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Cómo un funeral de Estado metió al primer ministro de Japón en la 'zona de peligro'
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Cómo un funeral de Estado metió al primer ministro de Japón en la 'zona de peligro'

Vio cómo su popularidad se disparaba a niveles récord gracias a la decidida respuesta a la guerra de Ucrania; pero, desde hace tres meses, la aprobación de Kishida comenzó a caer y ya roza la llamada 'zona de peligro'

Foto: Funeral de Estado para el exprimer ministro Abe. (Reuters/Kiyoshi Ota)
Funeral de Estado para el exprimer ministro Abe. (Reuters/Kiyoshi Ota)

Japón celebró el martes un controvertido funeral de Estado para el exprimer ministro Shinzo Abe, asesinado el pasado mes de julio. Ahora que la ceremonia ha terminado, puede que el más aliviado sea el actual primer ministro, Fumio Kishida, cuyo liderazgo está bajo asedio político y económico. El primer ministro vio cómo su popularidad se disparaba a niveles récord gracias a la decidida respuesta a la guerra de Ucrania —inusual, en términos japoneses—; pero, desde hace tres meses, la aprobación de Kishida comenzó a caer y ya roza la llamada 'zona de peligro'. ¿Cómo hemos llegado hasta aquí?

El principal motivo, sin duda, la economía. Muchos japoneses comenzaron a entrar en pánico por la inflación después de 20 años de deflación. El asesinato de Abe impulsó al Partido Liberal Democrático, que estaba en el poder, a lograr una victoria decisiva en las elecciones a la cámara alta tres días después. Sin embargo, el trágico suceso acabó golpeando la imagen del propio primer ministro después de que el asesino de Abe acusara a la Iglesia de la Unificación —un movimiento religioso similar a un culto nacido en Corea del Sur cuyos miembros son conocidos como 'moonies' por su fundador, Sun Myung Moon)— de llevar a su familia a la ruina.

Foto: Tetsuya Yamagami, detenido tras el asesinato. (Reuters/Kyodo)

La noticia provocó protestas contra los 'moonies', que durante mucho tiempo se han sentido cómodos con el PLD y con el propio Abe. Kishida —quien no tiene vínculos con esta iglesia— respondió a la virulenta reacción de la opinión pública despidiendo a los ministros de su gabinete relacionados los 'moonies'. Pero esto no es suficiente. El escándalo, simplemente, no desaparecerá.

Un funeral polémico

Con el ambiente ya tenso, Kishida se metió en una inesperada guerra cultural al autorizar un funeral de Estado para Abe. La ceremonia, que le costó 11,5 millones de dólares al contribuyente, tocó una fibra sensible en la mayoría de los votantes japoneses, que desde un principio se oponían porque es un honor tradicionalmente reservado para los miembros de la Familia Imperial.

Hasta Abe, solo Shigeru Yoshida, el primer ministro japonés que asumió tras la posguerra, había recibido un funeral con todo el boato y pompa de Estado. Si bien los fanáticos de Abe podrían alegar que merece el mismo trato, David Boling, analista de asuntos japoneses en Eurasia Group, explica que la reacción negativa de la ciudadanía tan solo es un reflejo de que las agresivas políticas de Abe siempre fueron polarizadoras. Para hacerse una idea de cuánto, hace unos días un anciano se prendió fuego en el centro de Tokio para protestar por el funeral.

Además, la economía ha ido de mal en peor. La semana pasada, el Banco de Japón intervino por primera vez desde 1998 para apuntalar el yen después de que la moneda alcanzara un nuevo mínimo, habiendo perdido una quinta parte de su valor frente al dólar en lo que va de 2022. Japón no es el único país que lidia con una alta inflación y una moneda débil, pero se ha negado obstinadamente a subir los tipos de interés para frenar el alza de los precios.

Foto: Fumio Kishida se despide de Shinzo Abe en el funeral celebrado este martes en Japón. (EFE/EPA/TAkashi Aoyama/Pool)

La inflación subyacente anual —que elimina del índice los elementos más volátiles como la energía— alcanzó el 2,8% en agosto, lo que puede no parecer mucho pero es históricamente muy elevado para Japón. Boling dice que el aumento de los precios, sobre los que el Gobierno puede hacer poco, y la demora del banco central en endurecer su política monetaria están haciendo que Kishida parezca ineficaz.

¿Está el primer ministro en peligro real de perder su trabajo? Todavía no. Pero para Boling, está cerca de la "zona de peligro", con un índice de aprobación promedio de en torno a un 37%. Si los números de Kishida siguen bajando dentro de un mes, la situación se convertirá "en una gran preocupación y será el momento de presionar el botón de pánico".

Capear el temporal

Aun así, Kishida tiene dos cosas a su favor.

Primero, el primer ministro no tiene elecciones en el horizonte. Eso es lo que condenó a su predecesor, Yoshihide Suga, quien renunció hace un año con una popularidad similar a la que tiene hoy Kishida. Además, ganó la carrera por la jefatura del PLD y lideró al partido hacia una cómoda mayoría en las elecciones a la Cámara Baja celebradas en octubre de 2021. En segundo lugar, Boling dice que la oposición sigue estando desorganizada y fragmentada. Mientras tanto, la llamada facción Abe del PLD, el principal bloque del partido gobernante que podría tratar de desafiar a Kishida en el corto plazo, no tiene líderes.

Tiene, además, una razón personal para quedarse. El próximo año, Japón asume la presidencia del G7, que celebrará su cumbre de 2023 en Hiroshima, el distrito electoral del primer ministro y Kishida quiere usar el simbolismo del lugar y el momento para llamar la atención sobre la no proliferación de armas nucleares.

Foto: nacion-pacifista-potencia-militar-japon-hiroshima

Finalmente, Boling dice que los bajos números de Kishida no reflejan necesariamente su popularidad personal entre el público japonés. El ciudadano, en general, le percibe como alguien que escucha más y es menos directo que Abe o Suga; la otra cara de la moneda es que también se le considera bastante soso e indeciso.

El resultado: desde el año 2000, solo dos de los primeros ministros de Japón han cumplido más de 15 meses en el cargo: el inconmensurable Abe y el extravagante Junichiro Koizumi, famoso por darle una serenata al entonces presidente estadounidense George W. Bush con canciones de Elvis. Kishida, más discreto, está lejos de tener su carisma. Pero bien podría seguir sus pasos si logra capear la tormenta en la que está inmerso.

* Este artículo fue publicado originalmente por GZero Media. Te puedes dar de alta en su newsletter Signal aquí.

Japón celebró el martes un controvertido funeral de Estado para el exprimer ministro Shinzo Abe, asesinado el pasado mes de julio. Ahora que la ceremonia ha terminado, puede que el más aliviado sea el actual primer ministro, Fumio Kishida, cuyo liderazgo está bajo asedio político y económico. El primer ministro vio cómo su popularidad se disparaba a niveles récord gracias a la decidida respuesta a la guerra de Ucrania —inusual, en términos japoneses—; pero, desde hace tres meses, la aprobación de Kishida comenzó a caer y ya roza la llamada 'zona de peligro'. ¿Cómo hemos llegado hasta aquí?

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