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'White Savior': por qué hacerte fotos con niños africanos no te hace mejor persona
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TURISMO DE VOLUNTARIADO

'White Savior': por qué hacerte fotos con niños africanos no te hace mejor persona

Por 2.000 euros puede viajar al corazón de África, echar una mano durante un par de horas en una aldea y sentirse Teresa de Calcuta

Foto: Ilse, una joven neerlandesa, muestra esta imagen en su cuenta de Tinder. (Tinder)
Ilse, una joven neerlandesa, muestra esta imagen en su cuenta de Tinder. (Tinder)

"No tienen nada, pero a mí me lo han dado todo".

"Cuando estás aquí, comprendes que la felicidad no tiene nada que ver con el dinero".

"No tiene electricidad, pero su sonrisa ilumina más que mil ciudades".

"Los nativos nos han tratado genial, estoy muy agradecida".

"Ojalá poder llevármelo a casa (con la foto de un niño)".

"Hakuna Matata".

A poco que merodee por las redes sociales, sabrá de dónde proceden estas frases. Son todas reales, escritas como pie de una foto que suele incluir a una persona blanca que se ha desplazado hasta un poblado pobre del África meridional, a menudo levantando o abrazando a un niño malnutrido. Ellos lo hacen con la mejor intención, sin darse cuenta de que están perpetuando un comportamiento racista e imperialista.

Son los rescoldos del turismo de voluntariado, una práctica que se puso de moda a comienzos de siglo en los países desarrollados y que en los últimos años, ante la presión popular, parecía afrontar su declive. Sin embargo, sigue habiendo quien no puede resistir la tentación de abrazar a un niño africano y colgarlo en sus redes sociales, mostrando a sus amigos que, incluso durante las vacaciones, se puede encontrar un hueco para ser humanitario. Los últimos en sucumbir han sido los periodistas Juanma Castaño y Helena Condis, de la Cadena COPE, que esta semana han sido centro de la polémica por una visita a Tanzania repleta de estereotipos.

Se trata del 'complejo del salvador blanco', un término que procede de 'The White Man's Burden', un poema de Rudyard Kipling escrito en 1899 y que reflexiona sobre la carga moral del hombre blanco para con sus territorios colonizados: según el pensamiento de la época, era su obligación alfabetizar, culturizar y, al fin, pastorear a las "razas inferiores".

"Te voy a hacer una pregunta para que se entienda fácil", dice a este periódico Pablo Sánchez, politólogo, trabajador humanitario y director del proyecto The Health Impact, que acoge a refugiados sirios en Líbano: "¿A ti se te ocurriría viajar a Suecia o Alemania, coger al niño de una familia 'sintecho', hacerte una foto dándole besos y subirla a las redes sociales?".

"O que alguien muy rico va a tu barrio, se mete en tu casa y sube un montón de fotos en redes sociales explicando lo feliz que eres con tan poco. Sería muy violento, un ataque contra tu dignidad que no permitirías", continúa Sánchez. "¿Y por qué hacerlo con niños negros nos parece incluso positivo? Son actitudes que no se comprenden sin el racismo y el imperialismo. A esos niños negros los hemos cosificado, deshumanizado, no les concedemos la misma dignidad que a un blanco".

"Muchos quieren ayudar a los africanos, pero en primer lugar lo que quieren es ayudar a su CV"

"Fíjate que en todas las fotos el blanco siempre está en el centro, rodeado de una masa de personas negras sin nombre o historia. Los consideramos sujetos pasivos, personas que no tienen nada que decir, ni siquiera se pixelan los ojos de los niños. Ellos dan igual, porque el protagonista somos nosotros, que vamos allí a construir una escuela", explica Julia Codina, especialista en cooperación.

Codina ha acuñado un término para este fenómeno a caballo entre el voluntariado y el turismo: 'volunturismo'. Y no duda en señalar las motivaciones, un asunto que pocos se atreven a abordar: "No niego que muchas de estas personas tengan la intención de ayudar en las comunidades que visitan, pero pienso que en primer término quieren ayudarse a ellos mismos. Un voluntariado de tres semanas en Zambia viste mucho el currículo, tanto a nivel laboral como social, a la vista está cómo lo explotan en las redes sociales", continúa la experta. Codina indica que, además de 'influencers' y famosos de todo pelaje, es habitual ver 'volunturistas' recién salidos de la universidad, que viajan con el único afán de añadir una línea dorada a su expediente. "Es un asunto con muchas aristas en torno al ego. Cuando le reprochas a alguien este comportamiento, a menudo te dicen que encima que gastan su tiempo y su dinero en ayudar, se lo afean. Muchos no comprenden que lo que se necesita en este tipo de comunidades es solidaridad, entendida como implicación, escucha de sus necesidades... y no caridad, que es lo que ofrecen".

Turismo humanitario

El 'volunturismo' es hijo del 'boom' del turismo alternativo de los dos mil. Del mismo modo que se puso de moda dormir en una casa rural o hacer kilómetros para comer un chuletón sostenible, algunos optaron por hacerse fotos con las tribus más pobres del planeta. Hoy, pese al trabajo divulgativo de los cooperantes, en Google es más sencillo irse con una agencia de viajes que con una ONG. Este periódico se ha puesto en contacto con una de estas agencias para obtener presupuesto: 2.300 euros por un viaje de 12 días en Tanzania, con un safari privado, amanecer en el Serengueti y visita a la tribu bosquimana de los hazdabe.

