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¿Prestigio o riesgo? La universidad española se lanza a la barra libre de convenios con China
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¿Prestigio o riesgo? La universidad española se lanza a la barra libre de convenios con China

Las universidades españolas no han parado de firmar acuerdos con universidades y otras entidades chinas. Algunas voces expertas reconocen que existe riesgo en colaborar en ciertas áreas

Foto: Imagen: Follow The Money.
Imagen: Follow The Money.

Hay pocos países más alejados de España geográfica y culturalmente que China. Y sin embargo, sus estudiantes están entre los grupos de extranjeros más numerosos en las universidades españolas. En el curso 2019-2020 hubo 12.571 estudiantes de nacionalidad china, solo por detrás de Italia, Ecuador, Francia y Colombia. Cuatro años antes, la cifra había sido un 50% menor. Esa tendencia al alza se acentúa si solo se tiene en cuenta a aquellos estudiantes no residentes en España: entre 2016 y 2020, su número pasó de 1.324 a 2.737, un 106% más.

La gran mayoría llega gracias a los acuerdos que las universidades españolas firman con universidades y otras instituciones educativas chinas. Rara es la universidad que durante los últimos años no ha firmado algún tipo de convenio con centros de ese país para fomentar el intercambio de estudiantes y profesores, abrir centros culturales o poner en marcha proyectos de investigación e innovación.

Estos acuerdos, que se cuentan por centenares en las dos últimas décadas, han sido habituales también en otros países europeos, y han constituido uno de los pilares de la estrategia china para mejorar el nivel de su sistema educativo y de investigación, al menos hasta el cierre del país por la pandemia del SARS-CoV-2. El Gobierno chino ha invertido mucho dinero para que sus estudiantes e investigadores se formen en el extranjero y regresen luego a su país para continuar con sus investigaciones.

En algunos casos, se trata de estancias de estudiantes de instituciones militares chinas, como ha revelado la investigación ‘China Science Investigation’, en la que ha participado El Confidencial junto a otros 11 medios europeos y que fue publicada el pasado jueves. Entre los ejemplos detallados en ese artículo estaba el de un investigador chino que realizó su tesis en el campo de la aeronáutica en la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB) y luego volvió a China para trabajar en la Universidad Nacional de Tecnología de Defensa (NUDT, por sus siglas en inglés). Durante años siguió publicando ‘papers’, algunos de ellos con clara aplicación militar, en los que se presentaba como investigador de la UAB.

Foto: Ilustración: Follow The Money.

Ese estudiante chino llegó a Barcelona gracias a uno de los numerosos acuerdos que las universidades españolas llevan años firmando con entidades chinas. En este caso, se trataba de un convenio de la universidad catalana con el China Scholarship Council, entidad dependiente del Ministerio de Educación chino que, entre otras cosas, se dedica a becar a estudiantes para que realicen sus estudios de doctorado en el extranjero.

El acuerdo, facilitado por la UAB a El Confidencial, recogía que hasta 10 estudiantes chinos podían acceder a esas becas cada año y que los gastos se repartían entre las dos instituciones: la parte china sufragaba los gastos de manutención de los estudiantes y la UAB pagaba la matrícula y los gastos de investigación. Las áreas de estudio prioritarias debían ser salud, ciencias, biociencias, ciencias sociales, derecho, ingeniería y humanidades. El documento establece que los becarios deben regresar luego a China.

“Ha habido recursos y un esfuerzo institucionalizado por internacionalizar la universidad china y establecer ese tipo de acuerdos”, explica Mario Esteban, investigador del Real Instituto Elcano y profesor titular del Centro de Estudios de Asia Oriental de la Universidad Autónoma de Madrid.

Por parte española, también ha existido un gran interés en esos acuerdos, lo que se ha traducido en la firma de cientos de ellos a lo largo de las dos últimas décadas (entre los ya publicados en las webs de las universidades y los facilitados tras las solicitudes de información, El Confidencial ha localizado cerca de un millar con universidades o empresas de China). En la mayoría de los casos se trata de memorandos de entendimiento o convenios marco de duración multianual que establecen las bases para la cooperación entre ambas instituciones.

