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El sello Bruselas: cómo la UE usa su prestigio para intentar moderar el discurso de Meloni
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El pin europeo todavía vende

El sello Bruselas: cómo la UE usa su prestigio para intentar moderar el discurso de Meloni

El fantasma de un líder radical al frente de uno de los principales países de la UE se ha hecho realidad. Ahora toca ver si funcionan los mecanismos para contenerlo

Foto: La primera ministra italiana, Giorgia Meloni, saluda al presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, en su visita a Bruselas. (Reuters/Yves Herman)
La primera ministra italiana, Giorgia Meloni, saluda al presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, en su visita a Bruselas. (Reuters/Yves Herman)

De las primeras cosas que hizo Giorgia Meloni cuando ocupó el cargo de primera ministra de Italia fue telefonear a Bruselas. A simple vista, era un mensaje de tranquilidad para la Unión Europea. En su primer discurso también defendió la visión atlantista del mundo, con la OTAN en el centro. Nuevo guiño internacional. Ahora, este jueves, la italiana ha viajado a la capital comunitaria para reunirse con Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, Charles Michel, presidente del Consejo Europeo, y Roberta Metsola, presidenta de la Eurocámara. Se trata de su primer viaje como jefa de Gobierno.

"Estoy contenta del clima que he encontrado. Hablar en persona sirve para desmontar esa narrativa que se había construido sobre nosotros. No somos marcianos, somos personas de carne y hueso. Desde el punto de visto humano se ha creado una interlocución franca, positiva, estoy contenta de cómo ha ido la jornada", explicó el jueves Meloni. "He querido enviar la señal de que Italia quiere participar, colaborar, pero también defender el interés nacional en el seno de la UE buscando las mejores soluciones para los grandes desafíos", añadió.

Foto: Giorgia Meloni junto con Ursula von der Leyen en Bruselas este jueves. (EFE/Stephanie Lecocq)

¿Qué ha pasado con aquella Meloni que asustaba a la Unión Europea? ¿Aquella líder de un partido de extrema derecha que rechazó entrar en el Ejecutivo de unidad nacional de Mario Draghi y mantuvo un tono euroescéptico, estridente? La nueva primera ministra es, además de radical, una mujer pragmática. Lo ha demostrado durante la campaña electoral. Ha ido moderando el lenguaje, presentándose más como una líder responsable y creíble, afianzando una alianza necesaria para sobrevivir en el poder en Roma: esa que conecta el motor económico del norte con el poder político romano.

Pero la explicación a esa moderación de su discurso hay que buscarla más allá de las fronteras italianas. La Unión Europea tiene ciertos mecanismos a la hora de evitar que los Estados miembros más grandes descarrilen. Existen formalmente en el ámbito económico, donde los socios tienen que cumplir una serie de normas y requisitos claros. El precio de una política fiscal irresponsable y el consecuente choque con la Comisión Europea tiene un precio político muy alto, como ya comprobó en el pasado el Gobierno populista del Movimento 5 Stelle y Lega. Ahora, además, el Banco Central Europeo (BCE) tiene una nueva herramienta antifragmentación que deja en manos del Consejo de Gobierno la posibilidad de evitar que los mercados intenten hundir a un Estado miembro, pero siempre y cuando esté cumpliendo con las normas europeas.

A nivel económico, los pesos y contrapesos están claros cuando se trata de un miembro de la eurozona. Y la demostración es que Meloni anda con pies de plomo a la hora de hablar de política fiscal. Los roces con la Comisión Europea son previsibles, porque la Lega, de Matteo Salvini, y Forza Italia, de Silvio Berlusconi, buscan forzar a la primera ministra a que expanda el déficit presupuestario, pero desde luego la líder de Fratelli d'Italia busca reducir la fuerza del impacto.

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Pero ¿y a nivel político? ¿Existen esos pesos y contrapesos? En este caso no hay una serie de normas claras con una estructura que las haga cumplir. Existen unos límites, recogidos en el artículo 2 de los Tratados, que recoge los valores europeos mínimos, pero que, como demuestra el caso de Polonia y Hungría, puede incumplirse con bastante tranquilidad. Las herramientas con las que cuenta la Unión para que se respeten esos valores son muy limitadas.

