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Volantazo fiscal en Reino Unido: ¿se puede recuperar Truss de su derrape impositivo?
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Repunta la libra, pero pierde autoridad

Volantazo fiscal en Reino Unido: ¿se puede recuperar Truss de su derrape impositivo?

Liz Truss da marcha atrás anulando una de las medidas más polémicas de su radical programa de recortes de impuestos

Foto: La primera ministra conservadora, Liz Truss. (EFE/Tolga Akmen)
La primera ministra conservadora, Liz Truss. (EFE/Tolga Akmen)

No lleva ni un mes en Downing Street y Liz Truss se ha visto ya obligada a dar su primer gran volantazo cambiando una de las medidas más polémicas de su radical programa de recortes de impuestos, el mismo que ha marcado la debacle de la libra. Tan solo 10 días después de presentar su plan fiscal, cuando la tinta aún no estaba seca, el Gobierno británico daba este lunes marcha atrás anunciado que finalmente no abolirá el tipo máximo del 45% del IRPF para las rentas más altas.

Se trata del mayor giro realizado por un Gobierno conservador desde que Theresa May abandonara su controvertido "impuesto a la demencia" tan solo cuatro días después de presentarlo en su manifiesto para las elecciones generales de 2017. Y ya se sabe lo que ocurrió después. Las cosas no le fueron especialmente bien.

Foto: La primera ministra británica, Liz Truss, en una visita a Kent este 23 de septiembre (Reuters/Dylan Martinez)

El mismo domingo, Truss había insistido en que la medida seguiría adelante incluso si era impopular. Sin embargo, finalmente ha acabado cediendo a la presión de sus propias filas, que amenazaban con rebelión. Los parlamentarios no consideraban que mimar a aquellos que ganan más de 150.000 libras al año en medio de una crisis del coste de vida que obliga a muchas personas a elegir entre calentarse o comer fuera lo más conveniente. Entre otras cosas porque la oposición laborista saca ya en algunas encuestas hasta 33 puntos de ventaja.

El volantazo se anunciaba el lunes a primera hora de la mañana, poco antes del discurso del ministro del Tesoro, Kwasi Kwarteng, en el congreso anual que el Partido Conservador celebra esta semana en Birmingham, donde los ánimos no pueden ser más pesimistas. Por primera vez tras 12 años en el Gobierno, existe un miedo real a perder el poder en las próximas elecciones generales, previstas para primavera de 2024.

“Reconozco que en los últimos días ha habido pequeñas turbulencias”, decía con sarcasmo Kwarteng, teniendo en cuenta que el Banco de Inglaterra se ha lanzado a comprar bonos británicos, después de que la industria de fondos de pensiones estuviera a punto de colapsar, y que el propio Fondo Monetario Internacional haya pedido a Downing Street que revalúe su estrategia. “Pero necesitamos centrarnos en el trabajo que tenemos entre manos. Tenemos que mirar hacia adelante. No más distracciones. Tenemos un plan y tenemos que ejecutarlo porque es lo que la gente espera de nosotros”, señalaba el ministro ante las bases.

Foto: La primera ministra británica, Liz Truss. (Reuters/Dylan Martinez)

Aunque descartaba presentar su dimisión, nunca antes un 'Chancellor' ha estado tan solo. En la entrevista que la primera ministra concedió el domingo a la BBC, se distanció de la polémica medida para abolir el impuesto a las rentas más altas, asegurando que había sido una decisión de Kwarteng. Es más, el propio 23 de septiembre, horas después de presentarse el "minipresupuesto", Truss debía hacer una entrevista en televisión para defenderlo, pero la canceló con tan solo 30 minutos de antelación.

Pérdida de autoridad

Aunque los mercados han reaccionado positivamente al volantazo del Ejecutivo, con un ligero repunte de la libra, la autoridad de la nueva líder 'tory' ha quedado gravemente dañada. Y no hay que olvidar que ya partía de un punto débil porque Truss está en el número 10 por haber ganado unas primarias, no una victoria en las urnas.

