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Llega el momento de enterrar la era isabelina en el Reino Unido
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La monarquía más longeva de Europa

Llega el momento de enterrar la era isabelina en el Reino Unido

Este domingo, el féretro con los restos mortales de la reina partirá sobre las 10.00 hora local por carretera desde Balmoral, en el noroeste de Escocia, hasta Holyroodhouse

Foto: La reina Isabel II en una imagen de archivo. (Getty)
La reina Isabel II en una imagen de archivo. (Getty)
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Es una sensación sumamente extraña. Durante las últimas siete décadas, la Monarquía más longeva de Europa había tenido el mismo rostro, la misma voz, modulados eso sí, por la lenta transformación de una joven de 25 años —que afrontaba con cierto nerviosismo sus reuniones semanales con Churchill— a una mujer de 96 años que acabó protagonizando el reinado más longevo —y seguro ya irrepetible— de la historia del Reino Unido. Cuando accedió al trono en 1952, el dictador soviético Joseph Stalin todavía estaba en el poder y el Muro de Berlín aún no se había construido. Pero Isabel II ya no está. En las últimas 72 horas han pasado tantos acontecimientos que requerirán tiempo para asumirlos, analizarlos, aceptarlos. Pero, ahora sí, ha llegado el momento de despedirla.

Este domingo, el féretro con los restos mortales de la reina partirá sobre las 10.00 hora local (09.00 GMT) por carretera desde Balmoral, en el noroeste de Escocia, hasta Holyroodhouse, un recorrido que llevará varias horas, una vez que el cortejo fúnebre pase por las localidades escocesas de Ballater, Aberdeen y Dundee. El domingo por la tarde, el féretro permanecerá en la residencia de Holyroodhouse, ubicada frente al Parlamento regional escocés.

Foto: Isabel II y el duque de Edimburgo junto a Juan Carlo I y Doña Sofía (EFE M.H. de León)

La ministra principal escocesa, la nacionalista Nicola Sturgeon, la misma que quiere convocar el próximo año un nuevo referéndum secesionista, dijo este sábado que "Escocia ha perdido a una de sus servidoras más dedicadas y queridas. El dolor que hemos visto en todo el mundo ha sido profundo y profundamente conmovedor". Era tal la popularidad de Isabel II en esta nación que David Cameron, tal y como reconoció luego en sus memorias, tuvo que pedirle ayuda cuando en los días previos a la histórica consulta de 2014 se llegó a temer que los nacionalistas lograran su propósito. Al salir de la Iglesia, la soberana dijo a los parroquianos: "espero que la gente vote con cuidado sobre su futuro". No hizo falta nada más.

El lunes, los restos serán trasladados a través de la avenida Royal Mile, que une Holyroodhouse con el castillo de Edimburgo, hasta St. Giles, donde el féretro permanecerá 24 horas, cubierto con el estandarte real, para que la población pueda rendirle tributo. Miembros de la familia real irán en procesión tras el féretro hasta la catedral, donde habrá un servicio religioso, antes de que el martes los restos mortales sean llevados a Londres. El funeral de Estado tendrá lugar el próximo lunes 19 de septiembre, después del cual, sus restos serán llevados a la capilla de San Jorge, en el castillo de Windsor, a las afueras de Londres, para ser depositados junto a los de sus padres.

Tras siete décadas Isabelinas, ahora se da paso a la "era carolina" iniciada este sábado con la proclamación oficial de Carlos III que, a sus 73 años, se convierte en el nuevo jefe de Estado. La solemne ceremonia tuvo lugar en el Palacio de St. James ante la atenta mirada de 200 parlamentarios del pasado y del presente, incluidos los últimos seis ex primeros ministros vivos. Por expreso deseo del monarca, el acto fue retransmitido, por primera vez en la historia, por las cámaras de televisión. Una prueba más de todos los cambios que están por venir, entre ellos, la 'reducción' de la Familia Real para ceñirse solo al monarca y su heredero. En definitiva, Carlos III se compromete a seguir el legado de su madre, pero al mismo tiempo quiere imponer su propia impronta.