Los líderes son libres de tener su propio discurso. Nadie en Bruselas duda de que son representantes democráticamente elegidos y nadie se plantea la posibilidad de limitar su acción política, siempre y cuando se encuentre dentro de los Tratados. Sin embargo, en el caso de los cuatro grandes Estados miembros —Francia, Alemania, Italia y España— se espera de ellos que se mantengan en línea con el discurso y el consenso europeo. El hecho de que Meloni sea la primera jefa de Gobierno de extrema derecha (y, al menos hasta hace poco, euroescéptica) en la historia comunitaria de los cuatro grandes países de la Unión convierte estos próximos meses y años en una prueba de fuego.

Y aunque no existen mecanismos formales para llevar a posibles líderes radicales por el camino del consenso europeo, sí que existen algunos sistemas informales, como demuestra que Meloni haya decidido que su primer viaje fuera de Italia sea, precisamente, a Bruselas. Esto, después de que su primera reunión con un homólogo no haya sido con los líderes de Polonia o Hungría, a los que se considera como sus aliados naturales, sino con el europeísta Emmanuel Macron, presidente francés, un Estado miembro frente al que Meloni siempre ha mostrado cierta animadversión.

Foto: Giorgia Meloni. (EFE/MASSIMO PERCOSSI)

Más allá de las reglas formales que rigen la pertenencia al Mercado Único, las limitaciones (a la acción de Meloni) funcionarán a través de un canal reputacional. La nueva primera ministra italiana quiere ser reconocida como una líder fiable tanto a nivel nacional como internacional. Los socios de la UE pueden proporcionar dicho sello de aprobación. Esto también está en línea con lo que los políticos italianos han perseguido tradicionalmente en las mesas de la UE: poner a Italia en el "club de los chicos buenos", es decir, "mostrar que Italia es parte del mismo club como Francia y Alemania", explica Manuela Moschella, profesora asociada de la Scuola Normale Superiore.

Que Meloni sea recibida por Von der Leyen, que se le vea rodeada por otros líderes europeos en una cumbre en Bruselas y que se le vea como una homóloga responsable y respetada, sigue siendo importante a nivel electoral. Ser un "paria" en la capital comunitaria sigue teniendo un coste político importante a nivel nacional en algunos Estados miembros. No es ninguna garantía, no tiene por qué ser efectivo y, llegado un determinado punto, la primera ministra puede decidir cambiar de estrategia siguiendo una lógica electoral, pero por el momento, igual que funciona la seducción del poder, la Unión trata de utilizar la seducción del prestigio y el reconocimiento.

Cobertura política

Este mecanismo tiene, en todo caso, un precio para la Unión. Mientras el líder radical en cuestión respete lo que se consideran estándares mínimos y reciba ese "sello de aprobación" europeo, lo que ocurre a nivel nacional queda en un segundo lugar. Es decir, en cierto modo la UE da una especie de cobertura política mientras no genere problemas, un beneficio que puede acabar repercutiendo en un rédito electoral que mantiene al líder extremista en el poder.

Foto: Galeazzi Bignami. (Twitter de Pablo Iglesias)

Pero Bruselas, y en general todos los actores en la política comunitaria, es pragmática. Un líder escogido democráticamente tiene una legitimidad y negársela solamente puede jugar en contra de los intereses de la UE a medio y largo plazo. Por eso se apuesta por darle todo el margen posible a nivel nacional, siempre y cuando respete unos estándares mínimos, que provoque las mínimas turbulencias al conjunto del club comunitario.

Meloni lo ha entendido y, por el momento, está apostando por pasar por el aro. Recibir la bendición de la cúpula de la Unión le sirve a nivel interno para consolidarse por el momento. Pero el equilibrio es, en todo caso, delicado. La plataforma política de Meloni es la que es: una formación de extrema derecha con muchos mandos radicales. Los planes de la primera ministra pueden pasar por redirigir su formación, centrarla y ocupar todo el espectro posible de la derecha italiana, pero nadie olvida en Bruselas su discurso euroescéptico de los últimos años, por lo que la mayoría siguen desconfiando de la líder italiana hasta que demuestre lo contrario.

De las primeras cosas que hizo Giorgia Meloni cuando ocupó el cargo de primera ministra de Italia fue telefonear a Bruselas. A simple vista, era un mensaje de tranquilidad para la Unión Europea. En su primer discurso también defendió la visión atlantista del mundo, con la OTAN en el centro. Nuevo guiño internacional. Ahora, este jueves, la italiana ha viajado a la capital comunitaria para reunirse con Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, Charles Michel, presidente del Consejo Europeo, y Roberta Metsola, presidenta de la Eurocámara. Se trata de su primer viaje como jefa de Gobierno.

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