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'Cruella Braverman' y el dilema de Sunak: los 'tories' no quieren inmigrantes, pero los necesitan
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La mano dura de Suella Braverman

'Cruella Braverman' y el dilema de Sunak: los 'tories' no quieren inmigrantes, pero los necesitan

El número de inmigrantes que llegan a UK está creciendo y el ala dura 'tory' está en pie de guerra, pero los expertos advierten de que sin ellos no mejorará la crisis económica

Foto: Un grupo de migrantes después de cruzar el Canal de la Mancha, en enero de 2022. Henry Nicholls / REUTERS
Un grupo de migrantes después de cruzar el Canal de la Mancha, en enero de 2022. Henry Nicholls / REUTERS

Rishi Sunak, que antes de convertirse en el primer inquilino de Downing Street de origen indio ya se había coronado como el rey de Instagram, colgó una fotografía en sus redes sociales junto a Emmanuel Macron, tras el primer encuentro que ambos mantuvieron en la COP27, junto a tres palabras: amigos, socios, aliados. Tras las tensiones vividas con la etapa de Boris Johnson y el mal pie con el que empezó la fugaz Liz Truss, parece que Reino Unido y Francia comienzan una nueva era con el ya bautizado Bromance. El acercamiento ha hecho posible que este lunes ambos países hayan firmado un nuevo acuerdo de 63 millones de libras para incrementar un 40% el número de agentes que patrullan las playas francesas para lidiar con la crisis migratoria que se vive en el Canal de la Mancha, un problema que afecta particularmente a Londres.

En lo que va de año, han llegado alrededor de 40.000 personas de manera ilegal a la costa británica, casi el doble de las cifras registradas el año pasado. Comparado con otros países europeos, no es desmesurado. En España, sin ir más lejos, en 2018 el número de personas que alcanzaron el territorio nacional de manera irregular fue de un récord de 64.300. En 2021, bajó a 41.945.

Foto: Los pasajeros pasaron más de 5 horas atrapados en el Eurotúnel (EFE/Javier Etxezarreta)

Pero el problema en Reino Unido es que son cifras cargadas de simbolismo político. La gran promesa del Brexit fue la de "recuperar el control de las fronteras", por lo que las imágenes de las pequeñas embarcaciones llegando a las playas suponen una auténtica humillación para los tories, ya bastante castigados en las encuestas por sus guerras civiles, cuando falta poco más de un año para las próximas generales. Pero luego está la otra pata de la inmigración: aquellos que llegan por la vía legal. Desde la salida de la UE, el número de comunitarios que vienen al Reino Unido se ha reducido, pero ha subido la llegada de extracomunitarios.

Mientras que la migración neta para los ciudadanos de la UE fue negativa, -94.000, es decir, se fueron más de los que llegaron, las llegadas legales fuera de la UE ascendieron a 303.000. Las visas de trabajo y estudio emitidas en 2021 aumentaron un 36% respecto a niveles anteriores al covid, superando ahora el millón, el mayor número registrado nunca antes. Lo que sugiere que, a pesar de las repetidas promesas de controlar y reducir la inmigración, está ocurriendo exactamente lo contrario.

El gran dilema de Sunak

La nueva ministra de Interior, Suella Braverman, —hija de inmigrantes y representante del ala más radical del Partido Conservador— quiere reducir la migración neta a toda costa. Lo plantea como una cuestión clave de cara a los próximos comicios. Pero Sunak —que antes de inquilino de Downing Street era meticuloso titular del Tesoro y se ha marcado como prioridad solventar la crisis económica— es muy consciente de la advertencia que le ha hecho la Oficina de Responsabilidad Presupuestaria. Se necesitan inmigrantes para mejorar la productividad del país, el gran problema de base.

El propio consejero delegado de la famosa cadena británica de tiendas de ropa Next, Simon Wolfson, el mismo que abogó en su día con pasión por el Brexit, urge ahora al Gobierno que permita la entrada al país a más extranjeros para solventar la escasez de mano de obra. El empresario recalca que la actual política de migración del Reino Unido —que cuenta ahora con un estricto sistema de puntos similar al australiano— está paralizando el crecimiento económico.

Ahí está el gran dilema para Sunak. Él sabe perfectamente lo que debe hacerse en términos puramente económicos. El problema es cómo puede venderlo al ala dura de sus filas y los afiliados más radicales, que ya están comenzando a abandonar el partido para unirse a UK Reform, el enésimo renombre que se ha puesto a la formación de Nigel Farage. ¿Se acuerdan de él?

Foto: Una manifestación organizada por grupos de derechos humanos condena el acuerdo migratorio entre Ruanda y Reino Unido. (EFE/Andy Rain)

Pese a no tener representación en Westminster, fue la gran popularidad adquirida por Farage —con su mensaje euroescéptico y antiinmigración— lo que acabó forzando a los conservadores a convocar el referéndum sobre la permanencia en la UE. Y aunque los propios tories están sufriendo las consecuencias de políticas populistas, nadie descarta que vayan ahora a tropezar con la misma piedra.

Sobre todo si Suella Braverman sigue al frente de Interior. Si ya era complejo para Sunak justificar su fichaje, cuando solo días antes la ministra había tenido que presentar su dimisión en el Gobierno de Liz Truss por violar el código ministerial, ahora está resultando tremendamente arduo defenderla ante el escándalo migratorio que ha puesto en jaque al Número 10. Los titulares la han bautizado ya como Cruella Braverman.