El objetivo principal suele ser el intercambio de estudiantes, pero muchos acuerdos también hacen referencia a intercambios de profesorado, a la actividad investigadora o a la creación de institutos Confucio, centros culturales que constituyen una de las herramientas de poder blando en el extranjero más importantes de China.

placeholder Zapatero, inaugurando un Instituto Confucio en León en 2011. (EFE/J. Casares)
Zapatero, inaugurando un Instituto Confucio en León en 2011. (EFE/J. Casares)

Son parecidos a los institutos Cervantes, con la diferencia de que se crean tras una asociación entre universidades locales e instituciones chinas, normalmente universidades, y siempre con el respaldo de la sede central del Instituto Confucio (Hanban). Son centros que se establecen bajo el paraguas de universidades locales, algo que ha generado reticencias en varios países. Uno de los centros en España está en la Universidad de Granada. En respuesta a El Confidencial, la universidad detalla que entre 2008 y 2021 recibió 1,3 millones de euros de la Universidad de Pekín y Hanban para la sede granadina del instituto.

Entre esos acuerdos, no hay ninguno con instituciones militares chinas, como la NUDT. Como explicamos en la primera parte de esta investigación, la colaboración científica con organizaciones de ese tipo se realiza a otro nivel. En general, la mayor parte de las investigaciones conjuntas que acaban en la publicación de ‘papers’ no necesita de la firma de convenios entre las instituciones a las que pertenecen los investigadores, que tienen bastante autonomía para decidir con quién colaborar.

Lo que sí hay son muchos acuerdos con universidades chinas que tienen lazos más o menos estrechos con el aparato militar, en muchos casos porque acogen los denominados ‘key laboratories’, laboratorios estatales de determinadas áreas estratégicas. El China Defence Universities Tracker (CDUT), elaborado por el ‘think tank’ australiano Australian Strategic Policy Institute, señala a unas 160 universidades chinas, a las que divide en cuatro niveles de riesgo: bajo, medio, alto y muy alto. Solo de los dos niveles más altos, este medio ha localizado 130 acuerdos de universidades españolas. Incluidos acuerdos con universidades del grupo conocido como ‘seven sons’, siete centros públicos con una relación estrecha con el Ejército Popular de Liberación.

Foto: Submarinos no tripulados WR312. (PLAN)

“En China, lo militar está supeditado a lo político. El partido controla al ejército. Pero el ejército tiene una relación complicada con la sociedad china. Mucha gente y una parte muy importante del sector económico miran con recelo al ejército”, dice Mario Esteban, que cree posible que haya investigadores europeos que se relacionen con instituciones chinas sin saber que “tienen unos vínculos muy grandes, muy directos, con el ejército”.

Preguntado por este asunto, el Ministerio de Universidades explica que los acuerdos que firman las universidades "entran dentro de la autonomía universitaria, según lo establecido por el artículo 2.2.j) de la Ley Orgánica 6/2001, de 21 de diciembre, de Universidades" y que no hay “ningún registro de acuerdos interinstitucionales firmados por las universidades españolas con otras entidades nacionales o extranjeras". El Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación se remite a lo comentado por Universidades.

No existe ninguna supervisión por parte del Gobierno. Al menos de manera oficial. La Universidad de Alicante sí ha confirmado que tanto Universidades como la Conferencia de Rectores de Universidades Españolas se han interesado de manera informal por alguno de los acuerdos con universidades chinas. Y según ha podido saber este medio, también la embajada de España en China se ha interesado por la actividad de centros españoles en el país.

La clasificación del CDUT es de 2019 y fue actualizada en 2021. La mayoría de los acuerdos de las universidades españolas con universidades chinas son anteriores, pero las relaciones de esos centros con el aparato militar y de seguridad chino se conocían antes. Preguntadas por esos acuerdos, la mayoría de las universidades han respondido que son convenios centrados en la movilidad de estudiantes. Por ejemplo, la Universidad Pública de Navarra (UPNA) explica que “la naturaleza de estos convenios está alejada de las actividades en las que se enfoca dicho informe [investigación en ciencia y tecnología centrada en cuestiones militares y de seguridad]”. La UPNA también señala que “la colaboración investigadora tiene lugar, con carácter general, a través de la participación conjunta en proyectos de investigación, o el simple contacto entre académicos, y no suele requerir un convenio interinstitucional”.

placeholder La universidad china está cada vez más presente en España a través de acuerdos. (EFE/Roman Pilipey)
La universidad china está cada vez más presente en España a través de acuerdos. (EFE/Roman Pilipey)

El tipo de proyecto más prestigioso, y quizás el más complicado de conseguir, es el que financia la Unión Europea a través de sus programas multianuales de investigación (el que está vigente para el periodo 2021-2027 se llama Horizonte Europa). A esos proyectos optan consorcios de universidades de Europa y el resto del mundo, incluida China. Pero rara vez las universidades chinas reciben financiación europea (la reciben del Gobierno chino) ni participan en investigaciones de áreas que la Unión Europea considera sensibles. Tampoco participan en esas investigaciones instituciones militares. Hay, por lo tanto, unas líneas rojas que no están tan claras cuando se trata de investigaciones a un nivel inferior.