El cambio de sentido era necesario para evitar una rebelión. Pero también es doloroso porque significa que incluso aquellos parlamentarios que tenían la intención de defender a Truss ahora tampoco confían en ella. Por lo que tiene enemigos en los dos bandos: el que apostaba por ella y en el que nunca la ha llegado a soportar.

Foto: (Reuters: Dado Ruvic)

En la calle, la popularidad de la primera ministra también está más que cuestionada. Las nueve encuestas publicadas en los últimos días ponen a la oposición laborista, en promedio, con 23 puntos de ventaja. Esto supone una oscilación del voto del 7% de conservador a laborista en una semana. En 1992, los 'tories' sufrieron una oscilación del 7,5% en su contra después del Miércoles Negro, en un mes. Fue el año en el que la victoria electoral de Tony Blair enterró 13 años de Gobierno conservador.

En este sentido, algunas voces creen que Truss no llegará siquiera a Navidades. Pero apenas queda un año y medio para las próximas elecciones generales, por lo que los conservadores tampoco se pueden permitir ahora un nuevo cambio de líder.

El ambiente es tan tenso que en los próximos días no se descarta que se vaya a dar marcha atrás en otras medidas anunciadas, como la de erradicar el límite a los bonus que perciben los banqueros. También se deja la puerta abierta a una nueva era de austeridad para pagar los 43.000 millones de libras que suponen los recortes de impuestos, que han provocado un impacto sobre la deuda británica (que ya roza el 97%) de 72.000 millones de libras.

El ministro del Tesoro insiste en que seguirá adelante con los planes de gasto público actuales, elaborados el año pasado, a pesar de la inflación disparada (9.9%), lo que significa que muchos presupuestos de los distintos ministerios se enfrentan a recortes.

Rebelión 'tory'

Pero no está muy claro cuál es exactamente el margen de maniobra del actual Ejecutivo. La amenaza de rebelión 'tory' de los últimos días —encabezada por los exministros Michael Gove y Grant Shapps— ha expuesto cuán políticamente vulnerable se ha vuelto la posición de la nueva inquilina de Downing Street. Lo ocurrido en las últimas horas plantea dudas sobre cómo logrará que otras políticas controvertidas sean aprobadas en la Cámara de los Comunes, incluidos los esperados recortes en las ayudas sociales como parte de su (malogrado) plan para impulsar el crecimiento económico.

El Gobierno iba a precisar su plan de reducción de la deuda en una intervención parlamentaria el próximo 23 de noviembre. Pero, ante la presión de las filas, el anuncio se realizará finalmente este mes.

Foto: La primera ministra británica, Liz Truss. (EFE/Neil Hall)

Por si los frentes no fueran pocos, el regulador británico de la energía Ofgem ha alertado que el Reino Unido afronta un “riesgo significativo” de sufrir este invierno escasez de gas y de que algunas centrales eléctricas se vean obligadas a detener su actividad.

Durante su campaña en las primarias, Truss descartó cualquier medida para racionar la energía, a pesar de que su rival, el exministro de Economía Rishi Sunak, advirtió de que “no se debería descartar nada” ante el incierto escenario que atraviesa Europa debido a la guerra de Ucrania.

Las centrales de ciclo combinado de gas natural generaron el 43% de la energía del Reino Unido el pasado año, frente a un 22,6% de energía eólica y un 17,8% nuclear, según National Grid, el operador de la red eléctrica. La industria ha pedido al Ofgem que valore un cambio de las normas del mercado energético que les obligan a pagar grandes penalizaciones si se detiene la producción en alguna de sus centrales.

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No lleva ni un mes en Downing Street y Liz Truss se ha visto ya obligada a dar su primer gran volantazo cambiando una de las medidas más polémicas de su radical programa de recortes de impuestos, el mismo que ha marcado la debacle de la libra. Tan solo 10 días después de presentar su plan fiscal, cuando la tinta aún no estaba seca, el Gobierno británico daba este lunes marcha atrás anunciado que finalmente no abolirá el tipo máximo del 45% del IRPF para las rentas más altas.

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