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El mapa del veto europeo al turismo ruso: "La UE no puede ser un supermercado"
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Occidente cierra sus puertas

El mapa del veto europeo al turismo ruso: "La UE no puede ser un supermercado"

Siete Estados miembros restringen los visados a los turistas rusos, pero Alemania ya muestra su negativa a una medida divisoria que se cuela con fuerza en la agenda europea

Foto: Vista del centro de de Imatra, en Finlandia, cerca de la ciudad rusa de Svetogorsk. (Getty/Sean Gallup)
Vista del centro de de Imatra, en Finlandia, cerca de la ciudad rusa de Svetogorsk. (Getty/Sean Gallup)

Vetar el turismo ruso en la UE. Este es el nuevo dilema que se abre en el seno de la mesa del Consejo Europeo a escasos días de cumplirse seis meses de guerra en Ucrania. Siete Estados miembros ya han restringido los visados a turistas rusos o lo harán en los próximos días. Los bálticos y el norte aprietan a sus socios comunitarios para que hagan lo propio. Pero el primer 'nein' firme ya llega de la principal potencia del bloque comunitario, Alemania.

Con sus seis paquetes de sanciones —más uno de refuerzo—, la Unión Europea ha impuesto medidas restrictivas al oro, al sistema financiero, a más de 1.300 personas, al ministro de Exteriores ruso, a los diamantes, a las alfombras, al petróleo o a la tecnología. Pocos campos quedan fuera de la artillería punitiva que ha sacado Bruselas a raíz de la guerra en Ucrania. Y el gas, la energía nuclear o los visados se perfilan ya como los principales ejes de debate de cara a nuevas sanciones.

Foto: La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. (Reuters/Johanna Geron)

Las continuas llamadas de los últimos días del presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, a cerrar las puertas de Occidente a los ciudadanos rusos, una sanción de gran calado en este punto de la guerra, ha colocado el dilema en el centro de la agenda europea. El ucraniano pidió a la UE que no se convirtiera en un “supermercado” que “permitiese la entrada a todo aquel que tuviese los medios para ello”. Tras el 24 de febrero, día que comenzó la invasión rusa a su vecino, la República Checa se convirtió en el primer país de la UE en limitar el acceso a su territorio de los ciudadanos rusos.

Actualmente, otros seis Estados miembros han tomado o están articulando medidas en esta dirección. Estonia anunció el martes que cerrará sus fronteras a los cerca de 2.500 rusos que atraviesan el país de forma diaria. “La responsabilidad legal es de Putin, de su círculo cercano y de aquellos que están cometiendo el genocidio. Pero la responsabilidad moral recae en el Estado y en sus ciudadanos”, defiende Urmas Reinsalu, su ministro de Exteriores. Días antes, la primera ministra, Kaja Kallas, había asegurado que viajar a Europa es “un privilegio y no un derecho humano”.

También esta semana Finlandia ha anunciado que, a partir del 1 de septiembre, el número de visados concedidos a los ciudadanos rusos se reducirá al 10% en comparación con los actuales. Helsinki llevaba días alertando de que el país, que comparte 1.340 kilómetros de frontera con Rusia, se estaba convirtiendo en un ‘hub’ de entrada a la UE, especialmente desde San Petersburgo. Los viajes desde Rusia a suelo comunitario vía tren o avión están prohibidos, pero miles de rusos sortean el veto viajando por carretera a los países fronterizos y de ahí a otro Estado miembro aprovechando el código del área de libre circulación. El sistema Schengen permite el paso por sus 26 países durante 90 días.

Dinamarca y Polonia también han mostrado su apoyo a esta medida y están elaborando sus planes para hacer lo propio. Se suman a las llamadas para que sus colegas europeos sigan estos pasos. Mientras, los otros países bálticos, Letonia y Lituania, ya restringen el turismo ruso en respuesta a la guerra de Putin. Vilnius pide ir más allá y cambiar el sistema de visas actuales por unas visas humanitarias que permitan a disidentes u opositores del presidente Vladímir Putin abandonar el país. Este grupo de Estados une ya fuerzas para presentar batalla en el Consejo Europeo.

