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A Ucrania se le dificulta el frente del este y ya aparecen los primeros síntomas de fatiga
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Fatiga occidental

A Ucrania se le dificulta el frente del este y ya aparecen los primeros síntomas de fatiga

En una rara admisión de pérdidas, el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, ha advertido de la muerte de “entre 50 y 100” soldados cada día en la región del Donbás

Foto: Restos de un bombardeo en Bajmut, Donetsk. (Reuters/Serhii Nuzhnenko)
Restos de un bombardeo en Bajmut, Donetsk. (Reuters/Serhii Nuzhnenko)

La casi normalidad ha llegado a las calles de Kiev; las tiendas abren, los restaurantes vuelven a tener suministros, en los subterráneos las tiendas de flores empañan todo con su olor, se vende cerveza en los bares y reabren los metros. Unas imágenes que contrastan, sin embargo, con las últimas noticias del frente del este: el Ejército ruso ha logrado romper las líneas ucranianas en la región de Donetsk y estrecha el cerco en la capital administrativa de la vecina Lugansk, Severodonetsk. Ganancias estratégicas para el previsible asalto final al Donbás todavía controlado por Ucrania.

En una rara admisión de pérdidas, el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, advirtió la semana pasada de la muerte de "entre 50 y 100" soldados cada día en el Donbás. Las declaraciones de Zelenski, así como de otros funcionarios cercanos a la presidencia ucraniana, parecen estar preparando el país para una derrota en el este, -quizá la pérdida de Severodonetsk, cuyo destino pende de un hilo- donde Rusia ha logrado avanzar, en apenas una semana, lo que no había conseguido en los últimos dos meses desde el inicio de la invasión.

Foto: Funeral colectivo por 25 soldados ucranianos muertos en el frente este de la guerra contra Rusia. (EFE/Manuel Bruque)

El tono también ha cambiado. Hasta el momento, Kiev había limitado la información sobre pérdidas en su Ejército, con el objetivo, entre otros, de sostener ante Occidente que armar a Ucrania ante Rusia no es una empresa inútil. En la misma línea, el ministro de Exteriores ucraniano, Dimytro Kuleba, declaró en Davos que los soldados ucranianos estaban sufriendo grandes pérdidas en el Donbás porque carecían del armamento necesario para luchar a distancia. El mensaje estaba claro: la vacilación occidental está costando vidas ucranianas. Con la guerra haciéndose más sangrienta en el este, Ucrania empieza ya a sentir el efecto de la fatiga internacional.

Hay otros ejemplos de pesimismo: Oleksiy Arestovych, asesor de la presidencia, ha lamentado que Ucrania "ha perdido frente al Ejército ruso en términos de ritmo. La parte rusa logró acumular sus reservas antes que nosotros; [nos enfrentamos a] continuos ataques de artillería y aéreos, ataques terrestres casi ininterrumpidos por parte del enemigo. Tienen superioridad en artillería y aviación. Para decirlo suavemente, apenas estamos a flote".

Los rusos rompen las líneas en el este

El mapa de los avances militares rusos en el este ha pasado de "atascado" a "preocupante". En los últimos cinco días, los rusos se hicieron primero con Popasna, que por su localización es clave para cortar la carretera que permite los suministros de Severodonetsk, la última gran ciudad de la provincia de Lugansk bajo control ucraniano. Tras Popasna, un pequeño castillo de naipes y ante la retirada del Ejército ucraniano a posiciones de segunda línea de defensa, cayeron localidades como Svitlodarsk y Midna Ruda, municipios pequeños pero, de nuevo, junto a carreteras clave. Peor ha sido la conquista, confirmada por las Fuerzas Armadas ucranianas este fin de semana, de Limán, que cuenta con importantes enlaces ferroviarios hacia el este, sur y oeste. La 'pinza' envolvente de las tropas rusas sobre las ucranianas desplegadas en la zona de Severodonetsk es ahora más factible.

La importancia de Severodonetsk, sede del Gobierno regional de la provincia de Lugansk (en un 95% ya controlada por Rusia), también es política: capturarla proporcionará a los rusos una "victoria política significativa" en su campaña de guerra de información, según advierte uno de los últimos informes de Inteligencia del Ministerio de Defensa británico. Pero no sin un precio. El Institute for the Study of War advierte que la operación de conquista de Severodonetsk será también extremadamente costosa para las fuerzas rusas.