La necesidad de una guía

Todas las fuentes contactadas para este artículo echan en falta una guía o formación que regule este tipo de acuerdos. La Universitat de Barcelona afirma que, en su caso, “los controles previos a la hora de establecer convenios de colaboración con las instituciones chinas son exactamente los mismos que con cualquier otra institución”, y que como miembro de la Liga de Universidades de Investigación Europeas (LERU, por sus siglas en inglés) “participa activamente en el grupo ‘ad hoc’ de expertos en bienes de doble uso con el objetivo de compartir buenas prácticas y elaborar documentos que defiendan los intereses del sector académico ante las implicaciones del Reglamento 2021/821, que tiene como objetivo la regulación de la exportación y transferencia a terceros países, de productos y conocimientos susceptibles de doble uso [civil y militar] o de atentar contra los derechos humanos [ciberseguridad]”.

“La universidad conoce perfectamente la responsabilidad en este sentido y se está pendiente del desarrollo de un protocolo por parte de los Estados miembros [aspecto reclamado en varias ocasiones por parte de la LERU]”, añade.

Foto: Protesta contra el financiamiento chino de universidades australianas. (Reuters)

La Universidad Politécnica de Madrid quizá sea, junto con la Universitat Politècnica de Catalunya, el centro español que más relación tiene con China. “Nuestro objetivo es colaborar con las mejores universidades en tecnología en Asia, que es mi negociado. Tenemos acuerdo con las 30 o 40 mejores universidades [de China], tanto según los 'rankings' que hace el propio Gobierno chino, que tiene mucha afición a hacerlos, como los 'rankings' mundiales de universidades. Lo que miramos a la hora de hacer colaboraciones con una universidad es precisamente ese nivel que tienen [científico y tecnológico], e intentamos establecer relaciones a largo plazo”, explica Xavier Ferré, delegado para Asia de la universidad madrileña.

Los acuerdos más habituales son los ‘marco’, documentos donde ambas universidades reconocen mutuamente su interés por colaborar, pero que a menudo no se materializan en nada concreto. Otras veces, les siguen acuerdos específicos como los mencionados intercambios de estudiantes, tutela de tesis de doctorandos chinos o, en algunos casos, contratos de investigación conjunta donde ambas partes se comprometen a intercambiar información o recursos para un objetivo concreto.

La Universidad de Zaragoza es, de las que han respondido, una de las que más acuerdos de este último tipo tienen con universidades de riesgo, como la Universidad Shanghai Jiao Tong o la Universidad de Ciencia y Tecnología de Huazhong. Con la primera firmó un acuerdo, en vigor hasta 2019, para una colaboración en el campo de la física de partículas. Con la segunda participó en un proyecto de simulación sobre el sistema de energía solar en cascada, dentro de un acuerdo vigente hasta 2017.

Foto: Estudiantes de secundaria chinos durante la ceremonia de inicio del año escolar en Hong Kong. (Reuters/Tyrone Siu) Opinión

Las universidades españolas tienen también muchos acuerdos con empresas chinas. En su mayoría, para la realización de prácticas, pero también algunos tienen como objeto el desarrollo de proyectos de investigación tecnológica. Huawei tiene acuerdos con la Universidad de Cantabria y con la Universidad de Murcia, por ejemplo. A finales de 2021, la Universidad de Valladolid, a través de su fundación, cedió la licencia de un 'software' de simulación de implantes de iones a la empresa china Peifengtunan Semiconcductor Co. Ltd.

Las mejores universidades son las más peligrosas

De las 3.000 universidades chinas, solo unas pocas decenas son realmente buenas, según explican a El Confidencial fuentes con amplia experiencia en las relaciones académicas entre Europa y China. Las mejores universidades reciben más financiación pública y, por tanto, están más controladas, sobre todo aquellas que tienen alguno de los ‘key laboratory’, donde de verdad están esos lazos con el aparato militar y de seguridad.

La UPM, dice Ferré, conoce los lazos con el Ejército de algunas de las universidades con las que colabora. Pero esas universidades son también sus socios naturales. “Las mejores universidades tecnológicas en cada país son las que tienen colaboración con el Ejército”, dice Ferré. “Nosotros también tenemos colaboración con el Ejército [en España]. Tenemos proyectos, incluso a nivel académico: trabajos de fin de grado y trabajos de máster que son con el Ejército y que tienen que ser confidenciales por su naturaleza”.

