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RCP al acuerdo nuclear de Irán: la UE hace un último intento desesperado para resucitarlo
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RCP al acuerdo nuclear de Irán: la UE hace un último intento desesperado para resucitarlo

Las delegaciones de Irán y EEUU se encuentran en Viena para debatir una nueva propuesta presentada por Josep Borrell que busca reavivar el JCPOA después de 3 años agonizando

Foto: Una mujer paseo en la capital iraní, Teherán. TAbendin Aherkenareh / EFE
Una mujer paseo en la capital iraní, Teherán. TAbendin Aherkenareh / EFE

Todo se juega en Viena. Por un momento pareció que el acuerdo nuclear iraní formaría parte de la historia, pero la diplomacia hará un último intento por mantenerlo a flote. El pacto fue el gran éxito diplomático de la UE en la última década. Su madrina, Federia Mogherini, dejó la batuta de la diplomacia europea con el JCPOA -como se conoce formalmente- como el mayor logro del "soft power" europeo. Y Josep Borrell recogió su testigo con la misión de devolverlo a la vida como una de las prioridades de su mandato. Tras cinco meses de parón, las negociaciones para reactivarlo viven un momento crucial esta semana en Viena.

El pacto quedó herido de muerte en 2018, tras el abandono repentino y unilateral de los Estados Unidos de Donald Trump. Desde entonces, mantiene un hilo de vida a través de la respiración asistida. El jueves arrancó en Viena una nueva ronda de negociación entre los representantes de EEUU, Irán, China, Rusia, Francia, Alemania, Reino Unido y la UE. La cita llega como la última oportunidad para los europeos, con desgana por parte de los estadounidenses y con líneas rojas en la delegación iraní. En definitiva, con muchas exigencias y visos tímidos de aflorar.

Foto: El Alto representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell. (EFE/Stephanie Lecocq)

"Nuestras expectativas están contenidas, pero Estados Unidos agradece los esfuerzos de la UE y está preparado para un intento de buena fe de llegar a un acuerdo. En breve quedará claro si Irán está preparado para lo mismo", señaló poco ante de emprender el viaje hacia la capital austriaca Robert Malley, enviado especial para Irán de EEUU. "La responsabilidad recae en aquellos que incumplieron el trato. Estados Unidos debe aprovechar la oportunidad que ofrece la generosidad de los socios del JCPOA. La pelota está en su tejado para mostrar madurez y actuar con responsabilidad", aseguró a través de Twitter Ali Bagheri Kani, su homólogo persa.

Los europeos viven estos días como la última oportunidad. Y por ello han puesto toda la artillería diplomática a trabajar para buscar un punto de encuentro aceptable por ambas partes. De hecho, lo que negocian Teherán y Washington en la capital austriaca en estos momentos es una nueva propuesta elaborada por el equipo de Josep Borrell. Su hombre de confianza en el Servicio Europeo de Acción Exterior (SEAE), Enrique Mora, se ha empleado a fondo y de forma personal en los últimos meses para rubricar un acuerdo. Una misión que en los últimos 15 meses no ha dado sus frutos.

"Es el momento de tomar decisiones y aprovechar esta oportunidad única hacia una implementación total del acuerdo. No veo otra alternativa en el corto plazo", aseguraba el exministro de Exteriores español hace unos días en un editorial en el Financial Times. La estrategia de presión comunitaria pasa por hacer entender a los iraníes que volver a un acuerdo se transformará en un impulso económico en un momento marcado por la tensión social y por la inflación. Y, en el otro lado, por sacudir la conciencia de los norteamericanos enfatizando la necesidad de que, en un mundo crecientemente volátil e inestable –como ha demostrado la guerra en Ucrania-, un Irán desnuclearizado juega en beneficio de todos.

¿Por qué es tan importante este acuerdo para Bruselas?

La UE, como actor, jugó desde el principio de las negociaciones un papel de facilitador clave. El JCPOA dio al bloque comunitario un rol de actor principal en un escenario geopolítico donde con frecuencia solía permanecer en el segundo plano. Incluso tras la retirada estadounidense, la Unión continuó fiel al acuerdo maniobrando para continuar el comercio con Teherán a pesar de las dificultades añadidas por las sanciones norteamericanas. Es un gesto que Irán no olvida y que posiciona a la UE como un actor creíble y de confianza en la mesa de diálogo actual. Pero además, para los europeos, devolverlo a la vida supondría una victoria del multilateralismo en un momento en el que los pilares del orden global nacidos a raíz de la Segunda Guerra Mundial se están tambaleando. Y el JCPOA representa, precisamente, el éxito de la diplomacia tras 12 años de negociación entre Estados Unidos e Irán, enemigos férreos desde la revolución de 1979.