En este escenario —donde los ucranianos se enfrentan a una correlación de fuerzas de siete a uno en favor de los rusos, según Kiev— y a la espera de nuevos suministros de armas occidentales, el Gobierno ucraniano tendrá que tomar una decisión, y quizás es esa la que Zelenski y otros asesores presidenciales están ya plantando en el tono de las declaraciones de los últimos días. "La posición ucraniana en torno a Severodonetsk es precaria. Las fuerzas ucranianas que podrían perderse en esta 'envolvente' rusa son demasiado valiosas para perderlas en tal acción [defendiendo Severodonetsk]. Como tal, el alto mando ucraniano deberá tomar pronto una decisión difícil sobre la cesión [a Rusia tras su retirada] de Severodonetsk y el territorio circundante", apunta Mick Ryan, analista de la Universidad John Hopkins y general retirado.

"Se siente como la hora más oscura desde febrero para Ucrania"

"Se siente como la hora más oscura desde febrero para Ucrania, hablando con mi familia y amigos en el terreno. Fuertes pérdidas, falta de equipamiento, desaceleración en las donaciones privadas y extenuación psicológica", lamenta Maria Semykoz, una joven ucraniana originaria de Severodonetsk.

¿Fatiga occidental?

Con la invasión rusa de Ucrania acercándose a los 100 días, empiezan a notarse los primeros síntomas de fatiga internacional. En la Unión Europea, frente al apoyo incondicional del bloque liderado por Polonia, que quiere una victoria ucraniana total sobre Vladímir Putin, el canciller alemán, Olaf Scholz, y el presidente francés, Emmanuel Macron, amplían sus contactos con el Kremlin para sentar a Rusia a la mesa de negociación con una nueva llamada este sábado, mientras presionan a Kiev para encontrar una solución negociada. La crisis energética generada por el bloqueo ruso y la inminente crisis alimentaria —de la que Moscú culpa a las sanciones occidentales, mientras mantiene su flota en el mar Negro cerrando los puertos ucranianos— solo pone la puntilla.

En Estados Unidos, donde la agenda interna ya ha marcado radicalmente otros conflictos —como el de Afganistán—, se acercan las elecciones 'midterm'. Un polémico editorial del 'New York Times', en el que se hablaba del riesgo de "perder el interés de los estadounidenses" con "la inflación como problema mucho mayor", es solo el síntoma de una corriente que empieza a abogar por acabar cuanto antes con la guerra en la mesa de negociaciones… con la consecuente cesión ucraniana.

Foto: Emmanuel Macron y Olaf Scholz, en Berlín. (EFE/Clemens Bilan)

"Llevamos tres meses de guerra, es normal que llegue el agotamiento, solo que ahora siento que es un momento especialmente extremo", lamenta Semykoz, que colabora con su hermano y su cuñada —que tienen un negocio de ropa— fabricando uniformes para soldados en el frente. Cuenta el que es un sentir generalizado: con el inicio de la invasión y la resistencia ucraniana, hasta los propios locales se sorprendieron por los éxitos del Ejército ucraniano y las expectativas, junto a la moral, subieron como la espuma. "También para la gente en Occidente. Hubo mucha atención, mucha excitación sobre Ucrania, y creo también que las victorias iniciales de Ucrania crearon la imagen de que era casi fácil ganar [para nosotros], y la realidad es que no estábamos preparados, seguimos necesitando mucha ayuda", añade, explicando que en la última semana ha notado un bajón en las donaciones monetarias para poder pagar los uniformes que Buy for a Ukrainian lleva al frente.

En esa relación "cercana" que ha establecido con una unidad específica en el Donbás, Semykoz ve cada día las pérdidas humanas que la artillería rusa está infligiendo a la defensa ucraniana. "Rusia está atacando [en el este] con todo lo que tiene", explica, mientras que el Ejército ucraniano sigue necesitando equipamiento. "Y no solo armas, es que también les faltan cosas simples, necesitan también incluso calzoncillos, y el Gobierno no tiene dinero para hacerse cargo de todo", lamenta.

En una cafetería al aire libre en la capital ucraniana, bajo los últimos restos de la floración del castaño —símbolo de Kiev, florecen a mediados de mayo—, una pareja (Mykhailo y Yevenia) conversa sobre las perspectivas de la guerra. No son muy optimistas. "Esto acabará cuando Joe Biden quiera: si nos da las armas, podemos ganar. Si no nos da las suficientes, esto se atascará. Está en sus manos", asegura Mykhailo.

La casi normalidad ha llegado a las calles de Kiev; las tiendas abren, los restaurantes vuelven a tener suministros, en los subterráneos las tiendas de flores empañan todo con su olor, se vende cerveza en los bares y reabren los metros. Unas imágenes que contrastan, sin embargo, con las últimas noticias del frente del este: el Ejército ruso ha logrado romper las líneas ucranianas en la región de Donetsk y estrecha el cerco en la capital administrativa de la vecina Lugansk, Severodonetsk. Ganancias estratégicas para el previsible asalto final al Donbás todavía controlado por Ucrania.

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