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La patria de las ideas: ¿por qué un estadounidense apoya a Putin?
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El pasaporte cada vez importa menos

La patria de las ideas: ¿por qué un estadounidense apoya a Putin?

Las redes sociales e internet están generando una nueva patria digital que cada vez supera con mayor frecuencia a la que dicta la nacionalidad

Foto: (EFE).
(EFE).

El 1 de mayo de 1960, los soviéticos derribaban un avión U2 estadounidense que había entrado en su territorio y al que acusaban de ser un avión espía de reconocimiento. El Gobierno del republicano Dwight D. Eisenhower rechazó las acusaciones y aseguró que se trataba de un avión meteorológico. El presidente ruso, Nikita Krushchev, presentó como prueba de que sus rivales mentían la confesión del propio piloto, Francis Gary Powers, que había sido capturado por los soviéticos, junto a fotos hechas desde el avión de bases militares de la URSS.

Aquello desencadenó una enorme crisis diplomática entre las dos superpotencias que acabó en la ONU. La URSS pretendía que el Consejo de Seguridad condenara a EEUU por espionaje. El 26 de mayo, antes de que se discutiera la resolución, el embajador estadounidense en Naciones Unidas, Henry Cabot Lodge, denunció que en 1946 los soviéticos habían regalado a su embajada en Moscú, por su alianza en la II Guerra Mundial, una réplica del llamado Gran Sello de los Estados Unidos (especie de escudo heráldico). Cabot explicó que en 1952 el servicio de seguridad de la embajada descubrió que el regalo llevaba en realidad un micrófono incrustado con el que los soviéticos llevaban años espiando a los estadounidense. Tablas.

Dos años después de aquel grave incidente diplomático se desencadenaba la crisis de los misiles de Cuba con el entonces presidente demócrata John Fitzgerald Kennedy al frente de EEUU. Nunca el mundo estuvo tan cerca como entonces de una guerra nuclear entre las dos superpotencias. Y, sin embargo, en ninguna de las dos crisis, ni con una ni con otra administración, hubo una relevante respuesta social, política y mediática dentro de EEUU contra la postura de su Gobierno. Tampoco hubo fisuras entre republicanos y demócratas, que entendían que su patria estaba por encima de sus intereses electorales.

Foto: El presidente de Estados Unidos, Joe Biden. (Reuters/ Elizabeth Frantz)

Otro mundo, 60 años después

El mundo parece haber cambiado 60 años después de aquellos eventos. La crisis entre las dos superpotencias militares, aunque hoy China ocupe el puesto privilegiado de la extinta URSS, es la misma. Por el contrario, la respuesta interna sí es algo diversa.

El presidente Joe Biden aseguraba el pasado jueves 6 de octubre que “no nos enfrentábamos a la posibilidad de un Armagedón nuclear desde la crisis de los misiles de Cuba”. Una advertencia más dentro de la escalada de acusaciones que EEUU y Rusia llevan intercambiándose durante meses y que podría llevar a un conflicto armado directo. Lo cual, sin embargo, no impide que algunos políticos, activistas y presentadores de televisión estadounidenses se hayan posicionado con la Rusia de Putin y en contra de los Estados Unidos de Biden.

Tucker Carlson, famoso presentador de la conservadora y patriótica Fox, es una de las más importantes voces que apoyan a Moscú. “¿Le ha llamado alguna vez Putin racista? ¿Está tratando Putin de acabar con el cristianismo? ¿Está él produciendo fentanilo? ¿Come perros?”, le pidió a su audiencia que se preguntara antes de tomar partido. Tucker pone voz en el canal de referencia de los conservadores estadounidenses a las ideas del expresidente Donald Trump. El neoyorquino ha afirmado que “el problema no es que Putin sea inteligente, es que nuestros líderes son tontos”. Esa es una de sus innumerables muestras de apoyo a Putin en una estrategia de bajo perfil en la que moderadamente critica y alaba al ruso, pero ante todo ataca a Biden.

Foto: Tucker Carlson, uno de los principales presentadores de la Fox. (Reuters) Opinión

Hace unas décadas, imaginemos el EEUU de Reagan, Nixon o Kennedy, un candidato que apoyara en medio de un conflicto a la URSS hubiera sido defenestrado. Hoy, sin embargo, los que presumen de ser más patriotas, como el ultra y supremacista blanco Nick Fuentes, que tiene su pequeña tropa de seguidores radicales, se atreven a decir que “seguimos apoyando al zar Putin". "Queremos mantener a nuestros valientes soldados vestidos de blanco, azul y rojo en nuestras oraciones y en nuestros pensamientos mientras continúan liberando a Ucrania del Gran Satanás y del imperio del mal en el mundo que es Estados Unidos”, ha llegado a decir Fuentes. Y su tropa de patriotas seguidores le ovaciona y reza junto a él por el triunfo de Putin sobre… Biden.

Antivacunas globales

Lo que está ocurriendo socialmente con la Guerra de Ucrania es el inicio de un cambio global tectónico que parece el germen de algunas novelas y películas de ciencia ficción que enseñan un mundo distópico unificado por una ideológica. ¿Por qué empieza a ocurrir esto con más frecuencia y en diversos ámbitos? Quizá porque las redes sociales e internet están generando una nueva patria que supera a la que dicta el pasaporte: la patria de las ideas.

Un estadounidense ultraconservador y un italiano o francés de ultraizquierda apoyan en medio de una guerra, por diversas razones, antes a la Rusia de Putin que a su propio país. El enemigo es la OTAN, el imperialismo americano, la ideología 'Woke' o el colectivo LGBTI. Los movimientos antivacunas en la pandemia se han retroalimentado de esa universalidad de ideas que es internet. Un movimiento que nació hace 150 años en Inglaterra por una mezcla de ideas religiosas, científicas y políticas, entre las que estaba que las vacunas usaban material obtenido de las vacas, lo que era insalubre y poco cristiano, ha explotado globalmente en este 2020 con todo tipo de afirmaciones en redes.

