Es noticia
'La ventana rusa': ser oligarca de Putin empieza a ser una profesión de riesgo
  1. Mundo
Época de "purificación"

'La ventana rusa': ser oligarca de Putin empieza a ser una profesión de riesgo

Desde el inicio de la invasión a gran escala de Ucrania, la mala racha de suicidios sospechosos suele afectar, sobre todo, a los mandamases del sector gasista

Foto: El presidente ruso, Vladímir Putin, junto al magnate Ravil Maganov. (Reuters)
El presidente ruso, Vladímir Putin, junto al magnate Ravil Maganov. (Reuters)
EC EXCLUSIVO Artículo solo para suscriptores

Si hay una profesión gafada en este mundo, es la de crítico de Vladímir Putin. Muchos de los disidentes, activistas y periodistas que se atreven a reprobar al presidente ruso acaban muertos en extrañas circunstancias. Unos aparecen ahorcados, otros reciben brutales palizas en mitad de la noche, a muchos los tirotean o los envenenan o fallecen en la cárcel. Desde el inicio de la invasión a gran escala de Ucrania, esta mala racha suele afectar, sobre todo, a los mandamases del sector gasista. El último de ellos, Ravil Maganov, presidente del consejo de administración de la energética Lukoil, se habría caído este miércoles por la ventana del hospital de élite en el que estaba ingresado.

Así lo publicó la agencia estatal rusa RIA Novosti. Ravil Maganov, de 67 años y aquejado de una “severa enfermedad”, se precipitó desde el sexto piso. Una fuente de los servicios de seguridad citada por el medio sugería que Maganov, líder de una de las empresas de hidrocarburos más importantes de Rusia, se había suicidado.

Foto: Soldados ucranianos, en la región de Mykolaiv, sur de Ucrania. (Reuters/Anna Kudriavtseva)
TE PUEDE INTERESAR
Ucrania afirma haber iniciado su contraofensiva en el sur: ¿qué se puede esperar?
L. P. A. A. Infografía: Rocío Márquez

Dadas las misteriosas circunstancias de su fallecimiento, se han resaltado los comentarios de Maganov sobre la 'operación especial' de Putin, formulados muy al principio de la invasión, el 3 de marzo. En un mensaje publicado por el consejo que él presidía, en la página web de Lukoil, la compañía expresaba su “más profunda preocupación” por los “trágicos acontecimientos de Ucrania”, y defendía la negociación y el apoyo a un “alto el fuego duradero”. Palabras que destacaron en el clima bélico de la agresión rusa, desde cinco frentes distintos, al país vecino.

Pero lo que más llama la atención de la muerte de Maganov es que viene precedida de muchas otras muertes similares: todas ellas de altísimos perfiles rusos, la mayoría del sector energético, y en condiciones difícilmente explicables.

El pasado 19 de abril, el oligarca Sergey Protosenya, antiguo ejecutivo de la gasista Novatek, fue hallado ahorcado en su casa de Lloret de Mar, en Cataluña. También se encontraron los cadáveres de su mujer y de su hija, de 18 años. Habían muerto apuñaladas. El hijo del millonario ruso, Fedor Protosenya, aseguró posteriormente a los medios que su padre habría sido incapaz de hacer algo así.

Foto: Khodaryonok, en un momento de su intervención en '60 Minutos'.

Nadie sabe lo que sucedió aquella aciaga noche en la lujosa villa de la costa catalana. Quizá Protosenya perdió la cabeza. Lo raro es que, el día anterior, 18 de abril, habían aparecido en su lujoso piso moscovita los cuerpos de Vladislav Avayev, de su mujer y de su hija de 13 años. La policía dijo que Avayev, que había sido vicepresidente de Gazprombank, subsidiaria de la energética más grande de Rusia, había matado a tiros a su familia y luego se había suicidado. Los agentes añadieron que el piso de los Avayev, en la planta 14, estaba cerrado por dentro.

También habría asesinado a su familia, antes de quitarse la vida, Vasily Melnikov, de la empresa médica MedStorm, el 14 de marzo. Los cuerpos de Melnikov, su mujer, y sus hijos de 10 y cuatro años fueron hallados junto a los cuchillos aparentemente usados en el crimen. Los vecinos del inmueble lujoso de Nizhny Novgorod, según el portal ucraniano Gladvred, no se creen la teoría del homicidio-suicido.

La lista continúa. Aleksandr Subbotin, otro exjefe de Lukoil, murió en la casa de un chamán de la localidad de Mytishchi, en la región de Moscú. Subbotin se habría presentado allí bajo la influencia del alcohol y las drogas, para morir de un ataque al corazón en la habitación de la casa dedicada a los “rituales de vudú jamaicanos”.

Foto: Homenaje a Daria Dugina en Moscú. (Reuters/Maxim Shemetov)

Otro gerifalte de la energética Gazprom, Aleksandr Tyulyakov, se ahorcó en su apartamento de San Petersburgo. La policía dijo haber encontrado una nota de suicidio junto al cadáver. Sucedió el día después de la 'operación especial militar' en Ucrania. Tres días más tarde, Mijaíl Watford, otro magnate del gas y el petróleo, de origen ucraniano, se colgó también en el garaje de su mansión de Surrey, en Inglaterra.

