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Primero Taiwán, después la Luna: la próxima guerra no se librará en la Tierra
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UNA NUEVA CARRERA ESPACIAL

Primero Taiwán, después la Luna: la próxima guerra no se librará en la Tierra

Hacía casi medio siglo que no había un interés tan fuerte por la Luna. Estamos viviendo un momento de competición tan fuerte como la carrera espacial de los años sesenta y setenta

Foto: Foto: Reuters/Joe Skipper.
Foto: Reuters/Joe Skipper.
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Entre Kuala Lumpur y Taipéi, el vuelo que condujo la pasada semana a Nancy Pelosi a la capital taiwanesa, hay 3.231 kilómetros. Entre la Tierra y la Luna, 384.400, cien veces más. Entre ambas magnitudes se dirime la lucha por la hegemonía futura entre grandes potencias como Estados Unidos, Rusia y China y países emergentes como India, Emiratos Árabes o Corea del Sur. Al menos siete países han programado misiones a la Luna en el futuro inmediato.

“Esta carrera espacial es el predominio de un país frente a otro, me recuerda mucho a la que hubo durante los años sesenta y los setenta entre Estados Unidos y la Unión Soviética, tan relacionada con la Guerra Fría”, recuerda José Francisco Sanz Requena, profesor del Máster en Astrofísica y Técnicas de Observación en Astronomía de UNIR. “No sé si eso se puede extrapolar a la situación actual entre Estados Unidos y China, pero ahí anda”.

"China es la nueva potencia que tiene planes más avanzados para la Luna"

El gigante asiático ha sido uno de los grandes dinamizadores de la exploración espacial desde los años noventa. Hoy es el segundo Estado que más dinero invierte, tan solo superado por Estados Unidos. Como señalaba un informe publicado por Pablo Santa-Bárbara Vozmediano para el Instituto Español de Estudios Estratégicos (IEEE), “entre las nuevas potencias en el espacio, China es la que tiene los planes más avanzados para la Luna, con un programa Chang’e que ya ha llevado a cabo cinco misiones exitosas y que pretende construir una base permanente en el satélite”, con el objetivo de lanzarse a Marte y al espacio exterior. Como recuerda el analista, las aspiraciones espaciales del país “son parte de la estrategia del 'Sueño Chino', que pretende situar al país en una posición global predominante”.

“China es una caja negra, es muy complicado conocer sus planes, pero tiene un interés brutal sobre la Luna, ya hay unos cuantos ‘rovers’ andando por la superficie del satélite”, coincide Sanz Requena. “El hecho de apropiarse de la Luna es un tema bastante conflictivo que espero que no llegue a más”. En 2020, mientras el mundo centraba sus esfuerzos en contener la epidemia de coronavirus, China lanzó con éxito su misión Chang’e 5, la primera en retornar muestras del satélite desde 1976.

placeholder Réplica del módulo utilizado por China en Chang'e 5. (Reuters/Tingshu Wang)
Réplica del módulo utilizado por China en Chang'e 5. (Reuters/Tingshu Wang)

El programa más ambicioso económicamente, no obstante, es el Artemis de la NASA, como ya deja entrever su nombre: diosa helena de la caza y hermana de Apolo, que nombró el programa que llevó al hombre a la Luna y que concluyó en 1972. Dotado con 93.000 millones de dólares, la primera misión se lanzará a finales de este mes de agosto o principios de septiembre con el objetivo de establecer una presencia sostenible en el satélite. Como señala el informe de IEEE, “el caso de EEUU está marcado por la revitalización de su programa espacial como reacción a las crecientes ambiciones chinas en el espacio”. En 2015, con la aprobación de la Commercial Space Launch Competitiveness Act (Space Act), el país americano ha abierto la puerta a la exploración comercial del espacio y, con ello, a la entrada de actores privados en la carrera espacial, como Space X de Elon Musk o Blue Origins de Jeff Bezos.

Foto: El cohete Long March 5 listo para lanzar el primer módulo de la estación espacial china. (CNSA)

Rusia es otro de los países que han reactivado sus programas espaciales durante los últimos años, lo que ha provocado un efecto dominó: el programa Luna 25 es el sucesor de Luna 24 de 1976 y tiene como objetivo lanzar una sonda al cráter Boguslawsky de la Luna. Un proyecto retrasado por la guerra con Ucrania y el abandono de la ESA. Pero también los Emiratos Árabes Unidos planean llevar pronto a cabo su primera misión lunar con el ‘rover’ Rashid, además de otras expediciones centradas en el resto del sistema solar. “Son potencias que tienen un aporte económico importante con el que otros no pueden competir”, añade el astrofísico.

A quién no le gusta una luna

Si viajar a Cuenca es cada vez más caro, imagínese ir a Marte. Sin embargo, un artículo publicado en ‘Nature’ daba cierta perspectiva a esta relación entre coste y beneficio de la carrera espacial: viajar a la Luna, recuerda, es ahora más barato y fácil que nunca: “Las naciones y los actores privados se están dando cuenta de que no necesitan grandes cohetes, programas espaciales gigantescos o grandes infraestructuras para llegar a la Luna, y lo están viendo también como una potencial oportunidad de negocio”.

"El helio-3 va a marcar un antes y un después desde un punto de vista energético"

Pero ¿qué hay exactamente en la Luna que resulte tan interesante, más allá del prestigio y la propaganda que supone ser la primera nación en dar un gran paso para la humanidad? “Hay materiales que en la Tierra son escasos y desde un punto de vista energético van a suponer un antes y un después: la Luna, por ejemplo, es rica en un isótopo que es el helio-3 y que en la Tierra prácticamente no encontramos”, explica Sanz Requena. El helio-3, por ejemplo, sirve para realizar reacciones nucleares de fusión, mientras que en la Tierra se utiliza uranio enriquecido para la fisión. Un reactor de esas características, aún en prototipo, necesitaría este helio-3 que abunda en la Luna.

