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Y Biden se levantó de la lona: ¿pueden los demócratas contener la ola republicana en las legislativas?
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Y Biden se levantó de la lona: ¿pueden los demócratas contener la ola republicana en las legislativas?

A poco menos de dos meses de las legislativas de noviembre, sus promesas de campaña se van cumpliendo y los demócratas acortan distancia con los republicanos

Foto: El presidente de EEUU, Joe Biden. (EFE/Chris Kleponis)
El presidente de EEUU, Joe Biden. (EFE/Chris Kleponis)
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Cuando una carrera política se extiende medio siglo, solo puede estar marcada por los altibajos. El número de veces que se ha dado por noqueado a Joe Biden solo es comparable al número de veces que se ha vuelto a levantar de la lona. A poco menos de dos meses de las legislativas de noviembre, y después de haber pasado todo el año en lo más hondo de las encuestas, el presidente recupera algo de pie, sus promesas de campaña se van cumpliendo y los demócratas acortan distancia con los republicanos, favoritos, aun así, para arrebatarles el control del Congreso. Una cita electoral que, con la vuelta de Donald Trump a primera línea de la actualidad, se asemeja a una segunda ronda de las presidenciales de 2020.

Según el portal sociológico FiveThirtyEight, el índice de aprobación de Joe Biden tocó fondo en julio, al bajar a un 37,5%. Desde entonces se ha recuperado cinco puntos, hasta el 42,7%. Una marca todavía floja, pero la mejor desde hace un año. Otras encuestas reflejan una evolución parecida y una recuperación de hasta el 45%. Mientras tanto, la ventaja republicana se desinfla en la recta final de las parlamentarias. The Cook Political Report ha reducido las expectativas conservadoras de conquista de escaños, en la Cámara de Representantes, de 20-35 a 10-20. Alaska, Arizona, Maryland, Nueva York y Virginia se inclinaban hacia el lado republicano hace una semana. Hoy, según las estimaciones de este centro de análisis, los escaños en liza de estos estados caerían del lado demócrata.

Foto: Foto de archivo, Donald Trump en Carolina del Norte (Reuters/Jonathan Drake)

Esas tropas dormidas que son los votantes independientes, y que pueden acudir a la llamada de uno u otro partido, también estarían ajustando su postura. Un sondeo del 'Wall Street Journal' refleja que el Partido Demócrata se ha colocado como favorito entre los votantes independientes; el pasado marzo, por comparación, los republicanos les sacaban 12 puntos de ventaja en este sector del electorado.

Las razones de fondo que explican esta notable, aunque ni mucho menos decisiva, inclinación a la izquierda son múltiples. Después de tocar fondo con la desastrosa retirada de Afganistán y sufrir el desgaste de la inflación, los números de Biden empezaron a remontar a finales del pasado julio. La fecha aproximada casi coincide con la aprobación, en el Congreso, de la Ley de Reducción de la Inflación. Una iniciativa aguada respecto a los planes originales demócratas, pero consistente en fuertes incentivos climáticos y una limitación del precio de los medicamentos, entre ellos, la insulina. El senador moderado Joe Manchin dio, finalmente, su brazo a torcer, permitiendo a la Casa Blanca cumplir una de sus principales promesas.

Otras recientes medidas de Biden tienen también una dimensión electoralista. El presidente de EEUU anunció que condonaría parcialmente la deuda estudiantil, una de las grandes rémoras, según el Partido Demócrata, que impiden a la juventud despegar económicamente y unirse a la clase media. Se trataba de otra de sus promesas de campaña. En junio, además, sacó adelante una ley que reforzaba ligeramente el control de la venta de armas, ampliando la comprobación de antecedentes penales y abriendo vías para que se retire el permiso de llevar armas a personas consideradas peligrosas o inestables. Técnicamente, fue la reforma en este sector más ambiciosa en 28 años.

Foto: Una protesta a favor del control de las armas en EEUU. (EFE/Jorge Dastis)

Se trata de la punta del iceberg de su agenda doméstica, organizada en tres grandes bloques: covid, economía y cambio climático. Entre otras cosas, Biden aprobó inyecciones de ayuda a las familias, las pequeñas empresas y los estados; reforzó la producción de vacunas y el acceso a pruebas de covid; estableció estándares verdes para el uso de combustible en el transporte y revirtió numerosas regulaciones y medidas de Donald Trump, por ejemplo en inmigración. Las familias que entran ilegalmente en EEUU ya no son separadas en la frontera. Con su Gobierno, además, EEUU ha vuelto al Acuerdo Climático de París y la Organización Mundial del Comercio, ambos abandonados por su antecesor.

El programa de Biden tiene reminiscencias johnsonianas, o incluso rooseveltianas, dadas la ambición y la diversidad de las medidas, además de su enorme coste. Desde que juró el cargo, Biden y los congresistas demócratas habrían gastado 3,8 billones de dólares, de momento. Una inyección de dinero que, según los republicanos, es en parte responsable de la mayor inflación registrada en 40 años. En total, el portal de verificación Politifact estima que Biden ha cumplido el 21% de sus promesas, el 28% estarían bloqueadas y el 34%, en proceso de ser implementadas.

