Frente a los ultras, extremo centro: ¿puede el sentido común ganar terreno en Italia?
En medio de un vaivén político, el centro en Italia se presenta como una solución contra el enfado social y pide un giro brusco para cambiar el empobrecimiento de los ciudadanos
El sobrecargado panorama político italiano se ha esforzado tanto en los últimos años por captar el voto de la creciente masa de desencantados que únicamente ha dejado un espacio libre para ocupar: el centro. Antes de la crisis económica de hace una década, esta era la franja del espectro político por la que todos se peleaban para pescar votos, pero desde entonces se había quedado vacía por omisión de todos los partidos. Ahora, el centro en Italia se presenta como una solución en un periodo donde el enfado social pide un giro brusco para cambiar el rápido empobrecimiento de los ciudadanos.
En este contexto, un proyecto complicado de diversas corrientes ideológicas —y, sobre todo, de diversos líderes carismáticos— intenta crear una gran coalición de extremo centro con la que presentarse a las elecciones. A la sombra del Gobierno del tecnócrata Mario Draghi puede nacer una formación destinada a complicar la hoy casi segura victoria en las próximas elecciones del bloque conservador. ¿A qué se debe este giro centrista?
Primero hay que entender quién podría formar parte de este proyecto. La principal figura aglutinadora es Carlo Calenda, exministro del Gobierno de Matteo Renzi, que, con su recién creado partido Azione, obtuvo buenos resultados en las elecciones municipales de Roma en 2021. En este momento, su formación, junto con Più Europa, el movimiento europeísta liderado por Emma Bonino con el que comparten cartel, tiene más de un 5% de intención de voto en las encuestas. La reciente crisis de gobierno provocada por la retirada del respaldo a Draghi por parte del Movimiento 5 Estrellas (M5S) les ha permitido posicionarse como los herederos del legado del primer ministro.
"La línea de Azione es clara: sigamos adelante con Draghi sin los 5 Estrellas hasta el final del plazo. Cualquier cosa menos presentarnos a elecciones en medio de una crisis que se convertiría inmediatamente en un tsunami, solo para encontrarnos con otra mayoría incapaz de gobernar", ha declarado Calenda.
A estas dos formaciones se le pueden añadir dos figuras controvertidas. Por un lado, está Matteo Renzi, ex primer ministro con el Partido Democrático (PD) y hoy considerado como el hombre que mueve los hilos de la política italiana entre bambalinas. Su salida del Gobierno y del partido fue traumática para la izquierda italiana. Su ideología, desde luego, no encaja con la izquierda que decía representar y sí con un partido liberal en lo económico y progresista en lo social.
Él fue el artífice de la caída del último Ejecutivo de Giuseppe Conte, que gobernaba en coalición con los demócratas y su partido Italia Viva (IV), desatando de nuevo todo tipo de odios entre sus excompañeros. Su formación, construida con tránsfugas del PD, tiene un 2,6% de intención de voto. Si se suma al proyecto centrista global, ya hay más de un 7,5% de votos en la misma urna. "Un aglutinador bajo la marca Renovar Europa puede ser el hogar de muchos", ha dicho Renzi, quien propone al alcalde demócrata de Milán, Beppe Sala, del PD, como líder de ese centro.
La última pieza posible en ese centro, difícil de encajar, es Luigi Di Maio. El actual ministro de Asuntos Exteriores fue el cabeza de lista que ganó las elecciones generales de 2018 al frente del M5S. Políticamente, ha pasado de ser un antisistema antieuropeísta a convertirse en un hombre de Estado defensor a ultranza del proyecto Europa. Eso le ha valido una serie de largos desencuentros con el líder actual del M5S, que han desembocado en la partición del partido el pasado 21 de junio. Recientemente, él y otros 62 parlamentarios y senadores tránsfugas decidieron dejar el Movimiento tras la negativa de Conte a enviar más armas a Ucrania.
Di Maio no ha montado un partido aún y sus opciones pasan por hacerlo o, apuntan algunos, por enrolarse en el PD. Si decide crear una nueva formación, sus opciones yendo en solitario son escasas, así que podría subirse al carro del extremo centro y formar un bloque de marcado carácter europeísta. Europa, de hecho, puede ser la clave de las próximas elecciones.