Fuentes conocedoras de las relaciones científico académicas entre Europa y China piden tener en cuenta también que la elaboración de esos informes no está libre de intereses geopolíticos. El ‘think tank’ que elabora el CDUT fue fundado en 2001 por el Gobierno australiano y recibe financiación pública y privada. Entre los financiadores públicos está el Gobierno de Estados Unidos, cuyas mejores universidades mantienen colaboraciones con universidades chinas.

Foto: Planeadores hipersónicos chinos en un desfile militar de 2019, cuando todavía no estaban operativos (CCTV)

Conocido el riesgo, la UPM realiza un trabajo previo para determinar cómo debe ser una colaboración con una universidad china. “Lo que venimos haciendo es un ‘screening’ de los proyectos que se vayan a hacer para asegurarnos de que no tienen una aplicación militar o que puede haber algún peligro relacionado con temas de regulación en la Unión Europea, como que haya un traslado supranacional de los datos. Así, si hay algún riesgo de ese tipo, que esté acotado o directamente no se haga el proyecto. Nosotros nos orientamos principalmente a las áreas que la Unión Europea ha establecido como las prioritarias para colaborar con China, que es un rival sistémico, pero con el que colaboramos en ciertas áreas. Es en esas donde ponemos más la carne en el asador: temas de cambio climático, de reducción de la huella de carbono, de economía circular, producción agrícola para mejorar la producción de alimentos y desarrollo rural y biotecnología para mejorar las cosechas. También todos los temas relacionados con tecnologías de la salud”, dice.

“Lo que estamos haciendo ahora es formalizarlo en un cuestionario que vamos a enviar a la Comisión de Investigación para que pase precisamente por ella cualquier investigación que se haga, no solo con China, con cualquier país de fuera de la Unión Europea. Va a ser un protocolo formal”, añade.

“Sabemos las oportunidades que hay en China. Es muy interesante colaborar con ellos en investigación porque tienen unos fondos interesantes y tienen científicos realmente muy buenos. Ha mejorado mucho en los últimos 15 años. Pero también sabemos que hay ciertos riesgos. Entonces intentamos sacar el mayor provecho posible de mejorar nuestro nivel de investigación colaborando con ellos, pero sin entrar en esos temas que comportan un alto riesgo”, resume Ferré.

Para Esteban, la clave está es ser conscientes de los riesgos, pero sin caer en una paranoia que lleve a cortar cualquier tipo de colaboración

Para Mario Esteban, la clave está en encontrar un equilibrio. Ser conscientes de los riesgos, pero sin caer en una paranoia que lleve a cortar cualquier tipo de colaboración científica, porque eso sería perjudicial para Europa. “Cambio climático, biodiversidad, lucha contra el terrorismo transnacional… Hay un montón de temas que claramente nos interesan. Ni siquiera estoy hablando desde una perspectiva humanista o globalista, sino de nuestro interés. Incluso presuponiendo que no vamos a mejorar ni a cambiarlos nada con esa colaboración, es evidente que a nosotros hay áreas en las que nos interesa colaborar".

"Luego hay otro debate —añade—. Si hay cosas que pueden cambiar o mejorar allí. Yo llevo como 17 años dando clase a estudiantes chinos. Y creo que eso es importante. Creo que es positivo tener ese tipo de intercambios y hablar con los colegas. Lo que pasa es que volvemos a lo mismo, que es un régimen autoritario. Y a lo mejor no es una gran idea colaborar con ellos para mejorar sus mecanismos de posicionamiento de lanzamiento de misiles, por ejemplo”.

Metodología

Para esta investigación, El Confidencial ha recopilado gran parte de los convenios y acuerdos suscritos por las universidades españolas con universidades y empresas chinas desde 2006 hasta la actualidad. Para ello, primero accedimos a lo publicado por cada universidad pública en sus páginas web y contactamos por correo electrónico con las universidades privadas. La información publicada era, en muchas ocasiones, incompleta: muchas universidades solo publican un listado de los acuerdos y no los documentos. Por esa razón también realizamos solicitudes de acceso de la información a cada universidad pública. 

Hay pocos países más alejados de España geográfica y culturalmente que China. Y sin embargo, sus estudiantes están entre los grupos de extranjeros más numerosos en las universidades españolas. En el curso 2019-2020 hubo 12.571 estudiantes de nacionalidad china, solo por detrás de Italia, Ecuador, Francia y Colombia. Cuatro años antes, la cifra había sido un 50% menor. Esa tendencia al alza se acentúa si solo se tiene en cuenta a aquellos estudiantes no residentes en España: entre 2016 y 2020, su número pasó de 1.324 a 2.737, un 106% más.

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