Foto: La reina Isabel II, durante una ceremonia en 2014. (Getty/WPA Pool/Stefan Wermuth)
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En 1952, cuando la joven princesa Isabel fue proclamada reina, la ceremonia estuvo compuesta básicamente por hombres. Sin embargo, la variedad de rostros de ayer reflejaba una sociedad notablemente diferente con, entre otros, una mujer como inquilina de Downing Street. En apenas 72 horas, los británicos han sido testigos de un cambio de Gobierno y un cambio de monarca.

La modernización será una de las claves de la nueva "era carolina". En cualquier caso, fue la tradición la que volvió el sábado a imponerse en una jornada histórica. La ceremonia de proclamación está orquestada por el llamado Consejo Privado, un órgano asesor del monarca, que se remonta a la época anglosajona, y que a día de hoy tiene un papel simbólico.

En la primera parte de la ceremonia se informó el fallecimiento de Isabel II para proclamar el reinado del nuevo monarca. "Dios salve al rey", gritaron los presentes, momento en el que se dispararon salvas en Hyde Park y la Torre de Londres.

Foto: Manifestantes quemaron una bandera británica por el 40 aniversario de la guerra de las Malvinas en Buenos Aires. (Reuters/Mariana Nedelcu)

La segunda parte tuvo lugar unos minutos después en el Salón del Trono, donde por cierto aún se podía ver el código 'ER' en referencia a Elisabeth. Ya se está diseñando uno nuevo donde se podrá leer 'CR', Charles Rex. Fue entonces en la nueva sala cuando Carlos III realizó su aparición. Como hiciera el viernes en su primer mensaje a la nación, rindió tributo a su madre —una "pérdida irreparable"— destacando su gran "dedicación" y "devoción". "Soy profundamente consciente de esta gran herencia y de los deberes y las grandes responsabilidades de la soberanía que ahora me han pasado. Al asumir estas responsabilidades, me esforzaré por seguir el ejemplo inspirador que se me ha dado al defender el gobierno constitucional y buscar la paz, armonía y prosperidad de los pueblos de estas islas y de los Reinos y Territorios de la Commonwealth en todo el mundo", reclamó el monarca, quien también se convierte en máxima autoridad de la Iglesia de Inglaterra.

En todo momento, estuvo acompañado de su esposa Camilla, ahora reina consorte, y su hijo Guillermo. Ambos actuaron como testigos de su ascensión al trono. Para el primogénito de Carlos III se trata también de un momento especialmente significativo, ya que pasa a ser primero en la línea de sucesión. Se convierte además en el nuevo príncipe de Gales y su mujer Catalina pasa a ser princesa de Gales, título que no se utilizaba desde los tiempos de Lady Di.

Camilla jamás lo utilizó para no herir sensibilidades. No en vano, durante mucho tiempo fue considerada "la mujer más odiada del país". Pero con el tiempo se fue ganando el respeto del pueblo y, por expreso deseo de Isabel II, pasa ahora a ser reina consorte, convirtiéndose en un pilar fundamental para el monarca, de la misma manera que el Duque de Edimburgo, fallecido en abril del año pasado, lo fue para Isabel II.

Foto: La reina Isabel II. (EFE/EPA/Andy Rain)

En su primer comunicado como príncipe de Gales, Guillermo emitió un emotivo mensaje: "Mucho se hablará en los próximos días sobre el significado del reinado histórico de Isabel II. Yo, sin embargo, he perdido a una abuela. Ella estuvo a mi lado en mis momentos más felices. Y estuvo a mi lado durante los días más tristes de mi vida. Sabía que llegaría este día, pero pasará algún tiempo antes de que la realidad de la vida sin mi abuelita parezca de verdad", matizó en un texto donde se comprometía a honrar su memoria "apoyando a mi padre, el rey, en todo lo que pueda".