Vladímir Gabrielyan y Serguéi Merzliakov, altos ejecutivos de la red social rusa VK, murieron en un accidente de tráfico el 6 de junio. Su vehículo se volcó en el río Bugryanitsa, en cuyas orillas aparecerían muertos un día después.

Época de "purificación"

La ristra de muertes sospechosas en el espacio soviético y postsoviético no solo abarca los últimos seis meses, ni los 20 años largos de gobierno de Vladímir Putin, sino que tiene raíces muy profundas. Los bolcheviques crearon en 1926 (otras fuentes dicen que en 1921) la llamada Oficina Especial, que con los años pasaría a llamarse Laboratorio Uno, Laboratorio 12, Laboratorio X o Kamera, y cuyo objetivo era diseñar venenos efectivos y, a ser posible, indetectables en la autopsia de la víctima. Los sucesivos servicios secretos soviéticos, de la OGPU al NKVD y luego a la KGB, estaban al cargo de suministrar dichos venenos, que, a lo largo de las décadas, acabaron misteriosamente con las vidas de numerosos disidentes.

Foto: La vivienda de Lloret de Mar donde aparecieron los cadáveres. (EFE/David Borrat)

En fecha tan temprana como 1941, el desertor de los servicios de Inteligencia soviéticos Walter Krivitsky reconoció que “cualquier estúpido puede cometer un asesinato, pero hace falta un artista para acometer una muerte de causas naturales”, en referencia a los venenos que usaban agentes como él. Sustancias fruto de la experimentación con gas mostaza, ricino, digitoxina o cianido, entre otros productos químicos. El propio Krivitsky, por cierto, murió ese año en extrañas circunstancias. Aparentemente, se suicidó.

El departamento encargado actualmente de estas operaciones secretas es la Unidad 29155, parte del servicio de Inteligencia militar, GRU. Este comando fue creado en 2008, pero descubierto una década después, a raíz de las investigaciones de Bellingcat, 'The New York Times' y otros medios, acompañadas de las declaraciones de los servicios de Inteligencia occidentales. De la misma forma que la Unión Soviética de Stalin, y de sus sucesores, se deshizo subrepticiamente de opositores, exiliados y líderes rebeldes de los Estados clientes, la Rusia de Putin, exagente de la KGB, estaría aplicando la misma medicina letal. Tradicionalmente, a disidentes y exespías; desde hace seis meses, a ejecutivos del mundo energético.

Foto: Vladímir Putin en la mira de cientos de miles de personas. (Cedida)

El porqué de estas muertes sigue siendo un misterio. Quizás el régimen de Putin esté eliminando a personas con información privilegiada que podrían, en algún momento, amenazar su poder. Algo posible en un sector estratégico como el gasista, del que depende buena parte de la viabilidad económica del Estado ruso, especialmente en el actual contexto. Quizás esté mandando un mensaje a aquellos que se vean tentados a hacer algún movimiento contra él, y por eso, más que al subrepticio veneno, recurra a cruentos asesinatos de familias enteras. O quizá solo sea una epidemia de depresión, locura, suicidios y mala suerte de la élite rusa.

Entre las recientes declaraciones de Vladímir Putin, sin embargo, encontramos señales claras de que puede tratarse, simplemente, de una purga. Un proceso de represión de reminiscencias estalinistas, aunque no, evidentemente, de la misma talla. A mediados de marzo, cuando estaba claro que su invasión de Ucrania no iba a ser esa rápida operación quirúrgica que probablemente esperaba, el presidente ruso dijo claramente que se avecinaba, dentro de Rusia, una época de “purificación”. “El pueblo ruso siempre sabrá distinguir a los verdaderos patriotas de la escoria y los traidores, y simplemente escupirlos como a una mosca que accidentalmente les hubiera entrado en la boca”, dijo Putin. “Estoy convencido de que dicha autopurificación natural y necesaria solo reforzará nuestro país, nuestra solidaridad, nuestra cohesión y nuestra preparación para responder a cualquier desafío”.

* Si no ves correctamente este formulario, haz click aquí

Si hay una profesión gafada en este mundo, es la de crítico de Vladímir Putin. Muchos de los disidentes, activistas y periodistas que se atreven a reprobar al presidente ruso acaban muertos en extrañas circunstancias. Unos aparecen ahorcados, otros reciben brutales palizas en mitad de la noche, a muchos los tirotean o los envenenan o fallecen en la cárcel. Desde el inicio de la invasión a gran escala de Ucrania, esta mala racha suele afectar, sobre todo, a los mandamases del sector gasista. El último de ellos, Ravil Maganov, presidente del consejo de administración de la energética Lukoil, se habría caído este miércoles por la ventana del hospital de élite en el que estaba ingresado.

Vladimir Putin Conflicto de Ucrania
El redactor recomienda