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Ron DeSantis saca los cuchillos: ¿puede alguien sustituir el genio de Trump?
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Segundo republicano más popular

Ron DeSantis saca los cuchillos: ¿puede alguien sustituir el genio de Trump?

DeSantis trata de cortejar, al mismo tiempo, al ala tradicional del Partido Republicano y al ala dura de los trumpistas MAGA

Foto: El gobernador de Florida, Ron DeSantis. (Reuters/Crystal Vander Weiter)
El gobernador de Florida, Ron DeSantis. (Reuters/Crystal Vander Weiter)
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La política siempre tiene sus interesantes requiebros. A veces, el político mandamás bendice públicamente al político benjamín y lo ayuda a ganar un puesto clave. Años después, sin embargo, el benjamín ha crecido y aspira a quitarle la batuta al mandamás, que se ve impelido a atacar a quien un día había sido su protegido. Un ciclo de lealtades rotas no muy distinto al que se ve, por ejemplo, en las manadas de gorilas, y que ahora mismo se está escenificando en el Partido Republicano. El mandamás se llama Donald Trump; el benjamín envalentonado, Ron DeSantis. El puesto por el que ya se están dando cornadas es la presidencia de Estados Unidos.

“Creo que Trump chupa toda la energía de todas las habitaciones, pase lo que pase. E incluso un político tan habilidoso y con políticas inteligentes como Ron DeSantis no puede superar eso”, declaró la periodista conservadora Megyn Kelly durante una entrevista con Dave Rubin. Sus palabras resultaban tan jugosas para Trump que su campaña hizo un anuncio con ellas, dejando claro un mensaje: que no tenía sentido enfrentarse a quien, seguramente, trataría de volver a la presidencia en 2024. Así que ahora los focos están en ese posible aspirante, Ron DeSantis, gobernador de Florida y político republicano más popular después de Donald Trump.

Foto: El expresidente de EEUU Donald Trump. (Reuters/Carlos Barria)

La trayectoria de Ron DeSantis, que este 8 de noviembre aspira a ser reelegido gobernador, es un caso de manual de lo que podríamos llamar “política híbrida”: una arriesgada operación que trata de cortejar, al mismo tiempo, al ala tradicional del Partido Republicano, con sus anhelos de tener a un candidato más o menos previsible y con el que se pueda tratar, y al ala dura de los trumpistas o republicanos MAGA (acrónimo del eslogan Make America Great Again), con sus obsesiones existenciales de tintes nativistas y aislacionistas.

El lado tradicional y ordinario de Ron DeSantis está inscrito en su cuidada, incluso modélica, trayectoria vital previa a la política. La del gobernador es una de esas biografías que huele a presidencia desde el principio. Nacido en Florida hace 44 años, el italoamericano DeSantis se licenció en historia por la Universidad de Yale, donde fue capitán del equipo de béisbol, y luego en derecho por Harvard. En ambas ocasiones cum laude. Un exquisito pedigrí común en la alta política, si consideramos que, de los últimos seis presidentes, cinco fueron a universidades de la Ivy League.

Pero licenciarse con honores en estas renombradas instituciones no siempre es suficiente, y una baza muy valorada en Estados Unidos, dados sus instintos hegemónicos, es el servicio militar. Ron DeSantis también marcó esta casilla. En 2007 fue desplegado en Faluya, en Irak, como consejero legal del comandante de los Navy SEAL, el cuerpo de la Marina encargado de las operaciones especiales. De ahí a la política solo había un saltito, y DeSantis lo dio en 2012, el año en que fue elegido representante de Florida en el Congreso de Estados Unidos.

En la estela de Trump

Sin embargo, quizá por principios o por olfato o por ambas razones, DeSantis apostó desde el comienzo por las facciones más libertarias y estridentes del partido. En 2015 cofundó el Freedom Caucus, un grupo parlamentario que heredaba el espíritu del Tea Party, y, en 2016, después de mantener una prudente distancia con las primarias presidenciales, dio su apoyo oficial a Donald Trump, a quien defendió regularmente desde entonces. Cuando DeSantis se presentó a gobernador en 2018, Trump le devolvió el favor. Los sondeos de entonces sugerían que el respaldo oficial de Trump fue el toque Midas que permitió a DeSantis ganar las elecciones.

Foto: Los asaltantes, en el interior del Capitolio de los Estados Unidos. (EFE/Jim Lo Scalzo)

En estos cuatro años de gobernador, DeSantis ha tocado todas las notas agradables a oídos republicanos: ha llevado una política laxa durante la pandemia de covid, suspendiendo en 2021 cualquier rastro de restricción sanitaria y prohibiendo expresamente a negocios y centros educativos obligar a usar la mascarilla; ha aplicado medidas contra la considerada censura en las redes sociales y contra el espionaje chino en los centros académicos; ha limitado las facilidades para votar y endurecido las penas por los daños causados por los disturbios, y ha elevado los salarios tanto de los profesores como de las fuerzas del orden público.