Foto: Los astronautas chinos podrían adelantarse a los americanos en la vuelta de los humanos a la Luna. (EFE)

“La Luna no deja de ser un trozo de la Tierra que en un momento de formación del sistema solar se desgaja. Como la superficie de la Tierra cambia constantemente, muchos de esos materiales que están en la Luna no los tenemos aquí”, prosigue el profesor. “Ese isótopo puede suponer toda una revolución”. Muchos de esos materiales no están únicamente en la Luna, sino también en los meteoritos que circulan por el sistema solar, lo que puede convertirse en otro foco de competición (y enfrentamiento): “Hay misiones espaciales dedicadas solamente a coger los materiales de un asteroide y traerlos a la Tierra”.

placeholder El nuevo cohete para el Programa Artemis en Cabo Cañaveral. (Reuters/Joe Skipper)
El nuevo cohete para el Programa Artemis en Cabo Cañaveral. (Reuters/Joe Skipper)

Como recuerda el profesor, estos astros no dejan de ser residuos formados a base de materiales durante la composición del sistema solar, por lo que suelen presentar materiales ausentes en nuestro planeta. “Estoy convencido de que si alguna empresa captura ese asteroide, lo rompe en trozos y lo trae aquí, se va a producir una revolución económica muy fuerte”, concluye el profesor. El otro gran convencimiento que tiene es que, de ocurrir, probablemente vendrá desde el sector privado. Porque la gran diferencia entre la actual exploración espacial y la de los años sesenta y setenta es la sustitución del interés científico por el económico, algo que el astrofísico lamenta, ya que el espacio aún tiene muchos secretos que contar.

“Las misiones espaciales han hecho un aporte importantísimo a la sociedad, desde el velcro hasta internet y la tecnología que utilizamos en nuestros ordenadores, o avances en medicina como los diagnósticos por imagen o la resonancia magnética nuclear, que sería imposible sin las misiones espaciales”, recuerda. “Pero me da pena que todo se centre en lo económico, las misiones espaciales nos permiten conocer cuál fue el origen del universo o ser capaces de entender el origen de la vida, que es una de las preguntas científicas más importantes”.

‘Revival’ lunar

En ‘Apolo 10 y ½’, Richard Linklater retrata el entusiasmo que generó el programa Apolo a finales de los años sesenta, un interés que ha decaído ante una exploración espacial que se percibe en ocasiones casi como si se tratase de un carísimo capricho. “Una vez que el hombre pisa la Luna, el interés va desapareciendo, excepto el Apolo 13 y lo de ‘Houston, tenemos un problema”, añade Sanz. “A mí me llama mucho la atención que se diluyera tan rápido”.

"Tarde o temprano, algún Estado tratará de militarizar la Luna"

Durante los últimos años, gran parte del interés espacial se ha centrado en la exploración de planetas que pudiesen albergar vida o por su interés astrobiológico, como ocurre con la exploración de Marte. Como resume el profesor, “parece que cuando el hombre llega a la Luna se siente un poco decepcionado porque no deja de ser un desierto, quizás esa decepción le llevó a dejarla y buscar planetas donde pueda haber vida”. Es el caso de lunas como Encélado, en cuyo océano podrían darse las condiciones para la existencia de vida.

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'Apolo 10 y 1/2', de Richard Linklater. (Netflix)

La gran pregunta que se ha planteado en multitud de ocasiones es hasta qué punto es posible que un Estado intente apropiarse de la Luna. Como recuerda el informe del IEEE, el enfoque realista de la geopolítica del espacio recuerda que “el espacio lunar no puede permanecer neutral, ya que tarde o temprano algún Estado tratará de militarizarlo y conseguir la hegemonía para ser hegemónico en la Tierra”. Eso pasaría por bloquear el uso de la Luna a otros Estados. “A pesar de que actualmente el bloqueo espacial es posible únicamente con medios asimétricos desde la Tierra, los primeros Estados que aspiren a la hegemonía espacial podrían conseguir una considerable ventaja frente a posibles competidores”.

¿Hasta qué punto es posible que un país decida hacerse con el control de la Luna por su cuenta? “Creo que el resto de países evitarían que alguien se apropiase de ella, es patrimonio universal y el interés más importante es conocernos a nosotros mismos”, añade el profesor. Cada vez más legislaciones permiten el acceso tanto público como privado a los territorios ultraterrestres, y actualizar la legislación internacional de dichos espacios es una tarea pendiente. Como concluye el profesor, “el mundo que tendríamos hoy sería totalmente distinto si hubiesen sido los rusos los que hubiesen llegado primero a la Luna”. Si alguien tiene una duda de qué habría ocurrido, puede fantasear con ello mientras ve ‘For All Mankind’, de Ronald D. Moore, guionista de ‘Star Trek’, que plantea esa misma posibilidad.

Entre Kuala Lumpur y Taipéi, el vuelo que condujo la pasada semana a Nancy Pelosi a la capital taiwanesa, hay 3.231 kilómetros. Entre la Tierra y la Luna, 384.400, cien veces más. Entre ambas magnitudes se dirime la lucha por la hegemonía futura entre grandes potencias como Estados Unidos, Rusia y China y países emergentes como India, Emiratos Árabes o Corea del Sur. Al menos siete países han programado misiones a la Luna en el futuro inmediato.

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