El centro, una amenaza a la derecha
A tenor de lo que dicen los sondeos, y si no hay un terremoto político, lo que en Italia nunca es descartable, el bloque conservador es el claro favorito a ganar las elecciones. Por la derecha hay exceso de oferta, especialmente en el extremo. Hoy, la extremísima derecha de Fratelli d’Italia encabeza las encuestas con un 22% de intención de voto, mientras que la extrema derecha de la Lega de Salvini, en caída libre, tiene un 14% (hace tres años estaba en un 34%) y la liberal Forza Italia de Silvio Berlusconi tiene un 9%. Con esas cifras, los conservadores ganarían las elecciones.
Sin embargo, hay variables preocupantes para ellos. El descenso en las encuestas de la Lega ha demostrado que la estrategia política de Salvini ha sido un fracaso. El político llevó a la formación, que nació con una idea independentista del norte de Italia y una ideología liberal, a un paradigma del patriotismo italiano, ultracristiana, con marcado carácter antieuropeo y aliada de toda la extrema derecha europea, Trump o Putin.
Eso representa a Salvini, que, cuando tenía el viento a favor, nadie se atrevía a cuestionarlo dentro de su partido, tampoco a la vieja Lega ni a buena parte de sus votantes. En un escenario de complicada crisis económica, las clases medias de Piamonte, Lombardía y Véneto, de lo último que quieren oír hablar es de salirse de Europa. Es de allí de donde vienen las importantes ayudas económicas que sostienen hoy al país y es ahí donde está el mercado de sus industrias. Es verdad que Salvini ha dado ligeros pasos atrás en su verborrea soberanista, pero su imagen va unida a Orbán, Le Pen y Putin, y eso no es la estabilidad que quieren muchos de sus votantes.
Forza Italia es otra pieza a considerar. El incombustible Berlusconi es un convencido de la coalición conservadora con Lega y la Fratelli d'Italia (FdI), pero apoyaba a Draghi antes de su dimisión definitiva y, desde luego, apoya a Europa. Sus votantes, por tanto, tendrán que decidir si dan su apoyo a una lista que lidera en intención de voto la soberanista y extremista Giorgia Meloni. Ahí también puede haber alguna fuga de votos de última hora de los que no quieran una aventura que ponga en riesgo la permanencia en el euro y en Europa, y tengan la opción de votar un centro que pueda ser decisivo. Un votante de Forza Italia difícilmente votaría al PD, pero sí podría hacerlo por algo que apadrine el entorno ideológico de Calenda.
Queda FdI. Ellos son los únicos opositores que ha tenido el Gobierno de Draghi y son, ante el harakiri que se ha hecho el M5S, los antisistema que reciben votos de los indignados anticasta. Tienen a favor que han sido coherentes con sus promesas. Eso le ha valido al partido que desciende del fascismo a ocupar el primer lugar de intención de voto, pero su ideología tiene un techo y es un freno para los que se proclamen sus aliados. El famoso discurso en España de Giorgia Meloni en un mitin de Vox en las pasadas elecciones andaluzas no pasó en Italia desapercibido. Esa imagen de una Meloni radical e histriónica no se ha visto en su país. Familia natural, no 'lobby' LGTB, no al aborto, sí a la cruz, no a Bruselas… Son ideas que apoya su electorado ultraconservador, pero no una parte del entorno liberal centrista que apoya a FdI y Lega. Ese entorno que rechaza a la izquierda y populistas antes no tenía nada que apoyar.
Por último, la izquierda del PD es hoy para muchos votantes de izquierda un proyecto de centro radical chic que rechazan. Hay un trasvase de votos de la extrema izquierda a la extrema derecha. FdI es votado en los barrios más pobres de las grandes ciudades, mientras el PD gana en los barrios ricos. Ese es un movimiento de extremos, pero el vacío centro no lo ocupaba nadie y muchos votantes elegían entre izquierda, derecha y, hace cinco años, un experimento populista que está hoy muy debilitado.
Ahora, ante la salida de Draghi, parece que nace un gran proyecto de centro que se podría convertir en un factor clave con el que nadie contaba en las elecciones previstas a finales de septiembre. Nada está escrito en política y menos en Italia. Los conservadores llevan tres años, desde la crisis de Gobierno de 2019, siendo favoritos en todas las encuestas y perdiendo, después, casi todas las elecciones.
El sobrecargado panorama político italiano se ha esforzado tanto en los últimos años por captar el voto de la creciente masa de desencantados que únicamente ha dejado un espacio libre para ocupar: el centro. Antes de la crisis económica de hace una década, esta era la franja del espectro político por la que todos se peleaban para pescar votos, pero desde entonces se había quedado vacía por omisión de todos los partidos. Ahora, el centro en Italia se presenta como una solución en un periodo donde el enfado social pide un giro brusco para cambiar el rápido empobrecimiento de los ciudadanos.
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