En el frente de la política exterior, la coalición occidental —organizada en gran parte por el Departamento de Estado de Biden— para sancionar a Rusia y apoyar a Ucrania le ha permitido tapar en parte la herida de Afganistán. La política ucraniana de Biden tiene el amplio apoyo no solo de los demócratas, sino de la mayor parte del Partido Republicano. La simpatía hacia la causa ucraniana, según las encuestas, sigue siendo alta entre los votantes de ambas bancadas. La Casa Blanca de Biden, que ha mantenido algunas de las políticas clave de la Administración Trump, por ejemplo hacia China o hacia Oriente Medio, también se apuntó un tanto con la eliminación, en julio, del sucesor de Osama Bin Laden y líder de Al Qaeda: Ayman al-Zawahiri.

Foto: Protesta contra el ataque de Estados Unidos con drones que mató al líder de Al Qaeda, Al Zawahiri. (EFE/Stringer)

Pero quizá la principal fuente del combustible demócrata no sea el desempeño de Biden como presidente, sino la revocación en junio por parte del Tribunal Supremo de Roe v. Wade, la ley que protegía el derecho al aborto a nivel federal en Estados Unidos. Su cancelación golpeó en el núcleo de la identidad progresista, que consideraba este veredicto una de las conquistas más preciadas del último medio siglo. La derogación parece haber insuflado en los votantes un entusiasmo combativo.

Desde la decisión del alto tribunal en junio, los demócratas, alimentados por una mayor participación, han mejorado las previsiones en todas las 'elecciones especiales' (fuera de las grandes citas del ciclo electoral) que se han celebrado desde entonces. El referéndum sobre el aborto en Kansas, en cuyo Congreso estatal hay más del doble de republicanos que de demócratas, se decidió a favor de preservar este derecho con 18 puntos de diferencia, cuando se esperaba un empate. Está previsto que este sea uno de los temas dominantes de las legislativas.

A pesar de que los vientos están soplando, estas últimas semanas, algo más a favor de los demócratas, es importante diferenciar entre el partido y su líder oficioso, Joe Biden. Uno de los problemas a los que se enfrenta el presidente es la percepción respecto a su edad. Biden cumplirá 80 años en noviembre. Ha habido otros jefes de Estado (aunque no en Estados Unidos) que gobernaron más allá de esta edad, pero las encuestas indican que los estadounidenses dudan de que este sea el caso de Biden. Incluso los demócratas. Un sondeo conjunto de Sienna College y el 'New York Times' recoge que el 64% de los votantes demócratas preferiría a otro candidato presidencial en 2024. Una falta de entusiasmo que puede contribuir a que la pesadilla de medio electorado se haga realidad: un segundo mandato de Trump.

Foto: Defensores de la suspensión del pago de la deuda estudiantil, enfrente de la Casa Blanca. (EFE/EPA/Shawn Thew)

La redada del FBI en la mansión del expresidente en Florida, donde había documentos clasificados como secreto y alto secreto, pese a lo que había asegurado Trump, pone en peligro legal al republicano. Pero también —o eso asegura su círculo— le da fuerzas, cimentando sus credenciales de líder popular acosado por el 'Estado profundo', víctima de una caza de brujas. Las encuestas y datos del entorno republicano afirman que las perspectivas de Trump están mejorando, que las donaciones aumentan y que personas cercanas a él lo animan a que presente ya su candidatura presidencial.

Joe Biden ha aprovechado estas circunstancias, el escándalo de la redada y la probable vuelta de Trump, para retratarse como el gran defensor de la democracia frente a la amenaza del nacionalpopulismo (y frente a China y Rusia, en la arena internacional). “Donald Trump y los republicanos MAGA [siglas del eslogan de Trump] representan un extremismo que amenaza los mismísimos fundamentos de la república”, alegó el presidente, en referencia a un 30% del electorado.

Las elecciones legislativas del 8 de noviembre, en las que se renovarán toda la Cámara de Representantes, un tercio del Senado y 36 de los 50 gobiernos estatales, despejarán las nubes del cielo político. Nos mostrarán la potencia real de las propuestas sobre la mesa, y si estas tienen visos de dominar la cita de 2024. Se presenten o no los dos viejos contrincantes, Joe Biden y Donald Trump.

Cuando una carrera política se extiende medio siglo, solo puede estar marcada por los altibajos. El número de veces que se ha dado por noqueado a Joe Biden solo es comparable al número de veces que se ha vuelto a levantar de la lona. A poco menos de dos meses de las legislativas de noviembre, y después de haber pasado todo el año en lo más hondo de las encuestas, el presidente recupera algo de pie, sus promesas de campaña se van cumpliendo y los demócratas acortan distancia con los republicanos, favoritos, aun así, para arrebatarles el control del Congreso. Una cita electoral que, con la vuelta de Donald Trump a primera línea de la actualidad, se asemeja a una segunda ronda de las presidenciales de 2020.

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