado de su universidad. "Para mí, fue solo una advertencia verbal de la policía. Les dije que soy un verdadero patriota y que hice todo solo porque quería que mi país mejorara", dijo el joven a The Washington Post.

El resultado esperado (por ahora)

La intensidad de las protestas del fin de semana contrastaron con su desaparición en la mayoría de ciudades del país desde el lunes. El martes, un grupo de manifestantes en Shanghái decidió cambiar la ubicación de su manifestación tras ver el control de los policías en el centro de la ciudad, pero, cuando llegaron a otro sitio, la presencia de las fuerzas de seguridad también se hizo visible. "Había demasiada policía y tuvimos que cancelar", lamentó uno de ellos en declaraciones para CNN.

Las estrictas medidas de represión y la estrategia de intimidación por parte de las autoridades chinas están dando el resultado esperado. Otra de las personas que formó parte de las primeras manifestaciones afirmó que había recibido una llamada telefónica de un agente local para que le explicase qué vio durante las marchas. Le instó a que, si no estaba contento con la gestión del Gobierno, debería denunciarlo en lugar de participar en "actividades ilegales". "Esa noche [la del domingo], la mayoría de la Policía adoptó un enfoque tranquilo al tratar con nosotros. Pero el Partido Comunista es muy bueno para imponer castigos después", aseguró.

Foto: Manifestaciones en Hong Kong. (EFE/Jerome Favre)

Xi Jinping se ha encargado de desplegar a todos los agentes posibles, pero, de puertas afuera, todavía no se ha pronunciado sobre las manifestaciones más allá del comunicado del Partido Comunista Chino (PCCh) difundido por la agencia estatal Xinhua —en el que no hacen una referencia clara a las protestas—. A pesar de que las protestas no son un fenómeno tan extraordinario en China, la magnitud del descontento de este fin de semana ha sido calificado como histórico. En las calles, muchos llegaron a pedir su renuncia, pero la estrategia de Xi parece ignorar los reclamos hasta que mueran por sí solos. "Dicen lo menos posible durante el mayor tiempo posible. Si hablan, podría inflamar la situación, por lo que es mejor sentarse y fingir que no pasa nada", afirma William Hurst, profesor de la Universidad de Cambridge que estudia Política y Protestas en China, a The New York Times.

A pesar de que Xi no se haya pronunciado, el Partido Comunista Chino ha seguido las manifestaciones y planeado cómo afrontarlas. El aparato de seguridad que ha montado el gigante asiático es casi una obsesión desde las protestas de Tiananmén en 1989. Todo intento de manifestarse contra las autoridades se responde con mano dura, pero intentando evitar una represión sangrienta similar a la masacre del 4 de junio.

Independientemente del grado de violencia, Xi Jinping tiene en su poder un mecanismo de seguridad que parece imbatible. The New York Times informó que el aparato chino tiene alrededor de dos millones de oficiales de policía y un millón de unidades de la Policía Armada Popular capacitadas para reprimir disturbios. Todo esto sin contar al Ejército. Anteriormente, este engranaje ha logrado disuadir a una gran parte de la población a salir a la calle para protestar contra el Gobierno. Por eso, la magnitud de las protestas de este fin de semana han evidenciado el alto descontento de los chinos con respecto a la política de covid cero y la gestión del Ejecutivo.

Foto: Dos ciudadanos chinos en una exposición en Shanghái. (EFE/Alex Pilavevski)

Las manifestaciones han remitido, pero algunos siguen sin darse por vencidos. La censura digital china complica la convocatoria de las protestas, pero las ideas para burlarla aumentan. Utilizar varios teléfonos, moverse en grupos pequeños o compartir información sobre los movimientos de la Policía son algunas de las propuestas que se discuten en redes sociales.

La carrera por seguir con las manifestaciones se enfrenta al reto del Gobierno chino de intentar acabar con ellas o, al menos, conseguir que sea cada vez más peligroso reunirse. "Estoy bastante seguro de que el aparato de seguridad controlará esto con bastante rapidez. Supongo que comenzarán identificando a los cabecillas y luego apoyándose en ellos, combinados con vigilancia preventiva en áreas públicas", concluye H. Christoph Steinhardt, académico de la Universidad de Viena que estudia los patrones de protesta en China.

Han sido unos días de confusión, pero China ha vuelto a ser China. Después de varios días de manifestaciones históricas contra la política de cero covid de Xi Jinping, las autoridades ya han advertido que acabarán con "las actividades de infiltración y sabotaje de fuerzas hostiles, así como los actos ilegales y criminales que perturban el orden social", dijo Chen Wenqing, un exoficial de inteligencia que es un alto líder en la Comisión Central de Asuntos Legales y Políticos, a la agencia Xinhua.

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