Foto: El presidente del Consejo Europeo, Charles Michel. (Reuters/Violeta Santos Moura) Opinión

Finlandia avanza que llevará el tema al próximo Consejo de Asuntos Exteriores, que se celebra el 31 de agosto en Praga, bajo la presidencia checa del Consejo. Se perfila también como una de las patatas calientes de la próxima cumbre de líderes europeos, prevista para octubre. Pero las posibilidades de que la medida salga adelante de forma armonizada entre los Veintisiete son muy remotas debido a los dilemas morales, logísticos y legales que presenta, así como a la oposición de países como Francia, Alemania o Países Bajos. El canciller alemán, Olaf Scholz, ha sido el más claro contra la medida, argumentando que los rusos deben tener el derecho de abandonar su país si critican las acciones del Kremlin.

Por su parte, la Comisión Europea marca distancias y se pone de perfil. Deja esta decisión en manos de cada Estado miembro y nada hace entrever que vaya a pronunciarse o emitir una recomendación al respecto. Bruselas sí ha dejado claro que la propia regulación europea y de Schengen exige excluir de estas medidas diversas categorías como periodistas, disidentes, cuestiones humanitarias o justificaciones de reencuentro familiar.

Pros…

El debate ya levanta polvareda entre las capitales. Estonia insiste en que no se trata de un derecho humano. Para los países que abogan por echar el cerrojo a los vecinos rusos, se trata de una cuestión de responsabilidad. Desde Kiev, Dmytro Kuleba, ministro de Exteriores, argumenta que la Organización Mundial del Turismo (OMT) suspendió en abril a Rusia alegando que el “turismo es un pilar fruto de la amistad internacional y de la paz” y la invasión rusa de Ucrania es contraria a este principio. “Suena perfectamente aplicable a prohibir el turismo ruso en la UE y el G-7”, señala en Twitter.

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Por su parte, el diputado estonio Eerik-Niiles Kroos esgrime que esta medida no afectará a los rusos de a pie porque ellos no viajan a Europa. “El 70% de ellos ni siquiera tiene un pasaporte”, explica. El diputado defiende que el turismo al bloque comunitario es propio de la élite rusa cercana a Putin. Los productos de marcas o las vacaciones en yates en los comercios y puertos europeos son un gran aliciente para la clase media-alta rusa, a la que Putin ha asegurado que tiene todo bajo control. “Muchos de ellos no apoyan la guerra, pero piensan que no tienen nada que ver con ella. Por ello debemos hacer que tomen conciencia y que todo el mundo pague algún tipo de responsabilidad”, justifica Kroos en redes sociales.

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… y contras

En el otro lado, los que se oponen a esta restricción argumentan que no se puede penalizar y castigar a todos los ciudadanos. En definitiva, lo ven como un movimiento discriminatorio que solo generará más hostilidad de la ciudadanía rusa hacia la Unión Europea. Todo ello privaría, además, a las arcas europeas de millones de euros que estos turistas redirigirían a otros países que no les cerrarán las fronteras en Asia u Oriente Próximo.

La medida entraña también dilemas desde el punto de vista del derecho internacional. En su momento, Donald Trump aprobó la denegación de entrada a todos los nacionales de países como Irán, un paso que fue muy criticado en la propia UE. Rusia amenaza ya con respuestas severas si este paso se formaliza y un portavoz del Kremlin llegó a hablar de “ataque nuclear preventivo”. Los escépticos añaden que da argumentos a Moscú para endurecer la guerra en Ucrania y para demonizar a Occidente.

Vetar el turismo ruso en la UE. Este es el nuevo dilema que se abre en el seno de la mesa del Consejo Europeo a escasos días de cumplirse seis meses de guerra en Ucrania. Siete Estados miembros ya han restringido los visados a turistas rusos o lo harán en los próximos días. Los bálticos y el norte aprietan a sus socios comunitarios para que hagan lo propio. Pero el primer 'nein' firme ya llega de la principal potencia del bloque comunitario, Alemania.

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