Durante la ceremonia de proclamación, Carlos III sostuvo en alto una pequeña biblia azul mientras prestaba juramento para preservar la Iglesia de Escocia, necesario debido a la división entre la iglesia y el estado en Escocia. La constitución no escrita del Reino Unido es tremendamente compleja. Se trata de un país formado por cuatro naciones con identidades muy diferentes y cuya unión está ahora más cuestionada que nunca por las tensiones en Irlanda del Norte por los nuevos controles aduaneros post-Brexit y el desafío soberanista escocés.

Grandes retos para una nueva era, para un nuevo rey apodado incluso por algunos como "el monarca cercano" —por cómo se mostró en su primer baño de masas ante el Palacio de Buckingham el viernes—. Aunque el gesto de apenas unos segundos protagonizado el sábado al pedir a sus sirvientes que retiraran las plumas del escritorio fue también de lo más comentado. Para un hombre que toda su vida se estuvo preparando para desempeñar un papel y ahora comienza a escribir su propia historia.

Aunque oficialmente el Reino Unido celebraba el sábado el "día de la proclamación", la jornada terminó convirtiéndose de alguna manera en el "día de la reconciliación". Los príncipes Guillermo y Enrique, distanciados desde hace más de un año, protagonizaron una de las imágenes más esperadas al salir juntos con sus respectivas esposas, Catalina y Meghan, al exterior del castillo de Windsor para saludar a la gente allí congregada.

Vestidos de riguroso luto, los nuevos príncipes de Gales y los duques de Sussex miraron las flores, tarjetas y dibujos de niños depositados ante el castillo de Windsor, antes de acercarse a los súbditos allí reunidos. Era la primera vez en más de un año que los dos hermanos, hijos del rey Carlos III y nietos de la reina Isabel II, eran vistos juntos, después del escándalo provocado en la familia real tras el sonado Megxit.

Foto: La Reina, Isabel II, en una imagen de 2015. (Getty/Sean Gallup)

La relación de Enrique con su familia en los últimos meses ha sido prácticamente nula. Es más, declinó la invitación que le había hecho su padre para verse esta misma semana, cuando estaba de visita en el Reino Unido para participar en unos actos con unas ONG. El fallecimiento de Isabel II pilló a los Sussex en Alemania, donde presentaban los Juegos Invictus, por lo que Enrique pudo trasladarse de inmediato a Balmoral. Y quizá allí pudo haber un primer acercamiento. Porque en el primer discurso a la nación el viernes, Carlos III quiso tender puentes, al expresarles su "amor" mientras "continúan construyendo sus vidas en el extranjero".

Por su parte, en Balmoral también llamó la atención la presencia del otro repudiado de la Familia Real, el príncipe Andrés, del que siempre se dijo era el hijo favorito de Isabel II. Apartado de la agenda pública, desde el escándalo por un supuesto abuso sexual a una menor —que él siempre ha negado— acudió con otros miembros de la familia, entre ellas sus hijas, a ver las flores depositadas por los ciudadanos y recibió incluso un aplauso de los allí congregados. En definitiva, los acercamientos que Isabel II no consiguió ver en vida, logró que se produjeran con su muerte.

Es una sensación sumamente extraña. Durante las últimas siete décadas, la Monarquía más longeva de Europa había tenido el mismo rostro, la misma voz, modulados eso sí, por la lenta transformación de una joven de 25 años —que afrontaba con cierto nerviosismo sus reuniones semanales con Churchill— a una mujer de 96 años que acabó protagonizando el reinado más longevo —y seguro ya irrepetible— de la historia del Reino Unido. Cuando accedió al trono en 1952, el dictador soviético Joseph Stalin todavía estaba en el poder y el Muro de Berlín aún no se había construido. Pero Isabel II ya no está. En las últimas 72 horas han pasado tantos acontecimientos que requerirán tiempo para asumirlos, analizarlos, aceptarlos. Pero, ahora sí, ha llegado el momento de despedirla.

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