Condiciones inhumanas en los centros

La ministra, cuyos padres provienen de Kenia y Mauricio, ha sido acusada de hacer caso omiso a las advertencias de estar deteniendo de manera ilegal a miles de solicitantes de asilo. Alrededor de 4.000 inmigrantes están alojados en el centro de procesamiento de Manston en Ramsgate, Kent, cuando las instalaciones están diseñadas para albergar, como máximo, a 1.600 personas.

Pese a que no pueden estar allí más de 24 horas, algunos llevan ya un mes, entre ellos, una familia con menores que todos estos días han estado durmiendo en esterillas sobre el suelo. La mayoría llegó a la costa sur británica después de cruzar el Canal de la Mancha. Las condiciones son deplorables. Ya hay brotes de difteria y sarna, y el personal ha reportado episodios de violencia a medida que aumentan las tensiones por las condiciones de hacinamiento.

Foto: Migrantes llegando a las costas de Reino Unido en septiembre. (Reuters/Peter Nicholls)

Después de que el escándalo haya salido a la luz, algunos fueron trasladados a Londres para que pudieran ser acogidos por familiares o amigos. Pero los que no conocían a nadie, fueron dejados a su suerte en la estación de autobuses de Victoria en chanclas y con solo una manta para protegerse de las bajas temperaturas. Braverman —cada vez más cuestionada por la Oposición, organizaciones humanitarias e incluso parte de sus propias filas— se refirió a la crisis migratoria en la Cámara de los Comunes como "una invasión" y aseguró que no todos los que llegan a las costas son "refugiados en peligro".

La palabra "invasión" ha creado bastante controversia. Pero al utilizar la otra palabra tiene parte de razón. Según la BBC, las bandas de narcotraficantes albaneses están utilizando los campamentos de migrantes del norte de Francia como reclutamiento, ofreciendo pagar el pasaje de aquellos preparados para trabajar en la industria de las drogas del Reino Unido a su llegada, lo que preocupa a la policía de ambos lados del Canal de la Mancha. Los albaneses representan alrededor de un tercio de los que han llegado este año en pequeñas embarcaciones.

Albania ha accedido a readmitir rápidamente a los ciudadanos a los que se les niega el derecho a permanecer en el Reino Unido y ha enviado personal para ayudar a la policía fronteriza británica. Pero el primer ministro del país, Edi Rama, explica que las redes que operan en el norte de Francia son de naturaleza internacional, por lo que su Gobierno tiene límites a la hora de abordarlas.

Braverman vs.Truss

Forzar de nuevo la dimisión de Braverman días después de su renombramiento sería un varapalo para el primer ministro británico. Pero mantenerla en el puesto le está costando críticas de "estar secuestrado por el núcleo duro de la derecha del partido".

La titular de Interior habría elegido "deliberadamente" no cerrar más hoteles para recolocar a los inmigrantes en un intento por reducir la factura de 6,8 millones de libras al día que ya paga el Ejecutivo para albergar a los solicitantes de asilo. En la actualidad, hay un tapón de 100.000 solicitudes. Cada una tarda una media de 480 días en procesarse.

Foto: Obra de arte 'Yet Another Fine Mess You've Got Us Into'. (Reuters/Hannah McKay) Opinión

El pasado verano, el Gobierno liderado entonces por Boris Johnson ya aprobó un polémico plan para enviar hasta Ruanda a los solicitantes de asilo que llegan por rutas irregulares, una de las políticas más controvertidas de la era post Brexit. La ministra —que también quiere deportarlos hasta Perú, Belice, Paraguay— ya ha donado 120 millones de libras a Ruanda a cambio de acoger a 400 refugiados. Aunque, de momento, no se ha mandado a ninguno. El viaje del primer avión fue cancelado el pasado mes de junio en el último minuto, literalmente, por la intervención del Tribunal Europeo de Derechos Humanos.

Pero la mano dura de Braverman no solo se limita a los solicitantes de asilo. La ministra tampoco está dispuesta a incrementar el número de migrantes que vienen por la vía legal. Y esta fue la verdadera razón por la que acabó saliendo del Gobierno de Liz Truss. La versión oficial alude a violación del código ministerial al mandar desde su correo personal un email sobre un proyecto de ley aún no publicado a John Hayes, líder del grupo anti-woke de los parlamentarios del núcleo duro de la derecha. Pero la cuestión de fondo habría sido la discrepancia con Truss en materia de migración. Mientras que la fugaz primera ministra quería relajar las reglas para permitir el acceso de más extranjeros al mercado laboral, la titular de Interior tenía otro parecer. Queda por ver ahora cómo se maneja este choque de opiniones con el nuevo inquilino del Número 10, un hombre que antes de ser primer ministro fue minucioso responsable del Tesoro.

Rishi Sunak, que antes de convertirse en el primer inquilino de Downing Street de origen indio ya se había coronado como el rey de Instagram, colgó una fotografía en sus redes sociales junto a Emmanuel Macron, tras el primer encuentro que ambos mantuvieron en la COP27, junto a tres palabras: amigos, socios, aliados. Tras las tensiones vividas con la etapa de Boris Johnson y el mal pie con el que empezó la fugaz Liz Truss, parece que Reino Unido y Francia comienzan una nueva era con el ya bautizado Bromance. El acercamiento ha hecho posible que este lunes ambos países hayan firmado un nuevo acuerdo de 63 millones de libras para incrementar un 40% el número de agentes que patrullan las playas francesas para lidiar con la crisis migratoria que se vive en el Canal de la Mancha, un problema que afecta particularmente a Londres.

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