Foto: Rueda de prensa de la OIEA. (REUTERS/Lisa Leutner)

"Si el acuerdo fracasa, corremos el peligro de afrontar una crisis nuclear peligrosa. Es una responsabilidad conjunta concluirlo", afirma Borrell en su blog. Dos días después, el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, advertía de que la humanidad está a "un error de cálculo de la aniquilación nuclear". El interés por el acuerdo nuclear en Europa no responde a una cuestión estrictamente de buenismo o de ambición geopolítica. La UE se juega mucho que Estados Unidos si la región se desestabiliza. Un Irán nuclear aumenta el riesgo de tensión con sus archienemigos en Arabia Saudí e Israel. Y este choque hipotético, por meras razones geográficas, sería más punzante para la UE que para EEUU. Acercar al gigante persa al bando occidental despejaría de paso el camino para llenar las hambrientas tuberías europeas de petróleo y gas iraní.

Por el otro lado, el fracaso supondría un nuevo incentivo para aproximar a Teherán a los brazos de Rusia y China cuando la guerra en Ucrania ha acelerado la búsqueda de nuevas alianzas y un reequilibrio de poderes global. De hecho, Irán ya entró el año pasado a formar parte de la Organización de Cooperación de Shanghái tras un espaldarazo decisivo de Rusia.

Carrera de obstáculos y expectativas frías

Con este contexto de fondo, la gran pregunta no es tanto cuándo se hará efectivo un acuerdo, sino si todavía es posible. Las expectativas se encuentran bajas. El apetito político en ambos países se desinfla. Y las exigencias mutuas externas al acuerdo incrementan las posibilidades de una misión no cumplida.

Irán quiere garantías de que Estados Unidos no va a volver a retirarse. Una demanda que cobra fuerza de cara a las elecciones legislativas de medio mandato previstas para noviembre, que supondrán una toma de temperatura para los comicios presidenciales de 2024. El actual presidente Joe Biden vive una crisis de popularidad y su antecesor, Donald Trump, ya flirtea con la idea de regresar a la Casa Blanca. El regreso del republicano o de un líder populista de su perfil supondría el regreso de la línea dura con Irán y una nueva bofetada al JCPOA si no está protegido. Además, el reino de los ayatolás exige que Estados Unidos retire a su Guardia Revolucionaria Islámica de la lista de organizaciones terroristas. Unas líneas rojas inasumibles para Biden y su equipo.

Foto: Ceremonia de conmemoración por los 40 días desde la muerte de Qasem Soleimani (Reuters)

Por su parte, la diplomacia estadounidense aterriza en Viena con cierta desgana. Con la guerra en Ucrania y el choque de trenes imparable con China, su lupa exterior ha desenfocado la región de Oriente Medio. Además, cree que el acuerdo nuclear es cada vez más irrelevante dado que el país chií ha incrementado su enriquecimiento de uranio a niveles que ya le acercan a la bomba atómica. Según el Washington Institute for Near East Policy, Irán enriquece uranio a un 60%, muy lejos del límite del 3,75% estipulado en el JCPOA y más cerca del 90% necesario para producir armas nucleares. En paralelo, el equipo detrás del presidente de la República Islámica de Irán, Ebrahim Raisi, también ha retirado las cámaras de vigilancia limitando el control y las inspecciones de la Agencia Internacional para la Energía Atómica y generando incertidumbre y temor sobre los planes nucleares de la República Islámica.

La sensación en la capital comunitaria es de urgencia. La propuesta de Borrell representa el golpe definitivo para este sprint final, que amenaza con desplomarse antes de alcanzar la meta. Fuentes europeas evitan dar un pronóstico de lo que puede ocurrir en los próximos días en la capital austriaca dado lo mucho que hay en juego. La última toma de contacto celebrada el pasado mes de junio en Doha concluyó con las posturas muy distanciadas. El temor es que ninguna de las dos partes esté interesada realmente en consumar un reacuerdo y que utilicen las negociaciones como una pantalla espejo que simule un interés para luego responsabilizar del fracaso a su oponente. El contexto de fondo tampoco es el más propicio para que la confianza arrecie. La semana pasada, EEUU adoptó nuevas sanciones contra petroleras iraníes.

Los europeos son la cadena de transmisión. Los negociadores y facilitadores de estas cruciales negociaciones. Se juegan mucho en términos económicos, políticos, de seguridad y geopolíticos. Y también en términos de credibilidad. En momentos de tensión global como el actual, el JCPOA pone un termómetro a la estabilidad global y a las reglas internacionales que la rigen. Las de Viena son las negociaciones de la última oportunidad. Si enrocan, el hartazgo, el pesimismo y la desconfianza amenazan con provocar una situación crónica de muerte cerebral.

Todo se juega en Viena. Por un momento pareció que el acuerdo nuclear iraní formaría parte de la historia, pero la diplomacia hará un último intento por mantenerlo a flote. El pacto fue el gran éxito diplomático de la UE en la última década. Su madrina, Federia Mogherini, dejó la batuta de la diplomacia europea con el JCPOA -como se conoce formalmente- como el mayor logro del "soft power" europeo. Y Josep Borrell recogió su testigo con la misión de devolverlo a la vida como una de las prioridades de su mandato. Tras cinco meses de parón, las negociaciones para reactivarlo viven un momento crucial esta semana en Viena.

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