En otros ámbitos, DeSantis ha adoptado posturas más trumpistas, como en inmigración. En septiembre, el gobernador mandó dos aviones cargados de inmigrantes sin papeles hasta Martha’s Vineyard, una isla de Massachusetts donde veranean los Obama y otros miembros de la rica aristocracia progresista. La oficina del gobernador dijo que este intentaba “transportar a los inmigrantes ilegales a destinos santuario”; es decir, aquellos lugares donde las autoridades, generalmente demócratas, no suelen preguntar el estatus migratorio de las personas a no ser que sea estrictamente necesario. Una actitud relajada que permite a muchos inmigrantes irregulares vivir y trabajar en ciudades como Nueva York o Boston.

Pese a que DeSantis dijo que las personas transportadas en estos aviones embarcaron voluntariamente, entrevistas realizadas por medios locales reflejan que a muchos se les dijo que irían a Boston, una ciudad reconocible y con mayores posibilidades de empezar de nuevo. Los panfletos entregados a los viajeros, además, no incluían la información adecuada.

Foto: Donal Trump en un mitin en Wisconsin, a principios de agosto. (Getty/Scott Olson)

El gobernador también ha navegado en las aguas más turbulentas de la “guerra cultural”. El año pasado prohibió la enseñanza de la “teoría crítica racial”, o doctrina identitaria que interpreta cualquier desigualdad de cualquier tipo estrictamente en función de la raza, el género o la orientación sexual, en los colegios; despejó el proceso para que los padres denunciaran a los colegios por contenidos lectivos considerados ideologizados, y retiró la financiación pública a las universidades que, según la percepción republicana, habían caído en manos de esta doctrina.

Recortando distancias hacia 2024

Así que, en gran parte como resultado de estas políticas con un claro acento ideológico, la creciente popularidad de DeSantis lo ha situado en las quinielas presidenciales de 2024. Si bien aún está por detrás de Trump, DeSantis parece estar recortando camino. Las diferentes encuestas recopiladas en octubre por FiveThirtyEight reflejan que Trump supera a DeSantis por un margen de 20 o 25 puntos. Una distancia que se ha reducido con los meses y que es mucho más estrecha que la de cualquier otro rumoreado candidato.

Este es el contexto donde los aspirantes, ya que ninguno ha anunciado oficialmente campaña, se han empezado a atacar de manera cada vez más evidente. La señal más clara de animosidad la mandó Trump la semana pasada, cuando anunció la celebración de un mitin en Miami dos días antes de las elecciones parlamentarias del 8 de noviembre. Pero, en lugar de invitar a DeSantis, como exige la etiqueta, Trump solo comparecerá junto al senador del estado, Marco Rubio.

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El magnate tampoco ha respaldado públicamente la campaña por la reelección que en estos momentos desempeña DeSantis. Porque, si quiere llegar a competir en las presidenciales de 2024, primero DeSantis tiene que asegurar su puesto actual y vencer al contrincante demócrata, Charlie Crist. El gobernador de Florida tampoco pidió el apoyo de Trump, y tuvo su pequeño gesto contra él: DeSantis ha expresado su simpatía por John O’Dea, el extraño caso de un republicano de Colorado que ha prometido atacar a Donald Trump si este vuelve a intentar recuperar la presidencial.

Si esta aparente enemistad llega a más y cristaliza el año que viene, puede dejar gruesas cicatrices en la causa conservadora. Florida suele ser considerado el estado clave por excelencia: 29 votos electorales que los republicanos se han embolsado en los últimos años por márgenes muy exiguos. Por ahí pasará, como de costumbre, uno de los lances más interesantes del nuevo ciclo político.

La política siempre tiene sus interesantes requiebros. A veces, el político mandamás bendice públicamente al político benjamín y lo ayuda a ganar un puesto clave. Años después, sin embargo, el benjamín ha crecido y aspira a quitarle la batuta al mandamás, que se ve impelido a atacar a quien un día había sido su protegido. Un ciclo de lealtades rotas no muy distinto al que se ve, por ejemplo, en las manadas de gorilas, y que ahora mismo se está escenificando en el Partido Republicano. El mandamás se llama Donald Trump; el benjamín envalentonado, Ron DeSantis. El puesto por el que ya se están dando cornadas es la presidencia de Estados Unidos.

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