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Fue en Italia donde hubo el primer brote de estallido social y graves altercados de movimientos antivacunas y contra las restricciones por el covid. En el otoño de 2020, en ciudades como Roma y Turín, los movimientos ultras se lanzaban a quemar contenedores y destrozar escaparates en contra de las cuarentenas. Pronto, como un contagio, sucedía lo mismo en España, Francia, Alemania, Reino Unido... La simbología de los que protestaban era parecida: radicales, con apoyo general de colectivos antisistema de izquierda y del negacionismo de extrema derecha, que compartían una extraña corriente de pensamiento universal.

Muchos de esos colectivos son los mismos que apoyan ahora a Putin en Ucrania. De hecho, uno de los generadores de teorías conspirativas de las vacunas del covid en EEUU es el mencionado Nick Fuentes, entusiasta del zar ruso. “Tendrán que matarme antes de recibir esta vacuna. Solo quiero recalcarles la gravedad de la situación. Estamos hablando de terapia genética en nuestras venas”, le dijo a sus seguidores.

Países partidos: Brasil, México…

Los diversos contextos de estas corrientes de pensamiento globales dejan también una huella de división interna. La patria de las ideas está dejando un reguero de naciones partidas en dos bandos irreconciliables. Los resultados de la primera vuelta de las elecciones de Brasil son un ejemplo. El país está prácticamente partido entre los antagónicos proyectos del, para muchos, ultraconservador presidente Jair Bolsonaro y el, para otros, ultraizquierdista Lula da Silva.

Foto: Jair Bolsonaro después de conocer los resultados de la primera de las elecciones de este domingo. Ueslei Marcelino / REUTERS
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Bolsonaro parece dispuesto a repetir la estrategia de Trump en su derrota con Biden y amenaza con no reconocer un resultado que no le sea favorable. Sus votantes se agitan en redes sociales, igual que en EEUU, con una catarata de noticias falsas. Se ha recuperado en esta campaña electoral la misma denuncia de la campaña de 2018 que asegura que en las guarderías de municipios gobernados por el Partido de los Trabajadores de Lula se distribuyen biberones con forma de pene. 'Kit gay', se le llama y se trataría de un complot para imponer una ideología de género.

Tampoco el México del izquierdista Andrés Manuel López Obrador —o AMLO, como es conocido—, ha renunciado a esa constante polarización para crear un país socialmente partido. El mandatario lleva años señalando a cualquiera que disienta de sus ideas. Su retórica es simple y separa a los buenos mexicanos y a los malos mexicanos. “Pueblo”, define a los primeros, y “fifís” (pijos) a los segundos. “Son conservadores y fifís”, fue la respuesta de AMLO a una campaña en la que participaron artistas como Kate del Castillo, Saúl Hernández, Omar Chaparro o Eugenio Derbez contra la construcción del llamado Tren Maya en la Península del Yucatán. Grupos ecologistas e indígenas, entre otros, se oponen a una construcción que afecta a zonas naturales protegidas.

Foto: El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, durante la celebración del día de la independencia. (Getty/Héctor Vivas)

Sobre los medios de comunicación, otra de sus dianas favoritas, el presidente, dijo: “No hay en México un periodismo profesional e independiente. (..) Los medios están cerca del poder y no defienden al pueblo”. En un artículo de la revista Forbes la senadora mexicana del PRI Vanessa Rubio resumía así el problema: “La polarización se está conformando como una de las tendencias centrales que mueven y definen al mundo de la tercera década del siglo XXI. Sirve lo mismo para explicar la situación actual de Estados Unidos, que la de México, Chile, Perú, Brasil, Reino Unido, Francia, Hong Kong y una muy buena porción de los países del mundo”.

La simple fórmula Boric

Recientemente, el progresista presidente chileno Gabriel Boric se refería a esta polarización, que se retroalimenta de tener un enemigo común por encima de todo, al asegurar: “Me enoja cuando eres de izquierda y puedes condenar las violaciones de Derechos Humanos en Yemen o en El Salvador, pero no puedes hablar de Venezuela o Nicaragua … o Chile. En Chile tuvimos serias violaciones a los Derechos Humanos, no podemos tener un doble estándar”, dijo.

El problema es que los debates sociales se empequeñecen en esta nueva patria de las ideas fomentada por las redes. Los algoritmos muestran al lector aquello que le interesa. Eso genera una retroalimentación constante del mismo mensaje. Es un fenómeno universal de contaminación e intercambio de información que tiene aspectos también positivos. Hay una facilidad, si se pretende, para acceder a ideas diversas. Eso era antes más complicado. El cambio social es, en todo caso, gigante. La patria es un sentimiento y el mundo debe prepararse para, quizá, la llegada de unas nuevas patrias alejadas de las patrias físicas a las que estamos acostumbrados.

El 1 de mayo de 1960, los soviéticos derribaban un avión U2 estadounidense que había entrado en su territorio y al que acusaban de ser un avión espía de reconocimiento. El Gobierno del republicano Dwight D. Eisenhower rechazó las acusaciones y aseguró que se trataba de un avión meteorológico. El presidente ruso, Nikita Krushchev, presentó como prueba de que sus rivales mentían la confesión del propio piloto, Francis Gary Powers, que había sido capturado por los soviéticos, junto a fotos hechas desde el avión de bases militares de la URSS.

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