Tras unos minutos de conversación, el operador de la agencia se sincera: el epicentro de la "experiencia", como denomina al viaje, es la imagen. "Puedes echar una mano a la tribu o solo hacerte unas fotos con ellos, lo que prefieras. La mayoría de los clientes mueven un par de troncos o se hacen la típica foto haciendo fuego con un palo. También les gusta bailar. Y están encantados con estas visitas, ojo, porque les pagamos por cada uno que entra y, ya verás, serán ellos los que te pidan que subas las fotos a Instagram, para que siga yendo gente", explican desde la agencia.

Este es precisamente uno de los efectos negativos del 'volunturismo': las comunidades que centran su progreso en el acto de abrir sus casas y ceder sus hijos para que los ricos se hagan fotos. "De nuevo nos encontramos con otra forma de colonialismo, porque a los africanos les pagan una mínima parte de lo que ellos cobran por llevar a los europeos y norteamericanos allí. ¿Tú sabes lo que se puede hacer en África con esos 2.000 dólares que has pagado por el viaje? Si quieres ayudarlos, dónales ese dinero; ellos no necesitan que vayas físicamente a verlos", lamenta Pablo Sánchez.

"Muchas de estas agencias se hacen pasar por oenegés para engañar a la gente y no podemos minimizar su rol en este proceso: sin ellos, los visitantes serían incapaces de concertar una visita con los masáis de Tanzania", sigue Sánchez. "Para colmo, son viajes con muchos gastos extra, que los turistas pagan encantados, porque se creen que están ayudando a las tribus, cuando todo se va para la agencia".

"Muchos niños no saben si encariñarse con los cooperantes, porque saben que se irán pronto"

Julia Codina señala otros perjuicios para los nativos que no se ven a simple vista: "Todo el mundo quiere el voluntariado de niños, porque es el más agradecido, pero no se piensa nunca en ellos. Los niños están en un momento clave de su formación y establecen vínculos potentes con cooperantes que están tres semanas y se marchan para no volver. Luego llega otro, y después otro, y ya no saben si cogerles cariño o no. Al final, se genera en ellos un modelo afectivo que no es saludable", dice.

Por último, cabría valorar el impacto que este turismo tiene sobre los mercados laborales de destino: "Cuando ayudas a construir un orfanato, o das clase en un país africano, le estás quitando ese trabajo a un profesor o constructor local. El objetivo no es que el trabajo salga adelante gracias a la caridad del norte, sino que los locales tengan un trabajo cualificado y un salario que ayude a la prosperidad de sus países", apunta Julia Codina.

Del negocio del turismo humanitario, señala Codina, da fe el misterio camboyano: a medida que baja el número de huérfanos año tras año, cada día están más llenos sus orfanatos. "Esto es porque los padres están haciendo pasar a sus hijos por huérfanos, ya que sus orfanatos reciben muchísimo 'volunturismo' y se han convertido en un negocio importante para Camboya".

Foto: Niños camboyanos esperan que llegue ayuda humanitaria a la School for Vulnerable Child Garbage Workers, en las afueras de Phnom Penh. (Reuters)

Un lugar donde encontrarte a ti mismo

No obstante, pocos reconocen visitar el África más pobre para ganar 'likes' en Instagram. En su lugar, se aducen una serie de motivaciones, presuntamente elevadas, que esconden preocupaciones más mundanas. Iñaki Alegría, coordinador del programa de salud materno-infantil y emergencias en el Hospital General Rural de Gambo, en Etiopía, detalla las que no deberían ser y, sin embargo, casi siempre son: "Un voluntariado no es un curso de idiomas, ni un campamento de verano, ni unas vacaciones baratas. Tampoco es un centro de terapia para encontrarte a ti mismo, una catapulta para 'influencers' o una experiencia para engordar tu currículo".

placeholder Humanitarians of Tinder es una web que recopila a los usuarios que utilizan escenas humanitarias para ligar. (Tinder)
Humanitarians of Tinder es una web que recopila a los usuarios que utilizan escenas humanitarias para ligar. (Tinder)

Este pediatra, con amplia experiencia en África, denuncia también ese sentimiento imperialista que nos hace considerar aceptable para los africanos lo que no querríamos para nosotros. "Muchos médicos vienen aquí a sentirse útiles, a ayudar 'en lo que sea'. 'Puedo visitar niños, adultos, mujeres embarazadas, atender partos, puedo ayudar a limpiar, a cocinar... ¡a lo que sea!', dicen. Ni siquiera creen necesario acreditar su formación, porque es Etiopía, y todo el mundo sabe que en África es suficiente con tener buena voluntad. ¿Te imaginas hacer esto en un hospital noruego?", afirma Alegría. "Es imperialismo, es racismo y es colonialismo. Y se puede notar en el mismo lenguaje: yo aquí soy un 'cooperante' o un 'expatriado', pero un etíope en España es inmediatamente un inmigrante".

"Cuando llegan el calor y el verano, las redes sociales se llenan de blanquitos buscando negros pobres que posen sonrientes para fotografiarles sin consentimiento, sin pixelar los rostros y dándoles lo poco que tienen. La solidaridad está de moda y es positivo si se hace bien, pero hay que comprender que puede perjudicar mucho en caso contrario. Debemos evitar el postureo, el 'volunturismo', y por eso recomiendo a los lectores ir sin cámara de fotos y sin móvil, ser capaz de no tomarte ni una foto. Es la mejor manera de no caer en el vicio de colgarlas en las redes sociales", zanja Alegría.

"No tienen nada, pero a mí me lo han dado todo".

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